El fútbol argentino de Primera División se asoma a un fin de semana de características extraordinarias, con la disputa de todos los clásicos, que poblarán de emoción la geografía nacional, con el aditamento, más allá del que siempre expone el choque entre los tradicionales adversarios, que en muchos de ellos habrá equipos involucrados en la lucha por no descender. Que se disputen estos encuentros en una misma jornada ha ocurrido en algunas ocasiones en los últimos años, pero tiene sus primeros antecedentes en las décadas del ‘70 y ‘80, con muchas situaciones y momentos para ser rescatados
El día de la primavera de 1975 dio comienzo el campeonato Nacional, cuando todavía resonaban los festejos del Metropolitano obtenido por River Plate, cortando su increíble racha de 18 años sin títulos. En una situación particular y muy poco común, el certamen tuvo en su primera fecha a todos los clásicos. Vale recordar que en esos tiempos había dos competiciones oficiales por año y que la segunda era el Nacional, en la que se sumaban equipos del Interior del país. En aquella edición, el número de participantes se elevó hasta 32.
Los dos clásicos más importantes fueron, también, los que dejaron más elementos para la evocación. En cancha de Racing se dio un partido extraordinario, con 9 goles, 3 expulsados y 4 penales sancionados. Fue la tarde inolvidable de Alberto Mario Jorge, quien convirtió 4 tantos en la victoria de la Academia sobre Independiente por 5-4, mientras que el restante fue de Horacio Cordero. La evocación de los apellidos de los autores de las conquistas rojas es un viaje a las gloriosas horas del club en los años ‘70: Daniel Bertoni, el Chivo Ricardo Pavoni, Francisco Pancho Sa y Percy Rojas. Las crónicas de época señalaron a Ricardo Bochini como la gran figura de su equipo, como solía pasar en los duelos de Avellaneda. Sin embargo, el final estuvo lejos de ser feliz y no solo por el resultado, ya que fue expulsado por una protesta por el árbitro Humberto Dellacasa, a un minuto del final.
En La Bombonera, River repitió el triunfo 2-1 del Metropolitano, en un partido parejo y muy disputado. Se produjeron dos debuts, uno por bando, que acapararon la atención de la prensa. El balance de uno y otro, visto a la distancia, fue diametralmente opuesto. Mientras Carlos Biasutto, arquero incorporado por Boca, tras su exitoso paso por Rosario Central, quedó en el olvido, Leopoldo Jacinto Luque, llegado a los Millonarios desde Unión y para reemplazar a un goleador de raza como Carlos Morete, fue tremendamente efectivo. No solo marcó un tanto esa tarde, sino que adueñó de la camiseta número 9 de la banda en el lustro siguiente y lo mismo ocurrió en la selección argentina, donde fue un puntal del campeón mundial de 1978.
En Parque Patricios, Huracán utilizó el logo de Adidas en su camiseta y las tres tiras en las mangas. El titular de la empresa, Eduardo Bakchellián, hombre decisivo en la explosión de las marcas deportivas en el país, era hincha del Globo y allí está el motivo de ese inicio. San Lorenzo se impuso por 1-0, pero el detalle más destacado fue que en el elenco local hizo su debut un joven cordobés, que ya había impresionado muy bien en Instituto un par de temporadas antes y que dejó su nombre grabado en la historia del fútbol argentino como campeón del mundo: Osvaldo Ardiles. Ingresó en el segundo tiempo, pero a partir de la fecha siguiente se ganó la titularidad y nunca más salió, con un rendimiento siempre en alza, hasta ser transferido a Inglaterra al concluir la Copa del Mundo del ‘78.
El pasional derby de la ciudad de Rosario, siempre parejo y equilibrado, en aquella ocasión escapó a la tradición, por exclusiva responsabilidad de un jugador fantástico y goleador letal, que fue el autor de todas las conquistas del 3-0 final a favor de Central. Fue Mario Alberto Kempes, que explotó todas las variantes de su inagotable repertorio, al marcar uno de derecha, uno de zurda y el restante con un golpe de cabeza. Un Matador en su más pura esencia. En La Plata, Estudiantes se impuso 2-1 a Gimnasia con goles firmados por un apellido legendario para la institución: Galletti. Rubén, el padre, dejó una huella que siguió años más tarde su hijo Luciano. Con la casa rojiblanca hizo su presentación un futbolista que enseguida se ganó a los hinchas por su toque y buen trato de pelota. Era Carlos Ángel López, que pasó a ser clave en el esquema del entrenador, que no era otro que Carlos Salvador Bilardo.
En las revanchas, jugadas poco más de un mes más tarde, Boca se tomó desquite de River y lo superó por 2-1 en el Monumental con goles de dos jóvenes surgidos de las Inferiores como Hugo Paulino Sánchez y Abel Alves. El clásico de Avellaneda se postergó por el mal clima al igual que San Lorenzo versus Huracán. Ambos, disputados días más tarde, finalizaron igualados (1-1 y 2-2, respectivamente). En este último, se anotaron en el marcador dos futbolistas que serían campeones del mundo tres años más tarde: Oscar Ortiz y Omar Larrosa.
La paridad fue el común denominador para casi todos, porque eso ocurrió en Rosario (1-1), Córdoba (2-2) y La Plata (1-1). La excepción fue en Santa Fe, donde Colón superó a Unión como local 1-0. Aquí dijeron presente como titulares dos arqueros que serían muy importantes en el ciclo de César Menotti que apenas llevaba un año de vida: Héctor Baley y Hugo Orlando Gatti.
Para volver a tener todos los clásicos juntos en la misma fecha debieron transcurrir siete años, un período lleno de momentos excepcionales para el fútbol argentino, en el que se pueden enumerar al Boca de Juan Carlos Lorenzo, ganando la Libertadores e Intercontinental, el tricampeonato de River dirigido por Ángel Labruna, la hazaña de Independiente ante Talleres en Córdoba, el descenso de San Lorenzo, el primer grande en sufrirlo, los títulos mundiales de mayores en 1978 y juvenil de 1979. Todo enmarcado por la esplendorosa aparición y explosión de Diego Armando Maradona.
El domingo 7 de marzo de 1982 fue el momento en el que volvieron a verse las caras los tradicionales rivales en una misma jornada, la 5° del torneo Nacional, que por primera vez se jugó antes que el de 1° división, por la disputa del Mundial de España a mediados de año. La atención se centró en el Monumental, donde Boca concretó una de sus mejores labores en ese estadio ante River Plate, al golearlo por 5-1, con gran actuación de Ricardo Gareca, autor de dos golazos. Es justo mencionar que el cuadro de Núñez, dirigido por Alfredo Di Stéfano, estaba seriamente disminuido porque sus mejores valores se encontraban concentrados con la Selección, en plena preparación para la Copa del Mundo, y los otros profesionales habían sido sancionados por el club al no presentarse en el verano a disputar un partido ante Peñarol en Mar del Plata, por reclamar el pago de los premios adeudados.
En cancha de Independiente el clásico terminó empatado en uno. Para Racing señaló un joven que mostraba buenas condiciones, pero no llegó a consolidarse (Juan Sarulyte), mientras que para Independiente lo hizo un goleador extraordinario (Antonio Alzamendi), El detalle curioso ocurrió con Carlos Fren, quien en la primera fecha de ese torneo jugó para Independiente, pero como el libro de pases continuaba abierto, pasó a Racing y esa tarde enfrentó a quienes habían sido sus compañeros hasta 20 días antes.
En Rosario, Newell´s superó a Central por 2-1, revirtiendo la desventaja inicial, gracias a los goles de una de sus figuras de aquellos años, como lo era el habilidoso puntero Santiago Santamaría. Ferro Carril Oeste era el mejor equipo y sería el campeón de ese Nacional. En su visita a Liniers, aplastó a Vélez por 4-0, con una actuación brillante. San Lorenzo, Colón y Gimnasia estaban en Primera B y ello impidió la disputa de tres clásicos tradicionales. Sus históricos adversarios fueron emparejados así: Huracán vs Nueva Chicago (primera participación en la máxima categoría), Unión con el debutante Renato Cesarini de Rosario y Estudiantes con Quilmes.
Entre esa jornada y las revanchas pasó un mes y medio, pero en el medio ocurrió un hecho que consternó a la sociedad argentina, como fue el inicio de la guerra en las Islas Malvinas, que dejó todo en un segundo plano. El torneo siguió su andar, pero ya nada era normal en el país. El domingo 25 de abril por la tarde, cuando se estaban disputando los clásicos, desde el Sur llegaban las peores noticias, con respecto al ataque británico a las Georgias. La revista Goles alentaba la particular iniciativa de llevar adelante un Superclásico en las Islas Malvinas, con un futbolista de cada club en la tapa y el mapa de archipiélago detrás. Obviamente, solo quedó en una idea.
Pero la pelota siguió rodando. Un par de días antes, el viernes 23, César Luis Menotti dio a conocer la lista de buena de fe definitiva para el Mundial. Estaba trabajando con 25 jugadores y debía dejar a tres afuera, pero para sorpresa de muchos, terminaron siendo cuatro los excluidos (Raúl de la Cruz Chaparro de Instituto, Edgardo Bauza de Rosario Central, Jorge Gordillo y Enzo Búlleri de River) y uno reconvocado (Santiago Santamaría de Newell´s). El detalle curioso fue que los cinco tomaron parte de la fecha disputada 48 horas más tarde.
El Tapón Gordillo y Búlleri lo hicieron en la Bombonera, en un deslucido empate en cero, que se inscribió entre los peores choques de la historia del Superclásico, por el bajo nivel de ambos. Chaparro fue titular en la caída de Instituto 1-0 ante un envalentonado Talleres dirigido por Ángel Labruna. Pero lo más destacable fue que en el clásico rosarino, los otros dos involucrados, fueron autores de los tres goles de esa tarde en Arroyito. Bauza abrió el marcador con un golpe de cabeza, pero Santamaría igualó de penal sobre el final de la primera etapa. El destino le tenía reservado al Patón una pequeña redención tras ser desafectado de la Selección, porque fue el autor del tanto del triunfo a un minuto del final.
En Caballito, Ferro mantuvo su costumbre de aquellos años y venció nuevamente a Vélez por 2-1, en un score que se quedó cortó. El detalle curioso fue que el cuadro de Liniers jugó con una camiseta a bastones verdes, blancos y rojos, rememorado sus colores originales. Racing tenía su estadio clausurado y recibió a Independiente en campo de Velez, donde hizo de local en ese torneo. Fue triunfo de los Rojos por 2-1, con la particularidad de que dos de los tres goles fueron en contra: Pedro Monzón y Diego Castelló. También allí ocurrió un hecho particular. Jorge Burruchaga siempre se destacó, además de sus cualidades futbolísticas, por ser un eximio ejecutante de penales. Por torneos de AFA remató 31 y solo le atajaron 6, pero 4 de ellos fueron en ese estadio y el primero ocurrió esa tarde, en las manos de Alberto Vivalda.
Aquel fue el único Nacional en la historia de la competición en que ninguno de los equipos grandes avanzó a la fase final. Ferro se consagró campeón a dos semanas del fin de la Guerra en Malvinas y en plena participación de la Selección en la Copa del Mundo. Se viene una nueva fecha llena de clásicos, con otros apellidos y distintos protagonistas, pero con la misma pasión que trae desde todos los rincones de su historia, el rico fútbol argentino.