“Creérsela”: el mensaje de Michael Cheika para Los Pumas de cara al Mundial de Francia 2023

El australiano que dirige al seleccionado argentino es un motivador nato y cree que el convencimiento de los propios jugadores es la piedra fundamental. El sábado, último amistoso con España antes de viajar a París

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Michael Cheika, entrenador de Los Pumas. REUTERS/Agustin Marcarian
Michael Cheika, entrenador de Los Pumas. REUTERS/Agustin Marcarian

Es un motivador nato. Así lo describen propios y extraños a este australiano que tomó las riendas del seleccionado argentino de rugby el año pasado y que en sólo un año quiere dar la nota en el próximo Mundial de Francia. Y que además, el próximo 9 de septiembre tendrá a su cargo a Los Pumas, debutando en Marsella nada menos que ante el seleccionado inglés.

Confiar en lo que tienen

La contratación de Cheika fue sin dudas un golpe de timón al desgastado ciclo de Mario Ledesma que a principio del 2022 llegó a su fin. Porque el final, en realidad, había llegado mucho antes. La eliminación de Japón 2019 en primera ronda fue un golpe durísimo que dejó huellas en el grupo. Tan difícil, que algunos no se pudieron recuperar. Ni en el staff ni en los jugadores.

Más allá que el Rugby Championship del 2020 fue excepcional, con el primer triunfo ante los All Blacks y los dos empates contra Australia, las turbulencias nunca se alejaron del entorno. Ni ese gran triunfo ante Nueva Zelanda en Parramatta se pudo disfrutar a pleno, porque dos semanas después el rugby quedó en medio de los twitts, con el homenaje a Maradona y el fuego cruzado que generó un ruido inmenso en el mundo del rugby, el deporte en general y la sociedad.

Para colmo, la siguiente ventana de noviembre no arrojó resultados positivos y Ledesma dirigió su último partido en Dublín, en la dolorosa derrota ante Irlanda, 53-7, de noviembre del 2021.

Las recientes declaraciones del ex entrenador y los jugadores en el programa especial: “Camino a Francia” que se emite por Star+ no dejan de ser un duro testimonio de lo que se presumía que en ese momento era cierto, pero no se declaraba a viva voz: “No sé si yo estaba listo para ser el entrenar a Los Pumas”; “Hubo inexperiencia del staff”; “Hubo inexperiencia de los líderes más jóvenes y quizás de los líderes más grandes, que no supieron cómo ayudar” -declaró Ledesma-.

Michael Cheika y Julián Montoya festejando la victoria frente a Nueva Zelanda por primera vez en suelo maorí. (Martin Hunter/Photosport via AP)
Michael Cheika y Julián Montoya festejando la victoria frente a Nueva Zelanda por primera vez en suelo maorí. (Martin Hunter/Photosport via AP)

Y en el caso de los jugadores, los principales referentes también coincidieron en la dureza del análisis: “Aprendizaje, lo que pasó tiene que servir para estar más preparados para el Mundial que viene”; “No supe disfrutar el Mundial de Japón”; “Cuando no estás bien adentro se paga en la cancha”; “No tengo buenos recuerdos de ese Mundial”; “El 2019 fue durísimo. La derrota ante Francia nos golpeó muchísimo y fuimos esclavos de ese resultado”; “Teníamos mucha presión, no estábamos jugado el mejor rugby”.

Desde Australia

Había que dar vuelta la página, sin lugar a dudas llegaba un cambio de timón, con un reconocido head coach australiano, de origen libanés, que habla francés, italiano, inglés y su lengua madre.

Las primeras referencias llegaron desde Oceanía: “En los primeros años tiene una gran ascendencia sobre el plantel, le llega mucho al jugador” nos comentó un periodista radicado en Sídney. Con los Wallabies, en su primer temporada del 2015, ganaron el Rugby Championship y fueron subcampeones de la Copa Mundial, perdiendo la final ante los All Blacks. En las semifinales, con Cheika y Ledesma como asistente, los australianos le ganaron a unos Pumas que habían sido la revelación eliminando a Irlanda, con un juego audaz de la mano del tucumano Daniel Hourcade.

Pero el recuerdo más fuerte de Cheika desde el otro lado del mostrador se vivió en Salta, en el cierre del Rugby Championship de 2018. Ese era el primer año de Ledesma a cargo de Los Pumas. Con las victorias ante Sudáfrica en Mendoza y Australia en Gold Coast, por primera vez el equipo argentino ganaba dos partidos en un mismo torneo. Y el cierre en Salta pudo ser el gran salto para ese equipo.

Los Pumas jugaron un primer tiempo de ensueño: le ganaban a los Wallabies por 31 a 7 y todos empezaban a buscar dónde anotar ese resultado entre los registros históricos del seleccionado argentino. Y todavía faltaba un tiempo por jugarse.

Pero hubo algo que cambió todo. Dicen los que estuvieron en las cercanías de aquel vestuario del estadio Padre Ernesto Martearena de la capital salteña, que los gritos de Cheika se escuchaban desde los pasillos aledaños y traspasaban la intimidad del vestuario visitante. Australia salió como una tromba y dio vuelta un partido increíble, que lo ganó por 45 a 34.

Su hora en Los Pumas

Con los jugadores diseminados por el exterior luego del efecto pandemia no fue fácil conciliar las convocatorias con los tiempos de entrenamiento. Un head coach que no vive en la Argentina y tiene pocas chances de tener a todo el grupo junto. Pero así y todo le ganó la serie en el estreno a Escocia, superó a los All Blacks en Nueva Zelanda, a Inglaterra en Twickenham, y a sus compatriotas en dos ocasiones, en San Juan y Sídney.

“Cuando era entrenador de Australia y jugábamos contra la Argentina había una sensación de respeto. Sabía que eran buenos, que jugaban bien. El problema es que ellos tienen que creérsela, deben creer que son buenos” –decía Cheika-.

Michael Cheika cuando todavía era entrenador de Australia. REUTERS/Peter Cziborra/File Photo
Michael Cheika cuando todavía era entrenador de Australia. REUTERS/Peter Cziborra/File Photo

“Hay que mantener la consistencia. Cuando hacemos las cosas bien, las hacemos muy bien. Pero debemos hacerlas bien todos los días” –agregó-.

Su cara se transforma cuando está disconforme. En la sala de prensa de Vélez tras la caída contra Sudáfrica analizó la derrota argentina con una explicación sobre el comportamiento del equipo cuando juega de local: “necesitamos adaptarnos al clima cuando jugamos en casa. No podemos tener esas distracciones con la cantidad de gente que nos apoya. Tenemos un público increíble como soporte. Estén seguros que esto en el Mundial no va a pasar”.

La preparación final

Con Francia a la vuelta de la esquina Cheika y todo su staff prepararon el desembarco en Nantes con una pretemporada súper cerrada en Portugal. Allí no hubo acceso para nadie ni el mínimo contacto con los jugadores. El viaje a Madrid para enfrentar a España es casi sobre el mismo día y el búnker mundialista, situado en una ciudad costera, está bien cercano de la playa y a una hora de la ciudad.

Para dar a conocer la lista de los 33 convocados citó en Espacio Mendoza a la prensa a las 12 del mediodía y la leyó con su mejor castellano. Respondió a cada una de las preguntas y destacó las presencias de Tomás Cubelli, Nicolás Sánchez y Juan Imhoff por su experiencia y todo lo que podían brindarle a los más jóvenes de los mundiales anteriores, a pesar que no tuvieron muchos minutos con él.

Designó a distintos referentes de los clubes para llamar a los convocados y contarles que irían al Mundial. Así, por ejemplo, el ex Puma y jugador del SIC, Rolando Martin, le dio la noticia al segunda línea Guido Petti; Pedro Sporleder, lo hizo de ex capitán a ex capitán, fue el que se lo comunicó a Agustín Creevy y Santiago Gómez Cora y Leonardo Gravano –los entrenadores de los Pumas Seven- les contaron la buena nueva a Lautaro Bazán Vélez y Rodrigo Isgró, los medallistas olímpicos de Tokio que fueron sus dirigidos y pasaron del rugby de VII al rugby de XV bajo la gestión del australiano.

“Nos hizo creer que éramos buenos”; “Además de darte la confianza, te transmite el compromiso”, dicen los jugadores; “Tienen un potencial que todavía no saben aprovechar” dijo el entrenador.

O como reflejó Felipe Contepomi, su asistente principal, cuáles son los objetivos: “Estamos haciendo todo a nuestro alcance para estar preparados para ganar”; “Queremos llegar con la convicción que hicimos el trabajo para estar listos”.

Goloso como pocos por las cosas dulces, declaró que hizo una promesa a principio de año que no iba a comer más dulces hasta llegar al último día del Mundial. ¿La aguantará Michael?

Mientras tanto y cada vez más cerca de la Copa del Mundo, el australiano trabaja junto a su cuerpo técnico en el laboratorio de la confianza: para lograr que de una vez por todas “sus jugadores se la crean” y puedan patear el tablero del rugby mundial, como ya una vez lo hicieron con la Gesta de Bronce en 2007″.

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