Córdoba es tierra de cuarteto, del fernet y también es la capital nacional del rally. Tenía que ser allí: el domingo 6 de agosto de 1988, el ídolo local, Jorge Raúl Recalde, hizo historia y se convirtió en uno de los seis pilotos no europeos en ganar una carrera en el Campeonato Mundial de Rally (WRC por su sigla en inglés). El nacido en Mina Clavero ya era una figura de primer nivel internacional, pero para vencer también contó con la ayuda de su gente en una anécdota inolvidable.
De las 39 visitas del Mundial de Rally a la Argentina, en 36 ediciones se corrió en Córdoba. El rally tiene la particularidad de que el evento no se vive solo el fin de semana de carrera. En el certamen ecuménico, al menos una semana antes los pilotos y equipos se instalan en el lugar donde van a correr para hacer las hoja de ruta, que consiste en recorrer los caminos de la competencia. En esa previa los protagonistas interactúan con la gente y en la provincia mediterránea pasaba algo muy especial por la hospitalidad local. Asados, obsequios y su típica calidez generaron una comunión entre los cordobeses y las figuras internacionales.
Alguno de ellos lograron en Córdoba su primera victoria en el Mundial, como el caso del italiano Massimo “Miki” Biasion, que en esa época era baluarte de Lancia, uno de los equipos más fuertes. Él tuvo su debut triunfal en 1986 y se ganó el cariño de la gente. Fue bicampeón mundial en 1988 y 1989 y para respaldarlo, en esa época la escudería italiana solía contratar a pilotos que eran especialistas en distintas partes de superficie: nieve, asfalto y tierra, donde Recalde era uno de los mejores del mundo y más en caminos de ripio por su dilatada experiencia en rally y en los Grandes Premios de la Montaña con el Turismo Carretera.
Recalde nació el 9 de agosto de 1951 y era conocido como “El Cóndor de Traslasierra”, o también “el Señor de los Rallies”. Desde muy chico le gustaron los coches y comenzó a manejar a los ocho años. Su padre Alberto lo llevaba a ver las carreras en ruta y empezó a correr en 1970. Su temporada consagratoria fue en 1974 cuando con un Ford debutó y ganó en el TC en Olavarría, fue campeón de la Clase C del Turismo Nacional a bordo de un Fiat 125 y venció en el Desafío de los Valientes (era un evento promocional de Fiat). También corrió en Sport Prototipos y en la Fórmula 1 Mecánica Argentina.
Jorge no tuvo presupuesto necesario para poder correr un calendario completo del Mundial. Fue así que alternó su actividad internacional con la nacional y logró los títulos del Rally Argentino en la Clase 12 (1982), Clase 3 (1983 y 1985), Grupo A Clase 8 (1999 y 2000) y el Absoluto (2000). Según la estadística del libro “Pa’ Recalde” (2008), corrió un total de 305 carreras y obtuvo 71 victorias, sumando todas las competencias de rally y en pista.
En 1988 volvió a ser contratado por Lancia para manejar su Delta Integrale y estuvo a punto de ganar el Safari de Kenia. Pero en Córdoba llegó su tiempo de revancha. Para revivir aquella hazaña, Infobae habló con Jorge del Buono quien fue su navegante hasta 1990. “Era otra época. Ni teníamos la cámara Go Pro para poder tener las imágenes como hay ahora. Era todo más precario. El piloto y navegante no teníamos otra información. En esa época el Lancia era el auto a batir y tenía sus pilotos especialistas para cada lugar, los finlandeses para Finlandia o Grecia, un sueco para correr en la nieve, franceses para correr en Córcega, en asfalto; y Jorge para acá y en Grecia también. Lancia tuvo mucho respeto con él a partir de lo demostrado con la S4 en 1986. Eso fue importantísimo para porque comenzó a tener mucho respeto en Lancia. En ese momento estaba en su plenitud y en su mejor nivel”, recuerda.
Destaca que Recalde “a veces corría tramos de memoria, es decir que no hacía la hoja de ruta (ensayo previo). Nos tratábamos con mucho respeto. No era bueno en el asfalto, pero sí en la tierra. Aprovechaba al máximo los caminos de ripio. Sabía improvisar mucho. En Europa era y es muy respetado”.
“El Rally de Argentina de 1984 fue una carrera espectacular suya terminando tercero. Corrimos con un Audi Quattro que era muletto (auto suplente) que nos lo dieron para probarlo un día antes de correr. Resulta que ganamos la primera etapa y el equipo oficial dejó en claro que debían ganar sus pilotos principales. Por eso nos bajaron un poco el turbo del motor. De ahí en más el nombre de Jorge en el WRC no paró de crecer”, relata.
“Para la carrera de 1988 hicimos el recorrido con un auto calle. Fue todo bien, perfecto. Ahí sí pudimos probar el auto. Jorge como siempre se adaptó rápido. Se ve que el haber manejado coches de Turismo Carretera le dio esa posibilidad de manejar gran potencia”, destaca.
“Comenzó bien, pero estábamos a cuatro o cinco minutos de Miki. Nos miramos y dijimos ‘ya no se puede ganar’. Pero ellos en un tramo tuvieron un problema eléctrico con un fusible. Les indicaron por radio lo que tenían que cambiar, pero perdieron muchísimo tiempo. Recuperamos el tiempo que veníamos atrasados y quedamos punteros. Quedaba una etapa y ahí venían las dudas, ´¿nos dejarán ganar?’ Nos preguntábamos. Esperábamos el llamado y sabíamos que el teléfono podía sonar en cualquier momento. Nadie dio la orden y el único que podía dar la orden era Miki. Él podía exigir que ganara él porque era el único que había corrido todo el año”, relata.
Pero Biasion tenía un afecto especial por los cordobeses y supo que si daba la orden iba a sacarle el triunfo a Recalde. Al llegar a Santa Rosa de Calamuchita el italiano se quebró por dos mensajes de la gente. Los cordobeses sabían que Miki tenía una debilidad por esa provincia y el público jugó una carta que fue ganadora. “Él tenía un cariño especial por la Argentina porque su primera victoria en el Mundial la logró acá en 1986 con la S4. Nosotros mientras tanto seguimos concentrados para evitar mandarnos una macana. Llegó el último tramo y no pasó nada. Y le digo, ‘Jorge, nos van a hacer penalizar en el control horario, quizás’. Y no, nunca nos dijeron nada”, apunta Del Buono. “En Santa Rosa de Calamuchita lo recibieron con un pasacalle que decía ‘Miki Biasion y Tiziano Siviero campeones del mundo’ y otro con ‘Bienvenidos Jorge Recalde y Jorge del Buono’. Con esa demostración de cariño Biasion no pudo exigir que le cediéramos el triunfo”, cuenta sobre el hecho que marcó la carrera.
Recalde y Del Buono se quedaron con la victoria y Córdoba vivió una fiesta única. “Recuerdo que desde que terminó la carrera hasta el estadio Chateau Carreras (actual Mario Alberto Kempes) hubo una caravana interminable y muchísima gente a la vera del camino, enloquecida. Aparte de la que estaba en el estadio, que estuvo colmado y se venía abajo”, afirma. “En Lancia se vivió como algo más porque ellos estaban acostumbrados a ganar. Fuimos a cenar toda la gente del equipo. Pero fue un festejo normal, no hubo mucha alegría. En aquel entonces parecía algo normal. Pero con el correr de los años ese triunfo se hizo más grande. Lo recuerdo como un hecho irrepetible. Parece que fuese ayer”, agrega. Cabe destacar que en aquella edición también corrió y ganó en su clase Juan María Traverso, con un Renault 18 preparado por Oreste Berta.
“Jorge no necesitaba ganar una carrera para demostrar lo que era, pero con esa victoria todo el mundo lo reconoció. Es increíble lo que hace un resultado. Él pudo hacerlo y para colmo en su país. Lo disfrutamos y lo vivimos mucho después. Lástima que Jorge no pudo disfrutarlo más años”, subraya.
El 10 de marzo de 2001, durante la disputa del IX Rally de Villa Dolores, el lugar donde empezó a correr en bicicleta, el corazón de Recalde no aguantó y sufrió un infarto mientras empujaba su Ford Escort RS. Tenía solo 49 años. Su muerte conmovió al ambiente y al deporte nacional. La Ley 26.030 sancionada por el Congreso Nacional el 4 de mayo de 2005, declaró Capital Nacional del Rally a la ciudad de Mina Clavero. Además, se instituyó el 10 de marzo como Día Nacional del Rally Argentino.
Del Buono lo recuerda como “alguien muy frío, parco. Aquella vez no transmitió que había ganado una carrera por el Mundial. Era muy especial. No te dabas cuenta cuándo tenía frío o calor. Hablaba como telegrama y respondía con monosílabos. En la intimidad tampoco demostró que estaba contento. Pero ese triunfo se fue acrecentando con el correr del tiempo”.
Aunque hay una historia que pinta bien lo que era Recalde como deportista. “En 1988 perdimos el título del Grupo N (por entonces la segunda divisional del WRC) porque no ganamos la última carrera. El auto que venció era un Mazda que tenía una paleta de ventilación de más. Estaba fuera de reglamento. Por ese motivo echaron a tres autos del Grupo A (categoría principal). El Director de la Carrera esperaba nuestra denuncia. Pero Jorge no hizo ningún reclamo y me dijo ‘no me gusta ganar carreras así’. Insisto, estaba en juego un Campeonato del Mundo”.
El dato para magnificar el logro de Recalde es que, desde la incorporación del Campeonato Mundial de Pilotos en 1977, es uno de los seis no europeos en conseguir un triunfo en la clasificación general junto a los keniatas Shekhar Mehta e Ian Duncan, el australiano George Fury, el japonés Kenjiro Shinozuka y el neozelandés Hayden Paddon.
Sobre por qué ningún otro argentino pudo emular su hazaña, Del Buono explica que “lamentablemente a los pilotos sudamericanos les es muy difícil llegar a un equipo oficial. Hoy son todos chicos jóvenes los que corren en el Mundial y tenés que estar viviendo allá (en Europa). Y después el problema viene con la sponsors, con la venta de autos. Cuando nosotros salimos campeones mundiales con Gustavo Trelles en 1996, estaba acordado que el ganador del Grupo N iba a ser compañero de equipo de Tommi Mäkinen en el año siguiente. Pero lo llamaron a Gustavo y le dijeron, ‘te pedimos perdón, pero no va a poder ser porque en Uruguay se venden 200 autos (Mitsubishi) y en Alemania se venden 20 mil. Para nosotros es importante que corra Uwe Nittel’. Gustavo era bueno, pero no podés ganarle a los pilotos oficiales. No creo que Sudamérica tenga otro piloto ganador en el Mundial”.
Además resalta el reconocimiento que Recalde tiene en Europa: “Cuando corremos el Rally Legend (carrera con pilotos y autos históricos), en Italia la gente viene con la foto del Lancia de Recalde para que les firmemos. Los italianos tienen mucho respeto por Jorge. Para colmo los tanos son fanáticos de Lancia y del rally y tienen admiración por Jorge. En Europa lo reconocen muchísimo. Acá en la Argentina, sólo en Córdoba”.
Y para mantener viva aquella gesta el auto de la hazaña descansa en la Argentina. “Lo compró un coleccionista argentino llamado Martín Sucari (también es dueño del Peugeot 205 que corrió Carlos Reutemann en el Rally de Argentina en 1985). Con ese coche Biasion venció en Portugal y nosotros acá. Se vendió y fue a correr a Australia. Después de 15/20 años de estar guardado, se vendió a una persona de Estados Unidos y un coleccionista lo restauró todo original. Vino un ingeniero de Italia para comprobar que era el verdadero. Fui a verlo a Buenos Aires y después en la cena del Día del Navegante, en noviembre del año pasado lo llevó a Villa Carlos Paz y lo presentó ahí. Quedó hermoso”, concluye Del Buono.
Se cumplen 35 años de aquel domingo de gloria para Jorge Raúl Recalde cuya proeza se agranda cada día. Ese triunfo es uno de los más importantes en la historia del automovilismo argentino. Por el mérito del Cóndor de Traslasierra, el lugar de la carrera y la anécdota de los pasacalles, fue un triunfo de todos los cordobeses.
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