La historia jamás contada del día que Alberto Samid hizo tablas con Garry Kasparov

El proclamado Rey de la carne y sus extraños empates ante tres ex campeones mundiales. Su competencia ajedrecística con Daniel Scioli. Y su respuesta a las dudas: “A muchos no les gusta que un carnicero les haya empatado a los campeones mundiales”

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Alberto Samid y Kasparov
Alberto Samid y Kasparov

En los tiempos modernos de las comunicaciones, en los que el poder y el alcance de las redes sociales pueden convertir un simple comentario o una imagen en un suceso viral, encendiendo hilarantes y despiadados juicios, generalmente inapropiados e irrelevantes, esta vez tuvo por protagonista a un personaje vinculado al mundo empresarial y de la política, conocido también como aficionado al ajedrez.

Hace algunas horas, el posteo de @Aleprieto en su cuenta de X (antes Twitter) de una fotografía tomada en el Círculo de Ajedrez de Villa Martelli en septiembre de 2010, provocó un revuelo de interacciones. Allí se ve al azerbaiyano Garry Kasparov y al empresario Alberto Samid -conocido también como “el rey de la carne”- disputando una partida; la imagen fue acompañada de un ingenuo comentario del autor en el que solicita la producción de una serie o película en reconocimiento al, supuestamente, único ajedrecista argentino que cuenta con tres empates en sus enfrentamientos con los ex campeones mundiales Kasparov, Karpov y Topalov. El posteo disparó “me gusta” y retuits de a miles, con los que alcanzó casi un millón de reproducciones. Acaso, la inesperada reacción obliga a la necesaria aclaración de una historia jamás contada.

En el mundo del ajedrez, sus máximas figuras suelen ser invitadas a distintas capitales del mundo para promocionar las virtudes y beneficios de la práctica del juego; por ejemplo, catorce campeones mundiales visitaron la Argentina desde 1910 hasta nuestros días; entre ellos sobresalen Karpov, en nueve ocasiones, y Bobby Fischer y Kasparov, cinco veces. El paseo incluye charlas con dirigentes en las principales entidades de la actividad, cita con funcionarios del área de Educación e incluso, a veces, el encuentro con el presidente de la Nación. El protocolo carga con la impronta del armado de una fotografía entre el ajedrecista y el mandatario disputando una partida. El político generalmente es asistido verbalmente por algún jugador o aficionado al juego, para completar los primeros cuatro o cinco movimientos, y así el visitante, advertido de que su rival conoce el movimiento de las piezas, suele aceptar la propuesta del empate. La imagen con el apretón de manos y las sonrisas cierran el círculo. Pero el comportamiento de los invitados adquiere un giro de 180° cuando brinda una exhibición simultánea (enfrentarse con varios jugadores a la vez); allí sale a la luz su grado de profesionalidad y juegan “a muerte”; vanidosos, eluden los empates (tablas) y casi no se les conoce rendiciones. El reconocimiento de un cerrado aplauso tras la actuación les sublima el ego.

Bajo este particular contexto, entre lo protocolar y lo competitivo hay que enfocar la anécdota con el “Rey” Alberto Samid. ¿Fue en verdad un logro, hubo acuerdo previo, o se trató de una argentineada?

Samid junto a Vaselin Topalov
Samid junto a Vaselin Topalov

En su domicilio, el ex diputado provincial y ex vicepresidente del Mercado Central, de 76 años, atendió el llamado de Infobae. En abril de 2022 Samid fue liberado por el Tribunal Oral en la Penal Económico Nº1, dado que se encontraba bajo prisión domiciliaria, condenado por asociación ilícita y acusado de evasión impositiva, y fijó su domicilio en La Matanza, donde atendió el teléfono y, sin lugar a la pregunta, comenzó diciendo: “¿Usted me llama por el tema del ajedrez? Le cuento. Yo les empaté a los tres, a Karpov, Kasparov y Topalov; y a Karpov dos veces. Les empaté las cuatro partidas. Eso fue público, incluso la Federación Argentina de Ajedrez en 2010 me dio un reconocimiento por ser el único argentino que les empató a los dos rusos. Después, que la gente diga lo que quiera”.

-Perdón, pero hay un error; si nunca perdió, su récord debería ser mayor. Porque usted jugó tres veces con Karpov -en Ciudadela 1982, en el Restaurante La Calesita, en Florida en 2010, y en Villa La Ñata en 2010-, dos veces con Kasparov -en el Círculo de Martelli en 2010 y Villa La Ñata, en 2011- y dos veces con Topalov -en Villa La Ñata en 2013 y en el CCK, en 2015-. Son siete partidas.

-Y… bueno, puede ser; pasó mucho tiempo; ya no lo recuerdo, He jugado con mucha gente importante en mi vida, incluso con presidentes.

-¿Cómo aprendió a jugar al ajedrez y cómo se perfeccionó?

-Cuando estaba en 5° o 6° grado de primaria llegó al barrio una familia de inmigrantes polacos, con cinco hijos. Íbamos todos a la misma escuela. El papá, que había sido profesor en Polonia, me enseñó los movimientos y después con la ayuda de las partidas que se publicaban en Clarín y La Nación nos enseñaba estrategias, incluso cómo debía hacerlo cuando jugara una simultánea con un campeón para no perder. Seguí jugando en el Club Estudiantil Porteño y gané algunos torneos en el barrio; siempre de manera amateur. Un profesor de la zona, Gustavo Medina, también me ayudó, y después, de grande, practiqué mucho con Daniel Scioli. Con él, en el ajedrez tenemos una rivalidad bárbara. Actualmente juego solo en mi casa, tengo tres programas de ajedrez y además les digo a mis hijos que lo practiquen porque es el único deporte que te enseña a pensar.

-Volvamos a sus partidas con los campeones. Usted le empató a Kasparov, pero fueron sólo siete movimientos; hay fotos de eso. Además, el comentario fue que cuando Kasparov soltó la pieza usted le tomó la mano y le dijo “acepto tablas”.

-No, no puede ser; no fue así. Fue una partida más larga.

-Pero después volvió a empatar con Kasparov en la casa de Scioli.

-Bueno, ya no me acuerdo; he jugado muchas partidas en mi vida. También jugué varias veces con el ex presidente Duhalde.

Con Kasparov en la casa
Con Kasparov en la casa de Daniel Scioli en Villa La Ñata

-Y de sus partidas con Karpov, ¿es verdad que en la que jugó en Villa La Ñata usted le pidió al representante que le diera tablas pero que antes debía ganarle a Scioli?

-Jajaja… Sí, siempre tuvimos una pica especial con Daniel en el ajedrez, pero cómo voy a hablar con el representante de Karpov si yo no sé ruso, y ellos no hablaban castellano. Además, había mucha gente mirando las partidas.

-Bueno, si no recuerda lo de Karpov y Kasparov en 2010, hablemos de los empates con el búlgaro Topalov en 2013 y 2015. El primero fue en la casa de Scioli.

-No, de ese no me acuerdo; sí del que jugamos en el CCK.

-Eso fue en 2015.

-Sí, fui el único que le empató y la ministra de Cultura, la señora Teresa Parodi, me dio un diploma. ¿Qué más quieren? Fue algo público; si quieren decir boludeces, que las digan.

-Pero usted recibió ayuda durante la partida, hay un video en el que alguien detrás suyo le sugiere jugadas.

-Eso está prohibido, pero tal vez fue un amigo que pasó por ahí y se puso a conversar.

-También el comentario fue que usted hizo una generosa propuesta para que le dieran el empate; incluso, que cuando contaron el dinero había menos de lo prometido.

-Eso es una porquería, una trampa porque yo no hablo ruso. Además, éramos 25 los que estábamos jugando. Yo nunca usufructué estos resultados. Si quiere saber la verdad es que les gané porque tuve suerte, porque seguí los consejos de mi profesor polaco.

Samid y Karpov en Florida
Samid y Karpov en Florida en 2010

-Es que es difícil creer que existe un sistema para empatarle a un campeón mundial.

-Usted sabe que en nuestro país siempre hay una segunda versión de todo. A muchos no les gusta que un carnicero les haya empatado a los campeones mundiales. Yo con estos tipos no tuve ninguna relación, no les regalé ni un churrasco. Yo no respondo a los ataques porque sé cómo somos los seres humanos; creo en la Teoría de Jesús.

-¿A qué se refiere?

-Cuando Jesucristo bajó a la Tierra convenció al 40% y el 60% lo crucificó; por eso yo sé que cada vez que hago algo como mínimo tengo en contra el 60% porque no puedo ser más que Jesucristo. Por eso me importa tres carajos lo que digan de mí.

Alberto Samid y su verdad ajedrecística; la historia de sus hazañas contada por el propio vencedor, aunque haya lugar para otra historia, la verdadera. Quien quiera oír, que oiga.

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