Se acerca al arco, va hacia un palo, lo golpea con sus botines y las manos. Va hacia el otro y repite la acción. Se posiciona en la línea del arco, se agacha. En algunos de los remates, incluso grita. Y acierta, al menos la punta, casi siempre. Con su particular ritual, Sergio Romero fue el héroe de la clasificación de Boca Juniors a los cuartos de final de la Copa Libertadores. Atajó dos lanzamientos y les transmitió tranquilidad a sus compañeros para que resolvieran la serie ante Nacional de Montevideo, que terminó 4-2 desde los 12 pasos tras el empate 2-2 en los 180 minutos.
El portero, de 36 años, había tenido alguna responsabilidad en el último tanto del encuentro, al dejar corto su rechazo con el brazo del centro desde un costado. Juan Ignacio Ramírez envió el balón al fondo de la red y los penales comenzaron a corporizarse. Pero a su juego llamaron a Romero. Ya en las arengas se lo notó activo y confiado. “En la charla con los chicos, Chiquito les dijo que iba a atajar dos penales y lo hizo”, reveló Jorge Almirón. Y cumplió.
Luego de que Zeballos pusiera el 1-0, le contuvo la ejecución a Ramírez, tomándose revancha del 2-2. Para ello, se arrojó a su derecha, a media altura. Estuvo a punto de repeler con las piernas el disparo de Polenta. Y logró sacar el de Bocanegra lanzándose a su derecha, bien abajo, para alcanzar la esquina donde buscó colarse el esférico. Ni siquiera el teledirigido a las nubes de Pol Fernández lo sacaron de la compostura. Tal vez confiaba ciegamente en Valentín Barco, quien con su toque sutil cerró la llave para desatar el festejo. Y que toda La Bombonera le regalara la garganta a Chiquito.
“Yo estoy ahí para atajar. El trabajo que hacemos con (Fernando) Gayoso -entrenador de arqueros-, con Javi (García), Lea Brey, la verdad que es espectacular. Por suerte cuando están los penales te dan frutos”, se enorgulleció.
“Es una alegría inmensa que todo el estadio coree mi nombre. Uno a pesar de tener una gran trayectoria, cuando viene a un club como Boca, que te reciban como me recibieron a mí con los brazos abiertos es importantísimo. Soy un agradecido del club, de Román, de Jorge (Almirón). Quería estar en este club hermoso”, añadió.
El ex guardameta de Racing y la selección argentina arribó al Xeneize para reemplazar a Agustín Rossi, quien estaba en conflicto con el club y se terminó marchando. Una lesión lo dejó inactivo el primer semestre. Luego, cuando tomó ritmo, se convirtió en garantía. Ni hablar desde los 12 pasos, aunque dejó entrever que prefiere no tener que llegar a lucir la capa de héroe.
“Yo no sueño con esto (atajar penales). Yo quiero que mis compañeros hagan goles, que a mí no me hagan goles y ganemos. Hoy me tocó darles una mano a mis compañeros y es lindo trabajar con gente que a uno lo hacen sentir bien. Con Fer, con Javi, con Lean”, concluyó.
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