Lionel Messi atravesó cuatro grandes etapas en sus casi dos décadas integrando el principal equipo del Fútbol Club Barcelona, desde que debutara en Primera siendo muy jovencito y en tiempos de Rikjaad, como extremo derecho, hasta terminar siendo un jugador total en su madurez. El detalle, con gráficos y consultas a los principales especialistas, así como la descripción de cada una de las etapas del argentino en el club catalán, aparece relatado en uno de los libros más completos que jamás se hayan escrito sobre el actual jugador del Inter de Miami, “Leo Messi, Anatomía de un genio”, del periodista y analista táctico croata y residente en Escocia Domagoj Kostanjsak, a cargo del blog “BarcaFutbol”.
Una de las ideas que el autor trata de derrumbar enseguida de comenzar su libro es aquello de que Messi nunca salió de su “zona de confort” -como alguna vez llegó a criticarlo acaso su máximo rival en el terreno individual, el portugués Cristiano Ronaldo, en referencia a que por años nunca emigró de la liga española-. Sin embargo, Kostanjsak cree que el rosarino tuvo que crecer y adaptarse ya de entrada para sobrevivir siendo muy joven en sus primeros tiempos con el neerlandés Frank Rikjaard como entrenador.
“La diferencia entre el Messi de los primeros tiempos y el actual es asombrosa porque si bien todos los jugadores se adaptan a las necesidades de los equipos, es muy difícil pasar de ser extremo a jugador total”, afirma en el libro y agrega que si comparamos al Messi actual con él mismo de antes, “éste es un jugador que entiende perfectamente el juego y es mucho más que un jugador de equipo, y al principio, era más que un individualista. Ahora es un mix de cada uno”.
Así es que el autor sostiene que la primera etapa de Messi fue la de la posición de extremo derecho, siendo enganche, (incluso utiliza esta palabra, en un libro que, por el momento, o fue editado en idioma castellano) debido a que su verdadero puesto estaba ocupado por una estrella del fútbol mundial como Ronaldinho, y al no jugar en su posición natural requirió de un completo cambio para “aproximarse” a lo que más podía rendir.
Claro que para poder llegar a Primera en un club como el Barcelona, Messi debió entender completamente -sostiene el autor- la filosofía del juego posicional, los triángulos, y los conceptos de presión y movilidad, aunque en su caso, lo consiguió “sin prestar demasiada atención ni dándole demasiada importancia” a los análisis” porque su talento era demasiado grande, “suficiente para marcar la diferencia” y cita que algunos, en la etapa juvenil, quisieron cambiarlo y entrenarlo, pero él los acabó ignorando.
En este punto, Kostanjsak también hace una notable diferenciación entre La Masía -lugar en el que se concentra la mayoría de los jóvenes de la cantera del Barcelona- y la Academia del club, que pasa por lo que se trabaja en los campos de entrenamiento y las oficinas, pero sin vivir en las instalaciones (como le ocurriera a Messi, uno de los casos excepcionales, porque siguió compartiendo departamento con su padre). “No es lo mismo una que otra, aunque la gente las confunde, porque tampoco es el mismo nivel de competencia”, aclara.
Pese a debutar en la Liga el 16 de octubre de 2004 en el Camp Nou ante el Espanyol y con la asistencia de 34 mil personas y con apenas 17 años, tres meses y 22 días (reemplazó a Deco en el minuto 82), tan sólo llegó a jugar en esa temporada 2004/05 77 minutos en nueve partidos, si bien también pudo debutar en la Champions League ante el Shakthar Donetsk de Ucrania.
Según cita en el libro, el hecho de jugar como extremo derecho en tiempos de Rikjaard no sólo tuvo que ver con que Ronaldinho era el creativo, sino que ya se observaba que lógicamente, siendo zurdo y jugando de ese lado, tendía a cerrarse porque ir por afuera sería explotar su pierna menos hábil, y pese a todo, terminó desplazando de su lugar al francés Ludovic Giuly, que era titular neto en ese tiempo junto a Samuel Eto’o y Ronaldinho en el ataque.
Cuando se hace referencia a la primera parte de su carrera, no podemos hablar de pases, de remates al arco o goles, sino de gambetas y de arrastre. En esa etapa, todavía encaraba en el uno contra uno, y a veces ganaba y a veces perdía y el periodista Jordi Costa dice que todavía tenía que estudiar cuándo gambetear y cuándo pasar a un compañero en su “cabeza flexible adolescente”. En ese tiempo, su instinto al recibir la pelota era eludir y si lo lograba, ir al gol.
Lo que el autor relata es que el Messi de los tiempos de Rikjaard solía cortar desde la derecha para meterse sólo desde ahí hacia el área. Ya con Guardiola, empezó a jugar más en el medio y su eficacia aumentó.
El autor cita tres partidos emblemáticos de Messi en esta etapa: uno, la noche que saltó a la fama en el verano de 2005 – y los primeros gritos de “Meeessi Meeessi” en la tribuna- en el partido ante la Juventus por la tradicional Copa Gamper en el Camp Nou -tras el que el entrenador italiano Fabio Capello le pidió a Rikjaard que le prestara al argentino por una temporada y el neerlandés se negó-. Allí, a Messi no le importó que enfrente tuviera rivales como Patrick Vieira, Pavel Nedved, Giorgio Chiellini, Fabio Cannavaro, Camoranesi, Alessandro Del Piero o Zlatan Ibrahimovic. En el triunfo como visitante por 3-0 al Real Madrid con una brillante exhibición de Ronaldinho (ovacionado por el Santiago Bernabeu) en el que Messi tuvo bastante incidencia; y el recordado gol maradoniano al Getafe.
Y todas estas actuaciones, no jugando en su puesto habitual. El autor cita una frase de Rikjaard en una entrevista con el diario inglés “The Guardian” en 2006: “El único jugador libre es Ronaldinho. Los demás deben trabajar cuando él avanza e ir protegiéndolo para no quedar descompensados en el contragolpe. Algunos dicen que mi esquema es como la defensa del Milan y el ataque holandés de la escuela del Ajax, y es bastante justa esa descripción”.
Sin embargo, uno de los mayores problemas de Messi en esta etapa fueron sus continuas lesiones, lo que generó que el entonces director deportivo del Barcelona, Marc Ingla, decidiera protegerlo y asignarle una nueva dieta que no se basara solamente en la carne roja argentina y las papas, sino también en verdura y pescado, y designaron, para protegerlo, un asistente personal que viajara con él a todas partes, Juanjo Brau.
Esto coincide con un tiempo de cambios en el equipo y en lo personal con la llegada de Josep Guardiola en el verano de 2008, cuando apareció la mejor versión de Messi en lo físico y lo atlético, minimizando los riesgos de lesiones. Todo cambió, se administraron hasta los descansos, los balanceos entre el gimnasio y los trabajos de campo.
Es con Guardiola que Messi comprende mucho mejor el juego posicional. Si el primer año aún es extremo derecho, ya sin Ronaldinho en el equipo, en el segundo año, ya se coloca detrás de Ibrahimovic, en el tercero, como “falso 9″, cerca de Xavi e Iniesta, y con Pedro y Villa en las puntas abriendo camino. “La llegada de Guardiola es el primer paso de un viaje para terminar siendo también un asistidor de élite”, afirma el autor.
Para Kostanjsak, se trata de una etapa, la que podría llamarse del “Falso Nueve”, con Guardiola, de transición hacia lo que luego sería el “Jugador Total” en tiempos de Luis Enrique.
En el libro se recuerda que cuando Guardiola asumió como entrenador del Barcelona ya el equipo no estaba en tan mal estado como el que heredó Rikjaard de la crisis previa a la asunción de Joan Laporta como presidente en 2003, en tiempos de Louis Van Gaal o Radomir Antic. Lo que se necesitaba ahora con el nuevo DT era un cambio en lo táctico y en la mentalidad, “y sin embargo, Guardiola lo cambió todo”, sostiene el autor.
Una de las consignas del nuevo entrenador fue la de hacer mejor al equipo en todos los aspectos: la presión, el juego posicional, manejar los tiempos, y generar los espacios para que Messi pudiera crear. Se rata de un genio como el rosarino, que se vio beneficiado de jugar en un equipo excepcional. No fue, entonces, sólo la mejor versión de Messi sino la de cada jugador en su función específica.
Pero para lograrlo, Guardiola había entendido desde un principio que había que proteger al equipo de las malas influencias desde adentro, especialmente en cuanto a conductas. No toleraba algunas como las de Ronaldinho o Deco, las grandes estrellas de ese momento, que tuvieron que emigrar y así fueron llegando juveniles como Pedro, Sergio Busquets, o Gerard Piqué. Con Ronaldinho en el equipo, habría sido difícil imaginar a un Messi libre en el campo. Era un riesgo que se fueran los dos brasileños, pero el entrenador decidió tomarlo. La cuestión era comprobar cómo iba a reaccionar Messi sin sus dos amigos fuera de la cancha y dos socios dentro de ella, pero terminó, una vez más, adaptándose.
Fue especialmente entre 2009 y 2011 que el Barcelona popularizó los principios del juego posicional para dominar los partidos con superioridad en el campo tanto en lo numérico como en lo cualitativo, posicional o dinámico. Y el autor cita una frase del arquero Víctor Valdés en la película producida por “The Guardian”, “Take the ball, pass the ball” (Tener la pelota, pasar la pelota): “Todo lo que yo pensaba de este tipo (por Guardiola), eran locuras. Me dijo que el ataque iba a empezar por mí al pasarle la pelota a mis dos centrales”.
El periodista Alex Delmás afirma que aquel Barcelona “era un gran equipo, un magnífico equipo que seguramente hasta sin Messi habría peleado por todos los títulos, pero Messi fue la diferencia, el paso adelante, el que empujó al equipo fuera de sus límites. Ese fue, puede ser, el mejor momento de la carrera del mejor jugador de la historia”.
Y otra vez Kostanjsak recuerda que para Guardiola “el equipo siempre estuvo primero” y que si bien él “adoraba a Messi y lo elogió cuando ya no lo tuvo como jugador, siempre buscó un equipo que lo complementara y que todos trabajaran en la presión, hasta Messi, que debía ser el primero en ejercerla hacia los defensores rivales”.
Otro periodista consultado en el libro, Andy West, sostiene que aquel invento táctico de Guardiola para Messi de la posición de “Falso nueve” en el Clásico del Santiago Bernabeu sobre el Real Madrid en 2009 y el 6-2 final como visitante “es uno de los momentos tácticos más importantes no sólo para Guardiola y Messi, para el Barcelona, sino para el fútbol. Es uno de los momentos tácticos más importantes del siglo XXI”.
En esos cuatro años con Guardiola (2008-2012), Messi marcó 211goles en y 97 asistencias en 219 partidos con el pico en 2011/12 de 73 goles en 60 partidos, y 91 sumando los de la selección argentina.
La tercera etapa de Messi, según el autor, es la del “Jugador total” en el contexto del nacimiento de la “MSN” (Messi, Suárez, Neymar) en tiempos de Luis Enrique Martínez como entrenador, tras el duro despertar del equipo en la era “Post-Pep”, cuando recibió el golpe de la muerte del sucesor como DT, Tito Vilanova (25 de abril de 2014) a los 45 años, y tras una breve etapa con Gerardo Martino.
Con Luis Enrique, llegado para la temporada 2014/15, la MSN marca 364 goles y 173 asistencias para conseguir siete títulos en 450 partidos. Cuando el ciclo comenzó, el neerlandés Johan Cruyff, uno de los mejores jugadores de la historia del Barcelona, afirmó tajante: “¿Neymar y Messi juntos? Yo no pondría a dos capitanes en el mismo barco”, pero Messi fue generoso con sus compañeros sudamericanos y para lo que el equipo necesitaba y la amistad entre ellos influyó positivamente en la psicología del argentino, todo lo contrario de lo que sucedería más tarde con Antoine Griezmann y Philippe Coutinho. En la MSN, Messi volvió a acomodar su juego para que entraran sus dos amigos y grandes socios en el ataque, corriéndose otra vez a la punta derecha aunque la gran novedad es que ya no como extremo, sino con asistencias y libertad de movimiento con una idea principal: jugar para el equipo y no para sí mismo.
Con la llegada de Daniel Alves, también se le facilitaría jugar por la derecha porque el brasileño le pasaría por la banda y él tendría la opción de dirigirse hacia el centro, si quisiera. Con la MSN, además, el Barcelona se reinventa y pasa a ser un equipo más directo (algo que ya había comenzado a intentar Martino) y vertical. Es que, cita el autor, Luis Enrique tuvo que experimentar porque ya todos conocían la táctica del “Falso Nueve” y le iban encontrando la vuelta, con un Xavi más lento (por veteranía) y extremos menos agresivos desde la salida de Pedro y Villa.
En aquel esquema, Messi “se ahogaba”. Ahora Rakitic reemplazaba de a poco a Xavi (se retiraría al final de la temporada) y los pases ya eran mucho menos porque la pelota debía llegar rápido a la línea de ataque. Tras el “Triplete” (Copa del Rey, liga española y Champions League) y la salida de Neymar y luego de Suárez, llega la etapa siguiente, cuando el equipo comienza a jugar para Messi, lo que no acabó de funcionar “ni aunque tengas al mejor jugador de la historia” y ni Ernesto Valverde, ni Ronald Koeman ni Quique Settién pudieron cambiarlo, al punto de que el argentino confesó en 2020 que pensó en irse y que eso sería “lo mejor para todos”, como le dijo al periodista Rubén Uría en aquella entrevista para “Goal” en el episodio del burofax al presidente Josep María Bartomeu.
Este Messi, ya jugador total, y que se iba haciendo veterano, necesitaba que sus entrenadores lo convencieran, y que al no conseguirlo, terminaba, sin querer, torpedeando involuntariamente los entrenamientos por la fuerza y el poder que había tomado en el vestuario y que hasta los entrenadores quedaban por detrás. Así se generó la llamada “Messidependencia”, acentuada con la salida de Xavi, Neymar y Andrés Iniesta.
“El último paso de Messi por el Barcelona significó ser el absoluto centro del equipo en todos los caminos imaginables, pero lamentablemente, en el contexto de declinación de otros compañeros”, afirma, y sostiene que el último desafío del argentino “fue adaptarse constantemente a las demandas y necesidades del partido y a los jugadores que lo rodearon”.
El periodista Albert Blaya traza una línea hacia adelante de lo que Messi necesitará en el futuro, a medida que pasen los años: “Va a terminar idealmente su evolución como segunda punta, con libertad, pero recibiendo cerca del área rival y necesitará tener a muchos jugadores adelante suyo que puedan desmarcarse y crear espacios y cuanto más cerca del área rival esté, mejor”. El autor lo enlaza con los problemas que el argentino tuvo en sus años en el PSG “cuando fue demasiado extremo y sin muchas libertades”.
Kostanjsak tiene claro que como Messi “camina inteligentemente” la cancha “no podría devenir en volante ni tiene las piernas para ser un ‘box to box’ y eso rompería el equilibrio de un equipo”.
Sid Lowe, corresponsal de “The Guardian” en la liga española, dice en el libro que “tienes a Messi, el tipo que corre. Entonces tenemos a Messi, el tipo que marca goles, Entones tienes a Messi, el tipo que corre el frente de derecha a izquierda. Entonces tenemos a Messi, el tipo que piensa el pase a Jordi Alba por el costado izquierdo. Éste es el tipo que mejor gambetea, el mejor definidor, el mejor pasador en cada partido en todas las cosas. Puedes ver distintos estados de Messi en su carrera y en su proceso de evolución, que habla muy alto sobre su nivel de competitividad”.
El autor termina dudando sobre tantos detalles sobre Messi al recordar una frase de Guardiola: “No escuche sobre él. No trate de describirlo. Sólo véalo jugar”.
Seguir leyendo: