“¡El fútbol cambió, presidente!”, grita con sus voz rasposa y su análisis retumba en el plató del programa español El Chiringuito. El efusivo mensaje cuenta con el tono correcto, las metáforas precisas, una innovación de conceptos y la pizca de emoción que lo hace parecer actuado, estudiado. Pero no, precisamente la espontaneidad es lo que lo convertirá inmediatamente en un fenómeno viral. La vida de Jorge D’Alessandro acaba de cambiar casi por completo, al menos en Argentina. Ese arquero y entrenador reconocido y comentarista deportivo respetado en España, caminaba las calles de su país natal casi inadvertido hasta entonces. Aquellos nostálgicos de San Lorenzo veían en él un faro de selfies y los curiosos consumidores del exitoso envío español de este lado del charco podían identificarlo, pero su encendido discurso post título del mundo de Argentina en Qatar le dio en su tierra el reconocimiento que el fútbol injustamente pareció negarle. Ahora es profeta en su tierra.
“Fue un aluvión de gente”, recuerda ante Infobae a un año de su histórico análisis viral de las Ferrarri del mediocampo de Scaloni y los “tsé, tsé, tsé” moviendo las manos. “Creo que me han llamado desde radios de Jujuy, San Juan, La Pampa. He tratado de agradar a todo el mundo, pero era un bombardeo permanente. Me llamaron de todos lados de Argentina. He salido aquí en Argentina hasta en las hojas parroquiales”, plantea desde el otro lado del teléfono.
La agenda de D’Alessandro está saturada. Viajó apenas por poco más de 48 horas a Argentina para hacer una producción con Netflix, brindó un puñado de entrevistas y rápidamente se subió a un avión de regreso a España, donde está afincado hace más de medio siglo después de ser una estrella del Salamanca en su época de arquero y reconvertirse en protagonista de uno de los programas deportivos más exitosos, luego.
El ex futbolista pasó de ser un nombre de interés para los fanáticos del Ciclón a caminar por Avenida Corrientes entre saludos y pedidos de fotos. Su discurso de La Scaloneta le permitió también ser parte de los festejos ante Panamá del título mundial en el Estadio Monumental. “Tuve un día muy grande para mí. Cuando fui recibido en el estadio y casi hice media vuelta olímpica. La reacción de la gente gritando el eslogan “el fútbol cambió”, realmente no tengo dos vidas para agradecer cómo la gente joven y la gente que estaba en la cancha me recibió. Al final, era un don nadie, simplemente alguien que apoyó lógicamente a mi vida, a la selección argentina... ¡Pero porque creía eh, si le tenía que meter palos, la reventaba, cuidado, no se equivoque!”, narra y cierra con una aclaración para dejar en claro que su perfil de analista sin concesiones no se modificó.
El ex arquero y entrenador asegura que su exposición fue tan viral en España como en Argentina: “La frase fue tan potente como fue acá. Tuvo una gran incidencia sobre todo en la juventud. Ha sido brutal el impacto que tuvo esa, no sé cómo llamarla, metáfora, reacción, eslogan o lo que fuera...”. Y asegura que todo fue producto de su inspiración, no hubo nada premeditado: “Fue algo que surgió de la nada, una reacción espontánea ante un debate encarnizado defendiendo a la selección argentina. Y justificando por qué Argentina había sido campeón del mundo. No tiene otra lectura”.
“Yo iba paulatinamente. Trabajé de analizar los partidos de Argentina y había visto una transformación, de pasiva a activa. Para que todos sean mejores, inclusive para que Messi por primera vez jugara al fútbol de verdad, no a la Messidependencia, fue clave el mediocampo. No tenía un eslogan para bautizarlos y los bauticé por la Ferrari. Y realmente fue un grito de revancha en Europa. Mbappé decía que era un equipo malo, que era un equipo carroza. En España decíamos que Argentina no pasaba de cuartos. Y yo también tenía ese miedo, porque veníamos de una Copa América ganando partidos por penales. E inclusive cómo se le ganó a Brasil con un fallo garrafal del lateral izquierdo, Lodi”.
Ese enfoque lo convirtió en una especie de rockstar moderno de las redes sociales: “Alguna gente me mira y hace gestos, como que no se atreve porque tiene un respeto absoluto. Los más atrevidos son los jóvenes, que se me tiran encima y me dicen sos vos, es usted. Realmente quiero agradecer, porque es una acción sincera y espontánea”.
D’Alessandro afirma que para justificar cómo Argentina había pasado de ese equipo que, según su tesis, no había sido tan bueno a “la mejor selección de todos los tiempos” vio que la clave estuvo en Enzo Fernández, Mac Allister y De Paul. Y entre medio formó otra frase que se convirtió en una especie de grito mitológico con el “presidente, presidente”. Estaba vinculado al diálogo con Fernando Sanz, ex futbolista y ex presidente del Málaga que además es hijo de Lorenzo, con un pasado como mandatario del Real Madrid: “Algunos lo relacionaron con Tapia, otros con la presidencia de Argentina, pero no tenía nada que ver. Era porque el debate era con Fernando Sanz, hijo del presidente mítico del Real Madrid. Yo en el plató del debate lo llamo presidente. Pero la gracia fue cuando llego a Argentina, que me comentaron colegas algo que me causó mucho gracia, sinceramente: el actual presidente de la Argentina, el señor Milei, utilizó el slogan del “fuera” en su campaña política. Yo soy apolítico, como comprenderá, pero me causó gracia que utilizara el mismo esquema que yo utilicé en aquel momento de forma espontánea”.
Lo que cambió, al fin y al cabo, fue su vida: “Realmente cambió. Era una persona dentro de un entorno, como ex jugador de San Lorenzo. Un gran desconocido, quién se va a acordar que me fui a Europa y jugué tantos años ahí. En fin, el cambio fue brutal. De 0 a 100, no hay comparativa, porque aparte es una cosa que sale del corazón. No represento una sabiduría futbolística, no represento un técnico, no represento un exjugador, represento algo que llevo en la sangre y eso es mucho más fuerte que un simple hecho futbolístico que suele ser perecedero. Creo que hemos dejado una frase para la posteridad”, aclara mientras dice sentirse “arropado” y “querido”.
Este ex futbolista y entrenador de 74 años de voz rugosa, que imanta delante de una cámara o con un discurso al otro lado del teléfono hoy es, para muchos argentinos, el hombre de las Ferraris, el llamado a Eccleston o el “fuera”, pero en realidad es mucho más que eso. Fue parte clave de los planteles legendarios de San Lorenzo campeón 1968 y 1972, pero en Salamanca es una deidad a pie. Una calle lleva su nombre porque todavía hoy en ese club recuerdan que se convirtió en el portero con las vallas menos vencidas de 1974/75 y 1976/77, lo que le valió el premio Zamora que entrega el Diario Marca, aunque muchos años más tarde. También por su emblemática casa de indumentaria que él mismo atendía en su época de apogeo.
“Esa fue la parte más bonita de mi estancia en Salamanca, porque la abrí jugando y estaba en mi máximo prime”, aclara sin perder su compostura en la alocución. El relato entra en una parte de la línea temporal emotiva, pero él evita transmitirlo desde su voz. Se llamaba la “Casa D’Alessandro” o apodada “la Casa de los sueños”, porque era “donde todo se hacía realidad”. “Había días que la tienda estaba prácticamente llena y yo firmaba autógrafos, balones, camisetas... Más que el espíritu de lucro, aquello tuvo un componente social. Para las fiestas navideñas aquello era una locura. Aquello creó una aureola que se escapó del fútbol, yo me escapé del fútbol para meterme en los hogares. Personajes de la política nacional española han pasado por la tienda y lo recuerdan. Para alguno de ellos fui su ídolo y conservan algún autógrafo. La tienda significó muchísimo para mí”.
El avión con destino a España, su casa adoptiva, está pronto a salir. El analista estelar de El Chiringuito –uno de los programas deportivos más exitosos de Europa– no se muestra ansioso, maneja los tiempos y responde cada pregunta con una pasional calma. Transita de la “plenitud” que tendrá la Argentina en la Copa América 2024 a la crítica al posible fichaje de Arturo Vidal para Boca Juniors. De “hacer caso omiso a la excusa mediocre” del que critica los penales de Argentina en Qatar a apuntar contra los que “querían el fracaso de Messi” porque con eso “superó a Pelé, a Johan (Cruyff), a Diego Armando (Maradona)”.
— Sé que tuvo una pequeña entrevista con Scaloni después de la frase, ¿algún otro integrante más de la selección argentina lo contactó?
— Me encantó con Rodrigo de Paul, estuve muy bien con Enzo Fernández, después la calidad humana de Julián Álvarez. Tuve una relación con ellos muy entrañable. Me encantó. Cada uno después en su espacio, ¿no? Un año se pasa muy rápido y no hemos tenido oportunidad de estar juntos. Tuve algún contacto, pero muy light, no de hablar de fútbol en profundidad. Sé, por vías cercanas a Messi, que también le ha encantado todo lo que se ha dicho.
Y así, sin escalas, salta rápidamente rumbo a lo que denomina “la dicotomía Messi-Ronaldo” o “la gallina de los huevos de oro”. “Llevamos 15 años, fue un boom mediático, lo sabe muy bien. Para el periodismo fue la gallina de los huevos de oro. Siempre había tema. Era una máquina de generar información permanente. Pero de repente Ronaldo se va a un país exótico y Messi de golpe y porrazo gana el Mundial. Se rompió la dinámica”.
El camino lo deposita en la dualidad que transitó durante estos años como una celebridad en España y una especie de hombre común por las calles de Buenos Aires hasta antes del Mundial. De la estatua viviente que tiene una calle propia en Salamanca, al destacado ex arquero que pasaba desapercibido en su tierra. D’Alessandro afirma que eso “no lo afectó”, pero sí que hubiese querido “dirigir en Argentina y jugar en la selección argentina”. Y aclara: “Yo era un humilde jugador que era el mejor en mi puesto”
— ¿A lo largo de estos años no pensó nunca qué pasó en el medio que no era considerado como uno de los grandes arqueros argentinos? ¿No lo sentía como una injusticia?
— Te voy a contestar con sencillez para cerrar el debate: hoy hubiese jugado en la selección argentina. Hoy porque las redes te metían el partido de mi equipo en cualquier hogar de Argentina, desde Tierra de Fuego hasta Salta. Hubiera sido una vorágine imparable por el nivel que tuve futbolísticamente. Pero no lo puedo cambiar. No existían las redes. En aquel entonces llegaban casi las noticias por paloma mensajera.
Y así, D’Alessandro se afirma y reafirma como argentino. Pero sabe que por siempre será un embajador de su país en tierras ajenas, ya no hay marcha atrás: “Es absolutamente innegociable la posibilidad que yo vuelva. Pero cuando estuve filmando en el Obelisco, con la gente ahí, en tertulias con compañeros, me sentí, me siento, muy argentino. Muy, muy, muy, a veces excesivamente, muy argentino”.