Entre cuestionamientos e interrogantes, cómo sigue el futuro de Los Pumas después del cuarto puesto en el Mundial

Mientras se espera la oficialización de la salida de Michael Cheika, el equipo ya debe empezar a rearmarse para los próximos objetivos

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Los Pumas no necesitaron brillar para quedar entre los cuatro mejores del Mundial (Reuters)
Los Pumas no necesitaron brillar para quedar entre los cuatro mejores del Mundial (Reuters)

El seleccionado argentino finalizó la Copa del Mundo en el cuarto lugar, una posición que por lo realizado refleja mucho más que lo conseguido producto de su juego, el mismo que solo de a ratos pudieron imponer en el campo. Sin un conductor fijo, ni con una voz cantante que los despertara en los momentos críticos, solo aparecieron los arrestos individuales, más que una estructura de equipo para que los conducidos por Michael Cheika no terminaran de conformar a los ojos de los numerosos simpatizantes argentinos que se llegaron hasta Francia para alentarlos durante todo el torneo e incluso también a los que desde sus casas le hicieron “el aguante” en cada encuentro.

Queda claro que Michael Cheika y su asistente Felipe Contepomi son quienes tomaban las decisiones de un staff convencido de su trabajo y sus planteos; los cuales no variaron mucho a lo largo del torneo. Solo algunos destellos individuales, muy poco de juego asociado y equilibrado durante cada match, y la poca certeza en la toma de decisiones sumados a los errores propios fueron siendo el común denominador de un equipo que a pesar de todo esas falencias, se las arregló para finalizar entre los cuatro mejores seleccionados del Mundial.

Si lo miramos desde esa ubicación final es un logro más que importante para Los Pumas, teniendo en cuenta que por debajo de ellos quedaron el dueño de casa, Francia, el poderoso Irlanda, Escocia, Gales y la decepción del Mundial: Australia. Si hasta el propio Contepomi se encargó de remarcarlo en una nota que le otorgó a un medio europeo el miércoles diciendo que ni Argentina ni Inglaterra eran el tercer y cuarto equipo del mundo, que Irlanda y Francia eran los mejores y que debajo de ellos estaban Sudáfrica y Nueva Zelanda… ¿Opiniones? ¿Realidades? Seguramente sí, que sonaron un poco fuertes a dos días de que sus dirigidos fueran a buscar nada menos que la medalla de bronce, tratando de derrotar a Inglaterra, para intentar quedar en la historia grande del rugby mundial como el segundo equipo, que al igual que el del 2007, consiguió ese gran objetivo.

Ahora bien, si uno lo mira desde la óptica del juego en sí, es real lo que dice Contepomi y entonces nos quedará ese sabor agridulce de lo que pudo ser y no fue, pensando en que el equipo nunca terminó de demostrar a que jugaba, ni cual era ese famoso plan que mencionaba una y otra vez el staff. Tampoco entendimos muchas veces la conformación titular que en algunos casos avalaba lo realizado por algunos integrantes del plantel para no variar la alineación y en otras dejaban en el banco de suplentes a jugadores que cumplían cuando les tocaba ingresar.

De esta forma y a pesar de todo, la Argentina volvió a repetir, como cada ocho años, el poder finalizar el torneo entre los mejores cuatro equipos del mundo (2007, 2015 y 2023) y estadísticamente metió otra vez la nariz entre las potencias del rugby mundial, a pesar de no haber lucido con su juego en casi ningún partido salvo en los segundos tiempos ante Gales e Inglaterra.

¿Como se entiende esto? Simple. A la Argentina el fixture le dio una mano, tuvo solo a Inglaterra como un rival de temer, al que cuando le tocó enfrentar primero en el debut llegaba en su peor momento y luego en la revancha supo buscarle la vuelta para aguantarlo y quedarse con el bronce. Las dudas a partir del debut crecieron en la interna, y surgió el mensaje para afuera que había que jugar “una final” en cada partido siguiente ante Samoa, Chile y Japón, algo que si bien era cierto, porque de volver a perder quedaban eliminados y sin chances de pasar a la siguiente ronda; de ninguna manera esos tres equipos estaban a la altura, tanto individual como colectiva de estos Pumas.

Así y todo, se tuvieron que extremar recursos para poder sacar a flote esos partidos. Con la aparición del goleador histórico Nicolás Sánchez y con un Mateo Carreras excepcional, la figura de Marcos Kremer y de Guido Petti superándose en cada partido, la tradicional entrega de Moroni, la polenta del mendocino Juan González y la vergüenza deportiva de Creevy en el poco tiempo que ingresaba, el equipo en general puso el pecho y se convirtieron en líderes de un grupo que con amor propio y orgullo, más que con juego colectivo, consiguió la clasificación a la siguiente fase para volver a empezar de cero, pero sin la pesada mochila del fracaso al hombro; como ocurrió con Mario Ledesma en Japón 2019, cuando no pudo superar la primera ronda.

Y entonces ahí llegó Gales, para medirse en esos cuartos de final, en por lejos la mejor producción Puma con el segundo tiempo de la revancha de Inglaterra. Con Gales tras un primer tiempo parejo, en el segundo se soltaron y jugaron los mejores cuarenta minutos del torneo para de esa forma poder acceder a la semifinal ante Nueva Zelanda e ilusionaron a propios y extraños con el poder estar a un paso de la mismísima final, ese sitio por el que según el staff y los propios protagonistas habían llegado a Francia.

Pero claro, la realidad volvió a golpearlos. Enfrente ya no estuvieron los Dragones Rojos y su apático segundo tiempo, sino unos All Blacks sedientos de revancha del Mundial 2019, convencidos de querer quedarse con el título del Mundo, con todo lo que eso significa, y salvo en la primera media hora del partido, en donde se estuvo cerca solo en el resultado y tras un esfuerzo enorme, luego, ya no hubo ninguna chance de estar en partido.

Así se llegó a la lucha por la medalla de bronce, otro gran premio, para tomarse la revancha de Inglaterra, y no había que dejarlo pasar. Se esperaban algunos cambios en el equipo, tal vez para darle un poco de frescura, pero no fue así, el staff apostó por la misma estructura para tratar de hacer aparecer otra vez esa ilusión que había quedado atrás en las semifinales, pero no hubo sorpresas.

A pesar de dejarlo todo, el “morir con la nuestra” fue otra vez el mensaje del staff, y en esta ocasión la fortuna no estuvo del lado argentino que a punto estuvo con una excelente remontada en la segunda parte de quedarse con el bronce. Pero no pudo ser y entonces hubo que conformarse con este cuarto lugar del Mundial. Una pena, y mucha bronca. Por un lado por la oportunidad perdida y la decepción de un grupo que dejó todo y por otro porque se estuvo muy cerca de poder decir presentes y quedó la sensación de que se les escapó por muy poco, por esos detalles que hacen que te quede más bronca aún.

Las preguntas ahora son varias para poder entender cómo seguirán Los Pumas en el futuro. Primero habrá que saber si Cheika, como había anunciado, dejará de ser el entrenador nacional tras el Mundial para cederle su lugar a Felipe Contepomi, su asistente. Luego habrá que ver quiénes dejarán de jugar en el equipo, por edad y rendimiento; y tercero se deberá saber cómo se encarará la etapa que viene, teniendo en cuenta que los jugadores como sucedió después de la pandemia seguirán desparramados alrededor del mundo y con la mente puesta en sus equipos, en principio, más que en nuestro seleccionado nacional.

Habrá que esperar las competencias que recién llegarán el año próximo en las giras de Julio y el Rugby Championship. Mientras tanto, la UAR sigue buscando un torneo, para mejorar el nivel y probar un segundo equipo como pasaba con Jaguares antes de la pandemia que tanto problemas nos causó, y por último habrá que potenciar la Superliga Americana, que sin dudas con sus franquicias seguirá siendo el banco de pruebas de los más jóvenes, así como a esos Pumitas que participarán del Mundial de Menores de 20 años.

Ayer, Los Pumas dejaron todo y no pudieron, pero a pesar de todo disfrutan de este cuarto puesto, por su amor propio y por esas individualidades que levantaron la mano en los momentos justos y sacaron a relucir su tradicional garra. Con eso les alcanzó para quedar en este privilegiado lugar entre los veinte participantes. Ahora, de cara a lo que viene habrá que barajar y dar de nuevo, trabajar mucho pensando en el futuro inmediato y buscar definir a los mejores intérpretes (staff y jugadores) en el conjunto de un rugby nacional que, así como el sudamericano no la tendrá nada fácil de acá hasta el próximo Mundial en Australia 2027.

Materia prima hay y de sobra, todos lo sabemos y hoy lo demostraron, pero se necesitará esmerarse y mucho con el resto. Ese es el próximo desafío a quien le toque comandarlo si se quiere seguir, al menos como en la última etapa cada ocho años metiendo la nariz entre los poderosos del mundo ovalado…

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