¿Soy fanático del rugby? No lo sé. Acaba de terminar el último partido del Grupo C de la primera ronda del Mundial de rugby 2023 con sede en Francia, zona que Argentina compartió con Inglaterra, Samoa, Chile y Japón. Aquí, ante los nipones, los Pumas acaban de regalarles a los hinchas presentes un gran partido. ¿Desde lo táctico? No. ¿Desde lo técnico? Tampoco. ¿Desde lo anímico? Sin dudas. Pero no quiero centrarme en eso, quiero regalarme y, en el mejor de los casos, regalarte una mirada desde la tribuna (sé que no siempre son buenas ni certeras).
Tribuna llena, de argentinos y japoneses, y los espacios vacíos fueron ocupados, en su gran mayoría, por franceses hinchando por Japón. Esto resulta previsible porque el país galo viene de sufrir una derrota inolvidable en fútbol (final de último Mundial), y en cuanto a rugby, no se han olvidado aún las dos derrotas a mano de los argentinos en la Copa del Mundo en la que ellos también fueron locales (2007); dos derrotas que no nos perdonan aún en este deporte: primero, en el partido inaugural, en el que los Pumas fueron claramente superiores y arruinaron una fiesta a la cual no estaban, a priori, invitados. El segundo partido fue el que definió el tercer y cuarto puesto. En ambos encuentros jugó, gustó y ganó Argentina… Fueron una fiesta. Desde ahí en adelante Argentina debe enfrentarse (y hay justicia sentimental en ello) a tribunas locales francesas a favor de cualquier equipo que esté enfrentando a la selección nacional.
Tribunas y tercer tiempo
Me toca estar con Pablo, un amigo, fanático; yo no tanto, como le avisé a él. Es un partido difícil desde lo emocional, él se excede, y alguien atrás, argentino también, le recuerda que esto es un juego de caballeros, que debe ser más respetuoso. Terminó el asunto, no enseguida, pero terminó al fin. Mucho argentino gritando, cantando, hinchando. Muchos de los franceses proclaman por Japón (pocas cosas menos naturales que un francés desee que gane Japón en este deporte) y la cuestión se ¨empioja¨ cada cinco minutos; él (Pablo) se enoja y calma con la rapidez japonesa para llevar el juego, y es que la mayoría del partido se jugó al ritmo japonés, o menos. A diferencia de otros deportes, en el rugby hay cosas que todavía se respetan. Nos calmamos.
Bajamos un cambio. Estadio repleto, estadio alentando. Estadio feliz: los Pumas acaban de pasar a cuartos con un partido difícil, la cancha se desagota con algarabía pero sin desmanes, a diferencia de otros deportes, este juego puede jactarse de que pase lo que pase, en la cancha, y en las tribunas, debe existir el buen comportamiento. Nos espera Gales, una selección fuerte y en un excelente nivel. Candidata.
Tercer tiempo
Vamos rumbo al tercer tiempo. En el colectivo que compartimos rumbo allí, me encuentro con Tomy, 11 años, hincha de CASI, me dice que Japón jugó bien y que Argentina “no jugo un buen partido”; sonríe y se sienta. Tomas Giménez se emociona, nos lleva a muchos de nosotros, que compartimos el colectivo, a rincones de recuerdos donde los Pumas no disputaban estas etapas decisivas de Mundiales, habrá que festejar entonces por lo logrado hoy.
El tercer tiempoes un momento rugbístico por excelencia. Los terceros tiempos son al rugby, lo que las previas son al fútbol. Juntarse en Quinteros para los hinchas de River, o en Parque Lezama para los de Boca, por ejemplo, es como disfrutar en el quincho de Liceo Naval un post partido para los liceanos, fanáticos de la ovalada.
Aquí hay alegría, no desmesurada, pero alegría al fin. La mesura da lugar a las conversaciones que podemos escuchar, atadas sí al respeto de estar en el mismo lugar donde están los protagonistas (jugadores), pero por lo bajo se habla y escucha sobre un rendimiento que es mejorable, sobre todo algunas posiciones importantes del equipo.
En fin, en las playas del hotel L’Hermitage de la ciudad de La Baule, Francia, se disfruta de una victoria, pero se esperan mejoras del equipo. Man of the match, Mateos Carreras. Próximo paso, Gales, selección con amplísima tradición rugbística y una de las favoritas en este Mundial. Todos lo saben: habrá que mejorar para ganar.