Las memorias del Chavo Pinto: del secreto de Bianchi que le dio a Boca la Libertadores 2003 a su reto al Changuito Zeballos que lo hizo reaccionar

El ex mediocampista del Xeneize, que supo trabajar en las Inferiores del club, hoy acompaña a Darío Franco en el cuerpo técnico de Almirante Brown, animador de la Primera Nacional. “El Mundo Boca te abruma y te cuesta la adaptación. La podés pasar muy mal”, explicó

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El Chavo trabajó en la cantera de Almirante Brown y luego se sumó al cuerpo técnico de élite
El Chavo trabajó en la cantera de Almirante Brown y luego se sumó al cuerpo técnico de élite

Es complicado llegar a Boca desde otro club porque no sabes con qué te vas a encontrar. Si no tenes personalidad, el Mundo Boca te abruma y te cuesta la adaptación. La podés pasar muy mal”, sentencia Gustavo Pinto, quien fue parte del Boca bicampeón de América y resultó uno de los tantos juveniles que fueron promovidos a la Primera División en la época dorada de la Institución de Brandsen 805.

El oriundo de Isidro Casanova arribó con 9 años a La Candela, predio donde inició su carrera juvenil, en la cual se destacó durante la gira internacional con el equipo Sub 20 xeneize que venció al Barcelona FC y al Real Madrid en España. Su debut en la máxima categoría fue el 9 de febrero de 2000, en un amistoso de verano contra River Plate que terminó con una victoria por 2 a 1 y la posterior salida de Ramón Diaz como entrenador millonario.

El Chavo fue ganándose su lugar en diferentes encuentros importantes y claves para el conjunto comandado por Carlos Bianchi, que ganó las Libertadores 2001 y 2003. Es más, el volante central integró el once que superó a Palmeiras en la revancha por las semifinales del torneo internacional 01. “En San Pablo fue bravísimo. Ahí quizá nos empezamos a sentir campeones de América. A partir de ese momento, el equipo se convenció de que estaba a un pasito y eso que la noche anterior no pudimos dormir por las bombas de estruendo que explotaban cada media hora”, recuerda el ex futbolista que obtuvo tres títulos con la casaca Azul y Oro, dos copas internacionales y el Apertura 00.

Además de destacarse en el club de la Ribera, el mediocampista jugó en Newell’s, Olimpo de Bahía Blanca, Emelec de Ecuador y pasó por el fútbol chino y ruso. No obstante, ni bien colgó los botines en el 2013 siendo parte de Los Andes, se puso el buzo de entrenador para trabajar en las inferiores xeneizes, donde dirigió a juveniles que hoy son parte del plantel comandado por Jorge Almirón que aspira a ganar la séptima.

Langoni empezó jugando de lateral por derecha y de a poco se fue desarrollando como delantero. Zeballos mostraba cosas muy interesantes en los entrenamientos, pero cuando llegaba el fin de semana no rendía en los partidos de AFA. Le faltaba carácter”, resalta el hombre de 44 años en un mano a mano con Infobae.

- ¿Qué es de tu vida, Gustavo?

- Estoy trabajando como ayudante de campo de Darío Franco en Almirante Brown. Arranqué este año siendo entrenador de la Reserva, y también colaboraba en el armado de las juveniles. Así estuve hasta julio que se fue Orfila. A partir de ese momento, agarramos el interinato con los muchachos que estábamos en la segunda categoría durante cuatro fechas y cuando llegó Franco nos sumamos a él.

- ¿Qué tal es dirigir en el Ascenso?

- Yo había tenido experiencia en las juveniles de Boca durante cinco años. Anteriormente, durante mi paso por Deportivo Morón como ayudante de campo de Blas Giunta, me tocó comandar varias veces la Reserva. De esta manera, fui adquiriendo experiencia. Al haber estado en la élite de juveniles xeneize, donde tenés buenos jugadores, campos de juego de primer nivel, departamentos psicológicos y nutricionistas, vas copiando algunas cosas para luego proyectarlas cuando te toque ser entrenador.

- ¿Se nota la diferencia entre dirigir juveniles de un equipo de Primera y un club del Ascenso?

- Y sí. Es difícil dirigir en el Ascenso porque tenés un presupuesto muy inferior a lo que es Boca, en este caso, pero tuvimos la suerte de armar un departamento psicológico, de nutrición y mejoramos el de los médicos. Así qué en el poco tiempo que estuvimos, cambiamos mucho el club, y además observamos que existen varios chicos que arrancaron el año en Reserva y hoy están el primer equipo. Sucede que Almirante Brown está en un punto geográfico como La Matanza, donde hay muchos chicos, y si hacemos un buen trabajo de formación, ordenado y serio, le podemos dar mucho rédito al primer equipo.

- ¿En Boca tuviste a varios juveniles que hoy están en Primera División y a otros que fueron vendidos al exterior?

- Sí. Tuve la suerte de poder dirigirlos. En mi época de jugador, hice las Inferiores en el Xeneize y tengo la experiencia que hoy les toca vivir a estos chicos. Entonces, uno trata de guiarlos. En esa etapa de juveniles, debe haber formadores y no técnicos porque a los chicos deben formarlos para lo que viene, ya que son más los que no llegan que los que debutan en Primera. La constancia que deben tener en los entrenamientos luego deberían llevarla a su casa o en la vida. La primera categoría que dirigí fue la 2001 y tuve a Nicolás Valentini y a Alan Varela. Al otro año, tuve a Cristian Medina, Exequiel Zeballos, Gabriel Aranda, Luca Langoni, Equi Fernández y Gonzalo Morales en la 2002. A Nicolas Capaldo lo dirigí en la Cuarta.

- ¿Cuál es el que más te sorprendió de todos los que tuviste?

- Los que llegaron tienen muchas condiciones. Después, el contexto de cada jugador es diferente e importante también. Langoni hasta que llegó a la Sexta no jugaba porque tenía a Zeballos adelante y ambos competían por un puesto. Cuando lo recibí al Changuito en la Cuarta, no jugaba porque era chiquito y no estaba desarrollado físicamente.

Con Giunta, gloria de Boca, al que acompañó además en Deportivo Morón
Con Giunta, gloria de Boca, al que acompañó además en Deportivo Morón

- ¿Es verdad que Langoni era defensor en las Divisiones Inferiores?

- Sí, Langoni arrancó de defensor por derecha. Cuando empezó a jugar en el Sub 17 tuvo más participación de delantero. Zeballos mostraba cosas muy interesantes en los entrenamientos pero cuando llegaba el fin de semana no rendía en los partidos de AFA. Yo le decía: “Chango, si no hacés las cosas bien en Boca o no te lo tomás en serio, va a jugar Langoni porque hace las cosas bien”. Y fue así. En ese momento, fui muy criticado porque había partidos en los que Zeballos no entraba, pero yo estaba para formarlos y buscaba la forma para que se diera cuenta de que tenía que ganarse el puesto. Además, yo no podía descuidar a Luca porque sabía que tenía potencial.

- ¿Por qué no jugaba Zeballos?

- Porque era chiquitito y había otro compañero que hacía más diferencia que él. Además, le faltaba carácter. Por ahí, lo poníamos en el torneo de AFA y no funcionaba porque se sentía disminuido y no estaba con tanta confianza. Pero, por otro lado, lo ponías en el campeonato de la Liga Metropolitana y te marcaba cuatro goles, la rompía toda. Entonces, un día hablé con él y me dijo que “se sentía más cómodo jugando en otro torneo”. Yo le decía: “Lo que hacés en ese torneo, hacelo en AFA también”. Luego, fue agarrando confianza con el tiempo.

- Al principio, ¿qué le pasaba?

- Le costó el desarrollo y padecía el desarraigo porque vino con edad de Pre-Novena. Con 12 años, llegó sólo a Buenos Aires desde Santiago del Estero. Sus padres se quedaron allá, y todo eso repercute en la cabeza del chico quieras o no. Todo eso pesó cuando recién llegó, y por eso no se afianzó. Pero tenía condiciones y por eso le dimos tiempo. Un día, el Coqui Raffo me dijo que “la edad madurativa del jugador es de 23 o 24 años, que es cuando explota y está preparado para dar el salto de calidad”. Hoy, en Boca existen chicos más jóvenes que están muy bien, como el Colo Valentín Barco, con 19 años. Igualmente, ellos te pueden dar soluciones pero no te van a ganar los partidos solos. Por este motivo, siempre Juan Román Riquelme destaca la labor de Pol Fernández, Frank Fabra, Sergio Romero, Benedetto, que son los experimentados y que deberían resolver las situaciones acompañados futbolísticamente por los juveniles

- ¿A estos chicos que todavía están en Boca les falta un poco de maduración?

- La maduración la están adquiriendo con los partidos. Deberán seguir demostrando sus condiciones y lo están haciendo. Después, deberán tener ese granito de suerte para que les salga la chance de ir al exterior. Boca, haciendo una buena Copa Libertadores 2023, perderá a Medina, que seguramente vendrán a buscarlo, a Equi Fernández que con continuidad también se irá. Es más, al Colo Barco parece que lo quiere el Manchester City. Además, Zeballos teniendo más continuidad y siendo parte de un equipo que lo haga sentir importante, hará mucho más de lo que viene haciendo hasta ahora. Él necesita sentirse importante. La lesión que sufrió Langoni por Copa Argentina lo paró un poquitito. Pero son jugadores que pueden entrar y hacer cosas distintas, pueden marcar un rumbo tanto en su vida personal como para el equipo. Luca debe enfocarse en su recuperación y volver a demostrar el nivel que lo llevó a estar donde está. En el último torneo que ganó Boca, hizo goles decisivos.

- ¿Cómo es el Mundo Boca desde adentro?

- Es muy difícil. Pero es una ventaja para los que arrancan desde las juveniles. Para el resto, es complicado llegar desde otro club porque no sabés con qué te vas a encontrar. Si no tenés personalidad, el Mundo Boca te abruma y te cuesta la adaptación, la podés pasar mal. A nosotros nos pasaba qué cuando íbamos a Santa Fe o a Mendoza a jugar, salíamos a caminar por la peatonal cerca del hotel donde concentrábamos y teníamos entre 20 y 30 personas esperándonos para que le firmáramos la camiseta y/o autógrafos. Te hablo de la época de cuando dirigía la Octava o Novena, imaginate cuando era jugador. Todo eso, los chicos lo viven antes de llegar a Primera y cuando debutan, ya están curtidos en el Mundo Boca.

- ¿Este plantel está para ser campeón de la Copa Libertadores?

- Es un Boca que dará pelea, pero el hecho de tener una final a un partido te cambia todo. Hay jugadores que en esos encuentros se imponen mucho y este equipo puede competir muy bien. Ahora, será medida Palmeiras y veremos para qué está este Boca. Contra Nacional en Uruguay hizo un muy buen juego. Luego, de local llevó a cabo un buen partido. Frente a Racing, el equipo de Jorge Almirón mereció ganar de local, pero en Avellaneda, La Academia fue un poco más, pero no merecía sufrir y llegar a los penales porque en los 180 minutos fue superior. El grupo está muy fuerte, más allá de los encuentros del torneo doméstico. Boca, en estos tipos de partidos de copa, tiene un plus.

- Cómo hincha de Boca, ¿te gusta cómo está jugando?

- Desde que llegó Almirón, se observa que el equipo algo propone, por lo menos un juego asociado. Me gustó mucho de la manera que enfrentó a Racing Club. También, lo que mostró en Montevideo frente a Nacional. Por ahí, no atacó mucho, pero sabe a lo que juega. El hincha quiere que gane y juegue bien, pero a veces todo no se puede. Mucho tiene que ver también cómo se pare el rival. Hoy, se les está dando rodaje a muchos chicos y eso es producto de la llegada de Riquelme, que es muy bueno. Boca jugó bien en algunos partidos y mal en otros.

-Tras trabajar durante cinco años en las inferiores xeneizes, ¿por qué te fuiste?

- Cuando me fui, me llegó una propuesta de Cristian Chaco Giménez de México para acompañarlo como ayudante de campo en Cancún F.C. Es un equipo de la segunda categoría, tipo un Nacional B. Cuando recibí la oferta, hablé con la gente de Boca, que entendió mi situación de dar un paso adelante en lo personal y en lo laboral. Pero luego me tocó volver y me sumé a la Comisión de Fútbol de Independiente que integraban Daniel el Rolfi Montenegro y Nahuel Fioretto. Estuve ocho meses ligado a las juveniles e infantiles. Por eso, cuando me contrataron en Almirante Brown llevé adelante el trabajo de armados de juveniles que hice en el Rojo de Avellaneda y en Boca.

- ¿Qué balance hacés de tu paso por el Rojo?

- Estuve al margen de lo que fue el fútbol profesional. Al club le va bien o mal dependiendo de lo que suceda con plantel de Primera División. El Rolfi había contratado a un cuerpo técnico muy preparado como el de Eduardo Domínguez, pero después los resultados mandan y el proyecto se truncó. Hubo un problema en el contrato de Alan Soñora, la venta de Alan Velasco, Domingo Blanco que no renovó, y además estuvo el tema del colombiano Andrés Roa. Pero sobre esto, estuve al margen porque me aboqué a las Infantiles. Hicimos un trabajo muy bueno con Santiago Rodríguez, que era el Coordinador de las Inferiores. Se estaba trabajando bien, pero nos tuvimos que ir.

"Es difícil dirigir en el Ascenso porque tenés un presupuesto muy inferior", explicó
"Es difícil dirigir en el Ascenso porque tenés un presupuesto muy inferior", explicó

- ¿Qué recuerdos tenés de aquellos choques de semifinales entre Boca y Palmeiras por Libertadores 2001?

- Yo tenía 21 años, era muy joven. Me tocó disputar esa copa con un Boca campeón de todo. Debuté en el 2000 por el torneo local y al año siguiente, tuvimos algunos problemas económicos con la dirigencia de Mauricio Macri por una deuda económica. Por este motivo no viajamos a Brasil cuando estaba estipulado. En el plantel estaban Nicolas Burdisso, el Pampa Calvo, Julio Marchant, Omar Pérez y Sebastián Battaglia, muchos pibes que se desarrollaban en la Primera. Antes de jugar la revancha, ya habíamos empatado 2 a 2 en La Bombonera, pero los jugadores grandes del plantel decidieron no viajar dos días antes, sino 24 horas previo a la revancha.

- ¿Por qué había problemas con la dirigencia boquense?

- Porque nos debían plata por primas y premios. El tesorero Salvestrini dijo que no viajamos el lunes porque teníamos miedo y que estábamos un poco histéricos. Finalmente viajamos y nos tocó la dura misión de poner la cara y jugar el todo por el todo. Yo vi jugar a Riquelme, compartí cancha en varios encuentros, pero frente a Palmeiras allá fue uno de sus mejores juegos. Ese día, se metió el equipo al hombro y lo llevó para adelante.

- ¿Cómo fue el manejo del plantel de los referentes?

- Era todo muy relajado y por ahí Riquelme tenía un año más que nosotros, porque él es categoría 78 y yo 79. Pero tenía espalda. El trato con nosotros era espectacular. Los colombianos le daban seriedad y profesionalismo. El Pato Abbondanzieri era de los más grandes, el Chelo Delgado de los más caraduras, de los que tiraban chistes todo el tiempo. Cada uno sabía el rol que cumplía, para qué estaba y todos teníamos una mentalidad ganadora que nos llevó a ganar tantas cosas.

- ¿Qué les generaba la presencia de Carlos Bianchi como entrenador y ser humano?

- Carlos tenía una simpleza con lo que quería dentro y fuera del campo de juego que convencía muchísimo. También, cómo manejaba los grupos de trabajos, en la primera época junto a Carlos Ischia y el Toti Veglio. En la segunda etapa, con Marcelo Herrera, uno de sus asistentes. Su mano derecha siempre fue el profesor Julio Santella, que era para sacarse el sombrero. Él nos convencía de que estando bien físicamente íbamos a correr y a meter, y a la larga, íbamos a ganar. Me acuerdo de que en la final con el Santos por la Libertadores 03, durante la charla técnica aseguró que íbamos a salir campeones si no jugaba un futbolista brasilero.

- ¿Qué jugador?

- Robinho. Entonces, le dijo al Negro Ibarra que “si no pasaba tanto al ataque y anulaba al delantero que iba por su sector, éramos campeones”. Hugo no se proyectó y le ganamos al Santos en la ida y en la vuelta. Al final, no jugó Robinho y se dio lo que Carlos nos había dicho.

- Ganaste dos Copas Libertadores con la camiseta Azul y Oro y un torneo local. ¿Fue lo más importante que te pasó en tu carrera?

- Sí. Es un mérito enorme y soy un agradecido por todo lo que la vida me dio. Siempre recuerdo el camino recorrido y me da mucha satisfacción. Me crié en Isidro Casanova, a dos cuadras del estadio de Almirante Brown. El técnico de baby fútbol de mi club de barrio, Miguel Cisneros, me dijo de ir a probarme a Boca, a La Candela que quedaba a 30 cuadras de mi casa. Me tomaba un colectivo y luego pateaba diez cuadras. A veces no tenía para el colectivo. Mi madre siempre me acompañaba, ya sea caminando o en bus.

El mediocampista fue bicampeón de la Libertadores en la era Bianchi
El mediocampista fue bicampeón de la Libertadores en la era Bianchi

- ¿Cuántos años tenías?

- Ocho, cuando empecé. No competía en la categoría e íbamos dos veces por semana a La Candela. Siempre soñaba con debutar en la Primera de Boca. Me tocó en un Superclásico en el que luego echan a Ramón Díaz como DT de River en Mar del Plata. Era todo un sueño, y estaba viviendo una película. Luego, formé parte de un equipo histórico que ganó todo y quedará para siempre en la historia xeneize. Le ganamos al Real Madrid, obtuvimos la Intercontinental en Japón, perdimos con el Bayern Múnich por poco y salimos campeones de América. Además, hice un gol en La Bombonera por Copa. Lo viví como jugador pero también como hincha.

- ¿Cuándo tomaste dimensión de todo lo que ganaste en ese club?

- Tarde. Recién tomé dimensión de lo que había vivido en Boca cuando empezó el COVID-19 en el 2020. Estaba con mi nene de 9 años viendo videos de la era de Riquelme y ahí caí. Lo que pasamos en Japón, la final con el Santos y el Cruz Azul mexicano por las libertadores. En ese momento, el mundo Boca no te deja disfrutar por la vorágine, pero hoy lo disfruto de otra manera con los recuerdos que tengo.

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