A los 27 minutos del primer tiempo, con el duelo 1-0 en favor de Barracas Central en el Monumental, River Plate alcanzó el empate, aunque la conquista terminó siendo anulada. Fue la primera gran polémica del duelo por la segunda fecha de la Copa de la Liga Profesional. Tras el córner de Manu Lanzini, Enzo Díaz de arremetida cabeceó con potencia y le dobló las manos al arquero Guido Villar, que aún así alcanzó a rechazar. El balón dio en el travesaño, picó, el portero volvió a lanzar un manotazo oportuno, y Miguel Borja no alcanzó a tomar el rebote para terminar con las dudas. Para el asistente Lucas Pardo el balón había ingresado, Yael Falcón Pérez marcó el centro del campo. Y comenzó el debate.
Es que el VAR a cargo de Lucas Novelli deliberó largamente antes de tomar una determinación, mientras Falcón Pérez lidió con las protestas de uno y otro equipo. En la cabina ubicada en Ezeiza, desfilaron las imágenes, pero ninguna de las cámaras de la transmisión ofreció una “foto” concluyente que confirme que el esférico ingresó totalmente.
Ni luego de picar en el travesaño, ni en el momento del guantazo de Villar existen certezas de que la pelota haya entrado en su totalidad. De ahí la definición del equipo arbitral. Toda la polémica se hubiera eliminado si en Argentina se utilizara el DAG, el sistema de detección automática de goles. ¿De qué se trata? Del famoso chip que se le incrusta a la pelota. Cuando traspasa completamente la línea de gol, le vibra el reloj al árbitro, advirtiéndolo de la situación. En el fútbol argentino, por el momento, esa tecnología no se aplica: se emplea la apreciación de la cámara y la impresión simple de la vista.
Antes del final de la primera parte, de todas formas, el Millonario llegó a la igualdad con la conquista de Sepúlveda en contra. Y en el complemento tomó ventaja gracias al grito de Nicolás de la Cruz. Y remataron la victoria Pablo Solari (dos) y Salomón Rondón, para dejar atrás la controversia del grito ahogado.
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