Clavó la mirada en el ésped. Luego se insultó en continuado ante las cámaras de TV. Nicolás Figal no lo podía creer. A los 9 minutos del segundo tiempo, el marcador central cometió un grosero error que derivó en el 1-1 de Godoy Cruz ante Boca, y en un hombre de su experiencia y personalidad, resultaba casi imperdonable. Pero tuvo revancha. Y muy rápida.
El zaguero ex Independiente, de 29 años, reavivó al Tomba, que no encontraba los caminos. El Xeneize se había puesto en ventaja con el tanto de Miguel Merentiel de penal en la primera etapa y no pasaba zozobra, cuando el central dio un pase al medio en la salida y encontró la presión de Hernán López Muñoz en lugar de a un compañero. El enganche ex River, sobrino de Diego Maradona, se adelantó y sacó el zurdazo esquinado que superó la estirada de Sergio Romero y selló el empate.
Mientras el fantasista, con pasado en Central Córdoba de Santiago del Estero, celebraba con sus compañeros y señalaba el cielo apenas horas después del tercer aniversario de la muerte de Pelusa, Figal se autoincriminaba por el error.
* La mesurada celebración de Figal tras el 2-1
Pero a los 19 minutos del complemento llegó la redención para Figal. Tras un tiro de esquina, Marcelo Weigandt surgió en el segundo palo, se impuso en la altura y metió el balón en el corazón del área. La pelota pasó por delante de varias piernas, pero encontró la arremetida del defensor, que la hundió en la red.
La curiosidad, tal vez por la bronca contenida, o porque se vio extrañamente solo y temió una anulación, prácticamente no gritó su conquista. Enseguida retrocedió hacia su campo al trote, mientras apretó el puño y arengó a sus compañeros, vociferando sin fiereza “gol, gol”.
Su anotación resultó un golpe casi de nocaut para el dueño de casa, que no volvió a reponerse y le costó horrores llevar peligro, salvo ante algún destello del citado López Muñoz o del ingresado Tadeo Allende. Y Boca cerró una victoria que necesitaba detrás del anhelo de clasificarse a la Copa Libertadores 2024.
En el epílogo, Figal terminó trenzándose con Federico Rasmussen (aunque el más enérgico en la pelea fue Chiquito Romero) en la última chance de peligro para Godoy Cruz, la que cerró las acciones. El central pasó de villano a héroe cuando los orientados por Mariano Herrón más lo necesitaban en la presentación postrera de la temporada.