Miguel Ángel Russo, íntimo: la pregunta que lo hizo llorar, sus historias con Maradona, por qué no visita a Bilardo y qué le dolió de su último ciclo en Boca

El entrenador fue consultado por la posibilidad de dirigir a Ángel Di María en Rosario Central y contó cuál es la receta para seguir desempeñándose en el cargo a los 67 años

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El entrenador de Rosario Central fue entrevistado en TyC Sports

Miguel Ángel Russo es una leyenda viviente del fútbol argentino. Es uno de los tantos futbolistas que solo vistió una camiseta en toda su carrera, se coronó campeón con Estudiantes, le tocó ser dirigido por Carlos Salvador Bilardo, estuvo a un paso de ir al Mundial de México 1986 y experimentó una convivencia efímera con Diego Maradona en la concentración de la selección argentina. Afuera de la cancha, ganó una Copa Libertadores con Boca Juniors como su máxima conquista, pero este logro fue desplazado con una victoria en la vida después de superar un cáncer.

A sus 67 años, Russo se permite emocionarse, y así lo hizo en una entrevista para la sección Líbero vs. de TyC Sports. Las lágrimas le brotaron del rostro cuando le pidieron mencionar a algunas personas para comer a un asado: “Con mi padre, que no tuve la oportunidad de conocerlo, y mi Nonna -la mamá de mi papá-, que me formó culturalmente. Siendo muy pobre, me llevaba a tomar el té, al Museo, al Colón...”. Inmediatamente, se quebró sin poder completar la frase, respiró hondo, atinó a cerrar la respuesta con sus manos, le mandó un beso al cielo y concluyó: “Sufrí mucho la muerte de mi abuela”.

En su etapa con los cortos, acompañó a Maradona en la previa al Mundial 1986. El nombre de Miguelo estuvo presente en las citaciones del Narigón Bilardo, y guarda profundos recuerdos del Pelusa en la concentración: “A mi me gustaban las naranjas y Diego agarraba una y decía: ‘Yo te la ablando’. Y yo le decía: ‘Diego, tengo hambre’. Seguía haciendo jueguito... Diego era algo completamente distinto. Convivimos poco tiempo, pero gracias a Dios me quedó grabado”.

La cercanía de ambos en su etapa infantil los forjó en un contexto hostil: “Nací en Villa Diamante. La otra estación era Villa Caraza y la siguiente era Villa Fiorito. Al costado de las vías estaban las canchas y jugábamos ahí. Entre los 12 a los 15 años, jugábamos torneos de grandes por dinero. Era por guita. Por ahí, a mí no me pagaban y mi nonno iba al otro día y le sacaba toda la comida al almacenero, al verdulero y al carnicero, quienes eran los que iban a apostar. Era así la vida, sobrevivir”.

Cuando viajó a Italia con la intención de seguir jugando a la pelota tras quedar libre de Estudiantes, Diego también estuvo presente: “Se enojó porque le avisé cuando llegué y estaba en el hotel. Lo llamé, me preguntó dónde estaba. Me preguntó qué hacía ahí, que estaba loco y cómo no le había avisado nada. Cuando me fui, todo el hotel era a cargo de él”. La intención de Miguel Russo era jugar en un equipo de la Segunda, esa chance se frustró y dejó el fútbol: “Venía en un tren, paré en una estación, me comuniqué con mi mujer y se lo dije. Me preguntó si quería volver, le dije que no porque me quería quedar dos meses en Europa para ver y aprender. Hablé con Bilardo, asistí a entrenamientos y me fui formando e ilustrando porque me interesaba y me apasionaba el fútbol”. “La plata me alcanzaba para una noche, pero bueno... Me bañaba y me afeitaba en las estaciones de trenes de Europa de esa época”, rememoró.

El DT del Canalla dialogó sobre dos referentes de la Albiceleste

En otro sentido, fue consultado por la posibilidad de que Ángel Di María desembarque en Rosario Central en el corto plazo, luego de que Fideo haya dejado la puerta abierta para un regreso: “Normalmente, todo el mundo vuelve a este club. Ojalá me toque dirigirlo o estar con él. Siempre digo lo mismo. Él y todo el que quiera venir debemos darle un club en la medida y en la forma que ellos se merecen. Ha jugado en grandes equipos, ha hecho una carrera extraordinaria”.

Su último paso por el fútbol argentino antes de su llegada al Canalla tuvo lugar en Boca Juniors, en cuyo ciclo ganó dos títulos, pero se quedó con la espina clavada de lo ocurrido en 2020, cuando quedó eliminado contra Santos en la semifinales de la Copa Libertadores: “Nosotros ganamos dos campeonatos seguidos y nos toca la pandemia. Estábamos en un momento bárbaro, cinco meses de parate y nos toca jugar semifinales sin gente en la Bombonera. Una semifinal con gente en la Bombonera llegás a la final seguro. Lo que más me dolió en mi balance fue jugar una semifinal sin la gente de Boca”. En ese primer duelo, igualaron sin goles y, en la revancha, cayó 3-0 en Brasil.

Además, declaró cómo hace para mantenerse conectado con las nuevas generaciones en su rol de entrenador: “Hoy, los chicos ya no juegan en la calle. Son los clubes de barrio los que alimentan muchas cosas. La demanda de trabajo es muy grande. Si no nos metemos en eso, perderemos cada vez más generaciones de futbolistas. En nuestra vida era todo dureza, rígido. Hoy tenés que abrirte, saber escuchar, qué leer, cómo lo lees, cómo lo dicen y de qué manera, el vocabulario y la música que tienen. Te aggiornás porque sino no podés hablar con ellos. Valoro mucho el diálogo. Si no me acomodo a esto, no puedo dirigir”.

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Por qué no visita a Bilardo: “Le pregunto a la familia cómo está y no se me ocurre ir a verlo. Soy una persona que vive con las cosas que vivió y se queda con las mejores”.

Su asistencia con Bilardo al debut de Maradona en Argentinos: “Un día, fuimos a la cancha de Argentinos con Bilardo. Él me dijo que íbamos a ver a alguien que iba a ser distinto. Argentinos - Talleres, Diego... Con Bilardo hablábamos de fútbol, me llevaba de viaje, al restaurant, no me hacía pagar nada”.

Cuál es el futbolista que más disfrutó: “Román (Riquelme). Es distinto a todo. Me tocó jugar con Sabella, Trobbiani, Diego... Sacando a Diego, Román es de esos jugadores con una inventiva distinta, que era el que más te llenaba los ojos. Sigo hablando, es un amigo. Me pone contento que sea presidente de Boca Juniors. Y ojalá que todo lo que desarrolle se le haga realidad”.

Por qué decidió dirigir una final con Millonarios en Colombia en la peor etapa de su cáncer: “Me ayudó mucho el fútbol, no me preguntés por qué, pero en lo que menos pensaba era en la enfermedad. Pensaba en el fútbol. La charla con Serrat fue valiosa porque me cambió la cabeza. ¿Qué me dijo? ‘Hay tantas cosas nuevas, no te asustes, de esto no te morís’. La gente de Millonarios me respetó muchísimo, ninguno hizo un comentario. Mi estado era deplorable. Con sesiones de quimioterapia. Vos pasás a otro estado, fue dura la quimio. Mucha gente me ayudó. Me dijeron de hacer un libro, y son todas donaciones. A mi me ayuda mucho en la fase emocional, vivo ayudando y quiero que la gente se dé cuenta que se puede al ser una figura visible en el fútbol”.

La historia del saco que uso en su primer clásico rosarino con victoria 4-0 ante Newell’s: “En algún momento lo vamos a sortear, rifar, algo vamos a hacer. ¿Si alguien me lo quiso comprar? Sí, sí. Terminó el partido, pasaron tres horas y me fui caminando a donde vivía, pasé por una heladería, me senté, tomé un helado y un café... El que me vendió el helado me dice: ‘Te compro el saco’. Y le dije: ‘No, ¿cómo te voy a vender el saco?’. No le di bola, era mi primer clásico y yo no sabía que existía toda esa pasión”.

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