Otro muerto en el fútbol. Con apenas una fecha jugada, la Primera Nacional ya dejó dos víctimas fatales producto de las internas de los barras. La primera este sábado, en Chacarita. Y esta tarde, la segunda, a una cuadra y media de la cancha de Gimnasia de Mendoza, donde los grupos rivales de los barrios San Martín y Jesús Nazareno se enfrentaron en la estación de servicio en la que siempre se juntan para repartir las entradas para el estadio.
Allí hubo una disidencia que empezó a los empujones y terminó con una pelea, primero, a golpe de puños y que, después, incluyó armas blancas, hasta que desde el bando que estaba en inferioridad de condiciones uno de sus barras sacó un arma de fuego y comenzó a disparar. Una locura que dejó un hincha muerto. Identificado por la Policía como Ricardo Valle, estaba en medio de la refriega junto a su padre y a otros tres heridoso.
Valle murió de un puntazo a la altura del tórax, mientras que del resto de los heridos ingresados a los hospitales de la zona, dos presentan orificios de bala en sus cuerpos. Insólitamente, al igual que este sábado en Chacarita, el partido se pospuso apenas 30 minutos y se disputó normalmente y, para salvar su parte, la dirigencia del club informó que la decisión vino desde la AFA, como si ellos no tuvieran potestad para frenar esa locura.
La tragedia se desarrolló minutos después de las 18 de este domingo. La barra no parecía estar pasando por un estado de guerra. La facción del barrio San Martín es la que históricamente domina al grupo dada su cercanía al estadio Víctor Legrotaglie.
Según algunos testigos, la discusión con el otro grupo se habría dado por el reparto de las entradas para lo que era el debut frente a Defensores de Belgrano. De ahí derivó a otros temas, no sólo de negocios de cancha, sino también de cuestiones barriales. En cuestión de segundos, todo se desmadró y, ante la nula presencia policial, se desató la batalla. La causa quedó radicada en la fiscalía de la doctora Andrea Lazo.
La barra del Lobo Mendocino se hace llamar “Los Famosos 33″ desde la década del 60, cuando en un partido provincial jugado bajo una lluvia torrencial de visitante, había poca gente alentando al equipo y el relator del encuentro contó a los que estaban en la tribuna y dijo que eran 33 estoicos. De ahí proviene el nombre de un grupo que siempre estuvo ligado, al igual que la barra de Godoy Cruz, al negocio del narcomenudeo, lo que quedó de manifiesto cuando uno de sus líderes, Daniel “el Cabezón” Sánchez, fue detenido en 2019 durante un procedimiento en una megacausa por tráfico de cocaína bautizada Arco Blanco.
Pero en la última década, los nombres que más peso tenían en la tribuna eran los de Lisandro Maldonado y Walter Flores, quienes se enfrentaron y amenazaron a los policías del programa Tribuna Segura cuando quisieron demorarlos por averiguación de antecedentes mientras ingresaban a ver un partido de Copa Argentina frente a Aldosivi, en la cancha de Temperley.
Desde ese momento, tuvieron el ingreso prohibido al territorio bonaerense, pero poco les importó, ya que en tierra cuyana se movían como patrones de estancia. A punto tal que, en los últimos años, los incidentes de la barra tenían que ver con apretar a la dirigencia para conseguir mayores beneficios, al plantel para que aporte su diezmo y para que consiga “mejores resultados” y manejar todo lo que tiene que ver con el merchandising y los puestos de comida y bebida.
Pero, a diferencia de otros clubes de la provincia, no había alerta sobre una pelea interna. Sin embargo, sucedió y terminó desatándose esta tarde para dejar un muerto.