Tras cumplirse la primera semana desde la llegada de Diego Martínez a Boca Juniors, Infobae se comunicó con uno de sus colaboradores que tiene una historia muy poco conocida y particular. Patricio Ciavarella es psicólogo social y cumplirá la función de coaching en el Xeneize. Profe de educación física y entrenador de arqueros hasta la etapa en Tigre, Pato es uno de los tres laderos del entrenador que lo sigue desde los primeros días, cuando el Gigoló se lanzó como director técnico profesional en la Primera D, allá por 2015 en Ituzaingó, luego de haber trabajado en las Inferiores del club de la Ribera. El ascenso del cuerpo técnico que hoy está integrado por nueve personas fue vertiginoso y en solo cinco años alcanzó la Primera División, pasando por todas las categorías del fútbol argentino. Un hecho pocas veces visto.
El caso de Patricio es aún más digno de destacar y no solo porque se inició bien de abajo junto a Diego Martínez, y conoció todas las dificultades de las distintas categorías del Ascenso, sino porque tiene un pasado como rockero y un vínculo directo con una de las bandas más populares y convocantes del género en Argentina: Divididos. Su hermano Catriel es el baterista del grupo liderado por Ricardo Mollo y Diego Arnedo, con una historia muy particular de niño. Porque el padre y el tío de Patricio y Catriel son amigos de la infancia de los hermanos Mollo. Es así que pasó de la idolatría por la banda, de seguirlos a todos lados y no perderse ningún show junto a su hermano, a formar parte de ella, uno tocando la batería y otro disfrutándolo a un lado del escenario.
Una vida de ensueño que nos describirá Patricio, de 48 años y fanático de Boca Juniors. Una pasión que nació de chico, bancando al club en las épocas difíciles de fines de los 80 y principios de los 90; y también de goce y pleno disfrute en los años gloriosos bajo el mando de Carlos Bianchi. Anécdotas, “un millón” como él lo reconoce.
La música también le dio privilegios inolvidables, como ver de cerca tocar a Pappo, a Charly García y Spinetta, entre otros grandes del rock nacional. O el día que “le robó el bajo” a Tete y fue un integrante de La Renga, sin saber hoy día cómo reaccionó a ese momento. Aprendió por la fuerza, y la pasión que le genera el rock lo llevó a tocar el bajo y hace más de una década que forma parte de No Salgas Con Robots, su banda de rock.
De las locuras que llegó a hacer por el fútbol y la música, pero también la responsabilidad que lo llevó a tomar un poco de distancia por la exigencia que se le fue añadiendo cada año a su vida profesional en el deporte. Porque para Patricio el único objetivo, y el que toma con pleno enfoque, es su labor como colaborador de Diego Martínez y poder hacer que su paso por Boca Juniors sea de los más exitosos.
Herramientas tiene, ganas y pasión en lo que hace, también, y una meta revolucionaria a nivel coaching en juveniles que él mismo explicará y sueña cumplir algún día, pero sobre todas las cosas, “una energía positiva” que sintió el cuerpo técnico desde el primer día en que pisó el Centro de Entrenamientos de Boca Juniors en Ezeiza.
Aquella primera charla con Riquelme, que lo dejó impresionado por su naturalidad y predisposición. Qué fue lo que lo sorprendió del ídolo xeneize y los fundamentos de Diego Martínez que invitan a ilusionarse a los hinchas, contados por el propio Patricio Ciavarella.
LA SENCILLEZ DE ROMÁN Y UN PREDIO A LA ALTURA DE EUROPA
-¿Cómo están viviendo todo este boom que es dirigir a Boca Juniors y cómo los recibió el plantel?
-Es todo el tiempo algo emocional. Notamos que hay muy buena onda en el club para con nosotros, desde la gente que trabaja en el predio, todos los asistentes que están alrededor del plantel, médicos, utileros, kinesiología, nutricionista... Una sensación de que te quieren incluir, que te quieren hacer sentir cómodo. Recién empieza y son 3 días nada más (NDR: la entrevista fue el jueves pasado), pero muy buena onda. Los jugadores, totalmente abiertos, con un sentido de aceptación tremendo. No es un detalle menor llegar a un club y sentirte bien recibido y sentir afecto. Químicamente están funcionando, está circulando una buena energía y estamos entusiasmados. Llegamos a Boca, donde te encontrás con un plantel de superestrellas, donde de 30 jugadores capaz que tenés 15 que son jugadores de selección. Llegar el primer día y que la relación sea algo que no te imaginabas es una sorpresa para bien, la verdad.
-¿Ayuda el hecho de que esté Riquelme en la presidencia y haya sido él quien los quiso en dos oportunidades?
-Sí, yo creo que sí. Llegar a un club de la mano de alguien tan representativo para la gente, y en este caso súper representativo para la gente de Boca y para cualquier jugador de fútbol, y que ya hace un año nos querían, me parece que son todos buenos indicios. Esto por ahí te permite un pequeño crédito de entrada. Si Román hace tanto tiempo que lo quiere a Diego debe haber algo bueno, pensarán. Siendo el máximo ídolo de la historia de Boca, es como una espalda importante.
-¿Qué fue lo que más te sorprendió, además de la bienvenida del plantel, y cómo fue la primera charla con Riquelme?
-El predio es una maravilla total, de primer mundo. No te dan ganas de irte, es hermoso. Está cuidado, limpio, prolijo, las canchas están divinas, no falta nada, todo lo que sea materiales hay de sobra, desde ese lado de la parte institucional del predio es fantástico. Repito, la gente que labura en el predio, desde la seguridad en la entrada, los utileros, la gente de limpieza... Todos tienen una sonrisa, y cuando vos llegás a un lugar y todos te reciben con una sonrisa es porque hay algo que funciona bien. Después, con Román tuvimos una charla el primero de enero, nos juntamos a las cinco de la tarde en el predio, donde estaba también el Chelo Delgado. Román se presentó, ya había hablado con Diego, pero al resto del cuerpo técnico no nos conocía. Tuvimos una charla muy amena, en la que él nos preguntó a cada uno el nombre, qué hacíamos, dónde vivíamos, por qué zona. Fue una charla muy relajada, él también nos explicó más allá que uno intuya cómo es el mundo Boca, nos puso un poco en órbita lo que significa trabajar acá y la trascendencia que tiene. Sabemos todos que es un loco hincha de Boca, también lo vive desde ese lugar, no solo de dirigente sino de hincha e ídolo. Entonces la charla se dio relajada con él. Están presente lo justo. Los vemos al Chelo y a Cascini dar vueltas, pero no están están todo el tiempo encima. Hay una medida justa entre presencia y dejar trabajar con tranquilidad. Somos conscientes de que subimos a un samba, pero confiamos en nuestro cuerpo técnico y nuestro laburo. Eso hace que ese samba lo encaremos con muchos cinturones de seguridad porque confiamos mucho en nuestro trabajo que nos viene dando resultados hace ocho años. Igualmente sabemos que es fútbol y las cosas pueden ir para un lado u otro. Confiamos mucho en nuestro proceso de trabajo y en las formas.
DE LOS GUANTES DE ARQUERO INFORMAL A LOS LIBROS DE PSICOLOGÍA SOCIAL: EL AMBICIOSO PROYECTO JUVENIL
-Hablemos de vos, tu carrera universitaria en psicología social y la labor como entrenador de arqueros.
-La realidad es que soy bastante inquieto. Cuando empiezo a sentir que desde lo creativo comienzo a estancarme un poco, es como que necesito salir para otro lado y generar algo nuevo. Yo arranqué en el fútbol siendo preparador físico, hice la especialización APEFA y laburé unos cuantos años de profe en Claypole, Midland, Ferro y Tigre en Inferiores, cuatro años. Estando en Victoria empecé con esta sensación de quietud y hacer algo nuevo y comencé a estudiar psicología social, que era algo que yo ya lo tenía en mente desde que terminé la secundaria. Un amigo me lo aconsejó porque estaba relacionado más a tema de grupos y lo podía incluir mejor dentro de mi labor como preparador físico. Me recibí tras seis años y ahí llegó el llamado de Diego en 2015, cuando él armaba el cuerpo técnico tras irse de las Infantiles de Boca. Me dijo si me interesaba trabajar como entrenador de arqueros. Yo tenía experiencia en unas escuelitas, y ya me había picado el bichito de volver al fútbol. Empezamos en Ituzaingó y empecé un poco a instruir porque yo no fui arquero, tengo a mi viejo que sí fue semi profesional. Él empezó en Sacachispas, en San Lorenzo y Tigre, donde jugó en Primera. Por eso yo tenía una relación con el fútbol y el puesto de arquero por ese lado. Pero no lo había vivido profesionalmente, aunque sí en forma amateur había atajado. Ahí arrancó mi curso como entrenador de arqueros en Ituzaingó en 2015.
-¿Cómo fue el inicio en tu rol de coaching, tarea que vas a realizar ahora en Boca Juniors?
-Ese año en Ituzaingó también le propuse a Diego esto de hacer trabajos grupales, le comenté que era psicólogo social recibido y se re copó. Lo empezamos a hacer en todos los clubes y mientras fuimos creciendo de categoría yo cumplía las dos funciones: entrenador de arqueros y psicólogo social. Hacíamos muchas reuniones grupales, pero a medida que fuimos avanzando y creciendo de categorías, llegamos a Primera y los puestos empiezan a ser jerárquicos y requieren un poco más de especificidad, me di cuenta de que las dos cosas eran difícil llevarlas adelante. Por otro lado me estaba entusiasmando mucho más lo relacionado a la psicología, al coaching, y el último semestre de Tigre se sumó Pablo Campodónico, con la idea de que yo me pudiera liberar un poco de entrenamiento de arqueros y dedicarme más al trabajo de coach. Cuando arrancamos en Huracán Diego me propuso directamente dedicarme a esta actividad y a mí la verdad que me re entusiasmó. Ya había empezado a estudiar coaching y psicología clínica, sigo estudiando en la UBA. Es decir que en Huracán dejé definitivamente el entrenamiento de arqueros y empecé con el trabajado de coach o psicóloga social. La verdad es que salió muy bien, la experiencia fue lindísima. Y ahora me toca otro gran desafío en Boca.
-¿De qué se trata el trabajo de coaching y si hay diferencia en trabajarlo en un equipo de la D o en Primera División?
-Fundamentalmente es la llegada al jugador, es donde yo hago mucho foco. En cómo puedo llegarle al jugador desde un lugar de naturalidad y no desde un lugar de obligación, esa es mi primera premisa. Los dos tenemos que estar comprometidos, tanto el grupo o el jugador en forma individual como yo. No me sirve trabajar con un jugador por obligación, porque por ahí no tiene ganas de hablar. Yo debo encontrar un buen vínculo con el jugador, que me vean como una persona transparente, que entiendan que yo siendo parte del cuerpo técnico no soy un botón del entrenador, sino que soy alguien que está para asistirlos, para ayudarlos y para tratar de que su desempeño deportivo sea mejor. Debo ganarme el respeto, la sinceridad del jugador y a partir de eso, el trabajo es muy parecido con el jugador de Primera D y el de Primera División, porque son personas y las personas tenemos problemas parecidos. Dentro del fútbol, sin irte a cuestiones patológicas, las cuestiones se repiten, como cuando a un jugador no le está tocando jugar, o cuando sí lo está haciendo, pero el rendimiento no es el que quieren, o cuando hay alguna cuestión en el funcionamiento y en la dinámica del grupo que solucionar. Esos patrones de conductas se empiezan a repetir. El trabajo es parecido, lo que cambia es cómo vos buscás llegarle a este jugador. Sí hay algo de lo que me di cuenta en todo este tiempo es que no puedo ir con la misma fórmula que encaré el trabajo en Huracán a Boca, pero la única premisa que tengo y la única seguridad es que lo primero que tengo que hacer es ganarme la confianza del jugador, que me vean como una persona transparente y que los quiero ayudar, y a partir de eso empezar a hacer el trabajo que tiene que ver con una asistencia emocional, psicológica y anímica. Es la única fórmula que tengo, la escucha, la buena comunicación, básicamente en la escucha y la comunicación sincera está todo.
-¿Cambió la época respecto a la psicología? ¿Hoy se acepta más?
-Sí, cambió absolutamente. La tecnología y la comunicación avanzó mucho. Llegan noticias de Europa o en países donde el fútbol es híper profesional y el psicólogo o asistente emocional empiezan a tener un rol fundamental. Se ven declaraciones de jugadores que te dicen que un psicólogo o que un coach los pudo ayudar. Esas cosas se empiezan a copiar acá gracias a Dios. Eso enriquece la profesión y el deporte. Si bien todavía sigue habiendo algunas algunas trabas, algunas desconfianzas, me parece que ya está prácticamente instalado que un deportista de élite de primer nivel tiene que tener una asistencia psicológica-emocional por lo que está pasando con las redes sociales. No la red social en sí, porque es un instrumento, pero sí la gente es muy cruel allí. Ese tipo de cosas repercute mucho en el funcionamiento anímico del deportista, en este caso el fútbol. Me parece que ya está instalado que es necesario que haya un asistente emocional o psicólogo en cualquier equipo de fútbol.
-¿Cómo es trabajar con los más jóvenes, sobre todo con casos de que juegan dos partidos en Primera y se quieren ir, o no tienen el lugar asegurado y pueden entrar en depresión?
-Tengo una idea muy clara acerca de eso, que es que todo este trabajo psicológico-emocional tiene que ser un entrenamiento, encarado, visto y aplicado de esa manera. No sirve que haya un psicólogo en Inferiores dando vuelta por la cancha y que por ahí venga al entrenador y le diga “che, fijate que este chico tiene un problema en la casa porque al papá le pasó tal cosa, o el hermano tiene lío por diferentes cuestiones sociales”; entonces el psicólogo va tener un par de charlitas y quedó ahí. Eso para mí no sirve. Yo entiendo esto de la psicología en el deporte como un entrenamiento más, porque si vos entrenás desde lo físico y entendés que tiene que ser constante, todos los días, lo mismo el entrenamiento táctico, por qué vamos a considerar el entrenamiento psicológico como algo aleatorio, o a trabajar cuando un chico tiene un problema específico. Tiene que ser encarado como una actividad preventiva. Uno no puede pretender que un chico salga a hablar de sus problemas cuando no está preparado. Es un proyecto que tengo y me encantaría alguna vez poder llevarlo adelante, con objetivos claros desde Infantiles. Mínimamente una vez por semana tener reuniones grupales como primera medida y que un chico pueda acostumbrarse a hablar en grupo, a poder expresar sus emociones y pensamientos, porque de lo contrario va a ser problemático el día de mañana. Por eso debería tomarse todo lo psicológico como un entrenamiento y no como algo aleatorio. Con objetivos claros. Cuando llega a Cuarta o Quinta tendría que haber un trabajo sobre el después del futbol o que pasa si no sigo, como también sería qué pasa si el día de mañana soy profesional, con el entorno, las redes sociales, la gente, la hinchada, el ego...
SU OTRA PASIÓN. DIVIDIDOS, LOS MONSTRUOS DEL ROCK Y UN HERMANO QUE GENERA ORGULLO
-Con tantas ideas y trabajos relacionados con el fútbol, ¿cómo haces para darle tiempo al rock, otra de tus pasiones?
-De hecho fui primero músico y después profe. Lo de la música lo traigo de más chico. En mi caso no venimos de una casa de músicos, yo arranqué a tocar la guitarra a los 17 años. A partir de empezar a ir a ver sobre todo a Divididos, que siempre fue nuestra banda de cabecera. Mi tío y mi viejo son amigos de los hermanos (Ricardo y Omar) Mollo. Son muy amigos de Ricardo y es esa etapa adolescente donde la música te empieza a movilizar, mi tío nos llevó una vez a mí y mi hermano a ver a Divididos y quedamos los dos locos. Catriel se alucinó con (Federico) Gil Solá (NDR: ex baterista de la banda entre 1991-1995) y arrancó con la batería y yo me aluciné con Ricardo (Mollo) y arranqué la guitarra. Empezamos a ir cuando Divididos hizo el primer Obras, 91-92. Ellos tenían 3 años de historia y rápidamente fueron una banda de las más convocantes.
-¿Qué es tenerlo a Catriel al lado, además de tu hermano pasó a ser un ídolo?
-Sí, totalmente. Ahora después de 20 años que está con Divididos lo voy a ver siempre que puedo, ya se me volvió algo bastante natural. Siempre cuento que cuando tocó Catriel por primera vez con Divididos yo estoy completamente seguro que estaba mucho más nervioso que él. Era un flash porque se trató de una banda de que la que yo era híper fanático y verlo a mí hermano tocar ahí... Y que encima fue un proceso muy corto desde que empezó a ensayar hasta que fue el primer show, un mes como mucho. Ensayó y salieron a tocar. La verdad que yo sentía una cosa así, de orgullo, de fascinación y nerviosismo por que la cosa salga bien.
-El caso de tu hermano y su llegada a Divididos es increíble.
-La historia la contó un montón de veces, primero lo llamó Ricardo cuando se va Gil Solá, pero tenía 15 años. Y encima tocaba la batería hacia un año y medio. Tuvo un proceso de aprendizaje con la batería demasiado veloz. A los 14-15 lo convoca Ricardo cuando se va Federico, y hacen un par de ensayos y ya tocaba recontra bien, se sabía todos los temas, pero la diferencia de edad era abismal. No es lo mismo él con 14 que con 24, que fue cuando efectivamente entró (Mollo tiene 66 años, Diego Arnedo tiene 70, y Catriel 44). Ricardo en un rapto de lucidez dijo ‘no, pará, es demasiado chiquito’ y ahí entró Jorge Araujo, que tocó diez años con Divididos. En 2004, cuando se va, lo vuelven a llamar a Catriel, que estaba recontra curtido y había tocado muchos años con el hermano de Ricardo, Omar, y en otras bandas más. Era un baterista recontra hecho. Entró con mucha seguridad y confianza. De mi lado lo viví con más nerviosismo, ansiedad y angustia que él.
-Contame sobre tus grupos preferidos que te marcaron y cómo conociste a los músicos de tu banda actual?
-Los grupos que me volvieron loco de chico, dentro de lo más actual, son Bersuit, Soda Stereo, Cerati solista, Charly, Serú Giran, el Flaco Spinetta, Fito Páez. Me gusta mucho Catupecu. Son artistas de una clase tremenda que si hubiesen nacido en California no tengo dudas que serían conocidos en el mundo y consumidos mucho más de lo que son. Me gusta mucho la música donde se gestó todo y yendo afuera te puedo nombrar muchos grupos como Led Zeppelin, Deep Purple, Queen, Pink Floyd, The Doors me vuelven loco, los Stones, Beatles, un montón, Jimi Hendrix
Mi banda se llama No Salgas Con Robots, es una jauría de locos. Los chicos son todos de Chacabuco, ya instalados en Buenos Aires. Fue muy loco cómo nos conocimos en el verano del 2011, estando de vacaciones en la casa de un amigo en La Costa. Estaba con mi hermano Catriel y una noche salimos a un bar y conocimos los chicos de la banda que estaban de gira por la costa y paraban justo arriba de ese bar. Nos invitaron, Catriel tocó la batería, yo la viola y tocamos Fire de Jimi Hendrix. Y dio la casualidad que en Buenos Aires paraban en Morón en lo de una tía, y estoy a cinco minutos de ahí. Entonces los empecé a visitar, me invitaban. Cuando se va el bajista me lo proponen. Me había entusiasmado tanto por la buena onda y que me gustaba el grupo, que empecé con el bajo y hace 11 años que toco con ellos. Hice locuras de viajar, terminar el partido y volver. Tocamos mucho por esa zona de Chacabuco, Chivilcoy, Junín. Ya cuando empecé este año, que la cosa con el fútbol se ponía más difícil por concentraciones, ya no quería ser un obstáculo para los chicos de que me estén esperando para confirmar una fecha. Tampoco hacer locuras con el fútbol, en ese sentido soy muy respetuoso, sé que es mucha responsabilidad la que tengo en el fútbol y no puedo fallar. Entonces les propuse este año armar una formación donde yo no esté o que no sea imprescindible. Encontramos una forma de funcionamiento bastante buena para que la cosa fluya y salga con responsabilidad.
-¿Esta fama de tu hermano te ayudó en el rock o en el fútbol?
-Sí, sí, totalmente. En la música en realidad la primera idolatría a la que me hizo acceder en forma más cercana fue a Ricardo (Mollo), yo lo veía y me temblaban las piernas. No podía hablar, me ponía nervioso. No podía hablar con Ricardo porque sentía una idolatría y una fascinación tan grande como guitarrista, que la verdad que hasta preferiría no estar muy cerca porque me costaba sostener ese momento. El hecho de que Catriel esté tocando por ahí me permitía acceder a un camarín después de un show y era una locura para mí saludarlo. Lo quería tener lejos mirarlo y nada más, porque de verdad me costaba poder ser natural y hablar con él porque sentía mucha idolatría, mucha imaginación.
No tuve relaciones profundas, pero sí por estar en festivales estuve cerca de Pappo, de Charly García, de tenerlos ahí cerca, escucharlos hablar. Bueno, Pappo tocó de invitado con la banda de Catriel cuando tocaba con M.A.M, con Omar Mollo, el hermano de Ricardo, y ahí tocó el Carpo varias veces, lo vi tocar de cerca. Una locura. A mi casa Ricardo Mollo también vino a tocar, lo mismo Héctor Starc, los chicos de Árbol. Con La Renga tengo una historia cuando toqué con ellos y fue una locura. En un momento, Divididos dejó de ensayar en su quinta y se la alquilaron ellos. Omar Mollo me dijo que estaban ensayando los de La Renga, que eran amigos, y me pidió que lo acompañara a llevarle una guitarra a Chizzo. No estaba Tete, entonces agarré el bajo yo y terminamos tocando Omar em la viola, Chizzo la viola, el Tanque la batería y yo el bajo con La Renga. Una locura. Cosas que hoy la verdad no me acuerdo cómo lo viví en ese momento. Hoy miro para atrás y digo “qué loco todo eso”. Conocer a músicos como Fernando Ruiz Díaz (Catupecu Machu), estuve cerca de él. Los chicos de La Bersuit, también.
Y del fútbol me queda la espina de no haber podido conocer a Diego (Maradona). Sí lo conocí a Román hace un varios años, por medio de un amigo que jugó al fútbol en Argentinos con él y una vez me invitó a un asado un cumpleaños. Me dijo ‘che viene Román querés venir’ y fui nadando. Ahí lo conocí a Román hace como 8 ó 10 años y tampoco lo podía creer, lo escuchaba contando anécdotas de partido de las finales del mundo y me volvía loco. Es hermoso escucharlo, uno se calla la boca y escucha. Román es un loco del fútbol y un loco de Boca. Vive adentro del predio, es un fanático. Así como como te puedo decir que Ricardo (Mollo) es un loco fanático de la de la guitarra y de la música, es un paralelo con Román y el fútbol.
-El crecimiento de Catriel en la banda Divididos es semejante al tuyo y el cuerpo técnico de Diego Martínez.
-Ahora que pasó esto, muchos amigos y conocidos me dicen y recalcan eso. Es un paralelismo entre lo que vivió Catriel y esto conmigo. Qué loco cómo Catriel le fue bien y llegó a dónde llegó y cómo te está pasando a vos con el fútbol. Sí, la verdad que es increíble. Creo que es un récord medio histórico que ningún entrenador pasó por las cuatro categorías y llegó de la D a Primera en cuatro años y medio (NDR: Solo tres casos de entrenador que dirigió el ascenso y luego la primera de Boca.
En Ituzaingó no agarré con la idea de crecer y mañana laburar en tan lado o pasado mañana llegar a Boca y la Selección. Empecé porque me gusta el fútbol el trabajo de profe de campo, y arranqué con cero ambición. Porque yo ya había trabajado en la D y la verdad que en el 2004 fue bastante desolador. No tenés elementos para laburar, campo de entrenamiento acorde, laburé en Claypole y Midland y cobré cero pesos. Y arranqué de nuevo en 2015 con Diego en la D, no arranqué con una ambición de proyectarme, arranqué porque me gusta el fútbol y la actividad deportiva. Me gusta estar en una cancha de fútbol, con el grupo. Y las cosas empezaron a salir bien y a dar pasos gigantes y de un año a otro pasar de categoría. Se dio todo como una vorágine de cosas que no llegábamos a procesarlo, estar en una categoría nueva, un club más grande. La verdad todo una locura.
DE ENTRENAR ARQUEROS AL NUEVO PASO COMO COACHING DEPORTIVO
-En tu etapa como entrenador de arqueros en Tigre tuviste a Gomes Gerth, que sorprendió cuando lo convocó Scaloni para que viaje al Mundial de Qatar 2022
-Todo el proceso lo hicimos en Tigre. Durante dos años y medio yo fui el profe de arqueros de él. Ya estaba en Sub 15, es un arquero recontra formado y un profesional bárbaro. Damián Albil era entrenador de arqueros de la Selección en ese momento y empecé a tener un vínculo telefónico con él, pero también se dio algo muy loco porque Damián es medio rockero y toca la batería, y era conocido de mi hermano que lo iba a ver a Divididos. Pero no sabía quién era yo. Empecé a tener relación con él cuando me llamaba para decirme que lo iban a citar a Fede a la Selección y preguntarme cómo estaba y lo veíamos. Y cuando le cuento a mi hermano me dice “es amigo”, nos viene a ver Damián y toca la batería. Entonces yo por un tiempo no le dije nada, no quería cholulearlo a él por estar en la Selección y no le dije nada. Hasta que un día salió una charla un poco más relajada por fuera del fútbol y le digo ‘sabías que soy hermano de Catriel’. Sí me dice, por lo visto ninguno de los dos quería cholulearse. Tampoco me quería decir nada a mí, era una cosa media encubierta, yo sabía, él también jeje. Lo venían apuntando como un arquero de proyección de Selección, lo llevaron para que se fogueara y viviera ese momento. Es un montón para su edad. Tiene unas condiciones bárbaras, lo único que le falta es empezar a atajar. El condimento anímico y psicológico del arquero es jodido, porque cuando te encontrás con el primer error de tu carrera se te tiene el mundo abajo, empezás a sentir que perdiste por tu culpa. Por eso un arquero se establece a los 24-25 años. Le falta atajar, mandarse cagadas, porque desde lo técnico y profesional es un arquero bárbaro.
-¿Qué opinión tenés de Chiquito Romero, Javier García y Leandro Brey, los arqueros de Boca?
-A Brey lo conocí mucho cuando trabajaba de entrenador de arqueros y analizaba a los rivales. Yo tenía una carpeta para cada club al que llegábamos con arqueros que me gustaban e iba viendo. Brey, cuando empezó a resonar estaba en Los Andes y le hice un recorrido de carrera, me encantó. Es un arquero bárbaro que juega bien con los pies, que tiene una visión de juego, se lo ve fuerte mentalmente, bien en el juego aéreo, arquero técnico desde lo físico. Elástico, buena condición física, es un chico con una proyección bárbara.
Chiquito y Javi García, si bien hace poquito estamos, son dos arqueros de una trayectoria bárbara, indiscutidos, con experiencia, y el hecho de mantenerse tantos años en Primera te dan una seguridad y una confianza absoluta. No tenés dudas de ponerlos. Ya haciendo actividades desde su postura, comunicación y manejo de situación, con movimiento o desplazamientos en el área, te das cuenta que son arqueros líderes y que te dan una confianza y seguridad que es lo que se busca. Para uno como cuerpo técnico y sus compañeros. Con Chiquito y Javi no hay dudas que tenemos el puesto cubierto.
-¿Cómo los recibió Fernando Gayoso y qué tenés para decir sobre lo que surgió de que no lo aceptaban en el cuerpo técnico?
-Recién van tres días que estamos y no nos cruzamos, pero obviamente que él va a ocupar un puesto de Coordinador del Departamento de Arqueros y cuando nos crucemos, Pablo (Campodónico) en este caso, o el cuerpo técnico, será una relación de naturalidad. A mí me pasó cuando Pablo todavía no estaba y fuimos a Godoy Cruz, que tenía un entrenador de arqueros estable en el staff. Y Diego le pidió al presidente que quería llevar al suyo, fuimos y no hubo ningún problema. Incluso me puse en contacto antes de llegar a Godoy Cruz con el entrenador de arqueros. Hablé y tuvimos la mejor. Creo que va a ser más beneficioso porque Fernando está hace tres o cuatro años y con un trabajo muy valorado. Más allá de su aporte, que seguramente será muy enriquecedor sobre los arqueros actuales, Pablo Campodónico es un entrenador de arqueros impresionante. Tiene buena llegada e interviene cuando tiene que corregir cuestiones técnicas. Le digo a la gente de Boca que se quede tranquila que Pablo es un entrenador de arqueros de la hostia, que no es preocupación porque no esté Fernando porque va a estar ocupando un lugar de coordinación del club, que le va a hacer muy bien tanto al club como a nosotros. Repito, Pablo es un entrenador de arqueros de puta madre.
BOSTERO DESDE LA CUNA Y ANÉCDOTAS IMPERDIBLES EN LA BOMBONERA
-En tu perfil, la última foto que tenés publicada es la de tu visita a La Bombonera, con Huracán. ¿Es porque sos hincha?
-Obviamente. Cuando entré la primera vez a la cancha de Boca no lo podía creer. Estuve mil veces como hincha y como socio y cuando fui por primera vez con Tigre, desde el túnel se escuchaba y me dan ganas de llorar. Tuve abono a platea y antes de eso fui a popular con amigos. La nostalgia obviamente es de cuando sos adolescente, porque te genera emociones de cuando uno iba en bondi a la popular y entrábamos recontra temprano, como tres horas antes. Todavía no había nadie en la cancha y hablabas con alguno, en el 89, 90 y 91. Después de esa época, tuve abono gracias a Dios en toda la época de Bianchi y vi y disfruté todas las Copas, los campeonatos, los triunfos a River, fueron una locura. Lo vi a Román en su esplendor, al Chelo (Delgado), a Palermo, a Guillermo, a todos los colombianos. La verdad que por suerte viví la época de Boca de gloria total.
-Sobre La Bombonera, ¿qué podés decir?
-Es tremendo. Hay muchas canchas lindas en el fútbol argentino, pero la cancha de Boca es otra cosa. Eso es un teatro de verdad. La gente que se te cae en la cabeza es una locura. Me parece sinceramente que es la cancha más linda del fútbol Argentina, por lejos. Cuando la gente canta y grita es un estallido. Lo viví de visitante, con el corazón y ahora estoy esperando el día que juguemos de local y salir con la ropa de Boca y entrar ahí debe ser una locura total. Además de Maradona y Riquelme, recuerdo épocas del Manteca Martínez, tenía devoción por él. Por Caniggia antes de jugar en Boca, el Loco Gatti, como figura lo fui a ver con mi viejo de muy chico. Comas, otro ídolo que me encantaba. Mi pieza la tenía tapada de posters de Boca. Toda esa época de los fines de los 80 principios de los 90, un época difícil de Boca. Walter Pico me gustaba mucho también.
DIEGO MARTÍNEZ, EL REVOLUCIONARIO NUEVO ENTRENADOR DE BOCA JUNIORS
-¿Qué podés decir de Diego Martínez y su estilo? Vos que lo conocés desde el inicio, ¿cómo se lo describirías a los hinchas de Boca?
-Es una persona absolutamente y locamente apasionada por lo que hace. Así como hablamos de Ricardo (Mollo) con la guitarra, Román como presidente, Diego es un loco apasionado por el fútbol. No para un segundo de pensar y tener la cabeza puesta en el fútbol. Él no para un segundo de mirar fútbol, analizar cosas, tener presente todo lo que rodea a un partido, un entrenamiento, un jugador. No se le escapa nada, quiere estar y saber de todo. Por más que yo sea el psicólogo, él quiere saber, al profe le pregunta también qué va a hacer, a qué hora termina, tiene un grado de organización y estructura del funcionamiento que es increíble. Tiene todo digitado, calculado, y no se le escapa nada. Es profe de educación física, así que también tiene una parte pedagógica que le posibilita plantear entrenamientos en relación a lo que él quiere que pase, es un tipo extremadamente táctico como entrenador. Esa evaluación táctica que hace del rival y cómo tenemos que enfrentar y cuidar, y cómo atacarlo, él lo plantea en los entrenamientos de la semana desde ese lugar. Se transforma en un técnico híper completo, a nivel humano es un tipo súper abierto, tiene mucha llegada con el jugador, desde lo táctico es un loco y lee absolutamente todo. Desde lo organizativo no se le escapa nada, tiene una planificación y visión pedagógica que no sé si muchos entrenadores la tienen. Se van a encontrar con un entrenador recontra completo. Y si las cosas salen bien va a hacer jugar bien al equipo, se van a encontrar con un Boca recontra ofensivo, que va a salir a ganar a cualquier cancha y no va a especular con el resultado nunca. Siempre la premisa es ir para adelante y atacar, y cuando no se pueda ir para adelante vamos a intentar tener la pelota hasta el momento que podamos atacar. Se van a encontrar con un Boca con un orden táctico entrenado y practicado. Espero que las cosas salgan así, y va a dar placer verlo.
Esa premisa de ‘yo prefiero jugar mal y ganar....’ es una boludez, en realidad nosotros entrenamos jugar bien para ganar. Queremos jugar bien con el único objetivo que ganar, te puedo asegurar que no hay un técnico más enfermo con querer ganar que Diego. Con los jugadores en el picado es capaz de pegarle una patada a uno con tal de ganar. Es un loco de la competencia, híper competitivo, entonces todo lo que tenga que ver con hacer jugar bien a un equipo para él va en función del resultado. Si podemos hacer 48 toques seguidos sin que nos saquen la pelota y termine en gol, bárbaro, pero si podemos hacer tres toques y que termine en gol, mejor aún. El único objetivo de jugar bien para Diego es ganar, no tiene otro fundamento, no hay una cuestión romántica de cuántos toques tuvo el equipo, no. Acá en el fútbol hay que ganar, no sirve otra cosa. Pero después hay formas, y la forma de Diego es hacerlo jugar bien al equipo. Jugar bien para Diego lo dice siempre es salir jugando desde abajo, que el arquero se la dé al 2, el 2 al 4, el 4 se la dé al interno... y que por ahí haya 15 toques, pero jugar bien también es que el arquero vea a un punta mano a mano con el central le meta una bomba y que sea dos toques y gol. El hecho de jugar bien está en función de ganar. Nada más.