Esta noche Palmeiras y Boca Juniors definirán el último boleto para la final de la Copa Libertadores 2023. Ambos conjuntos registraron otros dos antecedentes por la misma instancia de semifinales: el último en 2018 y el anterior en 2001. La particularidad es que el Xeneize siempre resultó ganador. Y, sin lugar a dudas, el de principios de siglo fue el más picante por contexto y los acontecimientos que se desarrollaron en Brasil después del 2-2 en Buenos Aires, sumado al hecho de que el año anterior el equipo argentino se había impuesto en la final.
El elenco dirigido por Carlos Bianchi viajó a San Pablo obligado a no perder aquel miércoles 13 de junio. En pleno conflicto con la dirigencia por diferencias económicas, el plantel se hizo fuerte en el estadio Palestra Itália (hoy reformado y llamado Allianz Parque) y, a pesar de haber estado dos goles arriba, obtuvo otra igualdad que derivó en la tanda de penales. Allí selló su boleto a la final.
La atmósfera que montaron los torcedores del Verdao fue de características bélicas. Al margen de las bombas de estruendo que explotaron cerca del hotel de concentración durante la madrugada previa, hubo insultos y agresiones desde el arribo de los futbolistas boquenses a la cancha. El cuadro de Celso Roth salió decidido a llevarse por delante a Boca, con un juego de contacto y agresivo. Pero en el amanecer de la acción, Walter Gaitán pescó un rebote en el área y puso arriba a los de Bianchi, quien vivió el duelo desde un palco por estar suspendido (Carlos Ischia, su ayudante de campo, se comunicó a través de walkie-talkie). Instantes después, Juan Román Riquelme frotó la lámpara y puso 2-0 en suelo paulista. El 10 desplegó parte de un repertorio que quedaría grabado, a la postre, en la retina de todos los futboleros. Muchos consideran ese partido de JRR10 como la mejor actuación individual de la historia de un futbolista en Copa Libertadores.
Antes del descuento del Palmeiras, el juez de línea Daniel Wilson le anuló un tanto al conjunto anfitrión por una mínima posición adelantada. Las repeticiones mostraron que el colegiado había acertado con su decisión, pero las tribunas explotaron de ira contra la terna arbitral comandada por el colombiano Oscar Ruiz y el gol que acortó la diferencia en el score no ayudó a que se calmaran los ánimos. Dos fanáticos brasileños se metieron en el campo de juego y agredieron físicamente al lineman (uno con una trompada y otro con una patada voladora). El cotejo fue suspendido durante 7 minutos. Los agresores fueron detenidos, mientras el asistente era atendido por auxiliares médicos. Ruiz mantuvo una extensa charla con los efectivos policiales a cargo y, tras una conversación con los capitanes Jorge Bermúdez y Galeano, ordenó que la pelota volviera a rodar.
Pero la historia no terminó allí. Antes de que los futbolistas se encaminaran a los vestuarios para descansar, Alexandre le dio un planchazo tremendo a Cristian Traverso. Y si esa actitud contra su colega había parecido desleal, en la misma jugada esquivó una barrida de Mauricio Serna con un salto y, en la caída, ensayó una patada descendente con las suelas de sus botines en busca de conectar la humanidad del colombiano, al que raspó. Chicho se le fue al humo y el defensor brasileño se fue expulsado.
Tras el pitazo de entretiempo, los visitantes se metieron en el túnel bajo una lluvia de objetos contundentes que caían desde las gradas cercanas al mismo. Y así también fue el recibimiento de cara al complemento. Después de la charla técnica, caminando hacia el palco desde donde vería el desenlace, a Bianchi le arrojaron un proyectil que le abrió la cabeza. Las cámaras lo mostraron en más de una ocasión siendo auxiliado y curado por Marcelo London, uno de los directivos que lo acompañaban en el palco.
Boca no consiguió sellar la victoria y Palmeiras lo empató a los 21 minutos de la segunda mitad con un hombre menos (sobre el final, también vería la roja Aníbal Matellán). La expectativa por el resultado final ayudó a que la cuestión no se desmadrara, pero la Policía recomendó abandonar rápido el campo de juego a la delegación visitante para que no se originaran disturbios tras la clasificación en tanda de penales. Casi ni pudo festejar, aunque hubo desahogo en los vestidores.
Y no solamente desahogo, porque ante las cámaras de televisión con programas en vivo y de diferentes señales, los futbolistas y parte del cuerpo técnico de Boca cantaron en contra de Orlando Salvestrini, tesorero del club y mano derecha del presidente Mauricio Macri.
¿Por qué sucedió esto? Luego de que los futbolistas reclamaran el cobro de unos premios pendientes por la disputa de la Copa, el directivo declaró públicamente: “Los jugadores están un poco histéricos, tendrían que ir a un psicólogo. Tal vez no quieran viajar porque le temen a algo. Yo creo que en la vida todos tenemos que pasar alguna vez por el psicólogo”. Sin desenfocarse del plan de juego, el plantel firmó una carta en repudio a sus comentarios: “Sobre las declaraciones del señor Salvestrini, hacemos conocer nuestro más grande repudio, dado que este plantel al que dijo que le hace falta un psicólogo y además, según él, tiene miedo al fracaso, le recuerda que en tres años salió campeón tres veces de la Argentina, y también de América y del mundo. Afortunadamente, él no tuvo nada que ver con estos logros. Desde 1995 a 1998 Boca no ganó nada”.
Serna, antes de salir a la cancha, expresó: “Si él nos está llevando al psicólogo, que me invite”. Todavía en el campo de juego, camino al vestidor, disparó: “Se lo dedico a Salvestrini”. Y, ya en la intimidad de los festejos, Chicho fue uno de los que se puso una remera blanca con el escrito “Paguen y cállense” y “Salvestrini al psicólogo”. Antes de disputar la final victoriosa ante Cruz Azul, en el camerino visitante de Parque Antártica resonaron fuertes cánticos contra el tesorero.