Hacia 1985 el cordobés Cristian Moyano tenía unos once años y no pudo asistir al Rally de la República Argentina que se corrió en su provincia, la meca de la especialidad en nuestro país. Cientos de veces habrá soñado con el Audi Quattro S1 S2 del Grupo B de aquella época fascinante, pero también peligrosa de la actividad. Obligaciones familiares, como empezar a ayudar desde muy chico en el comercio familiar de venta de golosinas, le impidieron presenciar otras fechas mundialistas. Pero su corazón marchito fue correspondido por su pasión, ya que le devolvió la vida a ese auto que lo marcó desde niño.
A Cristian y su familia les corre por las venas los coches de carrera y en especial los del rally. Suman unos siete autos históricos que recolectaron, pero tener uno del Grupo B del Rally Mundial era un mimo al alma que siempre quisieron darse. Esa clase del certamen ecuménico duró cuatro años entre 1982 y 1986, pero generó una fiebre porque eran autos pura sangre, es decir, concebidos para correr. Se trató de prototipos con Lancia, Audi y Peugeot como principales escuderías. Algunos con tracción en las cuatro ruedas, como el caso del Audi de Moyano, y con una potencia que superó los 500 caballos de fuerza. También se lucían por sus alerones y otros aditamentos aerodinámicos.
El Audi Quattro S1 S2 es un modelo que es objeto de culto como sus competidores de esos años, en los que el Rally Mundial llegó a competirle a la Fórmula 1, en pleno apogeo de los motores turbo. La sinfonía de sus impulsores cautivó al público y los pilotos eran considerados héroes para domar a las “bestias” como eran denominados estos coches. Aunque el desarrollo de estos autos no tuvo techo y por eso se volvieron peligrosos. Con accidentes fatales de dos competidores y que también se cobraron vidas del público. Esto hizo que la Federación Internacional del Automóvil (FIA) para 1987 diera de baja el Grupo A.
Esos autos “imposibles” para el resto de los terrenales promovieron una locura en la gente. Los Moyano son un ejemplo de cómo la pasión puede llevar a un grupo de entusiastas a hacer realidad sus sueños. En 2019 decidieron encarar el proyecto de armar una réplica exacta del Audi Quattro S1 S2, con todos los detalles, con elementos importados de Europa. La obra se terminó y se presentó en sociedad en la última edición de Autoclásica, la exposición histórica de autos y motos más importante de Latinoamérica. Allí Infobae abordó esta historia familiar por el amor a los autos de carrera, en especial el ejemplar alemán que revivió.
En el armado del coche contaron con la ayuda del periodista Juan Cruz Matthus, también cordobés y especialista de rally, como no podía ser de otra manera. La base del proyecto fue sobre otros dos Audi, cuyas mitades se juntaron para armar el coche de rally. “Hay cuatro años y tres meses de trabajo, que no es poca cosa. Todo nació como una locura sana y divertida de un padre y un hijo de Córdoba, Cristian Moyano, ambos tienen el mismo nombre y fanatismo por el rally, como muchos en nuestra provincia. Consiguieron en la Ciudad de Buenos Aires un Audi 80 y un Audi A4. Los autos partieron para Córdoba, les metieron ‘serrucho al medio’ y se usaron manuales alemanes para respetar las medidas de este auto tan exótico y curioso. Las medidas de dos hicieron uno. Desde esa base tan casera empezaron con los tiempos y dificultades de la Argentina para traer elementos de importación, fundamentalmente de Alemania, los kits exteriores y demás. De Polonia, instrumentales ingleses, accesorios, butacas, los componentes mecánicos, las mangueras sintéticas. La jaula (antivuelco) hecha por especialistas que trabajan en TC 2000, en Turismo Nacional, el Córdoba Pista (categoría zonal) y el rally de nuestra provincia”, cuenta Matthus.
“No hubo inconvenientes, sino desafíos. Fue un trabajo de horas y horas ampliando fotos. Saber que el matafuegos era de una fábrica inglesa y que lo trajeron ya que 35 años después la fábrica sigue fabricando esos matafuegos con calcomanías originales. Un detalle para gente loca y apasionada. Hubo muchas horas de desvelos ya que estamos en el extremo geográfico del mundo para poder traer las cosas. Hubo que hilar fino”, comenta.
Una vez que los autos llegaron a Córdoba, comenzó el armado en el Taller Alan, ubicado en Alta Gracia. “Entre pre y post pandemia, con mucho esfuerzo, paciencia, con muchas fotos ampliadas y con los manuales alemanes se llegó a esta recreación fidedigna de lo que es una ´bestia’ del Grupo B como la última evolución del Audi 4. Este se llamaba S1 E2, que debutó en la Argentina en 1985 para probarlo con mucha carga aerodinámica. Audi Sport trajo solo un auto, que fue el que manejó en las sierras Stig Blomqvist, que venía de ser campeón mundial en 1984 y después se extendió hasta fines de 1986 cuando se abolió el Grupo B a favor del Grupo A. Mientras tanto el auto sumó un triunfo en una clasificación general y tres podios. Pero la tuvo difícil con la rivalidad que se había generado con el Peugeot 205 y con el Lancia Delta S4 y fue el fin de Audi, precursor de la tracción integral”, explica.
El Audi tiene todos los detalles y hasta reprodujeron el motor de la época, el cual aún no tiene toda la potencia, pero se encamina a eso: “Es una réplica exacta. Solo les falta que lleguen a más caballos en el motor. Se superaban en esa época los 500/550 caballos de fuerza. El compromiso era que el auto saliera desde Alta Gracia hacia Buenos Aires para esta Autoclásica. Cuando vuelva se comenzará a trabajar en el motor para subir los HP (horses power / caballos de fuerza). Tiene el motor turbo de cinco cilindros, pero hay que hacerlo más potente para que los dueños puedan comenzar a divertirse”.
Matthus argumenta por qué estos autos llegaron a ser una sensación tal que en esos años el Rally Mundial le peleó la supremacía a la F1 en el automovilismo internacional: “Estos autos eran muy musculosos, muy brutales, no solo en la parte exterior sino también en la parte mecánica. Eran estructuras tubulares con mucho kevlar y fibra de vidrio, por lo cual la relación peso-potencia (entre 990 y 1.100 kilos) era colosal. Eso les confería una aceleración de 0-100 km/h que llegaba a compararse con la F1. Erogaban potencia muy rápido y lo que era llamativo para los pilotos oficiales era en qué tiempo trepaban de 100 a 200 km/h. Eran brutales”.
Sin embargo, esa brutalidad llevó a la tragedia y se terminó esa era única e irrepetible. “No continuó porque el Grupo C que era lo que le seguía eran los Sport Prototipos (SP) donde corría Poppy Larrauri (piloto argentino que corrió en F1 en 1988 y 1989), que tenían unos turbos terribles con 900 HP. Esto era la versión a la tierra y nieve de los SP en pista”, describe Matthus. “Eran ‘bestias’ indomables y se dio una escalada de potencia en poco tiempo. Hubo accidentes y salidas del camino que involucraron al público, como en Portugal ‘85. Hubo dos muertes en el equipo oficial Lancia en dos ediciones consecutivas en Córcega, Attilio Betega (1985) y Henri Toivonen (1986), que eran dos jóvenes muy talentosos. La cosa se tornó peligrosa y se les fue un poco de las manos. Los fabricantes apoyaban, pero decidieron abolirlo muy de golpe en una época en la que se cambiaban de forma drástica las cosas con Jean-Marie Balestre, que era el presidente de la FIA. Les informaron a los fabricantes que en cinco meses tenían que cambiar para enero del ‘87 ir a Montecarlo con los Grupo A, que hicieron un desarrollo de electrónica que los Grupo B no tenían, de suspensión y de transmisión de potencia al piso. En un tramo igual en Finlandia o en las sierras de Córdoba, los Grupo A, que a la vista parecían mucho más inofensivos, les mejoraban los tiempos”, concluye.
Pasión y cultura del trabajo
Hasta ese momento Cristian Moyano no había dado ninguna nota, pero se animó con este medio. “Nos dedicamos a vender golosinas, galletas, copetín. Nada que ver con esto, pero somos muy apasionados del automovilismo en general, en especial por el rally, que para nosotros es una fiesta. Estar en la montaña, compartir un asado, los amigos, la familia, pasar dos o tres días en la montaña es algo que no tiene precio. Es toda esta pasión que sentimos por el rally”, cuenta.
Con la voz quebrada por su emoción admite que en ocasiones quiso abortar el proyecto por las complicaciones para importar elementos y la frustración por la pérdida de tiempo. “Muchas veces”, reconoce, “sobre todo cuando sentís algún golpe en lo económico eso nos baja mucho los brazos. Cuando no podés conseguir un material especial, porque este auto se hizo con todos materiales especiales, exactamente de la época que corrió. Eso nos tiraba abajo porque nos frena el proyecto, la posibilidad de continuar, la demora. Cuando algo te frena en el tiempo es como que te enfriás y querés dejar”, asevera.
Cristian cuenta que desde chico mamó el negocio familiar y por eso no pudo presenciar en los años ochenta las carreras del Mundial en su provincia. “Tengo 49 años, pero no pude ver el verdadero auto corriendo en Córdoba. Me perdí mucho de la historia por cuestiones de trabajo, siempre acompañando a mis padres. Eso me impidió disfrutar de eso, pero me dio una cultura del trabajo, de perseverancia, de la que obviamente no me arrepiento”, subraya.
Sobre qué siente cuando ve el auto terminado admite que “hasta el día de hoy, cada vez que lo veo, cada vez que hablo del proyecto, es pura emoción. Siempre lo estoy viendo por primera vez. En el último mes se armó entero”.
Luego de tanto tiempo dedicado al armado del Audi confía que “se ha disfrutado tanto que esto es algo que no nos vamos a olvidar jamás. No solo yo, toda mi familia. Todo el equipo del taller. La cantidad de gente que participó de este proyecto, de este sueño y aventura, nunca me imaginé que íbamos a ser tantos. También esto generó un entusiasmo en todos que cuando vieron de qué se trataba y que iba a ser algo tan particular, generó un empuje extra. Y acá están los resultados”.
A puro pulmón los Moyano lograron hacer esta impresionante réplica del Audi Quattro S1 S2 del Rally Mundial. Luego de mucho tiempo ese sueño se hizo realidad y fueron empujados por su pasión pese a las frustraciones por los contratiempos. Cada vez que Cristian y su hijo observan el auto lo hacen con profunda emoción, ya que este auto es un integrante más de su familia.
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