En el Stade de France, en Saint Denis, la final del Mundial de rugby no arrancó bien para los All Blacks ante los Springboks. Es que el equipo neozelandés ya a los dos minutos contaba con Frizell amonestado por un despeje peligroso sobre Mbonambi, pero lo peor llegó media hora después por la expulsión de su capitán, Sam Cane. La roja por regla búnker del experimentado ala de Nueva Zelanda fue la primera en la historia en una final de Rugby Word Cup.
A los 28 minutos, Cane se ganó la amarilla por un tackle alto sobre el australiano Jesse Kriel. Cinco minutos después, el capitán de los hombres de negro fue informado por el juez Wayne Barnes con la tarjeta roja luego de la revisión desde el búnker, que entendió que el capitán neozelandés no se agachó lo suficiente y por ello golpeó con su hombro directamente a la cabeza del pívot sudafricano. “La tarjeta amarilla se convertirá en tarjeta roja”, se pudo oír en boca del árbitro en el minuto 34. Fue una baja muy sensible para Nueva Zelanda que terminó el primer tiempo con derrota ante Sudáfrica por 12-6 y aunque mostró mucho empuje y sacrificio, no pudo remontar el juego que terminó 12-11 para los sudafricanos, que repitieron los títulos que anteriormente había alcanzado en 1995 (cuando organizó la Copa), 2007 (en Francia) y 2019 (Japón).
La regla búnker comenzó a aplicarse este año y su objetivo principal fue reducir la falta de ritmo y la dilatación en la toma de decisión arbitral frente a infracciones controvertidas. La World Rugby implementó esta nueva reglamentación, que consiste en que frente a jugadas dudosas se sacará una tarjeta amarilla y en un búnker central, serán especialistas los que revisarán el incidente haciendo uso de la tecnología y el archivo a su disposición. El reglamento les da una ventana de máximo diez minutos para develar su parecer al juez que inmediatamente comunicará su decisión. De continuar siendo amonestado, el jugador podrá volver al campo de juego, mientras que, si es expulsado, no puede retornar ni ser reemplazado.
En julio pasado, Sam Cane había protagonizado un polémico incidente en la victoria de Nueva Zelanda 41 a 12 contra Los Pumas en la primera jornada del Rugby Championship en Mendoza. El capitán de los All Blacks golpeó a un niño que logró burlar las barreras de seguridad e ingresó al campo de juego del estadio Malvinas Argentinas de Mendoza para ver a sus ídolos de cerca. Lo que nunca imaginó es joven que un jugador de la visita iba a participar activamente con una patada para intentar de que lo saquen del terreno de juego.
Luego de que se viralizaran las imágenes y generaran in sinfín de críticas, el ala intentó cerrar la polémica el mismo sábado con una videollamada entre él y Román además de ofrecer disculpas públicas en sus redes sociales. “Considero como un error el haber participado para intentar detenerlo. Reconozco que no era mi rol y está fuera de mi carácter actuar de esa manera. Lo siento mucho y estoy decepcionado de mi accionar. Pude contactarme con Román. Tuve un buen momento con él y sus amigos. Estoy contento de haber podido dejar todo en buenos términos”, redactó en su perfil de Instagram.
Sin embargo, Sam emprendió regreso a su tierra natal y cuando aterrizó en Auckland los medios locales pidieron su versión de los hechos. “Vi a un invasor de campo corriendo hacia el equipo con un guardia de seguridad a cierta distancia detrás. En esa fracción de segundo tomé la decisión de ayudar al guardia de seguridad a detenerlo para que pudiera sacarlo del campo, lo que la gente no sabe es que el campo está rodeado por una gran fosa y que, entre el pitido final y la reunión de nuestro equipo, ya había habido unos cinco invasores en el terreno de juego. Fue un poco caótico”, arrancó Cane.
Lejos de pasar de página sobre el tema, volvió a caer en el centro de las críticas. “Diría que si hubiera sido un adulto, no habría sentido la necesidad de disculparme. Pero el hecho de que fuera un adolescente... enseguida me sentí mal por su edad. Luego, cuando volvimos al vestuario, reflexioné sobre eso y consideré la posibilidad de ponerme en contacto con él”.
Además, aclaró que el encuentro no fue presencial sino que se trató de un contacto vía celular. “A través del poder de las redes sociales y de algunos lugareños lo localizamos, tuvimos una videollamada y le expliqué: ‘Creía que eras un adulto’, y le pedí perdón por lo sucedido. Se portó bien. Charlamos un poco sobre su rugby. Se llama Román, es medio centro, y le dije que podría ser un medio centro corredor decente por la forma en que se las arreglaba para eludir la seguridad”, añadió al respecto de la conversación.
Para cerrar, realizó una reflexión final sobre la gente que se mete a los terrenos de juego. “El hecho de que hubiera tantos invasores en un corto espacio de tiempo y que tuvieran que hacer el esfuerzo de saltar una barrera para entrar en el campo quizá sea algo que haya que estudiar. Al final todos los invasores del campo eran inofensivos, pero supongo que nunca se puede estar seguro, sobre todo estando en un país extranjero y en una ciudad nueva”, concluyó el capitán.
Mientras tanto, Sam Cane ocultó su última publicación en Instagram debido a la gran cantidad de personas que le comentaron negativamente por su patada contra Román. El jugador de Nueva Zelanda quedó expuesto a una sanción por parte de SANZAAR en palabras del presidente Brendan Morris a Newshub: “Sólo hemos visto un número limitado de imágenes del incidente, por lo que las revisaremos mañana, tras la revisión de un informe formal del director del partido”.
En las redes sociales la discusión se encendió con Israel Dagg, ex All Blacks y campeón del mundo en 2011, ya que admitió que él hubiera hecho lo mismo. “Hubiera hecho lo mismo para ser honesto. ¡Tal vez hombrazo hubiera hecho el trabajo! Manténganse fuera del campo. Niños o adultos, manténganse fuera del campo”, escribió el fullback.