Marcos Acuña fue una pieza tan importante para Lionel Scaloni en el Mundial de Qatar que disputó seis de los siete cotejos en la competición (solamente faltó a las semifinales contra Croacia). El Huevo pudo disfrutar en Doha lo que no había conseguido en Rusia 2018, certamen en el que apenas jugó un cotejo y se volvió con frustración. En una entrevista con el programa Llave a la Eternidad de la TV Pública, contó algunas intimidades de lo que fue la previa a la Copa del Mundo y su desarrollo.
“Me lesioné (pubalgia) en la pretemporada con Sevilla y desde julio hasta que terminó el Mundial estuve tirado en una camilla 4 o 5 horas por día. Sentía mucha bronca de no poder dar un pase de acá a ahí porque ya me dolía. Me tuve que infiltrar siempre para jugar en mi club y que me vieran que estaba bien, jugando. Me la pasaba así de la mañana a la noche. Hasta las 12 de la noche o 1 de la mañana tirado en una camilla tratando de recuperarme”, confesó Acuña, que estuvo acompañado en España casi dos meses por el kinesiólogo de la Selección Pablo Capuchetti para rehabilitarse. Sobre el auxiliar médico, comentó: “Después de una gira con la Selección, se vino para Sevilla para tratarme y me salvó. Me salvó porque él me terminó de curar la pubalgia, gracias a él pude jugar el Mundial”.
Al mismo tiempo, contó qué sensaciones tuvo al salir la lista principal para la Copa: “Ahí dije ya está, de acá no salgo ni me mueve nadie. Me aferré a eso. Siempre pensé en quedarme ahí y que iba a poder jugar. Le dije a Scaloni que tenía pubalgia, pero que iba a hacer todo lo posible para llegar de la mejor manera. Me dijo que sí, que siga, que tratara esa molestia y que iba a verme en Sevilla. Yo jugaba 45 minutos máximo, más no podía por el dolor. Era infilitrarme para que se me vaya el dolor y levantarme mejor al otro día, pero con una lesión así un día estás bien y al otro mal”.
El ex Ferro y Racing confesó que por las noches los dolores no lo dejaban dormir y “maquinaba” la cabeza pensando en que no llegaría en condiciones a Qatar. Su esposa Julia y el fisio Capuchetti lo mantuvieron fuerte de la cabeza. “Me dolió todo el Mundial. Estuve un poco mejor porque estaba Pablo para tratarme. Me infilitraba con antiinflamatorios para poder dormir y entrenar mejor al otro día. Por suerte pude jugarlo. Con dolor, di todo lo que tenía en el Mundial y nos lo pudimos llevar”, fue su revelación.
El volante zurdo todoterreno fue titular en los cuartos de final frente a Países Bajos y generó la infracción del 2-0 en los pies de Lionel Messi de penal. Pasaron cinco minutos desde que fue reemplazado en el complemento para que llegara el descuento de los neerlandeses, que más tarde empataron sobre la hora. Hubo varios encontronazos entre los equipos a lo largo de los 120 minutos e incluso luego de la angustiante tanda de penales. Acuña, que estaba a una amarilla de la suspensión, contó que no intervino en la gresca generada por el pelotazo de Leandro Paredes al banco de suplentes local para no ser apercibido.
Sobre los dichos previos del técnico Louis van Gaal, que subestimó la valía de Messi cuando Argentina no tenía posesión del balón, sacó a relucir cómo cayó internamente ese comentario (sobre todo en uno de los referentes): “Se decía de todo. Nosotros hablábamos de todo. El Dibu era el que más enojado estaba por el tema de que había hablado van Gaal. Nosotros lo picábamos. Dibu dijo que se había guardado una captura de pantalla donde estaba la nota que hablaba de Argentina. La tenía guardada y dijo que cuando llegara el momento la iba a mostrar. Fue tremendo. Nosotros estábamos más pensando en pasar que en los dichos de ellos. Después explotó todo”.
Por último, el neuquino de 31 años compartió la carta que su esposa le entregó en mano a Capuchetti antes del viaje a Doha. Ella le pidió al médico que no se la entregara hasta el día de la final: “Me la hizo cuando estábamos acá y escribió que íbamos a ganar la Copa. La tengo en la billetera desde ese día. Yo no sabía nada. El fisio me la dio cuando nos estábamos cambiando para hacer la entrada en calor en la final”. Las premonitorias frases de la epístola hablan por sí solas.
LA CARTA COMPLETA DE SU ESPOSA
Amor:
Es 12 de noviembre, ya queda poco para que te vayas. Me adelanto a escribirte esto porque sé que vas a estar el 18 de diciembre ahí, cumpliendo un sueño increíble. Lo sé, lo siento. Solo quiero decirte, una vez más, que me siento muy orgullosa de vos. Estos últimos meses no fueron fáciles y le pusiste todo para mejorar. Todo el sacrificio que estás haciendo va a valer la pena y donde me busques voy a estar con los tres peques acompañándote. Sos nuestro ídolo, nuestro todo. El amor es muy grande. Gracias por ser el padre que sos, por el ejemplo de trabajo y esfuerzo. Sé que nadie te regaló nada y que siempre la luchaste, mirá dónde estás. Disfrutá y jugá, como cuando eras chico, con el corazón, sin presiones. Te lo ganaste. Te amo, te amamos. Siempre con vos. Javier, por el sueño. María.