Uno de los peores momentos de la carrera de Sergio Romero fue previo al Mundial de Rusia 2018. Luego de haber sido pieza clave en Sudáfrica 2010 y Brasil 2014, Chiquito tuvo que perderse la que hubiera sido su tercera cita mundialista por una lesión de rodilla que lo tuvo a maltraer. En una entrevista con ESPN, contó con lujo de detalles cómo se dio la charla con Jorge Sampaoli en la que el DT definió quitarlo de la lista de buena fe.
“Fue lo mismo que me pasó en Boca, se me desprendió un pedacito de cartílago de la rodilla. Lo sentí y automáticamente sabía lo que se venía, era un dolor que ya conocía. Llamé al doctor despacito para que viniera a un costado del arco y le dije que tenía un pedacito de rodilla roto, que era para quirófano. Me miró como diciendo ‘¿qué decís?’. Fuimos los dos despacito al vestuario porque posiblemente se me podía trabar la rodilla, dar un paso en falso y caerme”, fue la introducción de Romero, quien inmediatamente después tuvo el cara a cada con el entrenador.
Sampaoli se acercó para ver qué había sucedido y el por entonces arquero del Manchester United le explicó la realidad: “Le dije que necesitaba hacerme una artroscopia para sacar un pedacito de rodilla que tenía suelto, que en ese momento estaba en la parte delantera y cada vez que daba un paso, se me abría la articulación, se me metía en el medio y me mataba de dolor. A Sampaoli lo único que le importaba era cuánto tiempo iba a tener de recuperación y si en dos semanas iba a estar en una cancha de vuelta. Obviamente ningún doctor iba a decir que me operaba y en dos semanas iba a estar listo. Si es operatorio, tiene su tiempo, nadie puede acelerar o frenar porque es según cada cuerpo humano”.
El técnico le pidió un par de horas para pensar qué hacer y debatirlo con sus ayudantes de campo. Luego del entrenamiento vespertino, se sentó junto a él cinco segundos, le pidió que lo aguantara a que charlara algo más con el doctor y se dirigió nuevamente hacia el lugar donde estaba Chiquito: “Me miró a los ojos y dijo ‘lamentablemente yo no te puedo esperar porque ningún doctor me asegura que en dos semanas vas a estar en una cancha, entonces te tengo que desafectar’. Lo miré, le dije que no había ningún problema, le di la mano, ‘no pasa nada, Jorge’, me levanté y fui al vestuario a buscar mis cosas para ir a casa”.
Aunque perdió continuidad en el United, Romero nunca perdió la esperanza de volver a vestir el buzo de la selección argentina. Incluso hasta ahora. Sin embargo, le tocó en el último tiempo seguir al equipo albiceleste en condición de hincha. Sobre la tanda de penales en la final de Qatar 2022, confesó: “Yo decía para qué lado iba a patear el francés y Dibu se tiraba para el mismo lado también. Lo viví como si fuera él”.
Y recordó el día que conoció a Emiliano Martínez en persona: “Estábamos jugando un Arsenal-United, me saludó, se presentó, nos pusimos a hablar y me dijo al oído ‘yo quiero atajar en la primera del Arsenal’. Yo le respondí que todo llega, y que cuando llegue, no lo soltara nunca más porque es la única manera que tenemos nosotros los arqueros”. En tanto, reconoció a su colega: “Demostró su personalidad, lo hace más grandote, que ya de por sí es. La personalidad de llevarse todo por delante, lo hace más. Es difícil que te hagan un gol cuando te notan tan grandote, los espacios se achican”.
Sobre su fórmula para desviar remates desde los 12 pasos, expresó: “Simplemente hay que tener el pecho inflado y decirle al delantero estoy acá y no vas a hacer el gol, ya con eso le ponés un granito en la cabeza de dudas. Comienzan a pensar dónde lo pateo, si cambio, esto o aquello. Si bien uno puede tener información, las sensaciones van por dentro. Si el cuerpo dice algo, hacele caso. Hace bastante tiempo dejaron de ser una lotería los penales”. Y mencionó a tres grandes pateadores que son muy difíciles de leerlos: Lionel Messi, el portugués Bruno Fernandes y el inglés Marcus Rashford.
Por otra parte, reveló que vio junto a Marcos Rojo y otros dos compañeros la tanda de penales entre Inter de Porto Alegre y River: “Yo decía adónde lo iban a patear y acertaba. Marquitos me miraba y me decía ‘pará, Negro. No digas más nada porque, si lo atajan, te voy a pegar’. De los primeros diez penales, habré adivinado ocho”.
SU CHARLA CON MARADONA ANTES DE DEBUTAR EN LA SELECCIÓN.
“Jugábamos contra Paraguay en Asunción y tres días antes Diego me agarró a un costado y me dijo ‘¿estás preparado?, vas a atajar vos en Paraguay’. Yo le dije que sí, que obvio, que para eso estaba ahí. Diego fue muy sincero y directo ya cuando nos conocimos. En Beijing me decía que yo iba a atajar en la Mayor, sin saber que iba a ser el DT. Y me dijo que íbamos a ganar los Juegos Olímpicos porque atajaba yo. No le erró, porque los ganamos y terminé con cero goles en contra”.
CÓMO LO CONVENCIÓ RIQUELME DE JUGAR EN BOCA.
“Con Román tenía relación desde hacía muchos años atrás, fuimos compañeros en los Juegos Olímpicos y compartimos la misma habitación en la Villa Olímpica. Cuando me citó el Coco Basile para la Mayor, él me arropó. Siempre iba con el mate para todos lados. Cuando me llamó, sabía que venía de una operación y todo, pero me dijo que me quería ahí con ellos. Que en este club iba a pasar de ser un mortal a un rockstar. Que tenía todo para ser el arquero de Boca. Le pedí 24 horas para hablarlo con mi familia. Eli (Eliana Güercio, su esposa) no lo dudó un segundo porque es hincha de Boca. Sabíamos que eso iba a relanzar mi carrera por la cabeza que tengo, que iba a entrenar a full y que iba a hacer lo que tenía que hacer. No tomé una mala decisión”.
“Fue una decisión familiar. Yo estuve solo los últimos tres meses en Venecia porque mi familia estaba en Buenos Aires antes de las Fiestas. Volví lesionado, operado. Y le pedí permiso al Chiqui Tapia para trabajar en el Predio de la AFA. Jugué los últimos 15 años de mi carrera con una rodilla inflamada. Es como que agarres un globo, le pongas líquido y lo tengas en movimiento. Todo lo que hice en la selección argentina, el United y todos los lugares, lo hice de esa manera”.
EL ESCÁNDALO CONTRA RIVER.
“Lo único que le dije a Palavecino, Demichelis, Enzo (Pérez) y todos los que me vinieron a preguntar, fue que con Gallardo lograron algo muy importante: que a River se lo respete por cómo juega dentro de la cancha al fútbol, cómo declara, cómo se comporta en la vida privada, que no hay problemas, que nunca hay un lío. Eso es algo espectacular, lograr eso en un equipo de fútbol es casi imposible. Entonces les dije que había logrado eso, que no lo arruinaran. Yo no dije que el ciclo de Gallardo era distinto al de Demichelis. Se malinterpretó o lo giraron para el lugar que quisieron. Todo lo contrario, a Micho lo quiero muchísimo, es una gran persona y profesional, tuvimos mil batallas juntos y me tengo que sacar el sombrero porque el loco es espectacular”.
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