Era una época en la cual Boca Juniors pareció encontrar la matriz en sus juveniles, especialmente en el mediocampo. Las estelares apariciones de Fernando Gago y Éver Banega encabezaban una producción de la factoría que también había dado los nombres de Pablo Ledesma, Neri Cardozo y Nicolás Gaitán, entre los que tuvieron un paso fructífero finalmente por el club. Sebastián Nayar era parte de esa camada, era uno de los apuntados para destacarse. Pero su estadía dentro del club se truncó cuando estalló un conflicto que lo alejó semanas después de haber debutado oficialmente.
El Oso irrumpió como un volante central con la carga de lo hecho por Gago y Banega, quien era la referencia del equipo titular cuando él empezó a sonar. De repente, una oferta millonaria descartada, el portazo y la controversial salida al fútbol español, que decantó en un juicio. Hoy, a 16 años de aquel suceso, vive en Malta, oficia de intermediario en algunas transferencias al mismo tiempo que desarrolla su rol de empresario, incluso con una agencia de modelos en el país donde se instaló tras su retiro.
Nayar está arrepentido de aquella decisión que tomó de irse intempestivamente. En épocas donde los chicos parecen querer marcharse lo antes posible de los clubes para blindar sus finanzas, él tiene su propia experiencia que lo hace replantearse aquel movimiento apresurado de irse libre al Recreativo Huelva desatando una pelea con la directiva del Xeneize: “Me fui antes de lo que me tendría que haber ido... Malas decisiones mías, un poco de inmadurez y un poco de que los representantes te hablan, te muestran mucho dinero. Pero al final la decisión fue mía y me equivoqué. Se lo digo a todo el mundo: no hay como Boca en ningún lado”.
“Evidentemente con el diario del lunes es más fácil, pero yo sabía dentro mío que me estaba equivocando. Pero bueno, tenía muchas urgencias económicas. Era un paso adelante para mi familia también, era ir a la liga española, que en ese momento era la mejor del mundo. Me sedujeron, pero no me quito responsabilidad”, le dice a Infobae con claridad del otro lado del teléfono, a más de 10 mil kilómetros de distancia.
Transitó el final del conflicto en Boca sin demasiado rodaje una temporada en el Huelva español y comenzó un camino de trotamundos, que luego se marcaría por las lesiones. Pasó por Deportivo Cali de Colombia, Atlante de México, retornó al país para jugar en la Primera B Nacional con Aldosivi y luego militó en el ascenso español antes de iniciar el trayecto final de su carrera con varias camisetas de clubes de Grecia, Gibraltar y Malta. Aquella decisión fallida lo marcó, al fin y al cabo.
— Contas que también te impulsó el tema económico, ¿cuál era tu situación cuando decidiste irte de Boca?
— Nunca pasé hambre, es la realidad, pero no estaba bien económicamente. Mi papá estaba sin trabajo y mi mamá siempre fue ama de casa. Nosotros somos siete hermanos y yo vivía con dos de ellos en un monoambiente de Villa del Parque. Ya entrenando en la primera de Boca, llegó una oferta de Holanda que, si no recuerdo mal, eran unos 450.000 euros netos para mí con 19 años para irme a préstamo por un año. A Boca le daban creo que cien mil euros y una opción de compra de 1 millón; la habían aceptado. Cuando tenía que viajar, me llaman dos dirigentes y me dijeron que no aceptaban la oferta. Dije que no tenía problemas, que quería jugar en Boca, pero necesitaba una ayuda económica, un contrato. Porque allá me estaban ofreciendo casi medio millón de euros. Yo no le pedía eso a Boca, ni mucho menos, ni un cuarto, pero algo que me sirva. Y en ese momento, si no recuerdo mal, me ofrecieron 50.000 pesos anuales, que eran cinco mil al mes en el 2008. Yo siempre fui de mucho carácter, de temperamento, emocional... Y bueno, cuando me llegó esa oferta, mi representante me la comunicó y le dije “me voy”.
— Te enojaste...
— Sí, estaba muy enojado porque ellos sabían mi situación. Mi papá estaba sin trabajo, yo lo tenía que ayudar. Imaginate que de cobrar 500 mil euros anuales, Boca me ofreció 50 mil pesos anuales.
Con 20 años pateó el tablero tras haber debutado en el famoso 2-1 de Boca sobre Racing del Clausura 2008, recordado por el estreno profesional también de Lucas Viatri y Tito Noir, autor de un gol a los 90 minutos. Empezaba a tener espacio en ese Boca de Carlos Ischia, que un año antes había ganado la sexta Copa Libertadores y que perdería por esos días en las semifinales del máximo certamen continental de un equipo liderado por Juan Román Riquelme y Martín Palermo. Pero no soportó: se marchó libre y el club le inició un juicio, desatando uno de los conflictos más icónicos de esa época con una promesa como protagonista. El caso era noticia acá y en España, mientras él miraba todo desde afuera enmarañado en un litigio.
“Yo tenía primer contrato y firmé por un año. Lo había leído, mis abogados, mi representante. Yo dije: ¿esto cómo eso? Me dijo vos quedás libre. Entonces me fui pensando eso. Me fui libre y después Boca apareció con un contrato que yo había firmado supuestamente tres días antes de irme a España. Si yo sé que me voy a ir a España, no voy a firmar un contrato tres días antes. Estuve como cuatro meses sin jugar hasta que pudieron solucionar con el TAS, llegó a un acuerdo del Recreativo de Huelva con Boca, y creo que le pagaron 1 millón y pico de euros más”, revive sobre esa situación que lo mantuvo por entonces más minutos en las noticias que los que había tenido en cancha.
— Ese pibe de 19 años con siete hermanos, el viejo sin laburo y aparte todo el mundo Boca, que se empieza a hablar de vos, que se te acerca mucha gente que antes no se acercaba, con la carga de ser una promesa... ¿Te marea eso?
— Te das cuenta que se te hacen más fáciles las cosas hasta en el más mínimo detalle. Si antes tenías que tomarte un taxi, viene un representante y te dice “tomá un coche”. En pequeñas cosas vos te das cuenta que te facilitan la vida.
— La gente no sabe esos detalles, esos cambios drásticos, que te dan autos, ropa, los botines, te abren las puertas de los boliches, te ofrecen plata...
—Ves esas facilidades. De repente, no sé, salir con tus amigos y te abren la puerta y tenés el VIP...
— Cuando antes por ahí a ese boliche no entrabas o tenías que hacer una hora de cola...
— Olvidate. Tenías que hacer la cola. Cosas así que si vos te crees que sos un poco más que los demás... Eso la gente no lo ve y hay que saber manejarlo. Por eso te digo la grandeza que tiene Boca, no sólo lo que es Boca en sí, también en el trato, cuando empezás a hacerte un poquito conocido. ¡Y ahí recién estaba empezando quizás a sonar mi nombre! Eso es lo que puede llegar a marear a algunos chicos. A mí eso no me mareaba mucho, pero sí me daba placer. Se te empieza a pegar también gente que antes no se te pegaba, se te acerca a ayudar gente de la nada.
— Vos ahora que estás más en el rol de representante y seguramente tenés que aconsejar a jugadores, ¿esta gente que se te acerca es siempre con buenas intenciones o es mejor desconfiar?
— He hablado con algunos chicos: normalmente el representante te miente. Te dice “si vos ganás, yo gano”. Eso es mentira, porque hay veces que vos perdés y él gana. ¿Qué quiere decir? Hay un caso que sé fehacientemente que es así... Por ejemplo, habla el presidente con el representante y le dice “quiero a este chico, le vamos a pagar 200.000 euros”, por decir. Y él dice: “No, quedate tranquilo, puedo traértelo. Yo hablo con él. Te lo bajo a 100 mil, pero me tenés que dar 50 y vos te ahorras 50″. ¿Entendés? Y después le cobra la comisión al chico también. Entonces saca de la plata del chico que iba a cobrar 200. Ya no cobra 200, cobra 100. Él se queda 50 y encima le tenés que dar el 10% de la comisión de tu salario. O sea que de 200 mil pasás a cobrar 90 mil.
— Si bien es un tema que siempre está latente en el fútbol, es fuerte que un protagonista se anime a contarlo crudo así como vos...
— Sí, eso pasa y pasó siempre. Me da igual. Yo ahora mismo no le debo nada a nadie. Entonces no tengo por qué decir una mentira o ser políticamente correcto. No me interesa serlo tampoco. Antes quizás cuando te preguntaban algo, el jugador se calla un poco. Yo no tengo por qué callarme, no me interesa. Y a mí me ha pasado, me han robado 400 mil euros en una recisión de contrato que supuestamente era beneficiosa para mí.
— En el último tiempo hubo muchos casos de chicos que decidieron irse rápido de sus clubes, pasó en River, en Boca, en Vélez, hubo temas en Independiente, vos que viviste una situación en parte similar, ¿qué les dirías? ¿Qué consejo les darías?
— Eso es muy relativo, pero yo si pudiera volver el tiempo atrás, me quedaría en Boca. Tuve la suerte de tener a mi hijo en España, no me arrepiento. También hay que mirar las necesidades familiares, cómo está el país... Hoy el país está en una crisis y no sabés si el chico no aguanta más. Te cuento algo que no lo sabe casi nadie, pero en el año que me fui, a mí me robaron: me agarraron de rehén a mí y mi hermano en casa, nos encerraron, nos pegaron y nos robaron el coche. Por eso también fue una decisión de que quería irme de Argentina. No puede ser que uno no pueda tener un coche o no pueda caminar tranquilamente en la calle, que tenés que mirar para todos lados. Yo estoy acá en Malta o estoy en España con mi coche, con mi reloj, con mis cosas y sé que no corro peligro. Puede pasar, sí, pero quedate tranquilo que hay un 95% de chances de que no te pase nada. En Argentina es un 50-50 o 60-40. Pero personalmente les diría a los chicos de Boca que si creen que tienen las condiciones para triunfar en Boca, se queden. A la larga lo económico viene. Que no se preocupen por el dinero rápido.
— Vos hablaste del tema económico, que te movilizó a irte, pero al fin y al cabo esa plata no te terminó salvando la vida, ¿no?
— No, no... Está claro. Me la podría haber salvado. Pero al final uno es joven, hace cosas, se equivoca. No tiene la madurez para manejar cierta cantidad de plata. Son pocos los que tienen esa madurez. Podría estar mucho más tranquilo de lo que estoy, seguramente, pero ya está. No hay vuelta atrás. Pero la realidad es esa: la plata cuando vos sos futbolista, y más de Boca, en algún momento te va a tocar. Y ahí es donde tenés que aprovechar. Quédate tranquilo que estando en Boca te va a llegar, porque Boca es muy grande.
SU VIDA EN MALTA Y LOS DÍAS FUERA DEL FÚTBOL
En sus recuerdos todavía están presentes los días que compartió con Juan Román Riquelme, su “ídolo” de toda la vida. “Por lo que hacía cuando entrenábamos y mismo como persona, para mí el más grande es Román. Nunca vi nada igual”, afirma. “Siempre digo que nunca vi un jugador que no erre un pase. De repente estabas frente a él con la pelota y decías, por acá imposible que pase, y él no daba un pase mal. Y después, bueno, invitarnos a comer asado. Una vez nos íbamos de entrenar, estábamos creo con Nico Gaitán y Forlín. Nos llamaron para ir a comer asado. Son cosas que vos siendo chico valorabas un montón”, rememora.
Y explica cuál era el aura de respeto que imponía aquel equipo campeón de la Libertadores: “Para que te des una idea, cuando me llamaban para entrenar con Primera, salía de Reserva y tenía que entrar al vestuario de Boca. Yo no entraba, me quedaba en la puerta del vestuario porque me daba vergüenza entrar. Y tenía que venir siempre alguien. No sé, pasaban Javi García o Pablito Migliore y me decían ‘¿qué hacés ahí parado? Dale, entrá'. Y me empujaban para adentro”.
El fútbol es ingrato. Un paso en falso, un mal día o una lesión puede cambiar todo drásticamente. Su cuerpo empezó a darle señales preocupantes rápidamente en su carrera. El paso por Colombia, hace más de una década, terminó con dos lesiones grandes en su rodilla derecha. Y lentamente el retiro comenzó a macerar en su cabeza cuando el doctor le advirtió que tenía que dejar de jugar profesionalmente cuando su DNI recién marcaba 27 años. Estiró su vida deportiva instalándose en Grecia y en Malta, el país al que arribó en el 2017 y lo cobijó desde entonces.
— ¿Por qué dejaste de jugar?
— Más o menos lo tenía sabido. El doctor ya me dijo a los 27 que desde su punto de vista lo vaya dejando y era algo que siempre posponía. Lo tenía en mi cabeza, lo fui madurando y haciendo otras cosas paralelamente para en el después del fútbol estar entretenido u ocupado. Siempre me gustaron las cosas empresariales, de representantes, y bueno, me fui haciendo un poco intermediario paralelamente a que era jugador. Me retiré cuando vino la pandemia. Estaba en Malta, con una lesión grande, que no tengo meniscos, y ahí creí que era el momento. Ya llevaba 14 años de dolor. Nunca publiqué nada diciendo que me retiraba, porque no suelo usar mucho las redes sociales y porque me da un poco de vergüenza. Entonces no hablo.
— ¿Conviviste la última etapa entre en un rol de representante mientras jugabas?
— Sí, bueno, no representante, pero sí intermediario, digamos. Viajé por muchos países, tengo la suerte de hablar tres, cuatro idiomas. Hay muchos chicos que me me enviaban mensajes o amigos. Si los podía ayudar. Cuando estaba en Grecia, el último año, había ayudado a varios amigos. Por eso me fui metiendo en eso. Y bueno, vino lo de la pandemia y creí que era el momento justo para ya dar un fin a lo profesional.
— ¿También estás vinculado a una agencia de modelos con tu pareja?
— Sí, es una agencia de modelos que abrimos hace un año y medio ya. Ella está un poco involucrada ahí. Yo aporto algunos contactos y un poco de experiencia. Más que nada ella es la cabeza y yo trato de ayudarla en lo que puedo. La verdad es que estamos bastante bien, me gusta hacer cosas nuevas. Como te dije, el tema empresarial siempre me ha gustado. La empresa es mía y de mi novia, somos los dos. Lo que pasa es que ella es la que mejor se maneja en ese mundo y yo la ayudo un poco, pero más que nada es de ella. Hice algunas fotos (como modelo), pero porque me las pidió... Me llamaron para hacer una foto en un hotel y les dije que no, a mí me da vergüenza. Yo lo que hago es ayudarla en lo que ella necesita. Cuando necesitan o nos piden gente, como nosotros tenemos acá modelos, las conectamos con las empresas. También estamos a punto de abrir una cafetería nueva. Hago cosas porque no puedo estar mucho en casa y es bueno mantener un poco ocupado.
— ¿Te quedaste viviendo en Malta?
— Sí, ahora estoy acá. Ya tengo la residencia en Malta. Mi hijo está en España, en Huelva, así que me la paso entre España y Malta. Me adapté siempre fácil en casi todos los países que estuve (Grecia, México, Colombia, Bulgaria y Malta). Y acá me agarró justo ya con 30 años, entonces que fue bastante fácil. Malta es un país que está rodeado, es mitad inglés, mitad italiano, tiene un mix. Entonces. La verdad que no me fue difícil. Me va bastante bien.
— Durante esos días en España se había conocido la noticia de que habías sido parte de un equipo amateur de bomberos, ¿cómo fue eso?
— (se ríe) Creo que fue en 2012 o 2013. Mi ex mujer en el barrio tenía un amigo que estaba en el equipo de bomberos y jugaban ahí un campeonato de siete. Yo estaba de vacaciones y me dijo, vení, vamos a jugar. Yo no estaba haciendo nada porque era verano. Me fui a jugar unos partidos y era un campeonato, yo ni sabía. Y salió en todos lados: “Nayar, de jugar en Boca Juniors a un equipo de bomberos”. Fui una vez igual y no jugué más. Dije “madre mía, la que se está armando”. Ya después no iba a jugar con nadie, me invitaban mis amigos y les decía que no, va a salir en el periódico que estoy jugando con mis amigos.
— Contaste sos temperamental y hubo etapas de tu carrera en las que tu nombre estuvo vinculado a críticas, por ejemplo en Colombia. ¿Te jugó en contra tu personalidad o usaban ese aspecto para ponerte en el ojo de la polémica?
— Siempre fui muy frontal, nunca me callé la boca. La verdad es que fui muy emocional, temperamental. El problema en Colombia fue que me llevó un dirigente y eran cinco los que manejaban la comisión. El que me llevó no tenía buena relación con los otros cuatro. Entonces me tiraban, yo estaba de repente quizá durmiendo en mi casa y al otro día salía un periodista diciendo que habían ido a las 12 de la noche a tocar el timbre de mi casa y yo no contestaba, como que estaba de fiesta. Cosas que son mentiras.
— Cuando empezaste, que sonabas como una gran promesa de Boca, ¿pensaste alguna vez que tu vida iba a dar este giro e ibas a terminar siendo empresario, viviendo en Malta?
— No, la verdad que no. Encima siempre fui vergonzoso y todo era el fútbol. Nunca tuve otro rumbo, nunca miré otra cosa. Entonces cuando empezó a sonar un poco mi nombre en Boca, mi intención era triunfar, salir adelante ahí y después salir. Pero bueno, malas decisiones mías y me fui antes de lo que me tendría que haber ido.