Los secretos de Machi González y Andrés Molteni, los doblistas argentinos que llegaron al Masters: de las señas a los festejos a lo Messi

La dupla argentina en Copa Davis demuestra que el éxito puede tener múltiples caminos en el tenis. Tras años de lucha en singles, encontraron su fortaleza jugando en pareja hasta llegar al prestigioso Torneo de Maestros en Turín

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Máximo González y Andrés Molteni:
Máximo González y Andrés Molteni: tras caer en el debut en Turín, volverán a jugar este martes ante González y Vasselin (Geoff Burke)

Después de intentarlo en singles, el dobles les dio una segunda oportunidad y no la desaprovecharon, Máximo González y Andrés Molteni construyeron un equipo y se dan el gusto de poder vivir del tenis y de participar por primera vez del torneo de Maestros de la especialidad, en Turín, Italia, que reúne a los mejores 8 de cada temporada.

Construidos a fuerza de voluntad, sacrificio y trabajo, transitaron el circuito de singles con diferente suerte en sus carreras. Como todo tenista, pensaban en triunfar como singlistas, pero lesiones y resultados no tan favorables los llevaron a sumar dinero al presupuesto jugando dobles… Y se dieron cuenta de que lo hacían bastante bien. Ambos se conocían de muchos años de recorrer el circuito internacional y de algunos encuentros esporádicos, hasta que un día, en esa búsqueda por mejorar decidieron jugar juntos. Pero, ¿cómo se decide armar una pareja? ¿Cuál es el secreto para triunfar en equipo en un deporte individual?

Partido tras partido lo fueron descubriendo y terminaron por convertirse en la pareja de dobles que representa a la Argentina en Copa Davis y en una de las más exitosas de la temporada.

Andrés Molteni (35 años) intentó con el single hasta hace unos siete años, cuando decidió que el dobles podría darle más beneficios a su carrera por los resultados que obtenía. “Ya me había estancado, no pasaba las qualies y en los challengers ya no me iba como quería”, confiesa. Mientras que “Machi”, como se lo conoce en el mundo del tenis, llegaba con su historia desde aquella vieja escuela de Raúl Pérez Roldán y de conocer las bondades de competir dentro del Top 100 mundial en singles, hasta que una lesión lo dejó afuera y nunca más pudo regresar a ese sitial. Sin embargo, como Molteni, supo sacarle provecho a su habilidad de jugar dobles y, hoy, no esconde su alegría por haber llegado al Masters de la especialidad a esta edad.

“Es una alegría muy linda. A mí me toca recién estar hoy, con 40 años, después de tanto sacrificio y de tantos torneos jugados. Estar acá es un sueño, es algo que siempre busqué, que siempre quise y que se me dio este año”, comentaba desde Turín, la ciudad sede del torneo, a la que no llegaron solos.

- No sabés -continúa Machi-, no sabés lo que es poder tener acá, con nosotros, nuestras familias, nuestros amigos y mi entrenador. Es algo muy lindo. Además, nos tratan espectacular… Nos tratan como tratan a los buenos (se ríe)… Muy contento y con muchas ganas de jugar.

- Después de lo que hicieron en Norteamérica, ¿se les hizo sencillo llegar al Masters?

- ¿Sencillo? De pensar en poder clasificar al Masters, en los últimos torneos se nos hizo muy difícil. No podíamos jugar sin dejar de pensar en la posibilidad de ingresar al ATP Finals. Es un torneo que no se juega siempre.

-Pero éste es casi el final de una historia que recién se está escribiendo y que tiene su comienzo en la primera pregunta, ¿qué hay que tener en cuenta para elegir a un compañero de dobles?

- Se miran, se cabecean (dice Molteni, y se ríen, a modo de parodia de invitación a bailar, después se pone más serio). En realidad, tiene que ver mucho con el ranking. Mirás que tenga un ranking parecido, como para poder entrar a los torneos. También debe ser alguien con quien te complementes, que congenie con tu juego, que sepas lo que hace el otro y que él sepa lo que vas a hacer vos. De esa manera, te podés mover en relación a lo que va a ser tu compañero. Eso se trabaja mucho y es clave poder tener a alguien al lado.

- ¿No cuenta lo personal fuera de la cancha?

- Sí, claro, porque el año es largo y tenés que compartir los entrenamientos, los viajes, todo. Es, un poco… como un matrimonio, y tenés que llevarte bien dentro y fuera de la cancha. Por eso, es muy importante estar con alguien con el que tengas una buena relación y si es de tu mismo país, mejor. Cuando volvés a la Argentina podés entrenar ahí y seguir trabajando. Muchas veces hay compañeros que viven en el exterior y a los que solamente ves en los torneos, entonces, se hace muy difícil seguir una línea de trabajo. Siendo los dos de Argentina podemos entrenar juntos en Buenos Aires, eso suma mucho.

- ¿Y cuando no juegan torneos, son de visitarse, de llamarse por teléfono o descansan un poco el uno del otro?

- Para mi cumpleaños -dice Machi-, lo invité a él (Andrés) y a Clari, su novia, porque nos llevamos muy bien. Cuando fue el cumpleaños de él, también, ahí fuimos nosotros. Lo que pasa es que, cuando vuelvo a la Argentina, a mí me gusta mucho estar en mi casa. Paso mucho tiempo con mi hija, me gusta mucho compartir con ella. Como va al jardín temprano, entonces se acuesta temprano y es como que yo tengo una rutina más de familia que él, que todavía puede salir a cenar con amigos. Pero, si pinta un fin de semana, nos juntamos.

- En algún momento el dobles servía para entrenar o sumar algún dólar extra. Ustedes, hoy, están haciendo escuela para los más chicos, en Argentina, si un pibe dice “me voy a jugar dobles”, ¿puede pensar en vivir de esta especialidad?

- Sí, sí. Se puede vivir bien del dobles, la verdad que sí. El tema del dinero lo cambió mucho. Cuando yo estuve Top 100 en singles, por primera vez, en 2008 o 2009, gané menos dinero en premios que lo que llevo ganado este año en dobles. Así que imaginate lo que subió y lo que creo que va a seguir subiendo, porque lo están haciendo para ayudar a los chicos que vienen de abajo y no sólo a los campeones. Imaginate -mientras comienza a esbozar una sonrisa que lo acompañará durante toda la frase-, no estaría jugando tenis, con 40 años y con mi familia al lado, si no fuera porque se puede vivir del dobles.

Máximo González y Andrés Molteni
Máximo González y Andrés Molteni construyeron un equipo y se dan el gusto de poder vivir del tenis y de participar por primera vez del torneo de Maestros de la especialidad (Geoff Burke)

- Hace unos años, el papá de los hermanos Brian y los jugadores de dobles juntaron a la prensa en la sala de conferencias del US Open, porque los organizadores de torneos querían eliminar los torneos de dobles. ¿Mantienen esa misma visión los organizadores?

- Digamos que el dobles está recontra instalado -responde Molteni-, ahora se ven mejores espectáculos. Yo creo que si bien hay algunos a los que no les gusta o hay algunos singlistas que publican cosas o defenestran un poco a los doblistas, a los torneos les gusta. Hay muchos países en donde gusta mucho el dobles, porque es más dinámico que el single. Hoy en día que pasa todo por la inmediatez, un patido de single a cinco sets, a veces siento que se hace un poco largo. El dobles es mucho más dinámico y tiene un súper tie break, que le agrega mucha emoción. Nosotros nos miramos, porque es el momento en que se viene todo el mundo a la cancha. Esto, también, sería un buen aporte para el single

- Machi, en el US Open llegaron a los cuartos de final y quedaron entre las mejores 8 parejas de un torneo de Grand Slam

- Sí, sí. Nos puso muy contentos ese torneo y toda la gira por Estados Unidos, porque sentíamos que no era nuestro punto más fuerte el cemento, pero la verdad es que nos fue increíble y terminar apretados un Gran Slam, en cuartos de final y frente a una de las mejores parejas de los últimos años nos deja muy contentos. Ya te firmo este mismo resultado para adelante -dice sonriendo Machi-.

- Antes de iniciar cada punto, se ponen una mano en la espalda y comienzan a mover sus dedos. ¿Qué significa cada una de ellas?

- Son para que el rival no te vea, pero eso es universal, igual para todos. Es la comunicación que tenés con tu compañero, para ver adónde va a sacar o qué hacer. Si me cruzo, dejo pongo la palma cerrada, si me quedo la abro y con los dedos señalamos hacia dónde nos vamos a mover o adónde va a sacar y tu compañero te responde sí o no. Primero se hace la seña del saque y luego la jugada. La seña del puño cerrado con el dedo medio extendido suele ser complicada -lanza una carcajada Machi-, no hay que ofenderse, esa seña sería que le saque al cuerpo.

- Cuando uno de los dos está medio bajón o en un momento no muy bueno dentro del partido, ¿se hablan, qué se dicen?

- Vas diciendo un poco lo que ves -arranca Molteni-, pero sin tratar de volverlo loco. De vez en cuando le das tu punto de vista. No hay momentos para marcarlo, tal vez, en los cambios de lado, que bajás un poco las pulsaciones. Pero depende de cada uno, es muy personal, pero es muy bueno tener a alguien que esté con vos ahí adentro que te esté dando su punto de vista y pudiendo apoyarte en él.

Máximo González y Andrés Molteni
Máximo González y Andrés Molteni construyeron un equipo y se dan el gusto de poder vivir del tenis y de participar por primera vez del torneo de Maestros de la especialidad. REUTERS/Asanka Brendon Ratnayake

- Al final de los partidos, cuando ganan, comenzaron a hacer gestos y festejos extraños para el tenis. ¿Cómo nacieron?

- (Se miran y comienzan a reírse, mientras Máximo empieza el relato) Todo nació viendo a Messi y sus festejos como Thor y otros personajes. Justamente, hizo ese festejo en Washington, cuando disputábamos ese torneo, así que yo también fingí agarrar el martillo (se ríe más fuerte). Después vino el cruce de brazos y todos eso. Nosotros empezamos a joder con que Messi venía de otro planeta y Bruno, un amigo que nos ayudó esa semana, me decía “usted también vienen de otro planeta, son marcianos”. Entonces, me la pasé toda la semana haciendo la seña de una nave así espacial de marcianos (la risa de Molteni acompaña la simulación). Cosas así que nos van saliendo como para descontracturar un poco. “¡Vamos marciano!”, te decía.

“Y en Cincinnati salió el de la Pantera Negra”, agrega Andrés. “Sí -dice González-, pero yo lo hacía sólo por Pantera…” Y lanzan a dúo una carcajada que invade la simpática charla.

- ¿Cuál fue el secreto para poder clasificar al ATP Finals?

- No hay ningún secreto -responde Máximo-, es trabajo y trabajo. Es confiar en lo que hacemos, en mí, en mi equipo, en mi compañero y en el trabajo que hace él con su equipo y poder juntos enfocarnos en lo mismo. Ir torneo a torneo, semana a semana, aunque las ultimas se nos hicieron difíciles, porque estábamos muy bien posicionados y te ponés a hacer números y cuesta jugar. Además, son torneos indoors y en el frío, sobre una superficie en donde menos cómodo nos sentimos. A nosotros nos gusta el calor, estar al aire libre con canchas no tan rápidas, pero pudimos cumplir el objetivo.

- ¿Se planifica llegar al Masters?

- Uno arranca el año y no dice “me pongo el objetivo de jugar el Masters”, pero sí jugar con la misma pareja, eso te lleva a cumplir el objetivo, porque si no la irías cambiando. Entonces, es como un objetivo que uno lo ve allá adelante pero, cuando ya se acerca, es como que ya lo tenés mucho más presente. Ahí se nota los que clasifican al Masters más seguido, porque lo manejan mejor que nosotros, en este primer año

- Con este paso, el 2024 traerá un cambio de planificación, seguramente.

- La planificación ya cambió este año -prosigue respondiendo Machi-. Ya no jugamos challengers y pocos ATP 250, nos enfocamos en torneos 500 y Masters 1000. Buscamos estar a punto físicamente para los torneos grandes, para los M1000 y los Grand Slam. Todavía no nos pusimos a planificar, pero sí, como el año que viene vamos a empezar allá arriba, saliendo preclasificados en los torneos, creo que habría que ser un poco inteligente, y tratar de hacer giras más cortas, en torneos grandes y en obtener resultados en esos torneos que, a la larga, son los que te hacen mantener arriba en el ranking.

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