Sigue con esa fuerte personalidad que lo llevó a correr en los mejores equipos del TC 2000 y ganar carreras en el Turismo Carretera. Pero desde hace seis temporadas Néstor Girolami salió de su zona de confort y luego de ser un piloto top en la Argentina se embarcó en la aventura internacional para ser uno de los mejores pilotos del mundo en autos de turismos. Es el actual subcampeón ecuménico del TCR, el concepto que cambió la historia en coches con techo y este año va por más.
El Bebu, como se lo conoce al cordobés nacido en Isla Verde el 22 de mayo de 1989, integró una guardia joven junto al recordado Guido Falaschi, Agustín Canapino, Mariano Werner, Facundo Ardusso y Mauro Giallombardo. Fueron los más destacados de una generación que marcó una época y varios de ellos sigue destacándose en el plano local y otros a nivel internacional.
Entre 2014 y 2015, Girolami y Canapino protagonizaron uno de los duelos más fuertes del ámbito nacional en los últimos 20 años. Compartieron el equipo Peugeot y sus batallas en el TC 2000 marcaron a los fanáticos al punto que la fábrica hizo un documental que llegó al cine llamado Duelo de Leones (puede verse en YouTube). El Bebu prevaleció esos dos años sobre Canapino y el clima interno fue tan áspero que el arrecifeño terminó yéndose a Chevrolet en 2016 cuando logró su primer título en la categoría.
Frontal, sin vueltas, con respeto y la amabilidad que siempre lo caracterizó, Girolami aceptó el mano a mano con Infobae en el marco de la última fecha del TC 2000 que fueron los 200 Kilómetros de Buenos Aires en el Autódromo Oscar y Juan Gálvez. Fue uno de los pilotos extras que tuvo ese evento y compartió un Chevrolet Cruze con el brasileño Ricardo Mauricio.
El Bebu es uno de los exponentes argentinos en el TCR, el concepto que marca tendencia a nivel mundial en autos de turismos. Cada marca corre con coches y motores originales y ofrece un reglamento internacional que permite con un mismo auto correr en cualquier país. Esta globalización permite que exista el llamado TCR World Tour con los mejores pilotos en el ranking mundial que toma como referencia cada campeonato local y regional del TCR. El cordobés es sexto en el actual campeonato mundial. Venció este año en La Pedrera, San Luis, y este fin de semana compitió en el circuito de Eastern Creek, en Sídney, Australia. Corrió con un Honda Civic Type R FL5 del equipo Wall Racing. Clasificó 12º, fue décimo en la primera carrera, no pudo largar la segunda y resultó octavo en la tercera.
“Siempre es un desafío irse al exterior e ir a una zona sin confort. La zona de confort de uno es su país donde me crié, donde pude hacer y pude hacer un nombre en el automovilismo. También salir a base de desafíos, pero de eso se trata la vida. A mí siempre me gustó correr desde chiquito y soñé con correr afuera, conocer pistas, ya desde los simuladores. Tenía el sueño como todos de la Fórmula 1, pero al ver la situación muy lejana en 2006 cuando tuve la oportunidad de correr en la Fórmula Renault en Monza, ahí fue un quiebre en mi carrera deportiva y tuve que volverme al TC 2000, pero siempre con el objetivo de regresar a Europa”, cuenta sobre su desafío de irse a correr al exterior.
Este cambio no fue solo deportivo, sino que también incluyó su mudanza a Lugano, Suiza, junto a su mujer. Pero hoy ratifica que su decisión fue la correcta y afirma que “después de haberlo intentado y trabajar mucho hoy puedo decir que estoy instalado allá, que me está yendo bien, que tengo un gran presente”.
Junto a Esteban Guerrieri y su hermano Franco (flamante campeón del TCR de Italia), fueron la punta de lanza para que otros argentinos puedan sumarse. Ante los altos costos para correr en categorías de monopostos y alcanzar el sueño llamado Fórmula 1, en los últimos años se produjo un cambio de paradigma en los jóvenes pilotos argentinos y algunos se volcaron ar los autos de turismos. Por caso, Ignacio Montenegro (18 años) participa en el TCR World Tour y también ganó carreras en el TC 2000.
“Ojalá pueda abrir puertas a las nuevas generaciones. Siempre es bueno tener en tu país personas que puedan abrir puertas como lo hizo Pechito López en el Mundial de Turismo. Como lo hicimos Esteban Guerrieri y yo. O como viene siendo Canapino, hoy un referente en la IndyCar, también abriendo puertas en el mercado americano. Eso hace muy bien porque demuestra que tenemos un muy buen automovilismo en nuestro país y que cuando salimos afuera, si bien es difícil porque no conocés pistas ni autos, vale la pena el esfuerzo y estoy muy contento de haberlo logrado y estabilizarme. Porque una cosa es ir y estabilizarte allá. Ya es mi quinta temporada completa y me llena de orgullo poder seguir representando a mi país en el Campeonato del Mundo”, cuenta el Bebu.
Tras ganar su segundo título de TC 2000, Girolami integró un selecto grupo junto a Canapino, Matías Rossi y Facundo Ardusso. Los cuatro fueron los mejores pilotos a nivel nacional con buenos contratos con fábricas. El cordobés podría haberse quedado en el país y ganar más campeonatos, pero explica por qué se fue: “Había ganados dos campeonatos consecutivos de TC 2000 y el TC ya no me interesaba. Quería buscar nuevas oportunidades, nuevos desafíos. Cuando uno siente que ganó lo que quería ganar en su país, no me seducía ganar tres, cuatro o cinco. Sí buscar nuevos desafíos, ser reconocido en el mundo. Es difícil porque acá yo conocía mucha gente, equipos, ya tenía mi grupo armado, sabía que iba a ser difícil, pero lo que me motiva día a día son los desafíos y hoy mirando para atrás digo ‘qué buena decisión que tomé’. Porque no solo pude cumplir mi sueño, sino porque también soy un referente del Campeonato del Mundo de Turismo. Correr con Honda, en un equipo oficial de Japón, ni lo hubiese soñado y, si pareció arriesgado, hoy parece un sueño. Los sueños hay que perseguirlos y buscarlos. Si uno se queda en la zona de confort nadie te va a venir a buscar para que vayas a correr el Campeonato del Mundo”.
En tanto que recuerda su duelo con Canapino y destaca que gracias ello alcanzó su mejor versión. “Fueron temporadas muy exigentes en las que aprendí muchísimo como piloto. Fuimos al máximo los dos y uno quiere siempre ser su mejor versión. Para eso necesitás de un compañero de equipo que te exija. Creo que con Agustín nos hemos exigido mutuamente. Me tocó ganar esos dos años, pero él peleó los campeonatos hasta el final”, asegura.
Respecto a cómo hizo para batir a Canapino en dos campeonatos, admite que “no sé si hay un método para decir hice esto o hice lo otro. Fueron circunstancias que se fueron dando y quizá la regularidad en esos dos años fue muy buena. Recuerdo que el primer año no paré en ninguna carrera y en el segundo creo que tuve un solo abandono o ninguno también. Tuve un gran equipo por detrás y una gran contundencia y regularidad que a veces la necesitás. Para lograr esa regularidad necesitás un poquito de suerte y creo que también estuvo de mi lado”.
Por otro lado, hubo un hecho que lo marcó para siempre. El 13 de noviembre de 2011 en la carrera de TC en Balcarce chocó de forma involuntaria al Ford de Guido Falaschi. Se encontró cruzado al auto del recordado santafesino que luego falleció por el impacto. “Es una situación que me tocó vivir a mí porque justo pasaba en ese momento por ahí y no pude hacer otra cosa. Es muy fácil hablar, pero creo que el tiempo pone todo en su lugar. Levantarse no fue fácil porque fue un golpe anímico muy duro. Pero uno en la vida aprende y tiene que seguir adelante. Puede hacerlo gracias a mi familia, mis amigos y a la gente que estuvo al lado mío”, asevera.
Aquel incidente con Falaschi y otros toques en los que estuvo involucrado, entre ellos en Rafaela en 2013, hizo que la Asociación Corredores Turismo Carretera (ACTC) luego le impidiera correr. Siempre auténtico. Nunca se guardó nada y siempre fue a fondo. Ante la pregunta de si siente prohibido por la ACTC, respondió que “todos saben cómo funciona la ACTC, pero el problema es que nadie lo dice. Son todos parte. Y con eso termino”.
Girolami debió continuar con su labor en el auto, pero como de costumbre respondió a todo. Logró ser uno de los mejores pilotos nacionales en la década pasada y ahora se consolidó a nivel internacional. Otro caso del talento argentino que se exporta y demuestra cómo se puede ser un profesional exitoso en los autos de turismos.