Una imprevista derrota de Magnus Carlsen en Qatar disparó las alarmas contra la trampa en el ajedrez

El ex campeón mundial y N° 1 del mundo fue derrotado de manera categórica en la segunda rueda del Masters en Qatar por un rival de Kazajistán que ocupa el puesto 578° del ranking

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El ex campeón mundial y N°1 del mundo  y una derrota llamativa (REUTERS/Pavel Mikheyev)
El ex campeón mundial y N°1 del mundo y una derrota llamativa (REUTERS/Pavel Mikheyev)

Últimamente, el ex campeón mundial de ajedrez, el noruego Magnus Carlsen, de 32 años, no sólo suele ser noticia cuando consigue victorias fabulosas con alto vuelo de imaginación y creación, que lo convierten en un jugador único, acaso, el mejor del historial de este juego, sino también cuando realiza explosivas declaraciones. Hoy en Qatar no fue la excepción.

En el Lusail Sports Arena se está llevando a cabo la tercera edición del Master de Qatar; una prueba prevista a nueve ruedas, con ritmo de reflexión clásico (ajedrez pensado) que reúne a 160 jugadores entre ellos ocho Top-Ten, de los que sobresalen el noruego Carlsen, el norteamericano Hikaru Nakamura, el neerlandés Anish Giri y el indio Dommaraju Gukesh. La prueba reparte más de 100 mil euros en premios, de los cuales 25 mil serán para el ganador.

Ayer, en la rueda inaugural, Carlsen batió de manera brillante, en apenas 23 jugadas (en la jerga del ajedrez se denomina miniatura a una partida que finaliza antes del límite de 25 jugadas) al prodigio indio L.R. Srihari, de 18 años. La prensa y los especialistas le dedicaron grandes espacios a los comentarios y análisis de tan fantástica victoria. Sin embargo, 24 horas después, el ajedrecista noruego que en 2021 renunció a la defensa de su corona por desavenencias con el organismo rector de esta actividad, la FIDE (Federación Internacional de Ajedrez, según el acrónimo francés) volvió a ser el centro de atención por sus declaraciones tras caer de manera imprevista e inapelable ante el joven Kazajo Alisher Suleymenov, de 22 años. Carlsen recibió una paliza en el tablero, donde fue superado desde el comienzo hasta el fin de la partida que se extendió sólo 31 movimientos. Su rival ocupa el puesto 578 del ranking de la FIDE; lo separan 327 puntos de Elo (así se denomina el puntaje de medición en ajedrez) con el N°1 del mundo. Si lo comparamos con el fútbol, un equipo de Primera División fue derrotado por otro del Ascenso. ¿Puede suceder? Sí, pero en el ajedrez es diferente.

El resultado llama la atención porque el ajedrez se trata de un juego, en el que además de las matemáticas (cálculos) y la memoria, también están en su raíz algunos principios de lógica e intuición (estrategia y táctica), por eso la mayoría de los juegos se resuelven a favor del mejor. Es verdad que suelen suceder excepciones, aunque en general son más producto del fallido cálculo o distracción del mejor jugador que mérito de su rival.

Pero la novedad no fue sólo la derrota del noruego que, si bien en actividad suele perder dos o tres juegos al año, incluso conservó entre 2019 y 2020 un récord de 125 partidas sin derrotas, sino los motivos que expuso para justificar tamaña catástrofe.

“Hoy estaba completamente destrozado en mi juego. Esto no es para acusar a mi oponente de nada, quien jugó un juego increíble y merecía ganar honestamente”, comenzó diciendo Magnus Carlsen en un “hilo” abierto en su cuenta de X (antes Twitter), y completó: “Tan pronto como vi que mi rival llevaba un reloj al principio del juego, perdí mi capacidad de concentración. Obviamente asumo la responsabilidad de mi incapacidad para lidiar con esos pensamientos adecuadamente, pero también es increíblemente frustrante ver que los organizadores aún no se toman en serio la lucha contra las trampas, sin demoras en la transmisión, espectadores caminando por la sala de juego con teléfonos inteligentes”.

Magnus Carlsen: "Es increíblemente frustrante ver que los organizadores aún no se toman en serio la lucha contra las trampas" (EFE/ Ali Haider)
Magnus Carlsen: "Es increíblemente frustrante ver que los organizadores aún no se toman en serio la lucha contra las trampas" (EFE/ Ali Haider)

Hasta hace unos meses Carlsen mantuvo un litigio con un ajedrecista norteamericano, el gran maestro Hans Niemann, al que acusó de que, valiéndose de algún artilugio electrónico, lo derrotó en una partida en 2022. Luego de ello, cuando volvieron a enfrentarse en un nuevo duelo, Carlsen optó por abandonar en la primera jugada a modo de protesta por la continuidad del jugador norteamericano en el torneo. La FIDE intervino para zanjar las diferencias, y si bien no encontró nada extraño en el comportamiento de Niemann en ese juego, la duda quedó flotando y las especulaciones llegaron incluso a mencionar de la utilización de ocultas “bolas anales” que retransmitían al norteamericano la mejor continuación de movimientos durante la partida.

Ahora, en Qatar, no sucedió ninguna acusación hacia su rival, o al menos así se manifestó públicamente el ex campeón mundial que defendió exitosamente la corona mundial entre 2013 y 2021 en cuatro ocasiones, ante el indio Anand, el ruso Karjakin, el norteamericano Caruana y el ruso Nepomniachtchi. Por eso, Tarjei Svensen, periodista noruego que sigue la campaña profesional de Carlsen contó que lo sucedido hoy en Qatar puede considerarse como la “peor” derrota de Carlsen en los últimos 15 años, contando otros casos similares cuando fue vencido por jugadores de menor fuerza como sucediera con: Giri (en 2011), Hammer (2015), Pelletier (2015), Niemann (2022) y ahora, Suleymenov.

El tema de los avances informáticos y las trampas en el mundo del ajedrez tiene ya varios capítulos escritos; cada vez son más sofisticados los artilugios con los que los “tramposos” se valen para eludir los controles de los árbitros y organizadores. Desde la utilización de relojes inteligentes, o de micrófonos y cámaras ocultas en sus gafas, gorras o falsos auriculares, e incluso hasta el escondite en algún baño de un teléfono provisto de un programa de ajedrez.

Tal vez por ello, Carlsen y todos los que deseen jugar sin sospechas de sus rivales exigen a los organizadores que además de la utilización de escáner como sucede en los aeropuertos para registrar que nadie lleva oculto un equipo electrónico, también se evite la transmisión en directo de las partidas, las que deberían llevar un retraso para impedir a quien desde el sillón de su casa pueda ver el juego junto a una computadora y transmitir al instante “al tramposo” cuál es la mejor secuencia frente a esa posición.

La situación de estos casos llevó a la FIDE a la creación de un manual “Anti Cheating”, una especie de guía anti trampas. Pero no parece que fuera suficiente.

En Argentina, en el último Abierto Ciudad de Mar del Plata, disputado en abril pasado, hubo un ajedrecista uruguayo que presentó una queja al árbitro del torneo porque su rival, el argentino Robert Hungaski, que juega bajo bandera norteamericana, poseía un reloj analógico en su muñeca. El reglamento de la FIDE habla sobre relojes inteligentes y no los antiguos o analógicos. El reclamo no fue dado por válido y el ajedrecista local optó por no llevar más su reloj al torneo.

Magnus Carlsen frente al indio Rameshbabu Praggnanandhaa (Photo by Tofik BABAYEV / AFP)
Magnus Carlsen frente al indio Rameshbabu Praggnanandhaa (Photo by Tofik BABAYEV / AFP)

“La situación es cada vez más difícil y los ‘tramposos’ están perjudicando al ajedrez”, contó a Infobae el gran maestro y médico pediatra Diego Valerga, que fue capitán de los equipos olímpicos de varones en los juegos de Dresde (Alemania 2008) y Bakú (Azerbaiyán 2016). Y agregó: “Las cosas cambiaron mucho entre una y otra olimpíada de ajedrez; en Bakú era tal la persecución y los controles que en mi puesto de capitán (está en la sala de juego acompañando al equipo) no me dejaban tener ningún tipo de vínculo visual con los ajedrecistas; para ver las partidas debía ubicar detrás de las espaldas de mis jugadores”.

Otro ajedrecista argentino, Carlos García Palermo, que en Bakú actuó como capitán del equipo femenino de Bolivia, también pasó por una situación similar.

“Las partidas duran casi seis horas; yo como capitán debo estar allí hasta que termine el último juego, te imaginarás que es casi imposible permanecer seis horas mirando las partidas, por lo que decidí llevar una novela y aprovechar el tiempo con una lectura. ¡Cuando me vieron los apuntes me obligaron a esconder todos los papeles!”. contó risueñamente a Infobae el ajedrecista platense sobre su experiencia pasada.

Aron Nimzowitsch fue uno de los grandes ajedrecistas de la primera mitad del siglo XX; nació en Letonia en 1888, y a partir de 1922 se radicó en Copenhague y obtuvo la ciudadanía danesa, donde falleció en 1935. Entre el vasto legado dejado en el mundo del ajedrez, sus partidas y análisis, las mejoras al juego y escritura de libros, entre los que se destaca “Mi Sistema”, que influyó en la formación de jugadores como Botvinnik, Larsen, Korchnoi y Petrosian, también se lo recuerda por sus particulares axiomas en el mundo de los escaques y los trebejos. Uno de ellos estaba referido a la situación que atraviesa el ajedrecista durante el desarrollo de la partida viva, a la atención y los cuidados que requieren cada posición y el complejo accionar de las piezas. Por eso, Nimzowitsch decía: “En el ajedrez, a veces, es más importante la amenaza que la ejecución”.

Tal vez Carlsen y tantos otros que hoy viven en un mundo de desconfianza, sufren la tensión de las partidas y provoca que se les disparen sus fobias; su aversión hacia los tramposos. Acaso, su rival de hoy lo venció correctamente, casi sin reproches, apenas parece una anécdota que tuviera sujeto en su muñeca izquierda un reloj con agujas. Un motivo suficiente para desconcentrarlo; una amenaza que una vez más en el mundo del ajedrez actuó tan implacable como una ejecución.

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