En una de las finales por el ascenso en el fútbol argentino se produjo uno de los hechos más insólitos que se recuerde en el último tiempo. Talleres de Remedios de Escalada y San Miguel jugaron la primera final por el ascenso en la B Metropolitana, que terminó empatada sin goles. Sin embargo, lo que ocurrió en el entretiempo se terminó llevando toda la atención y también el repudio de parte de la delegación visitante.
Durante el descenso, los cancheros del equipo albirrojo regaron solo el área que ocuparía el arquero del Trueno Verde en el complemento. Por supuesto que la intención fue generar lo que finalmente ocurrió: que la zona de la cancha quedara totalmente embarrada. Esto fue observado por la delegación visitante que se encontraba detrás de uno de los arcos y luego protestada por los jugadores y el cuerpo técnico de San Miguel.
Incluso, el DT del Trueno Verde, Gustavo Coleoni, tuvo un tenso cruce con el entrenador local, Martín Rolón. “Regalaron el área, ¿para qué lo hacen?, ¿qué pasó en el entretiempo, ¿llovió?”, se quejó con ironía Sapito frente a su colega cuando se acercó para comentarle que ellos siempre se riega la cancha en el entretiempo. “Allá no está mojada. ¡Es una final, boludo! No hay problema. Jugás de local e hiciste tiempo todo el primer tiempo, sos un tramposo. Hay que estar a la altura”, lanzó con bronca Sapito Coleone, frente a las cámaras de TYC Sports.
El reglamento es claro: el árbitro es el que debe decidir si el campo está en condiciones o sino proceder a su suspensión. Por supuesto, también puede intentar solucionar el incidente arrojando arena para secara la zona y luego informar que quedó condiciones. En este caso, las líneas se veían y el campo de juego no estaba anegado, por lo que el juez procedió correctamente. En el informe del cuerpo arbitral esto debe quedar detallado y será el Tribunal el que decida si habrá sanción para el club infractor, que puede ser multa o incluso suspender su cancha.
El encuentro en Remedios de Escalada terminó sin goles y el ascenso a la Primera Nacional se definirá el domingo 29, en cancha de San Miguel. El desarrollo del encuentro no escapó a la lógica de cualquier final que se precie de tal, y máxime si se trata de una proveniente del ascenso profundo del fútbol argentino como esta.
Por eso, a lo largo del primer tiempo las palabras “trabado” y “parejo” fueran las que más claramente identificaran lo que sucedía en el irregular campo de juego albirrojo, donde no hubo nadie que sacara en el juego aunque sea alguna ventaja mínima. Dentro de ese panorama de equilibrio y por el lógico impulso de jugar en casa, Talleres, fue el que mostró mayores intenciones ofensivas, complicando al arquero visitante Joaquín Pucheta especialmente con jugadas de pelota parada a través de faltas generadas especialmente por acciones combinadas por el sector izquierdo del ataque.
El triángulo que formaban el experimentado Fernando Enrique (hijo del “Negro” Héctor, campeón mundial en México 1986), Agustín Campana y Lautaro Villegas fue cargando de faltas a la recia defensa de los albiverdes, donde se destacó el colombiano ex Independiente Santa Fe, Dixon Rentería, junto al buen retroceso de Nahuel Sica, aunque ambos concluyeron amonestados.
Y en ataque además los visitantes producían poco y nada, pese a los esfuerzos constantes de Federico Sena por armar juego, aunque sus intentos terminaban siendo finalmente infructuosos, porque no encontraban contacto en los atacantes Christian Chávez y Ezequiel Melillo. Las características del desarrollo no se modificaron intrínsecamente en el complemento, al punto que la multitud (unos 10.000 hinchas) de Talleres recién sobre las postrimerías de la segunda etapa maximizaron su aliento cuando su equipo arrimó un esfuerzo final por desnivelar.
Claro que a diferencia de la primera etapa la postura de San Miguel fue un poco más consistente en cuanto al juego, con Sica siempre mostrando un criterio atinado para manejar el balón, y cuando él no la tenía era Sena el que tomaba la posta. Las bengalas y pirotecnia festiva que lanzaron los de Talleres en el epílogo se parecieron en mucho a una despedida y un premio a sus jugadores por la gran temporada realizada y la disputa hasta el final con un presupuesto inferior al de San Miguel.
Y justamente en Los Polvorines, si es que se completan algunas obras necesarias en su estadio, el próximo domingo 29 se verán nuevamente las caras en los últimos 90 minutos antes de que uno de los dos deje para el año que viene la Primera B rumbo al Nacional. Si bien con el empate en blanco la definición quedó abierta, la sensación de un mayor poderío individual parece estar del lado de San Miguel, como por ejemplo la jerarquía demostrada hoy por el mencionado Rentería.
Por eso, con su gente, San Miguel intentará dar un salto de categoría de la mano de su no menos experimentado entrenador Gustavo “Sapito” Coleoni, un especialista en ascensos que también querrá dejar su marca en San Miguel, claro que siempre Talleres mediante, porque su entrenador, el también periodista deportivo Martín Rolón, querrá escribir su mejor historia en el club del partido de Lanús.
Con información de Télam.