Diego Armando Maradona es, probablemente hasta ahora, el ser humano más fotografiado del universo. A pesar de su pérdida física desde 2020 y haber dado ventajas por la falta de tecnología actual en su etapa de esplendor como futbolista, existen millones de archivos fotográficos del Pelusa a lo largo de su vida. Y quien tomó la posta durante su periplo por Newell’s Old Boys de Rosario fue Carlos Ronga, un rosarino radicado desde hace casi dos décadas en España que guarda un archivo inédito y lo persiguió adonde el Diez se dirigiera en esa aventura por el Parque Independencia. El paparazzi que antes había sido cábala de Marcelo Bielsa y forjó amistad con el Tata Martino, tiene una increíble historia detrás.
Ronga era un reportero gráfico poco ortodoxo. Fanático de Newell’s dentro de una familia repleta de hinchas de Central, no se asoció nunca al club porque disponía de facilidades para el ingreso para sacar fotos. Tampoco tenía el carnet de ARGRA (Asociación de Reporteros Gráficos de la República Argentina), motivo por el que era mirado con recelo por sus colegas cuando trabajaba en el campo de juego de la cancha. Siempre a través de un contacto, amigo o conocido, atravesaba una puerta más que el resto. Y eso le permitía llegar a lugares de privilegios, contactar protagonistas y conocer historias jamás contadas.
Así fue que el 13 de septiembre de 1993, quedó cara a cara con el astro del fútbol mundial en el Aeropuerto de Fisherton, camino al Parque Independencia para la firma de contrato y presentación. “Lo de Maradona fue una locura. Tener una cámara colgada en el cuello me daba chapa, en esa época no me pedían autorizaciones ni nada. Y siempre conocía a alguien para entrar a algún lugar. Ese día en el aeropuerto estábamos Maradona, la Policía aeroportuaria y yo. Le pude sacar algunas fotos ahí y después en la cancha. Había fotógrafos de todo el mundo, pero ninguno pudo pasar al vestuario como yo. Desde ese día, estuve como un mes siguiendo a Diego para todos lados”, recordó Ronga a Infobae.
Entre la comitiva leprosa que recibió a Maradona en el aeropuerto, el reportero se subió al micro que lo trasladó hasta la cancha. Diego estaba sentado en el primer asiento junto a su esposa Claudia Villafañe. En la butaca contigua estaba el presidente de Newell’s Walter Cattáneo. Gracias al privilegio de presenciar ese primer encuentro, Ronga fue uno de los primeros en enterarse de una perlita que saldría a la luz con el tiempo: el caso del bidón de Branco en el Mundial de Italia 90. “Maradona le dijo a Cattáneo: ‘¿Querés traerlo a Branco a Newell’s?’ Cuando el presidente le preguntó de dónde conocía al brasileño, Diego le contó la historia. Que entre las seis botellas de agua que cargaban los utileros, había una marcada que tenía un somnífero picado. El plan era que Diego simulara que tomaba de esa y seguramente algún jugador brasileño le iba a pedir. El que pisó el palito fue Branco, que a los 10 minutos pidió el cambio y no daba más. A la noche, Diego lo llamó al hotel y le dijo ‘¿qué hacés, todavía seguís durmiendo la siesta?’. A partir de ese llamado, se hicieron amigos. Esas versiones de que Branco casi se muere y de que estaba todo mal entre ellos, eran mentira. Yo me enteré de todo mucho antes de que se conociera la historia”, reveló.
Ese fue uno de los tantos secretos que Ronga recolectó a lo largo de su trayectoria como fotógrafo y jamás ventiló: “Yo siempre me despegué de la prensa. Tengo mis códigos, me enteré de cosas que nunca saqué a la luz y eso hizo que los jugadores me respetaran. Pude haber hecho fortunas con las cosas que sabía, porque me metía hasta en las duchas con los jugadores y conocía la intimidad del plantel, pero nunca lo hice. En un momento trabajaba en una revista de golf y encontré entre los hoyos a Roberto De Vicenzo meando en un árbol con el palo apoyado al lado. Imaginate el valor que hubiera tenido esa foto, pero no la saqué por respeto y porque nunca me sentí con derecho a cagarle la vida a nadie”. Y agregó: “He visto a jugadores de Central festejando el campeonato de Newell’s en el 92, tengo fotos y todo. Como había fiesta, chicas, champagne y joda, no les importaban los colores. El fanatismo es del hincha, no de los jugadores. Yo tengo un tío que se murió de un infarto cuando Central se fue a la B”.
Volviendo a Maradona, un hecho puntual ocasionado por la histórica derrota 5-0 de la selección argentina ante Colombia en el Monumental por las Eliminatorias Sudamericanas camino al Mundial de Estados Unidos 94, hizo que Ronga se convirtiera en su fotógrafo no oficial. La revista El Gráfico había publicado una tapa negra con críticas y cuestionamientos al equipo de Basile y Diego le había hecho la cruz. Un día lo encaró a Diego entrando a la cancha de Newell’s y ahí sellaron una especie de acuerdo: “Justo pasaba por ahí y vi a Diego bajando de su camioneta Mercedes gris con sus guardaespaldas. Como soy alto, me metí con ellos y le hablé directamente. Le propuse si podíamos hacer algunas fotos, un póster o algo. Lo que es estar en el momento justo y en el lugar indicado... Me dijo que sí, que con El Gráfico estaba todo mal y que no se los iba a dar a ellos. ‘Me venís justo, te espero el jueves en el predio de Bella Vista, arreglá con el Indio Solari para ver en qué horario’”.
Esa tarde en el club hubo total hermetismo porque la práctica fue a puertas cerradas y nadie sabía por qué. Era porque Carlos Ronga iba a hacerle un book de fotos a Maradona que quedaría para la posteridad: “Tuve a Diego haciendo jueguitos para mí solo durante 10 minutos. Fue la experiencia más grande de mi vida. En un momento me dijo ‘bueno, pibe, ya está, ¿no?’. Recuerdo que estaba Claudia con las nenas, habían sacado los asientos de la camioneta y se sentaron en el pasto de Bella Vista a tomar mates. No me animé a sacarles una foto por respeto. Desde ahí Diego me tomó como su fotógrafo propio. Si hacía alguna entrevista, capaz me llamaba para que le sacara”.
Ronga explicó por qué no ganó dinero a pesar de haber recopilado material exclusivo de la estadía de Maradona en Rosario: “Me perdí parte del festejo del día de su presentación porque el presidente del club me pidió que revelara rápido las fotos para dárselas a un diario y no le podía decir que no. No me pagaron nada el diario ni el club. Ni siquiera me dieron los créditos. Con el tiempo, le compartí mis fotos de Diego a un grupo de hinchas de Newell’s bajo la promesa de que no las publicaran, pero lo hicieron. No me molesta que circulen entre los hinchas, pero sí cuando algún medio lucra con ellas”.
La mayoría de las instantáneas habían quedado archivadas en la baulera de la casa de una amiga suya que falleció después de que emigrara a España en 2004. Las recuperó casi por milagro. El único rédito económico que pudo sacar con esas fotos fue por cobrar derechos de autor a algunos medios españoles que las utilizaron en sus periódicos cuando Martino asumió como DT del Barcelona y cuando Messi festejó un gol con la camiseta de Maradona en Newell’s. Además, con las ganancias de la venta y distribución de un póster de Diego en Rosario, se compró la primera computadora: “Diego solo me pidió que le diera 500 para firmarlos y regalárselo a sus amigos y allegados. Una agencia de Buenos Aires me había encargado 100 mil de esos pósters, pero justo se lesionó antes de un amistoso con Vasco da Gama y frené la inversión. Ahí se fue de Newell’s”.
Un cruce con el entonces representante de Maradona, Marcos Franchi, adorna el anecdotario del fotógrafo: “Tengo fotos inéditas del cumpleaños que celebró en la parrilla Los Tilos de Rosario, donde estuvieron Bilardo, Raúl Lavié y otros artistas. Y también de la cena bienvenida en La Rural, donde tuve un problemita con Franchi porque al otro día El Gráfico publicó fotos de Diego y creyó que yo se las había vendido. Resulta que les pagaron a unos pibes para que se metieran por la cocina y le pidieran una foto a Diego con una cámara desechable. Al final le demostré que no era esa mi cámara y quedó todo bien”.
Sus fotos con Maradona fueron las últimas que sacó en Newell’s. Tras el cambio de directiva y la asunción del polémico presidente leproso Eduardo López, Ronga fue “expulsado”. El propio directivo fue quien le ordenó que no se acercara más al club luego de encontrarlo mientras le sacaba fotos al colombiano Carlos Valderrama durante la firma de un contrato que se frustró a las pocas horas, celebrada en el bingo que pertenecía a López. “No me dejaba entrar a la cancha ni acreditarme. Cuando el club cumplió los 100 años, fui con una silueta de Maradona en tamaño real y le dije al de la entrada que me había contratado López para poder entrar. La gente se sacaba fotos y todo. Después, Diego vino a la cancha para recaudar fondos en un partido a beneficios de damnificados por una inundación y me metí a la cancha con el mismo verso. Llegué al vestuario y justo estaba López en la puerta, pero no se atrevió a echarme en medio del quilombo. Le entregué un cuadro que le había llevado a Diego para que lo subastaran y juntaran plata, pero me dijo que no. ‘Qué subasta, este es para mi casa, que Claudia me sacó hasta los cuadros y no tengo ninguno’. Después vi en algunas entrevistas que lo guardaba realmente”.
CÓMO SE CONVIRTIÓ EN CÁBALA DE BIELSA Y SU AMISTAD CON EL TATA MARTINO
“Me tocó trabajar justo en la época de Bielsa como DT de Newell’s. Estaba en la revista Encuentro y viajaba a los partidos. Estuve en las dos finales de Copa Libertadores. La primera fui como hincha. Llegamos en dos colectivos y nos volvimos todos en uno solo porque al otro lo quemaron en Uruguay. Me tiraron un adoquín que me pegó en el codo y me quedó hinchado por días. Contra Nacional fue una guerra. Se portaron así a pesar de que ganaron, imaginate si perdían. Los de Peñarol comieron con nosotros al mediodía y a la noche se olvidaron de todo. Era Argentina contra Uruguay. A la segunda final, contra San Pablo en Brasil, ya fui en avión como fotógrafo profesional”.
Ronga tenía llegada a varios jugadores. Le llegó a sacar algunas fotos a Mauricio Pochettino y a menudo le vendía imágenes a la madre de los hermanos Franco. Sobre su relación con Bielsa, repasó: “Marcelo se dio cuenta de que, cuando iba yo, Newell’s no perdía. Entonces viajaba con la Reserva por pedido de él. El único partido que lo vi perder fue aquella final contra San Pablo. Con el Loco mantengo una amistad, hablamos siempre por teléfono. De vez en cuando tenemos una conversación filosófica, hablamos de los valores de la vida. Cuando vino a Santander a jugar con el Bilbao, me visitó en mi estudio y me dio dos entradas. El Athletic empató el partido sobre la hora, me llamó por teléfono y me dijo ‘la leyenda continúa’. Después también me invitó a Leeds a ver un partido contra Manchester United”.
Además de intercambiar mensajes por WhatsApp con el actual entrenador de la selección uruguaya, también lo hace con Gerardo Martino, al que felicitó luego de su desembarco en Inter Miami. Durante la pandemia, el Tata fue uno de los invitados a una presentación de fotos virtual del Newell’s campeón del 88 en la que participaron otros ex jugadores como Juan Manuel Llop, Gustavo Dezotti, Norberto Scoponi y Roberto Sensini, entre otros. “El Tata me invitó a ver al Barcelona al Camp Nou. Cuando llegué, me dieron una pulserita VIP y me dejaban pasar a todos lados. Yo no lo podía creer, de repente estaba hablando con Anto Roccuzzo y el padre del chileno Alexis Sánchez. Tenía acceso al sector para los familiares de los jugadores. Después del partido, me invitó a cenar al Hotel Princesa Sofía”, rememoró.
LA HISTORIA PERSONAL DE CARLOS RONGA
Nacido en el año 62, en Rosario, estuvo a días de viajar a combatir a las Islas Malvinas (tenía fecha programada justo cuando se dio la Rendición). Empezó como fotógrafo profesional a los 17 años, trabajando en una guardería frente a su casa a la que concurría su sobrina. A los 20, se mudó a Bélgica para vivir con una hermana que estaba allí. Retornó en 1985 y empezó a cubrir los partidos de Newell’s y Rosario Central para algunas revistas. Cuando Eduardo López lo echó de Newell’s, montó un estudio para hacer fotos publicitarias de todo tipo de productos. También cubrió desfiles de moda. Llegó a tener un restaurante con el que se fundió. Padeció el corralito del 2001 y, al tiempo, viajó a España para probar suerte allí. Empezó con los primeros trabajos que encontró a mano antes de retomar su pasión: la fotografía.
A Rosario no volvió más: “Cuando tenía el restaurante, venía todo el mundo y estaba lleno de amigos y familiares que comían gratis. Pero, cuando me fue mal, desaparecieron todos. Me quedé sin amigos ni familia. Cuando tuve problemas económicos, en la calle no me saludaba nadie. El único lazo que me quedó con la ciudad es Newell’s, porque veo los partidos por la tele”. Actualmente volvió a sus orígenes tomando fotos escolares y reside en Santander, ciudad española a la que pertenece el club Racing, donde militaron algunos argentinos ex Newell’s como Diego Mateo, Ezequiel Garay y Lionel Scaloni. Ronga fue quien le tomó la foto a Maradona junto a sus hijas, en la que aparece el actual DT de la Selección -con rulos- porque jugaba en las Inferiores.
¿Qué piensa hacer con el archivo fotográfico de Maradona en Newell’s? “Esas fotos tienen un valor para mí. Yo no fui empleado y nunca me reconocieron ese trabajo. Me busqué la vida. A mí no me abrían las puertas los dirigentes sino amigos que tenía adentro. Si en algún momento alguien del club quisiera comprarlas para armar una exposición y guardarlas, yo estaría dispuesto”.