“Es una felicidad enorme, la verdad es que son muchos sentimientos encontrados. Peleamos mucho por esto durante todo el año, nos propusimos esto y acá estamos, lo logramos. ¿Si es mi revancha? Sí. El fútbol siempre tiene revancha. Me tocó disfrutar todo este año y acá está el premio”.
La historia de Ezequiel Ham, de 29 años, pudo haberse cerrado con mayor épica. Porque fue una de las figuras de Independiente Rivadavia en la final que le ganó 2-0 a Almirante Brown en Córdoba para dar el salto a Primera División, pero además pudo haber sido el autor del gol del ascenso. Dos veces lo tuvo en sus botines; primero, con un remate cruzado que pasó cerca del arco defendido por Ramiro Martínez. Luego, con un disparo furioso que hizo temblar el travesaño.
Sólo le hubiera adicionado otro condimento a su desahogo. El volante, surgido en Argentinos Juniors, supo ver en riesgo su carrera. Fue en septiembre de 2015, en un choque ante Boca Juniors, cuando una violenta falta de Carlos Tevez le provocó una fractura expuesta de tibia y peroné en la pierna derecha. Desde aquel día encaró un Vía Crucis hasta volver a ser. Un camino arduo, que hoy paladea por partida doble, ya que también fue citado por la selección de Siria que conduce Héctor Cúper.
Tras aquel golpe, a Ham le costó casi dos años volver a retomar la actividad con continuidad. Sin espacio en el Bicho, buscó su lugar en Japón y en el Ascenso, con las casacas de Ramón Santamarina y Olimpo de Bahía Blanca, donde ya comenzó a exhibir el alto nivel que paseó en Mendoza.
En aquel momento de angustia por la lesión, después de aquella recordada foto con Tevez en el hospital, recibió el apoyo de figuras como Diego Maradona y Lionel Messi. “Lo perdoné. No tuvo intención de venir a lastimarme y quedó todo bien”, explicó poco después de la acción en una entrevista con el programa Pasión Paternal. Eso sí, con el correr del tiempo, el contacto con el hoy entrenador de Independiente no se reestableció. Ahora posiblemente lo enfrente otra vez en la élite, pero con Carlitos en el banco de suplentes.
“Le dedico el título a mi mujer, a mi hijo. A mi mamá, que ya todos saben que se lo prometí, no la tengo conmigo, pero me acompañó todo el año y es para ella”, coronó. En efecto, su madre, que en el tiempo de la lesión las cámaras la captaron llorando en el estadio ante la dura noticia, falleció en enero.
“Traté de esquivar un poco esas cosas. Pasaron ocho años y yo sé que tengo el cartel de esa situación. Me tocó pelearla, bajar de categoría, siempre se me hizo cuesta arriba y es por eso que ahora disfruto el día a día. Yo le prometí a ella que iba a volver a jugar en Primera”, contó hace un mes. Promesa cumplida. Y su mamá lo certificó desde una foto en la remera que tenía debajo de la camiseta con la que hizo historia.