Nazareno Arasa pitó el final del primer tiempo y Martín Demichelis salió disparado hacia el vestuario visitante, cargado de bronca. El técnico de River apuró el paso como nunca antes: necesitaba entrar al camarín para descargarse ante Esequiel Barco, quien lo desautorizó al no acatar su orden de que Miguel Borja pateara el penal de la discordia luego de que el ex Independiente fallara el primero, anulado por invasión de área.
Demichelis regresó al campo de juego tras el entretiempo ya un poco más liberado: le dijo a Barco lo que le quería decir. Palabras más, palabras menos, le recriminó fuertemente que no le haya hecho caso y le dijo que no iba a tolerar otra actitud similar de su parte.
El episodio lo había desenfocado por completo al técnico de River. Cuando Barco pateó el segundo penal por arriba del travesaño, el enojo lo dejó aturdido: ya no dio más indicaciones tácticas hasta el cierre de la etapa inicial (estuvo 25 minutos en silencio sumando los siete minutos de tiempo adicionado) y se lo notaba furioso y pensativo, como repasando en su mente todo lo que le iba a decir a Barco cuando llegaran al vestuario.
Hubo gritos del entrenador ante un camarín silencioso y luego un pedido de disculpas por parte de Barco, quien estaba apesadumbrado y se mostró arrepentido ante todo el grupo.
Rápidamente comenzaron a circular en las redes sociales capturas televisivas en las que se veía una suerte de rasguño en el rostro de Demichelis. ¿Tuvo una pelea física con Barco? Para nada: el técnico llegó al estadio José Fierro con una suerte de hongo arriba de su barba y en la zona del cuello. Se trata de una dermatitis producto del stress que lo persigue desde octubre del año pasado.
Demichelis pidió que incluso los suplentes, quienes se estaban moviendo en el campo de juego, estuvieran en el vestuario en ese entretiempo caliente. Quiso que todo el plantel escuchara su reprimenda hacia Barco: algo así como una enseñanza colectiva, un mensaje a futuro de que todos tienen que anteponer los intereses del equipo por sobre los individuales.
La descarga de alguna manera lo liberó a Demichelis, quien regresó para el segundo tiempo con el semblante de alguien enojado por una situación, pero listo para volver a dar indicaciones a sus futbolistas. Lo hizo y mucho en la etapa final.
Barco fue el último en salir del vestuario luego del descanso, extremadamente serio y caminando con cierta pesadumbre bajo la custodia de Diego Moreno, el encargado de seguridad apodado “La Roca”. El atacante se sentó en el último lugar del banco de suplentes y luego Demichelis dijo en la conferencia de prensa que lo sacó porque “emocionalmente no estaba al cien por ciento para seguir”.
La sensación fue que el técnico tuvo la cintura que le faltó en otras ocasiones y eligió una frase diplomática para bajar la espuma de la polémica. Sin embargo, la salida de Barco tuvo mucho más que ver con un correctivo por parte del entrenador. De hecho, ya había amagado con sacarlo en el momento en que dio la indicación de que Borja pateara el segundo penal y Barco hizo caso omiso a su orden: lo mandó a realizar los movimientos precompetitivos al juvenil Franco Mastantuono, quien terminó ingresando para los segundos 45 minutos.
Quienes estuvieron en ese vestuario caliente cuentan que nunca lo habían visto tan molesto a Demichelis. “No esperaba que un jugador lo desobedeciera en medio de un partido y ante los ojos de todo el mundo”, dijo alguien cercano al técnico en diálogo con Infobae.
Tras el partido, Demichelis y Franco Armani, el capitán del equipo, optaron por bajarle los decibeles al “penal gate”. Y quedó la sensación de que no habrá reprimendas futuras para Barco. El tiempo dirá si efectivamente es así.
LA SECUENCIA DE LA DISCORDIA