Minuto 29 del partido en el que Argentina le está ganando 3-0 a Serbia y Montenegro por la segunda fecha del Grupo C del Mundial de Alemania 2006. José Pekerman llama a Lionel Messi, que reemplazará a Maximiliano Rodríguez y hará su estreno oficial en copas del mundo. El estadio de Gelsenkirchen explota por la inminente aparición de una de las jóvenes promesas del fútbol internacional. En la tribuna, Diego Maradona vitorea la modificación argentina con los brazos en alto y a grito pelado, escoltado por su ex esposa Claudia Villafañe y su hija Gianinna, quienes aplauden al Messías. La señal televisiva oficial enfoca inmediatamente una bandera sujetada desde los extremos por varios simpatizantes albicelestes que están ubicados en otro sector. “Este es mi sueño”, reza el trapo, que tiene dibujado al Messi de esa época, con pelo largo, sin barba ni tatuajes, empuñando la Copa del Mundo. Es el inicio de una leyenda del fútbol. Es el salto a la fama de un legado familiar.
Guido Hilu tiene 31 años, es comerciante y el que narró la historia para Infobae. Pero David, su padre, es quien dio el puntapié inicial a esta locura por la Selección. Primero porque estuvo presente en la final del 78 contra Holanda y más tarde porque viajó a México con una promesa hecha a su madre: “Vieja, si salimos campeones, me voy a meter a la cancha y voy a llevar a Maradona en andas”. La gesta argentina se concretó, pero la Policía mexicana impidió que el juramento se llevara a cabo. David se ubicó detrás de uno de los arcos del estadio Azteca a falta de 10 minutos para el final frente a Alemania y saltó al césped junto a otros 20 o 30 argentinos que se colaron para la celebración. Los efectivos de seguridad locales capturaron a varios de esos intrusos y él cayó en la redada. “Por suerte me tiraron de vuelta a la tribuna y festejé ahí”, recuerda.
Los hijos de David, hinchas de Boca por herencia, mamaron Selección a la distancia en las siguientes citas mundialistas, cuando todavía no tenían uso de razón. Su papá viajó a Italia 90, Estados Unidos 94, Francia 98 y Japón-Corea 2002. Tras la frustración asiática, ahorró cuatro años y planeó el viaje de su vida: la Copa del Mundo de Alemania 2006 junto a sus retoños.
“Era nuestro primer Mundial y teníamos ganas de hacer una bandera. Hubo una discusión muy grande en casa porque como somos muy bosteros, Matías (NdeR: su hermano) y yo queríamos una imagen de Riquelme, pero mi viejo, que es un maradoniano empedernido y enfermo, de la vieja escuela, nos hizo ver que el futuro de Argentina y el fútbol mundial era este chico, el ignoto Lionel Messi. Así que lo pusimos a él”, es la introducción de uno de esos cuentos fantásticos que solamente se pueden escribir con una pelota de fútbol de por medio.
Los Hilu cruzaron el Atlántico y se instalaron en territorio germano para presenciar la primera fase de un seleccionado nacional que terminó invicto producto de los triunfos ante Costa de Marfil y los serbios, más el empate sin goles frente a Holanda. “Sabíamos que iba a ser el primer Mundial de muchos que jugaría Leo. La frase y la imagen con la Copa nos gustó, así que nos inclinamos por él”, cuenta sobre la confección de la tela que se terminó dos meses antes del arranque del Mundial y empezó a ser foco de atención en cada punto de encuentro de los hinchas argentinos entre los turistas extranjeros.
Antes del partido de octavos de final contra México, el del inolvidable zapatazo de Maxi Rodríguez, los dueños del telón se acercaron al hotel donde se concentraba la Selección y lo extendieron en el piso para que todos lo vieran y se acercaran a firmarlo. “Muy buena”, les comentó Messi cuando la miró al pasar. Leo y la mayoría de los integrantes del plantel de 2006 (y luego también de 2010) dejaron autografiada la bandera que se hizo famosa con el correr del tiempo.
En busca de revancha, volaron a Sudáfrica y siguieron al equipo dirigido por Maradona en las victorias ante Corea del Sur, Grecia y México. Antes de la catastrófica goleada sufrida ante los alemanes, se volvieron. Sin saberlo, en ese duelo contra los mexicanos por los octavos de final en el estadio Soccer City de Johannesburgo, plantarían una semilla que germinaría 12 años más tarde con dos protagonistas de Qatar 2022. Un par de sparrings se tomaron una fotografía junto a su bandera y la archivarían durante años. Eran Germán Pezzella y Nicolás Tagliafico, que luego de la proeza en Qatar desempolvaron la instantánea y la publicaron en las redes sociales. “Mirá, Nico. Sudáfrica 2010 de sparrings”, fue el mensaje de Pezzella que generó inmediata respuesta de Taglia: “Ese siempre fue el sueño, hoy lo cumplimos”.
A partir de Brasil 2014, el contacto con los protagonistas se tornó una misión imposible. Todo fue más hermético, los jugadores quedaron encapsulados. No faltaron a ninguna de las siete citas del cuadro conducido por Alejandro Sabella, incluso con refuerzos: la mamá de Guido y su hermana. La FIFA instauró medidas reglamentarias para las banderas de los fanáticos y la seguridad brasileña impidió que el ya mítico trapo se colgara en los estadios. Algo similar ocurriría en Rusia 2018.
“La bandera cumplió como siempre, la sacábamos en el Kremlin y la Plaza Roja y la gente se nos tiraba encima para sacarse fotos. Fue un Mundial muy duro, con traslados largos. Me acuerdo que viajamos un día entero en micro antes de ver el partido contra Francia. La relación entre Sampaoli y los jugadores estaba mal. Contra Croacia fue la primera derrota de Argentina con la bandera en cancha. Y el golpe con Francia fue muy duro”, rememora Guido.
“Y no, oh, oh. No me pidas que no vuelva a intentar, que las cosas vuelvan a su lugar”. Si el tema Arrancármelo de Wos pareció estar dedicado exclusivamente a Messi, identificados también se habrán sentido los Hilu, que fueron en busca de su sueño personal a Doha. “El trapo estuvo todo el Mundial en la mochila. Lo sacamos después de que ganamos. Fue una locura, realmente una locura. La organización parecía un parque de diversiones de fútbol”, atestigua Guido, que fue padre dos días antes del debut contra Arabia Saudita y recién logró viajar a Qatar para la cita contra Polonia. David y Matías sí estuvieron desde el inicio con la bandera, que tuvo que ser guardada en un locker por las restricciones de seguridad de los efectivos qataríes en el estreno y luego pasó entre sus ropas para evadir cacheos en los siguientes encuentros.
El trapo, en su quinto mundial, era el amuleto familiar. Recién lo desplegaron otra vez en Lusail unos minutos después de que se fundieran en un abrazo y lloraran de emoción por el penal anotado por Gonzalo Montiel en la tanda contra Francia. Guido, con una bebé de 10 días y la inconmensurable banca de su pareja, llegó a hacer un ida y vuelta en medio de la competición para no faltar a la final: “Fue extraordinario, soñado, no tuvo error. Qatar estuvo armado a la perfección”.
¿Cuál será el destino de la bandera que conoció la gloria en Qatar hace poco más de 9 meses? “Muchos nos dicen que se la regalemos a Messi, pero para nosotros tiene mucho más valor que lo que podría ser para Lío. Lo nuestro es simplemente una mera muestra de agradecimiento en función a todo lo que él nos da. En definitiva, estos genios juegan, nos dan, nos dan y nos dan, y nosotros a cambio no les podemos dar más que amor. El trapo es una pequeña muestra de agradecimiento”.
Guido pone a Messi en presente. Y traza el futuro a la par de una tela que resiste y cumplirá dos décadas en el Mundial de 2026: “Creemos que Leo va a jugar y vamos a ir a bancarlo. La bandera ya dio la vuelta, pero seguirá acompañando. Para que cuando la gente la vea piense ‘si están estos tres locos en la cancha, tenemos más chances de ganar’. Nosotros somos muy cabuleros, así que creemos que esto le dará confianza a la gente”.
Los interrogantes sobre el futuro del capitán albiceleste están planteados. Ahora bien, ¿hay chances de que se confeccione una nueva bandera con otro protagonista que prometa? Guido tiene todo muy claro: “Hasta que mi viejo no diga que hay otro extraterrestre en vista, no habrá otro trapo. Acá el que más sabe de todos es él. Por ahora no dijo nada, así que vamos a quedarnos en el molde”.
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