El cruce con Cristian Medina cuando se terminaba el Racing-Boca no era lo peor que iba a vivir Agustín Almendra en la noche del martes. Fue un duelo picante propio de un partido de fútbol entre dos ex compañeros que años atrás parecían que conformarían junto a Alan Varela el trío que venía a quedarse con el mediocampo de Boca por mucho tiempo. Lo que finalmente, claro, no sucedió. Pero además, al festejo del triunfo en el clásico sobre la hora le sobrevino otra cosa: un rato más tarde, la complicada saga familiar en la que nació y se crió sumaría un nuevo capítulo: su padre, Pablo Ezequiel Almendra, caía detenido bajo la sospecha de integrar una banda de ladrones especializados en hacer escruches en casas de la zona de La Plata y sus alrededores.
En la jerga de los delincuentes, el escruche es el robo de viviendas tras comprobar la ausencia de moradores y forzando puertas o ventanas. Según la causa que lleva adelante la UFI 17 de La Plata, la Policía recibió un llamado al 911 alertándola sobre un robo en una finca en 11 y 149 de la capital provincial, donde se aseguraba además que los delincuentes se habían ido en un Volskwagen Polo Blanco. Fue ahí que se hizo una búsqueda y media hora después un móvil policial se cruzó con un auto de esas características que, ante la voz de alto, aceleró para escapar. El operativo cerrojo terminó unas cuadras más adelante cuando la Bonaerense consiguió cercarlo y al requisar el vehículo encontró guantes de latex y tela, barretas, pinzas, valijas y una buena cantidad de dinero en efectivo por lo que las cinco personas que iban en el mismo quedaron detenidos bajo los cargos de desobediencia, resistencia a la autoridad y averiguación de ilícito.
Cuando empezaron a identificarlos, uno de ellos, por ejemplo, de apellido López, tenía causas por robo triplemente calificado. Pero esa no fue la sorpresa mayor, que se produjo cuando chequearon el documento y los antecedentes de otro de los detenidos. Era Pablo Ezequiel Almendra, el papá de Agustín, el ex jugador de Boca y actual volante de la Academia. Ante la consulta a la Justicia, la fiscal María Eugenia Di Lorenzo decidió que quedaran todos detenidos hasta ser indagarlos, algo que ocurrió esta tarde. En las próximas horas quedarán libres, aunque vinculados a la causa.
El tema viene a reavivar la historia de un chico que creció en un ambiente complicado y que vio al fútbol como la forma de escapar de un destino familiar que lamentablemente a veces se presenta demasiado tentador.
Es que el futbolista de apenas 23 años pasó de todo en su vida. Nacido en San Francisco Solano, tuvo una crianza llena de carencias y cuando parecía que su vida se encauzaba gracias a la pelota, empezaron a surgir problemas judiciales de todo su círculo íntimo. Por ejemplo, en 2018, a sólo unos pocos meses de su debut en Primera División, la Policía hizo un allanamiento en la casa que compartía con su novia, Cecilia Fernanda Maciel, y se llevó a ésta detenida acusándola de liderar una banda que vendía pastillas abortivas por las redes sociales. Pero este fue sólo el comienzo de la pesadilla: pocos días después también cayeron presas la madre del jugador, una de sus hermanas y una tía también acusadas del mismo delito.
Un año más tarde parecía que todo había quedado atrás y que el fútbol otra vez obraba como bálsamo. Ya con Gustavo Alfaro como técnico comenzaba a tener más participación en el primer equipo y daba la sensación de que se afianzaba como una de las mayores promesas del club xeneize. Pero otra vez el destino le jugaría una mala pasada: el que caía preso ahora, en agosto de 2019, era uno de sus tíos, que tras unos allanamientos en la localidad de Quilmes quedaba detenido junto a otras tres personas bajo la acusación de narcomenudeo, tenencia ilegal de arma de guerra y posesión de celulares y dinero cuyo origen era difícil de explicar.
Mientras él trataba de centrarse en el fútbol, el apellido seguía en las páginas policiales, y mes y medio después de la caída de su tío, otro golpe se iba a hacer presente: ahora quienes eran detenidos eran su propia abuela y otro tío, en la localidad de Almirante Brown, bajo los cargos de infracción a la ley de drogas. Los encontraron con 120 dosis de clorhidrato de cocaína, elementos para cortar el estupefaciente, balanzas de precisión, envoltorios plásticos y mucho dinero. Como si fuera poco, entró en conflicto con el club, dejó de entrenar y el futuro se presentaba cada vez más negro. El combo era explosivo: deprimido, con la pandemia que además lo confinaba a la casa, sin entrenar y con el sinfín de actos delictivos que protagonizaban los miembros de su propia familia, pensó seriamente en dejar de jugar. Un hecho le cambió la decisión: el nacimiento de su hija Francesca, lo que reconoció al asegurar que “por ella decidí no dejar el fútbol. Tenerla me cambió la vida, me dio mucha fuerza y si en algún momento pensé en retirarme, sabía que tenía a alguien ahí atrás mío que era una responsabilidad”.
Finalmente decidió no renovar en Boca y recaló en Racing por pedido del anterior director técnico, Fernando Gago. Daba la impresión que de a poco comenzaba a recuperar el nivel que hizo soñar a todos con la chance de jugar en Europa y por qué no, tener en algún momento un lugar en la Selección. Habrá que ver ahora cómo asimila este nuevo golpe, aunque según la foja de antecedentes de su padre, ya debería estar acostumbrado: sólo en la Provincia de Buenos Aires, Pablo Almendra acumula cuatro procesos judiciales por distintos delitos.