Mientras Boca Juniors se disputaba en Brasil la Libertadores con Fluminense, los hinchas que no pudieron viajar se reunieron en el Obelisco para seguir desde sus celulares la histórica final en la que el Xeneize buscaba su séptima Copa. El encuentro coincidió con la Marcha del Orgullo LGTBIQ+, por lo que las banderas azul y oro se mezclaron con el glitter y las diferentes insignias que forman parte del movimiento en el microcentro porteño.
El especial acontecimiento, que provocó la acumulación de una multitud de personas, requirió el despliegue de un gran operativo policial: desde temprano, se cortó el tránsito en la avenida 9 de Julio desde Avenida Córdoba y la presencia de los agentes aumentaba conforme uno se acercaba al emblemático monumento de la Ciudad.
La jornada estuvo enmarcada por un vaivén de emociones que se iban modificando a medida que se desarrollaba el encuentro disputado en el mítico Estadio Maracaná. El aliento no cesaba: en el entretiempo, cuando Boca perdía 1 a 0 contra Fluminense, cerca de 300 hinchas continuaban con sus cánticos desde las inmediaciones del Obelisco a pesar del resultado parcial. Cuando comenzó el segundo tiempo, la tensión ya se hacía notar entre algún que otro grito que se escuchaba para liberar la tensión de los hinchas.
El escenario cambió cuando el Xeneize empató el partido y los hinchas explotaron de felicidad a los pies del Obelisco. El desahogo fue doble debido a que el VAR intervino para revisar la validez del gol. Cuando este finalmente lo acreditó, el marcador se puso 1-1 y los hinchas volvieron a festejar mientras el sol caía sobre la ciudad: espuma, saltos, estruendos y la bandera de Boca flameando.
El silencio volvió cuando el árbitro le concedió un tiro libre a Fluminense y los xeneizes clavaron sus miradas en las pequeñas pantallas entre sus manos. La alegría volvió al poco tiempo y cerca del final de los 90′ reglamentarios, más hinchas comenzaron a llegar al popular punto de encuentro en el microcentro porteño.
En la previa del tiempo extra, la ilusión de los hinchas continuaba intacta. Aún quedaban otros 30 minutos con la pelota en juego para que el plantel argentino lograra su objetivo de ganar su séptima Copa Libertadores.
Sin embargo, pronto llegó el segundo gol de Fluminense y la amargura se apoderó de los rostros a la vez que los insultos se hacían escuchar. Minutos después, la hinchada volvió a entonar: “La Copa Libertadores es mi obsesión, tenés que dejar el alma y el corazón”. Aún no todo estaba perdido para quienes esperaban expectantes el final en el Obelisco.
En paralelo a la atención de los hinchas, un turista se acercó al monumento porteño con la camiseta de Inter Brasil y no pasó desapercibido: un xeneize se acercó a reclamarle por los disturbios en Río de Janeiro. “Eso no se hace, había familias ahí”, le dijo. El hombre se puso nervioso e intentó explicarle que él no tenía relación con lo sucedido. Luego el hincha le dio la mano y expresó: “Está todo bien amigo, vos venís acá y no va a pasar nada. Ojalá pase lo mismo allá”.
Faltando 12 minutos para el final del tiempo complementario, los cantos continuaban: “Dale alegría, alegría a mi corazón, lo único que pido ganemos hoy”, expresaban seguido del clásico “Dale, dale Bo” característico de la hinchada.
Cuando el reloj ya marcaba la cuenta regresiva, el silencio comenzó a hablar por sí mismo. La preocupación ya se hacía notar y a penas se escuchaban algunas arengas para liberar emociones. Todos, los 300 hinchas congregados en el Obelisco, miraban sus celulares sin levantar la vista. Algunos ese agarraban la cabeza mientras esperaban una buena noticia.
El árbitro marcó el final del partido y Fluminense ganó la Copa Libertadores. La tristeza era el sentimiento generalizado entre los xeneizes, pero en el silencio un “Dale Booocaa” reinició a los simpatizantes que se juntaron con el resto de las personas que seguían el partido desde los bares de la avenida Corrientes. Levantaron sus banderas y las bengalas de color azul y amarillo tiñeron el ambiente porteño.
Todos los hinchas se juntaron para darle su apoyo al club, con arengas, cumbia, fuegos artificiales, espuma y serpentina. Así, convirtieron la tristeza en una celebración bostera al canto de “Boca, mi buen amigo, esta campaña volveremos a estar contigo. Te alentaremos de corazón, esta es la hinchada que te quiere ver campeón”, se escuchaba.
Algunos hinchas de Boca comenzaron a tomar conciencia de la derrota y, mientras la mayoría de las personas saltaban arengando, otros se agarraban la cabeza y permanecían en silencio, lamentándose por título que no pudo ser.