El punto de partida de su carrera profesional empezó en 1999 con la camiseta de Colón de Santa Fe. De ahí en más no paró, alternó mejores y peores momentos, pero nunca la opción fue tirar la toalla. José Pepe Sand tiene 43 años y una vigencia competitiva que lo llevó hasta el mote de “Highlander” del fútbol. “Trato de tener una conducta en el fútbol y en la vida”, dijo en 2017, cuando todavía tenía 37, y muchos ya lo querían jubilar. Es uno de los máximos ídolos de Lanús y su artillero histórico. Este sábado será su último baile como futbolista y los hinchas del Granate anticiparon un emotivo festejo, en el que expondrán un cotillón del más variado y un lema que impregna nostalgia: “Etern9″.
“Para mí es un orgullo. Está dentro de los 5-10 ídolos de la historia del club. Es una alegría participar dentro de este proceso y le deseo que encamine su carrera desde otro lugar, y que sea tan importante del mismo modo que lo fue como jugador”, dijo Ricardo Zielinski (actual entrenador de Lanús) en la última conferencia de prensa.
Sand creció en Bella Vista, una ciudad de Corrientes de alrededor de 40 mil habitantes que se hace llamar la “tierra de la naranja”. Por influencia de su padre –quien durante mucho tiempo fue arquero– se enamoró del fútbol y junto a sus hermanos (Cesar y Darío), lo único que lo obsesionaba era estar con una pelota en los pies y levantar tierra en las canchas de su barrio. “No me acuerdo de tener un juego de Mario Bros o un Pac-Man, que era habitual en ese momento. Nos levantábamos y estábamos jugando al fútbol”, dijo en una entrevista.
Hasta los 9 años jugó de arquero, pero como no toleraba que le hicieran goles, gracias a la insistencia de su madre, pasó a ocupar la posición de delantero. “Me hacían muchos goles, me ponía nervioso. No me gustaba que me hagan goles”, contó. A parte de jugar a la pelota, trabajó en la plantación de cítricos que tuvo su padre y vendió helados en una bicicleta.
A los 13 años se vino a Buenos Aires, se probó en River, cautivó con sus goles y se quedó a vivir a la pensión del club. Durante mucho tiempo se mantuvo como goleador histórico de las divisiones inferiores del Millonario, donde marcó 138 tantos. Además del Sabalero, tuvo pasos por Defensores de Belgrano, Vitoria (Brasil), jugó dos temporadas en el primer equipo de River, luego se fue a Banfield, Racing, Tigre, Argentinos Juniors, Boca Unidos y Aldosivi. Y también anduvo por España, México, Colombia y Emiratos Árabes. Pero su lugar en el fútbol, su portal a los éxitos, lo encontró en Lanús.
En el Granate tuvo tres etapas (2007/09; 2016/18 y 2019/23) y consiguió cuatro títulos (Torneo Apertura 2007, Torneo Transición 2016, Copa del Bicentenario 2016 y Supercopa Argentina 2016). Jugó 322 partidos, hizo 174 goles y hasta hace muy poco se lo reconoció como el último argentino goleador de una Copa Libertadores con 9 tantos. En la actualidad ese lugar lo pasó a ocupar Germán Cano, el delantero de Fluminense que en esta última competencia internacional dejó 13 sellos con su nombre.
“Yo en diciembre termino mi carrera. Termino mi carrera de futbolista y me pongo a las órdenes de lo que el club decida. Estoy dirigiendo a la (categoría) 2011 y la verdad que estoy feliz, contentísimo. Eso también me tiene contento, por ahí me hace sacar otra cosa de mí”, dijo el correntino a una radio partidaria, a mediados de agosto, cuando dio a conocer la noticia de su retiro.
“Desde mi lugar le digo que disfruté cada momento. La gente se va a hacer notar en esta fecha. Hasta estamos dejando de lado lo importante que es el partido para Lanús contra Racing. Estamos viviendo la fiesta para él, porque es una emoción muy grande. Yo les aseguro que Pepe va a querer hacer un gol. Así fue toda la vida. Él espera y sueña con ese último gol para dedicárselo a todos y que nos abracemos juntos en ese momento. Es un elegido y nunca se va a ir del club”, aportó Rodolfo Graieb hace unos días – otro referente Granate – a una radio partidaria, en referencia a lo que se espera para la despedida de otro optimista del gol.
Este viaje es mejor hacerlo solo
El delantero correntino tuvo que sobreponerse a algunas situaciones de disgustos. A los 34 años se dio su mayor momento de dubitación y casi deja el fútbol. Venía de malas rachas en Racing, Tigre y Argentinos Juniors, y la única salida posible para dejar de escuchar insultos y el fastidio de los hinchas que lo veían dentro de un campo de juego era retirarse. “Después de mi paso por Argentinos pensé muchas cosas como en dejar e irme con la familia. Empecé entrenar en un centro deportivo y eso me hizo bien. Encontré un psicólogo muy bueno que me ayudó un montón”, confesó en 2016.
Hoy su nombre sorprende a todo el mundo del fútbol argentino por su constancia, insistencia, sus goles y su longevidad en este deporte. Le marcó a los cincos grandes (River, Boca, San Lorenzo, Racing e Independiente), pero también lo sufrieron otros equipos que no pudieron reaccionar ante su presencia en el área. Sand se despide por la puerta grande de Lanús y ante el aplauso cerrado de los hinchas Granates, quienes todavía no asimilan este momento. En las inmediaciones de La Fortaleza cuelgan los pasacalles en forma de agradecimiento - “Por los momentos vividos. Por amar estos colores. Gracias Pepe” – y se estrenó un mural homenaje en la esquina de Madariaga y Las Piedras.
“Nunca me voy a ir de Lanús, siempre voy a estar. Pero siento que con esto ya es suficiente”, dijo Sand antes del punto final a una carrera que suma 16 equipos, 756 partidos, 317 goles y 6 títulos.