Lionel Messi volvió a dar cátedra por los octavos de final de la Leagues Cup. En un partido vibrante y cambiante, anotó dos golazos para mantener en competencia a su equipo. Uno fue de jugada y otro de tiro libre, una verdadera gema de zurda, como la que firmó en su debut frente a Cruz Azul. Así, llegó a los siete goles en apenas cuatro partidos en Estados Unidos. Bestial. Estuvo en todas las conquistas de las Garzas, que con el 4-4 conseguido sobre el epílogo, terminaron celebrando en los penales (5-4).
Inter Miami había sufrido por duplicado en el inicio del partido ante FC Dallas. En un estadio con las 20.000 localidades completas, al local le habían anotado un gol por offside y Ferreira había fallado un cabezazo por centímetros. Sin embargo, en la primera pelota que tocó, Leo dejó a Taylor en buenas posición para encarar. Y en la segunda... Sí, se encontró con la red.
Y no sólo con la red: también con un viejo conocido, Jordi Alba. El lateral izquierdo jugó su primer partido como titular, y apenas superada la barrera de los cinco minutos se combinó con su socio del Barcelona para crear un gol. El capitán de la selección argentina abrió para Jordi, quien llegó al fondo y leyó a su ex compañero con el centro atrás, al borde del área. Allí esperaba el Diez, quien remató de zurda, ajustado, junto a un palo, para celebrar con sus compañeros y, especialmente, con Alba.
Más allá de la belleza de la resolución, el tanto quedó en suspenso. Es que el asistente sancionó fuera de juego. ¿Por qué? Por la posición de Josef Martínez, junto al arco. La duda es si había interferido en la visión del arquero Paes. El árbitro César Arturo Ramos Palazuelos se acercó a la pantalla del VAR para evaluar, dado que se trataba de una resolución interpretativa. Y entendió que el venezolano, que se corrió para no intervenir, no se entrometió. Por ende, tres minutos después de que el balón ingresara a la valla, convalidó la conquista.
Su enjundia es la confirmación de que con la mudanza no perdió un ápice de su espíritu competitivo y de que su arribo (y el de otras figuras como Sergio Busquets y el ya mencionado Alba) al menos alzó la guardia de una escuadra que está última en su Conferencia en la MLS.
En un duelo en el que el Dallas tuvo más la pelota y desnudó grietas en la defensa visitante (al punto que terminó revirtiendo el score antes del descanso), la Pulga encabezó las mejores acciones de su equipo. Y hasta pudo hacer un gol más, con esa definición de vaselina, una sutileza que le rechazaron en la línea.
El dueño de casa llegó a sacar ventaja de dos: 3-1 y 4-2. Pero Messi siempre estuvo. Nunca dudó. Incluso, en los peores momentos arengó a sus compañeros para que no bajaran los brazos. El fantasista puso un pase en cortada para que Jordi Alba asistiera a Benjamín Cremaschi en el 2-3. Ejecutó el centro para que Farfan anotara en contra el 3-4. Y con un tiro libre excelso, una delicia de zurda, firmó el 4-4 que empujó la resolución a los penales.
Y asumió la responsabilidad de patear el primero, ante un arquero que bailaba sobre la línea para distraerlo. No lo logró. El rosarino cruzó el tiro y puso el 1-0 en la tanda. Y su equipo consiguió la hazaña.
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