El Mundial de rugby Francia 2023 lentamente acomodó algunos de los errores que cometieron durante la primera semana de competencia. Cambió los himnos a sus versiones grabadas tras la polémica con el coro de niños, mejoró la dinámica de los ingresos a los estadios que tuvo un pico caótico en el partido entre Argentina e Inglaterra y hasta aumentó la cantidad de cerveza a la venta en las inmediaciones de los recintos ya que hubo escasez durante el duelo inaugural. Sin embargo, hay un tema que parece no tener solución y que excede a los organizadores de la competencia.
Cuando el espectador se siente a observar cualquier encuentro de la competencia, seguro que le llamará la atención que ningún árbitro principal lleve un reloj en alguna de sus muñecas. Es que los oficiales abandonaron el método tradicional para llevar el tiempo del partido para confiar plenamente en el TMO (Television Match Official), en los cronómetros en las pantallas de las distintas canchas o simplemente aguardar el ruido de la corneta que marca el cumplimiento de los 40 minutos reglamentarios.
Pero detrás de esta decisión existe un problema interno. Según informó el medio neozelandés Stuff, se trata de un conflicto comercial entre los oficiales y Tudor, importante marca de relojes con base en Suiza que es sponsor de la Copa del Mundo. El origen de la pelea data del Mundial de Japón 2019 donde los fabricantes se enteraron que un árbitro retirado en la actualidad que participó del certamen decidió vender su reloj, el cual había recibido de manera gratuita para utilizar a lo largo del evento.
El portal agregó que la novedad no cayó para nada bien en el grupo empresario y determinaron que cuando llegara Francia 2023, la metodología sería distinta a la habitual: cada árbitro que quiera un reloj de la marca deberá pagarlo de su bolsillo. Cabe destacar que en 2017 Tudor acordó con World Rugby un vínculo de siete años para convertirse en el cronometrador oficial de las Copas del Mundo masculinas de 2019 y 2023, y la Copa Mundial femenina de 2021 (que se jugó en 2022), los Mundiales de Seven de 2018 y 2022 y el Campeonato Mundial Sub-20 anual.
Desde el lado de los árbitros, se defienden con la postura de que nunca se les aclaró de que no podían vender los relojes recibidos mientras que la marca explica que es algo catalogado como “básico” en cualquier acuerdo comercial. El medio agregó que hubo fuertes cruces vía correo electrónico entre los fabricantes y el gremio de árbitros días antes de la patada inicial entre Nueva Zelanda y Francia en el Stade de France, ubicado en las afueras de París.
Además, el acuerdo entre World Rugby y Tudor explica que los jueces sólo pueden saltar al campo de juego de la Copa del Mundo con un reloj de la marca o únicamente Garmin, ya que los suizos no lo consideran como una competencia. Finalmente los oficiales decidieron boicotear al sponsor y no utilizar nada en la muñeca, por fuera del hilo del silbato. Algunos árbitros aparecieron con relojes en distintos partidos pero para mantener el conteo de penalizaciones. Stuff detalló que fue “una sensación extraña para los árbitros durante la primera ronda de juegos” el no portar a su fiel compañero y agregó que “incluso las rutinas de calentamiento se estiraron un poco al no tener acceso rápido al tiempo”.
El portal se comunicó con una fuente cercana a Tudor para que haga una devolución sobre el tema. “El patrocinador está enojado y es un poco mezquino... es una acción tan pobre. Por primera vez en una Copa del Mundo, por primera vez en partidos de prueba de nivel uno, los cronometradores oficiales de un juego no usan reloj. Son los partidos más importantes del mundo y los árbitros no llevan el tiempo”, concluyó furioso el representante.