En la Bombonera se vivió lo que fue una verdadera final anticipada de la Copa Libertadores. Sin lugar a dudas, pese a que el que se clasifique a la próxima ronda seguramente se las verá con el poderoso Palmeiras (goleó 4-0 a Deportivo Pereira), tanto Boca como Racing están a la altura de los ocho mejores de América con sus aciertos y virtudes. Al local le quedó sabor a poco por el resultado en cero, pero ahora la responsabilidad de la localía le quedará a la Academia, que buscará hacerse sentir en el Cilindro tanto como lo hizo el Xeneize en un estadio que se convirtió en un hervidero desde temprano.
A los clásicos cánticos coperos de la hinchada azul y oro se le sumó una estruendosa silbatina cuando las voces del estadio leyeron el nombre y apellido de Agustín Almendra en la formación (suplente) rival. Un rato antes, desde las tribunas se habían oído insultos directos hacia el ex Boca: “Almendra, hijo de p..., la p..., que te parió” y “ole-le, ola-la, a todos los traidores los vamos a matar”. El clima hostil para con el mediocampista surgido en la cantera boquense que se marchó libre a Racing, club del que es confeso hincha, estuvo incluso por encima del que se generó en torno a una figura innombrable como un ex River como Juanfer Quintero.
Existió un respetuoso aplauso para Fernando Gago, como ya había ocurrido en otras oportunidades, y otros chiflidos para el colombiano Quintero. Entre los más aplaudidos de la alineación del dueño de casa estuvieron, sin lugar a dudas, Valentín Barco y Edinson Cavani, a quien le siguen valorando la actitud de haber firmado en la Ribera y con una cuota de nostalgia por aquella idolatría que generaba en los 90 su compatriota Manteca Martínez, hacen resonar el “u-ru-guayo, u-ru-guayo”, cada vez más fuerte.
Con las tribunas coloreadas por los globos largos azules y amarillos, los equipos saltaron al campo de juego escoltados por el cuerpo arbitral que comandó el brasileño Wilton Sampaio y en ese instante Marcos Rojo se saltó una parte del protocolo de ingreso. Al igual que había hecho antes del Superclásico que Boca le ganó a River 1-0 con gol de Darío Benedetto de cabeza, el capitán no contuvo las ansias de saludar a su público desde la mitad de la cancha y rompió filas luego de atravesar el cartel de la Conmebol. Así fue que mientras los jueces se pararon para la formación y saludo inicial junto al plantel académico, el número 6 condujo a sus compañeros hasta el círculo central y fue el primero en levantar los brazos.
Estos protocolos europeos son lo que justamente le quitan algo de folclore a la pasión sudamericana que tan cotizada está a nivel internacional. Pero como los reglamentos están para cumplirse, al Xeneize le podría caber una sanción disciplinaria por este gesto: en los papeles, por saltearse una de estas normas en la instancia de cuartos de final, se multa económicamente al club con al menos 12.000 dólares.
Tras la confusión que generó el gol convertido por Cavani a los 2 minutos de juego porque un alcanzapelota había acomodado el balón en el cuarto de círculo para que Barco asistiera al uruguayo, algo que fue observado por Sampaio, Rojo corrió hacia ese sector para protestarle al juez y exigirle que reviera su postura -e incluso consultara con el VAR si era necesario-, a la par de Pol Fernández. No hubo caso: al mismo tiempo que los fanáticos insultaron a la Conmebol por la determinación del referí, el brasileño dejó continuar la acción y echó al pasapelotas.
La Bombonera empezó a moverse con el lamento generalizado que causó la atajada de Gabriel Arias frente al gran cabezazo de Cavani que casi se convierte en el primero. Y existió un silencio sepulcral de algunos segundos cuando la gran mayoría vislumbró el manotazo de Marcos Rojo contra Maxi Romero que le costó la amarilla y pudo significarle la expulsión. Más de uno se tomó la cabeza y vio fantasmas con el VAR. Todos se calmaron cuando prosiguió la acción. El primer tiempo se murió entre el empuje en vano por conquistar el 1-0 y los insultos contra Racing por la parsimonia que tuvo para poner en juego cada balón.
En el complemento, se oyó un “uhhh” tan nítido como si Boca hubiera desperdiciado un gol. Pero fue por la lesión de Barco, que quedó tendido, inmóvil en el piso. El Colo fue reemplazado por Merentiel y recibió una ovación: “Olé, olé, olé, olé, Colo, Colo”. Ya bañado, se retiró del estadio con serias dificultades para caminar, directamente rengueando. A pesar de esa mala, La 12 comenzó a empujar. “Ohhh, nosotro’ alentamo’, ponga huevo, que ganamos”, fue el hit elegido para casi toda la segunda parte. Se inició antes de un remate a quemarropa de Merentiel, se potenció con una barrida de Figal que terminó de neutralizar un contragolpe de Racing y se sostuvo hasta faltando un cuarto de hora.
Una suerte de intervalo se hizo presente entre ese tema xeneize y el “hay que gritar, señor hay que gritar, y vamos, vamos Boca que tenemos que ganar” cuando ingresó Almendra al campo de juego. Esta vez no hubo ánimo para dedicarle una canción al ex, que enseguida generó más abucheos por un tiro desde media distancia con el que buscó sorprender a un buen ubicado Chiquito Romero. Sobre el costado de la línea lateral, Benedetto miró siempre de reojo. El Pipa, que había sonreído durante la entrada en calor cuando los hinchas insultaron a su ex compañero, que lo tildó de buchón en la previa a este encuentro, insultó fuerte al aire cuando Pol Fernández bajó a Almendra en los alrededores del área grande y Sampaio pitó falta (además de amonestar al 8 boquense). Existió un nuevo capítulo más fuera de la cancha que dentro, proque Benedetto apenas sumó un par de minutos en los que fue marcado justamente por Almendra en una pelota parada. Luego del pitazo final, no se saludaron.
La despedida de los hinchas de Boca tras el 0-0 clavado en el tanteador fue a pura impotencia. Sobre el final, cayeron Arias y Sigali al mismo tiempo (claramente en busca de consumir algunos segundos) y desde las populares Sur le apuntaron a la actitud mezquina de Racing: “Equipo chico, la p... que te parió”. Ya mirando a la revancha y confiando en que el equipo de Jorge Almirón puede dar el golpe en Avellaneda, los simpatizantes xeneizes aportaron una última dosis anímica: “Dale Bo, dale Bo, dale Bo, dale Boca que no ha pasado nada, con los huevos del equipo, con los huevos de la hinchada, dale Boca que vamos a ganar”.
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