El pasado sábado Ramiro Enrique vivió su día más feliz como jugador del Orlando City al marcar dos goles para dar vuelta el partido en el agónico triunfo ante Columbus Crew por 4-3: “Fue una locura lo que vivimos, fue uno de mis mejores partidos por el contexto”, contó todavía eufórico en diálogo con Infobae.
Ramiro es hijo de Héctor Enrique, campeón del mundo con la selección argentina en México 1986, y recuerda que desde chico en su casa se respira fútbol. En la charla, rememora su viaje a Dubái cuando su padre era el ayudante de campo de Maradona en el Al-Wasl y él tenía tan sólo 11 años. “Después de que terminaban los entrenamientos, yo me quedaba pateando con el Diego y apostábamos siempre. Y obviamente siempre me ganaba. Me acuerdo un día de lluvia y mucho viento, estábamos en la mitad de la cancha y me dice, ‘A que no metes la pelota en el arco, te apuesto 300 dirhams (81 dólares)’. Cuando le pegué, se fue al lateral con el viento, no tenía ni fuerza. Y al otro día le pedí a mi madre la plata para pagarle y cuando voy a dársela, me dice. ‘Cómo te lo voy a cobrar’. Y 10 minutos más tarde se la puse en el bolsillo sin que se dé cuenta”, recuerda entre tantas anécdotas que tiene con Maradona: “Mi viejo decía que Diego como jugador era el mejor y como persona era el doble de mejor”.
Ramiro llegó a Orlando procedente de Banfield para esta temporada a inicios de año, le costó un poco la adaptación y extraña bastante a sus afectos de Argentina. Su madre lo acompañó los primeros tres meses, actualmente vive solo y se siente muy cómodo. Lo ayudan también que en el equipo haya argentinos con los que forjó una fuerte amistad: “Me junto muy seguido con los chicos que hablan español acá. Con Gastón (González), con Rodri (Schlegel) tomamos unos mates, nos juntamos a comer”. Además cuenta que cerca de su casa hay un supermercado argentino que vende yerba, dulce de leche y “buenos pedazos de asado y vacío”, lo que hace que pueda mantener las tradiciones nacionales.
En las vísperas del Clásico de la Florida, entre su equipo y el Inter Miami, reconoce que aunque se vive un poco distinto el fútbol en Estados Unidos él lo vive igual: “Esté donde esté, en Banfield, en Orlando. Yo todos los partidos que juegue quiero ganar y más en un clásico”.
Ramiro no pudo ocultar la alegría de que su padre, Héctor, estará presente en el partido ante Inter Miami, que de casualidad vino a visitarlo para esta fecha, que no lo ve hace como 8 meses y que esperaba con ansias esta visita: “La relación con mi viejo es de lo mejor. Siempre me acompañó y lo mejor de todo es que él me dice la verdad. Si me tiene que corregir, me corrige, si me tiene que felicitar, me felicita y si me tiene que cagar a puteadas por algo, me lo dice sin problema. Eso, capaz en un momento antes me molestaba, pero me di cuenta que lo hace por mi bien. Y ahora cuando terminan los partidos espero su mensaje para ver qué me dice, qué cosas me tiene que corregir”.
Aunque en esta oportunidad no podrá enfrentar a Leo Messi (salió en el último partido reemplazado por una molestia y confirmaron que no estará en el Clásico), Ramiro ya tuvo la ‘suerte’ de jugar contra él y al terminar el partido en el que su equipo cayó en la Leagues Cup por 3-1 de visitante, intercambiaron unas palabras: “Le agradecí por todo lo que hizo por los argentinos, que mi viejo le mandaba un saludo y después le pedí si me podía dar la camiseta y ya había cambiado con todos, así que él me dijo que me la guardaba para este partido que viene ahora”. Lamentablemente para quedarse con la camiseta del 10 de las Garzas tendrá que esperar al siguiente enfrentamiento.
Orlando City marcha en la segunda ubicación de la Conferencia Este de la MLS y Ramiro concluyó la charla diciendo que “si Dios quiere” está para pelear grandes cosas: “Obviamente que nuestro objetivo es salir campeón”.