En un plantel con nombres como los de Edinson Cavani, Darío Benedetto o Miguel Merentiel, el goleador de Boca Juniors en la Copa Libertadores es Luis Advíncula, con cuatro tantos. El lateral derecho, de 33 años, se transformó en el “arma secreta” del Xeneize a lo largo del torneo. Y no podía faltar en la final frente a Fluminense en el mítico estadio Maracaná. A los 72 minutos, cuando al equipo de Almirón le costaba generarle peligro al conjunto carioca, que se imponía 1-0 gracias al grito de Germán Cano, el peruano surgió con la especialidad de su menú: el remate de zurda, a pesar de tratarde de su pierna menos hábil.
El ex Newell’s y Rayo Vallecano se proyectó por derecha, enganchó para adentro, se acomodó para su pierna izquierda y sacó un disparo con efecto, que picó justo antes de superar la estirada de Fabio y mezclarse con la red del costado del arco. Advíncula ya había anotado por esa vía otras tres veces durante el camino del Xeneize en el principal certamen continental: lo habían sufrido Deportivo Pereira (triunfo 2-1), Colo Colo (2-0), Nacional de Montevideo (2-2) y ahora el Flu. También Estudiantes de La Plata, por el torneo local.
Se trata de un recurso que el hombre de la selección peruana ya había utilizado en su carrera, pero en Boca directamente le sacó brillo. Y eso que luego de su grito ante Pereira, en un momento de crisis futbolística del equipo, se quitó mérito: “Me equivoqué, eso no pasa nunca más, esperemos que sí, pero esta vez me equivoqué”. Pues bien, pasó y sigue pasando. Además, en el duelo, pasó bastante al ataque, sobre todo después del tanto de Cano que destrabó el desarrollo, y envió más de un centro con veneno.
Luego, sufrió con el gol de Kennedy, que fue expulsado tras su obra, el 2-1 parcial. Ahí, quedó enganchado y habilitó la acción. Y se lamentó, con lágrimas en los ojos. “No seas malo, no seas malo”, gritó, mirando al cielo.
Advíncula fue una apuesta de Riquelme y en Consejo de Fútbol, que le pusieron fichas a su velocidad para hacer amplio el campo: pagaron 2.5 millones de dólares por su ficha. Desde su arribo, acumula cuatro títulos (una Copa Argentina, una Liga, una Copa de la Liga y una Supercopa local) y, aunque en este mercado de pases le trajeron competencia fuerte con el ex Tigre y Atlético de Rafaela Lucas Blondel, sostuvo la titularidad en los duelos de fuste, como en esta final de la Copa Libertadores en la que dejó su huella con un zurdazo ajustado, haciendo gala del arma secreta y letal que tuvo el conjunto de la Ribera en el certamen. Pero no le alcanzó. Y terminó lamentándose, entre lágrimas.