Fue el mejor jugador de una Libertadores, le enseñó a patear tiro libres a Neymar, pero sufrió en San Lorenzo: “Fue lo más frustrante de mi carrera”

El Mao Molina, aquel organizador de juego colombiano de técnica depurada, tuvo un breve paso por Argentina, en el que no logró rendir: “Fue parte de los tres años más oscuros de mi trayectoria”

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El Mao hoy se desempeña como comentarista
El Mao hoy se desempeña como comentarista

“En San Lorenzo me hicieron sentir como en casa, pero lamentablemente fue el paso más frustrante de mi carrera, porque tenía mucha ilusión de triunfar y me fui con una gran deuda al no haber podido marcar diferencia”, se sinceró Mauricio Mao Molina, ex mediocampista colombiano que fue parte del plantel del Ciclón comandado por Gustavo Alfaro, que llegó como una estrella y terminó relegado porque competía con juveniles de gran nivel como Ezequiel Lavezzi, el Pitu Barrientos y Walter Montillo, entre otros.

El oriundo de Antioquia nació el 30 de abril de 1980, y a los 18 años debutó en Primera con la camiseta de Envigado. En 2002 pasó a Independiente de Medellín, donde sin dudas tuvo su mejor momento futbolístico al ser nombrado como el “Mejor Jugador” de la Copa Libertadores 2003. “A partir de mi rendimiento en ese torneo internacional, se me abrieron las puertas del exterior y tuve la chance de jugar en Boca”, reconoce el ex futbolista en diálogo con Infobae.

En julio de 2005, Mao arribó al club de Boedo por pedido del entrenador de turno Gustavo Alfaro, pero en seis meses no contó con posibilidades para jugar de entrada y tuvo que ver los partidos desde el banco de suplentes. Anteriormente, había pasado por el Monarcas de México y el Al Ain de Emiratos Árabes Unidos. “Fueron los tres años más oscuros de mi carrera”, reconoció el colombiano sobre su primera etapa en el exterior.

Más allá de su “frustrado” pase por el fútbol argentino, el notable enganche zurdo se transformó en un trotamundo del fútbol, ya qué integró el Olimpia de Paraguay de la mano de Saturnino Cardozo, se destacó en el fútbol de Serbia en la postguerra, se mantuvo siete años en Corea del Sur y fue compañero de Neymar en el Santos de Brasil. Es más, fue el jugador sustituido para el ingreso de Ney en su debut como profesional.

“Un día (Neymar) dijo que yo le había enseñado a tirar tiros libres. Cuando estás dentro de un elenco con buenos jugadores, te la pasas mirando a tus compañeros para aprender e intentar sacar lo mejor de ellos. En ese marco, él se quedaba viendo cómo yo ejecutaba tiros libres y hablábamos de cómo engañar al arquero”, confesó el hombre de 43 años.

Con la casaca del DIM descolló en la Libertadores 2003
Con la casaca del DIM descolló en la Libertadores 2003

- ¿Qué es de tu vida, Mauricio?

- Estoy en Medellín disfrutando del retiro que fue hace cinco años. Por ahora, me dedico a ser columnista en los programas de ESPN Colombia.

- ¿Cómo manejaste el post retiro?

- La verdad que bien, lo manejé de una manera tranquila. Me convino mucho haber pensado y analizado con mucho tiempo de antelación. En mis últimos años de carrera tuve la suerte de poder decir por voluntad propia cuándo parar. Me ayudó mucho mi último paso por Corea del Sur, donde estuve durante 7 años, y allí los ánimos del fútbol son totalmente diferentes. Esas cosas hicieron que me preparara para el momento de mi despedida.

- ¿A qué edad colgaste los botines?

- A los 38. En el 2015, cuando regresé de Corea tomé la decisión de retirarme. Fui tomando la decisión de colgar los botines cuando me encontraba en el DIM, mi equipo de toda la vida. Tuve la suerte de salir campeón con ese club, y al año siguiente disputar la Copa Libertadores 2016. A partir de ahí, empecé a observar cambios muy significativos en mi cuerpo. Ya la recuperación no era la misma, ni mi velocidad física era igual a la de antes, aunque estaba bien mentalmente. Observaba cómo chicos de 18 años que tenía de compañeros o rivales de la misma edad me superaban en todo, así que eso me llevó a dar un paso al costado.

- Arrancaste en Envigado y sos parte de una cantera de jugadores importantes.

- Sí, me formé en ese club y soy el primer canterano de Envigado que emigró. En 1997, los colombianos que se iban del país eran parte de un grupo muy reducido de futbolistas. En ese tiempo nos empezaron a abrir las puertas ejemplos como los de Carlos Valderrama, Faustino Asprilla, Juan Pablo Ángel, Iván Ramiro Córdoba y Mario Yepes, entre otros. En Envigado, además, salieron figuras como James Rodríguez, Giovanni Moreno, Dorlan Pabón, Freddy Guarín y Juan Fernando Quintero. Debuté en 1998 en Envigado, y en el 2003 fue cuando salí de Colombia, tras hacer una muy copa Libertadores con Independiente llegando a las semifinales. Tuve la oportunidad de jugar en Boca.

- ¿Por qué no lo hiciste?

- Porque Boca pretendía un préstamo. Me vino a buscar a mí y a Amaranto Perea, pero el dueño mi pase, que era Envigado no me quiso prestar, ya que sólo quería una venta. Pero finalmente a Parea le prestaron y por eso fue a la Argentina. También Fabián Vargas se fue a préstamo. Fue doloroso no poder jugar en Boca, más sabiendo que a Chicho Serna, Patrón Bermúdez y Oscar Córdoba les había ido súper bien. En esa época, los futbolistas colombianos teníamos muy poco poder de decisión y los dueños de los clubes eran los que tomaban las decisiones por nosotros. Entonces, acabé en el fútbol mexicano que era más firme para una compra.

- ¿Qué balance hacés de tu paso por el Monarcas mexicano?

- Fue un año muy traumático. Llegué y no había sido pedido por el entrenador de turno porque fueron los directivos mexicanos los que me quisieron llevar. Entonces, entré en una lucha de poderes entre ellos dos y terminé jugando muy poco durante la temporada 2003. Luego, tuve una propuesta de Newells y de Emiratos Árabes, pero el club rosarino tenía muchos problemas financieros, no pagaban los sueldos, y decidí irme al Al Ain, que fue una apuesta muy arriesgada. Me terminó saliendo muy mal, porque volví a los seis meses, ya que no pude adaptarme en un fútbol muy diferente al nuestro.

- Mas allá de que no se te dio lo de Boca, pudiste jugar en San Lorenzo en el fútbol argentino. ¿Qué balance hacés de tu paso por el Ciclón?

- Fueron los tres años más oscuros de mi carrera. Arranqué en México, pasé por Emiratos Árabes y terminé en San Lorenzo. Tuve mucha inestabilidad porque no logré encontrar mi nivel, y por estos cambios, si miro para atrás considero que podrían haber sido años mejores.

- ¿Por qué no los fueron?

- Fui pedido por Gustavo Alfaro y recibí muy pocas posibilidades de juego. Siempre estuve en el banco de los suplentes e ingresaba para disputar muy pocos minutos. Llegué con la esperanza de haber sido solicitado por el entrenador, pero no recibí su apoyo. Yo sentía que me encontraba bien físicamente porque contaba con un preparador físico personal para ponerme a punto, pero la situación no salió como la esperaba. Yo también asumo mi responsabilidad, porque quizá me faltaron cosas para triunfar en la Argentina. Fue una lástima mi paso por San Lorenzo y fue uno de los pasajes más frustrantes de mi carrera, ya que fui con intenciones de triunfar y no se me dio.

- ¿En qué crees que falló el club para que no pudieras desenvolverte como pretendías?

- Los clubes tienen sus propios intereses, algo que hoy veo completamente normal y lo entiendo. Pero en mi época no lo entendía. Cuando llegas a préstamo a un club como San Lorenzo que tenía con tantos juveniles de base y con calidad como Ezequiel Lavezzi, el Pitu Barrientos o Walter Montillo, iban a tener prioridad por ser patrimonio de la institución por encima de un extranjero que llegaba a préstamo. Además, competía con esos futbolistas que luego brillaron en ligas a nivel mundial.

- ¿Es verdad que un día te peleaste con tus compañeros del Santo porque demoraste en ejecutar un tiro libre y el árbitro Daniel Giménez terminó el partido?

- Sí, fue en el Nuevo Gasómetro. Veníamos de estar primeros en la tabla de posiciones y en un partido contra Gimnasia y Esgrima de Jujuy (1 a 1) teníamos que ganar para no perder la punta del torneo. Entonces, en la última jugada tuvimos un tiro libre y éramos muy fuertes de pelota parada; contábamos con muy buenos cabeceadores y la gente tenía esperanza de que lo pudiéramos ganar de arriba. En la previa, analizamos al rival y sabíamos que utilizaba mucho el offside, y de esta manera, salía mucho. Así que empecé a amagar varias veces que iba a patear, me movía de adelante hacia atrás hasta que Giménez se cansó y finalizó el juego.

El enlace, con la indumentaria del Ciclón. En aquella campaña, el equipo se posicionó como líder y luego se desinfló
El enlace, con la indumentaria del Ciclón. En aquella campaña, el equipo se posicionó como líder y luego se desinfló

- ¿Cómo reaccionaron tus compañeros?

- El público local me quería comer, y mis compañeros también, me reprochaban porque no la había tirado al área. Yo le dije al árbitro porque no me dejó patear el tiro libre en la última jugada. Al final me empecé a sentir súper mal porque me puteaban de todos lados. Es una anécdota muy frustrante para mí, a pesar de que hoy es algo cómico, pero ese día la pasé mal.

- ¿Pudiste adaptarte a la vida de Buenos Aires?

- Sí, tengo muy buenos recuerdos de Argentina porque mi paso deportivo no fue el que esperaba, pero teníamos un grandísimo grupo, y los chicos dentro del plantel me trataron muy bien; hice buenas relaciones. Me llevaba muy bien con Sebastián Saja, Agustín Orion, Lavezzi, Barrientos, Jonathan Bottinelli, Paolo Montero y Saturnino Cardozo, entre otros. Era un grupo muy competitivo y de grandes futbolistas. Yo fui con mi esposa y mi hijo recién nacido, de un añito. Buenos Aires es una ciudad hermosa para vivir y residíamos en Caballito, pero íbamos a comer a Puerto Madero junto con Vargas que estaba en Boca y con Andrés Pérez, compañero en San Lorenzo. Íbamos de acá para allá, éramos muy unidos y salíamos bastante.

- Luego, recalaste en Paraguay y posteriormente en el fútbol serbio, en dos ligas completamente diferentes a la de Argentina.

- En San Lorenzo me fue supremamente mal, pero mi paso por ese club me ayudó a relanzar mi carrera, porque allí conocí a Cardozo que luego me llevó a Olimpia cuando fue contratado como entrenador. En ese momento, tenía miedo de dejar Colombia para irme a otro país porque llevaba tres frustraciones por fuera y dar otro paso en falso era acabar con mi carrera. Sin embargo, Saturnino me convenció, y en Paraguay recuperé la confianza. Tuve un semestre fantástico donde marqué nueve goles y me gané la hinchada de Olimpia, que hasta hoy me recuerda mucho. Por ese rendimiento, me compra Estrella Roja de Belgrado en Serbia y me terminé yendo con la ilusión de competir en el continente europeo.

- Llegaste a un país que estaba saliendo de una guerra. ¿Con qué te encontraste?

- Estuve seis meses. Fue difícil por ser mi primera experiencia en Europa, en Belgrado la gente estaba muy aporreada por la guerra que había sufrido un tiempo atrás. La ciudad estaba muy golpeada. Se observaban edificios bombardeados que no habían sido reparados y los estragos que dejó el conflicto bélico, pero por suerte no había nada de eso. Viven con pasión este deporte y se vuelven locos. El ambiente del fútbol es muy parecido al argentino con barras bravas, con mucha presión y el Estrella Roja es el club más grande de Serbia, que tiene como clásico al Partizan. Jugamos pre Champions y quedamos afuera contra el Rangers. De esta manera, pasamos a la Europa League para enfrentar al Bayer Múnich, el Bolton inglés y al Sporting Braga. Para mí, fue una experiencia muy buena y me gané el cariño de la gente local.

- Luego, llegaste al Santos de Brasil, donde fuiste compañero de Neymar.

- Sí. Presencié el inicio de Ney y lo vi desarrollarse en las divisiones menores. Siendo parte del plantel profesional, nos decían que en el centro de enteramientos iba a jugar con apenas 15 años y nos íbamos a verlo. Ya marcaba diferencias con respecto al resto de sus compañeros. Al año siguiente, lo subieron a la Primera División. Lo observé debutar, y tuve una oportunidad de compartir vestuario y cancha con él, pero no solamente con Ney, sino con Ganso, Alan Patrick, que juega en Inter de Porto Alegre, Fabio Costa, Kléber Pereira. Fui parte de un plantel fantástico y de muy buenas personas; la pasábamos muy bien.

- ¿Es cierto que le enseñaste a tirar tiros libres a Neymar?

- Si. Un día dijo que yo le había enseñado a tirar tiros libres. Él se quedaba viendo cómo yo los ejecutaba, y en esas charlas le comentaba “pégale por este lado de la barrera que te puede ir mejor. O fíjate la posición del arquero que si está muy tirado hacia el medio podrías patear al palo donde no está la barrera”. En esa época, yo era el encargado de las pelotas paradas. Entonces, luego de los entrenamientos nos quedábamos practicando, y Ney se quedaba con nosotros.

- ¿Considerás que tuviste una carrera exitosa?

- Pues mira, para mí el éxito está medido porque logré cumplir el sueño que tenía desde niño, a pesar que todas las apuestas estaban en mi contra. Vengo de una familia de padres se habían separado. Mi mamá debía salir a trabajar todo el día y a mí me tocó hacerme cargo de mi hermano menor, y de esta manera, nos tocaba pasar casi todo el día solo en nuestra casa. Iba a entrenar solo, tenía poco dinero y contaba con muy pocas facilidades para convertirme en futbolista. Cuando todas las apuestas las tienes en tu contra y al final te sobrepones, el mérito es mayor y me considero que fui exitoso en la vida que tengo. Ser una figura a nivel mundial es un espacio que está reservado para pocos, pero considero que fui un buen jugador dentro de mis posibilidades. Estoy supremamente orgulloso de todo lo que conseguí. Pude vivir en diferentes culturas y en países maravillosos.

- Hace poco te referiste al consumo de sustancias psicoactivas en los futbolistas, especialmente en Colombia. ¿Cómo manejaste esa situación en tu etapa como profesional?

- Yo no fui el jugador más juicioso, ya que me gustaba salir y compartir con mis amigos y tomarme mis tragos, pero siempre tuve la suerte de hacerlo mesuradamente porque sabía que tarde o temprano lo iba a pagar caro. Entonces, me cuidaba porque no tenía el privilegio que tenían otros que tomaban durante la semana, eran los primeros que llegaban al entrenamiento y luego corrían en los partidos como si nada. Para mí siempre fue un motivo de dificultad, porque cuando tomaba alcohol yo sabía que lo pagaba dentro del terreno de juego, porque mis condiciones físicas empeoraban y no era superior al resto. Lo que más atrae es el estilo de vida que lleva el futbolista, porque desde muy niño somos reprimidos y los fines de semana no salimos a compartir con amigos. No tenemos la vida normal de las personas que el fin de semana van a los boliches, porque estamos concentrados o de viaje. Aparte, vivimos otro tipo de presiones, como por ejemplo, tenemos que rendir para el público presente en un estadio o para los que miran el partido por tv. Entonces, cuando llega el momento de esparcimiento y de fiesta, el jugador se desafora con el alcohol u otras sustancias para escapar de la realidad.

- ¿De qué manera se soluciona esa problemática en el fútbol de hoy?

- La base familiar es fundamental. La educación en sí, y entender de dónde venimos los futbolistas, las situaciones muy difíciles que atravesamos y el vacío que empiezas a tener desde chico cuando por ejemplo tus padres están separados y existen familias disfuncionales. Al final la terminás pagando cuando llega la combinación de dinero y fama, y a tan temprana edad. Entonces, creo que hay una realidad social que es difícil de cambiar y continuará siendo así. El jugador en su mayoría saldrá con esos valores y problemas sociales desde niño, pero los clubes podrían ayudar mucho a cambiar esa situación con educación y exigirles a los chicos que vayan a la escuela para intentar brindarle un entorno acorde con buenos entrenadores y formadores. Cuánto más puedan ayudar los clubes a los juveniles para estar alejados de estos vicios, mejor será para todas las partes.

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