Fue figura, fue estandarte, fue clave en la tanda de penales. Emiliano Martínez se convirtió en ídolo argentino en la que fue su primera Copa del Mundo y se tatuó en el corazón de todos los fanáticos albicelestes. Cuando transcurrieron más de 9 meses de esa hazaña en Medio Oriente, el Dibu hizo una fuerte confesión sobre la final contra Francia: “En mi cabeza no hubiera aceptado jugar al fútbol si la hubiera perdido”.
El marplatense que se ganó el arco de la Selección en la Copa América 2021 no anduvo con vueltas a la hora de hablar de la suerte deportiva del equipo de Lionel Scaloni en el épico duelo en Lusail: “Yo sabía que iba a estar a la altura, pensaba en cómo volvíamos. Alegres, tristes... Yo no pensaba volver triste. No tenía otro fin. Muchos jugadores han jugado apenas terminó el Mundial y yo no hubiera sido capaz por el dolor que hubiera sentido. A la hora de ganar, podría haber ido a jugar al otro día, pero obviamente había que celebrar con la gente, era lo más lindo y lo que más estábamos esperando con los chicos. Si hubiera perdido, no hubiera sido capaz de volver por dos o tres meses. Era un duelo. Era como perder a alguien”.
Sobre aquella final contra los franceses, expresó en el programa Llave a la Eternidad (TV Pública): “Fue el partido que más disfruté porque los chicos estaban con confianza, no dejaban espacios, ellos habían hecho dos cambios, no sabían qué hacer, tiraban la pelota afuera. Al ver a los chicos con tanta confianza, dije ‘este partido lo ganamos’”. Al mismo tiempo, reveló que hizo a horas del encuentro decisivo en Doha: “La noche anterior pude dormir bien, duermo bárbaro antes de los partidos. Y dormí tres horas de siesta el día de la final. Me comí un sandwichito de jamón y queso con mate con mate. Esa fue mi merienda antes de una final”.
Fue Dibu quien sostuvo el 3-3 en el tanteador y llevó la final a la tanda de penales en la que resultó ser figura. Sobre la jugada que pudo haber cambiado la historia, el mano a mano con Kolo Muani, precisó: “Ota había cabeceado y quedó fuera de posición, le pegó el central para arriba y no me precipité, nunca me sorprendió porque estaba esperando el error de Ota. No me puse nervioso a la hora del tiro, fui acomodando adonde yo quería que vaya. Después, te puede pegar o no. A la hora de achicarme y hacerme grande, creo que hice todo bien”. Enseguida mencionó que se le cruzó por la cabeza en ese momento: “No pensé nada, fue levantarme rápido por una posible segunda jugada. Salimos jugando y me arrodillé después de la chance de Lautaro porque por dentro quería que cabeceara cruzado como quiso hacer, pero se le fue afuera. Les dije a los chicos que hubiera estado más feliz si la ganábamos ahí que en los penales. Porque Lautaro venía sin meter goles y que nos diera el Mundial en ese minuto me hubiera puesto más orgulloso por él”.
A la hora de ser consultado por Lionel Messi, realizó una profunda reflexión: “Él representa lo que es un argentino. Familiero, da todo por sus hijos y su mujer. Ama el fútbol, da todo en la cancha. El ejemplo a seguir es Messi, siendo el más famoso del mundo probablemente. Que ame a su familia y cuide tanto a sus hijos como lo hace él, es un orgullo. Yo lo sigo mucho en ese aspecto. Es el primer y único jugador en la historia en completar el fútbol. Termina la carrera como un ídolo no solo como jugador sino como persona. Estas cosas no se las digo, porque las sabe. Sabe lo que lo aprecio y lo defiendo adentro de una cancha”.
OTRAS FRASES DEL DIBU MARTÍNEZ
La derrota con Arabia Saudita. “Entré al vestuario, me saqué los guantes, me senté y agaché la cabeza como todo el mundo. Lo que más recuerdo es el silencio de dos minutos en el vestuario después del partido. Se escuchaban las canilleras o botines, nadie habló. Tomamos consciencia de que algo malo habíamos hecho. Yo no podía creer que me pasara eso en el debut de mi primer Mundial. Que me lleguen dos veces y me metan dos goles. Fue horrible, muy feo. En el entrenamiento capaz había sacado 55 pelotas y en el partido no pude sacar las únicas dos que me patearon. Te vas con un sabor muy ingrato por no poder ayudar al equipo, que jugó también y necesitó de mí. Siempre me pongo esa presión. Me tomo el deber de ser un padre atrás de ellos y que ante cualquier error voy a estar atrás para ayudarlos”.
Cómo debe rendir un arquero. “Tiene que ser consistente. Ni un 10 ni un 1. Tiene que ser un 7 o un 8. Desde que estoy en la Selección siempre estuve detrás de ese objetivo”.
Su equipo de trabajo. “Uso una app de meditación a la noche cuando no me puedo dormir después de los partidos, me ayuda a cerrar los ojos. Tengo mi profe de pilates y yoga. Mi psicólogo. Un osteópata para la espalda. Un masajista personal. Siempre voy por afuera y personal. Uno siempre invierte en uno mismo, es la mejor inversión junto a la de la familia. Siempre tuve un círculo cerrado. Tengo amigos en todos lados, pero el círculo que tengo conmigo al lado es muy chico”.
Qué le dejará la idolatría en la Selección. “Un adulto en 7 u 8 años va a gritarme para que salga de la cancha y entre otro, es el fútbol. Pero los nenes me van a tener de ejemplo o van a tomar mucho de mí cuando sean grandes. Lo que más me llevo es que, mal o bien, a futuro Argentina va a tener muchos arqueros. Ojalá que muy buenos. Volvió el amor por el arco”.