En sus primeros tiempos en el Manchester City, pocos entendían que, tantas veces al mes, Rodrigo Hernández tomara vuelos a Castellón siendo de Madrid, aunque haya jugado en esa localidad con los colores del Villarreal, pero el jugador de moda en el fútbol español, con su bajísimo perfil, viajaba para rendir puntualmente los exámenes de la universidad para terminar su carrera de licenciatura en Administración de Empresas.
Para Rodri, como se lo conoce en el mundo del fútbol, la temporada pasada fue de ensueño, habiendo conquistado el Triplete con el Manchester City (FA Cup, Premier League inglesa y UEFA Champions League, que el equipo definió con un gol suyo al Inter en Estambul), y la Liga de las Naciones de la UEFA con la selección española, en los penales ante Croacia en Roterdam.
De alguna manera, y por distintas declaraciones de los que lo conocieron desde niño en el mundo del fútbol, la consagración de Rodri como una estrella internacional y a quien ya relacionan como sucesor de Sergio Busquets, quien terminó un ciclo de quince años con el Barcelona, se mudó al Inter Miami, y también se retiró de la selección española, es una crónica de un éxito anunciado tras ser titular en cada una de las categorías juveniles de la “La Rojita”.
Rodrigo Hernández Cascante nació el 22 de junio de 1996 y por sus condiciones técnicas, desde muy pequeño comenzó a jugar en el Rayo de Majadahonda, en las afueras de Madrid, club del que también formaron parte Pepe Reina, y los hermanos y defensores franceses Theo y Lucas Hernández. “Era un chaval importante, de esos que ya se destacaban por su juego cuando apenas andaba por los once años”, recuerda el presidente de la entidad, Enrique Vedia.
Ya para 2007, por sus destacadas actuaciones, pasó junto con los hermanos franceses Hernández (casualmente, con su mismo apellido) a las categorías juveniles del Atlético de Madrid, con el que el Rayo tiene un acuerdo de colaboración tan estrecho, que comparten como lugar de entrenamiento el complejo llamado “Cerro del Espino”, que pertenece al ayuntamiento de Mahadahonda y donde el club de los juveniles oficia como local en sus torneos. Rayo no pudo cobrar, pese a la altísima cifra que pagó Manchester City cuando lo contrató en 2018, el porcentaje de derechos de formación, porque la FIFA sólo los admite para quienes visten sus camisetas desde los doce años y él contaba con once.
Desde su llegada, Rodri se fue convirtiendo en el centro del mediocampo del Atlético Madrid en cada una de las categorías (alevines, infantiles, cadetes), llamando la atención de todos los seguidores y hasta de muchos dirigentes del club, que lo consideraban una joya a la que apostar. Junto con su inseparable amigo Lucas Hernández (luego campeón mundial con Francia en 2018 y quien pasara por el Atlético Madrid y el Bayern Múnich como marcador central) ganaron ligas, copas y hasta el tradicional torneo de Brunete.
Sin embargo, al cumplir los 17 años pareció que, de repente, el mundo se le venía abajo. Le comunicaron que lo veían “muy bajito” para el puesto (lo hicieron alternar de volante central y de enganche) y le recomendaron que se buscara club porque no lo tendrían en cuenta, y aún con dudas por parte de algunos dirigentes rojiblancos, pasó al Roda, un club de Castellón que tiene convenio con el Villarreal.
Fue en el Roda donde rápidamente deslumbró por sus condiciones en esa temporada 2013/14 al punto de que cuando finalizó, ya había sido incorporado a las Divisiones juveniles del Villarreal. Ximo Miralles, uno de sus mejores amigos y compañero de esa etapa, cuenta las dificultades por las que atravesaba Rodri: “Éramos los dos únicos del plantel que estudiábamos para Bachiller y sus padres viajaban de Madrid para visitarlo a la residencia en la que vivíamos y alquilaban un departamento para estar cerca cuando jugábamos como locales”.
Enseguida, en el Atlético de Madrid comenzaron a darse cuenta del error que habían cometido. “Él pegó el estirón más tarde -cuenta Vedia, el presidente del Rayo-. El padre es un hombre alto y la madre tampoco es una señora bajita. Sabíamos que pegaría el estirón, pero en lugar de hacerlo en el Aleti, lo hizo en el Villarreal, y terminó siendo uno de los jugadores más altos de la selección española”.
En ese tiempo, Rodri alcanzó los 191 centímetros de altura, ingresó en la Universidad de Castellón y allí conoció a Laura, su pareja, con la que recorrió Asia y Centroamérica. Nunca dejó de estudiar ni de dar los exámenes. Ni siquiera siendo un jugador top del Manchester City y de la selección española y por eso viajaba tantas veces a Castellón y regresaba en el día a la ciudad inglesa.
Ya para diciembre de 2015, se producía el debut de Rodri en el fútbol profesional en un partido de Copa del Rey ante el Huesca (2-0). e inmediatamente se fue consolidando en el plantel del Villarreal de Primera División en la temporada 2016/17, cuando solía ingresar por Bruno Soriano, jugador que le encantaba y que consideraba “uno de los mejores volantes del mundo”. La identificación con él era tan fuerte que comenzaron a llamarlo “Bruno Xiquet” (Bruno pequeño)”.
La lesión de Bruno Soriano en 2017/18 le abrió las puertas a la titularidad y a la consolidación definitiva, al punto de que fue convocado por Julen Lopetegui para integrar la selección española en dos partidos amistosos, ante Alemania y el equipo argentino de Jorge Sampaoli, al que venció 6-1 en Madrid, Sus actuaciones generaron que volviera a ser tenido en cuenta en la preparación de “La Roja” para el Mundial de Rusia 2018.
Para Rodri, era la culminación lógica después de haber sido fundamental en el título europeo Sub 19 que España había ganado en Grecia en 2015, compartiendo el eje de la mitad de la cancha con Mikel Merino y con compañeros como Marco Asensio, Ceballos o Pedraza. Le ganaron la final a Rusia (2-0) pero antes, en semifinales, debieron eliminar a Francia, cuando se enfrentó contra su amigo de siempre, Lucas Hernández.
Para ese entonces, un dirigente del Villarreal llegó a afirmar “Para nosotros, Rodri es la bomba. A su edad, no existe un futbolista así. Va a marcar una época”.
Siendo una figura, en esa temporada en la Primera División del Villarreal, seguía viviendo en una residencia, la de estudiantes de la Universidad de Castellón ,y no se había mudado a un departamento, como lo recuerda Valentín Henarejos, uno de sus amigos que cursaba Medicina: “La gente se sorprendía cuando se daba cuenta de que era el futbolista que participaba de la liga española y de la selección, hasta que se iban acostumbrando a la normalidad, porque a Rodri le gustaba compartir con todos, pero al principio chocaba verlo poner a andar el lavarropas”.
Percatados del grave error que habían cometido, y tras la gran campaña de 2017/18, los dirigentes del Atlético Madrid decidieron ir a la carga para recuperarlo. Su cláusula de rescisión estaba en 10 millones de euros, pero Rodri, agradecido con el club que le dio cobijo cuando parecía que su carrera corría riesgos, permitió que su pase pasara a valer 25 millones, para que finalmente el arreglo se cerrara en los 20.
Rodri le había ordenado a su agente, Pablo Barquero, que no cerrara con el Atlético Madrid hasta que no se acordara por un precio “justo”. Cercano a la nueva cláusula. El Fútbol Club Barcelona también se había lanzado por su contratación, al entender que podía estar en presencia del sucesor de Sergio Busquets por las características de su juego, pero fue demasiado tarde. Su director deportivo, Robert Fernández, era castellonense (jugó varios años en el Valencia) y había ordenado un seguimiento en rojo (cuando se trata de contrataciones inminentes) y dio un golpe en la mesa, de fastidio, cuando se enteró del regreso del volante al club rojiblanco de la capital española.
Por los informes que manejaba Fernández, Rodri era el sucesor ideal de Busquets: una altura y complexión parecidas, habilidad y juego con ambas piernas, inteligente en el juego, agresivo y altamente competitivo y con un perfil bajo, a punto de cumplir los 22 años.
Debutó con el Atlético Madrid de Diego “Cholo” Simeone en la Supercopa de Europa ante el Real Madrid y los rojiblancos se impusieron 4-2 y fueron campeones. Sin embargo, pese a sus excelentes desempeños en la mitad de la cancha, no parecía cómodo en el sistema del DT argentino, hasta que al final de la temporada 2018/19, el Manchester City depositó los 70 millones de euros de su cláusula, y aunque había existido una importante oferta también del Bayern Munich, el jugador no dudó: ir al poderoso conjunto inglés significaba tener en el banco a Josep Guardiola, quien lo podía acomodar a un estilo más ofensivo. La operación se había convertido en la segunda venta más cara de un futbolista español tras la del arquero Kepa al Chelsea en 80 millones y el segundo más caro del Manchester City luego de los 76 millones pagados por el belga Kevin De Bruyne.
Al mismo tiempo, se fue consolidando en la selección española de Luis Enrique, donde compartió vestuario con Sergio Busquets y fue convocado para la Eurocopa 2021, en la que España llegó a semifinales, y marcó, incluso, un gol a Alemania en el recordado 6-0 de la Liga de las Naciones de la UEFA de 2021, hasta que disputó el Mundial de Qatar, en el que, para muchos inexplicablemente, su entrenador Luis Enrique lo colocó más de una vez como marcador central en un torneo en el que España fue eliminada en los octavos de final por penales ante Marruecos, acaso acudiendo a su polivalencia y su buena salida de pelota desde atrás.
En la temporada 2021/22, ya en el Manchester City, donde alcanzó la madurez como futbolista, tuvo la extraña experiencia de enfrentar a su ex equipo y en el que se formó, el Atlético Madrid, por los cuartos de final de la Champions League, y le marcó un gol. Fue el 6 de abril de 2022 en el estadio Etihad. “Fue especial porque fue ante el equipo de mi corazón, en el que me formé, pero con el correr del juego me fui adaptando”, sostuvo al terminar.
Pero sin dudas, el año de Rodri fue 2023, a punto de que muchos lo colocaban como uno de los grandes candidatos a disputar el Balón de Oro, luego de haber ganado el Triplete con el Manchester City y de haber marcado el gol del título que tanto se le negaba a los ingleses, la UEFA Champìons League en la final ante el Inter en Estambul el pasado 10 de junio. Y ocho días más tarde, ser elegido como MVP de la final de la Liga de las Naciones de la UEFA, con la selección española, en Roterdam ante Croacia. Sólo su compañero Aymeric Laporte, marcador central, consiguió los mismos títulos en la temporada.
Rodri reconoce que, en el entretiempo de la final de la Champions League ante el Inter, Guardiola lo tuvo que agitar para que jugara con más agresividad y que se transformó en la segunda parte, siendo mucho más determinante, al punto de haber marcado un gol histórico.
“La verdad es que empecé horrible la final y Guardiola me dijo que debía cambiar mi mentalidad, que yo era un líder -es uno de los capitanes por votación del plantel- y eso hice, y tuve como regalo un momento especial en el gol del título”, señaló.
Sin embargo, fuera de la cancha no hubo cambios en la vida de Rodri. Ni siquiera luego de los cuatro títulos de la temporada pasada. Utiliza un teléfono celular medio roto “que igualmente él dice que le vale” -cuenta su amigo Valentín- y recientemente, por fin, acaba de cambiar su Opel Corsa de segunda mano “que le compró a una señora cuando sacó el carnet de conducir y aunque le aconsejaron que usara uno mejor por seguridad como cuando tenía que ir de Castellón a Madrid y regresar, pero él no entendía esa necesidad ni tampoco que muchos de sus compañeros quisieran cochazos cuando lo que importaba era que te llevara y nada más”.
Su amigo Ximo, que tiene una banda musical, “Dorsal 31″, cuenta que aunque Rodri parece muy serio y formal “es muy divertido, cuenta chistes y le encanta imitar las voces y los gestos de los demás, y también canta, como la canción ‘20 de enero’, de La Oreja de Van Gogh, y hasta tiene una guitarra que le dejé en Manchester, aunque dice que todavía no encontró la inspiración para tocarla”, aunque “me suele enviar videos cantando mis canciones” y que cuando se ven “charlamos de música, de Los Beatles y de (Joan Manuel) Serrat”.
“A Rodri no le gusta la sobreexposición -continua Ximo- y por eso no usa redes sociales y así se abstrae de la información innecesaria y mantiene su bajo perfil. Sólo se vuelca en acciones solidarias porque dice que le gustaría devolver a la sociedad todo lo que a él le dio”, y cuenta que antes del Mundial de Qatar, “Dorsal 31″·presentó la canción “Yo soy de aquellos”, cuyos beneficios van hacia la Fundación ELA y que Rodri se implicó al punto de que participó en esta canción, que hace referencia al fútbol”.
“Su sueño era estar donde está. Nunca le vi un ápice de duda o de derrotismo y nunca apuntó bajo. Tiene confianza en sí mismo, y personalidad”, concluye.