“Fui jugador, representante, gerente deportivo en un club paraguayo y soy presidente y dueño del Lorca español. Solo me faltó ser árbitro. Si mañana me toca dirigir, podría decir que pasé por todos los estamentos deportivos. Pero ser futbolista es lo más lindo que te puede pasar, al punto tal de quE uno deja de jugar y extraña bastante”, describe Hugo Issa, ex defensor que comenzó su carrera en las Divisiones Inferiores de San Lorenzo en los años 70.
En 15 años de trayectoria, Issa se destacó en San Telmo junto a Marcelo Tinelli, pasó por Racing Club de Avellaneda, se consagró campeón en Estudiantes de La Plata y en Temperley, hasta que recaló en Europa, más precisamente en Suiza, donde jugó en el Vevery United y en el CS Chênois. Además, compartió vestuario con Diego Armando Maradona en la selección argentina, quedando en la puerta de la convocatoria final para el Mundial de México ‘86, plantel comandado por Carlos Salvador Bilardo, quien se decidió por un tal Daniel Alberto Pasarella.
“Me dolió haber quedado afuera. Hubo presión por parte de la AFA para incorporar a algunos apellidos en la lista final porque no salían las cosas”, revela el hombre de 64 años, que en casi 300 partidos disputados en la Argentina fue dirigido por Juan Carlos Lorenzo, Enrique Omar Sívori, Carlos Pachamé, Eduardo Manera y Bilardo.
A sus 32 abriles, y tras su regreso de Europa, colgó los botines al recibir una propuesta laboral para ser productor de un exitoso programa de televisión. “Apareció Marcelo Tinelli, una persona que me ayudó mucho y siempre fue mi amigo, para ofrecerme organizar los partidos de fútbol en el programa Ritmo de la Noche. Recuerdo que traje al Brasil campeón del Mundo de 1994, una semana después de consagrarse en los Estados Unidos. Vinieron Bebeto, Dunga, Branco y Taffarel, y pudimos convencer a Maradona para que juegue para Argentina“, recuerda en diálogo con Infobae.
- ¿Qué es de tu vida?
- Hace un mes llegué a la Argentina cuando terminó la Liga española. En los próximos días, debo volver a España para cerrar algunas cuestiones que tienen que ver con la venta del club Lorca que presido desde hace cuatro años. En estos momentos, tengo una oferta muy avanzada para venderlo y lo voy a hacer.
- ¿Por qué?
- Tuve una experiencia muy buena en lo que tiene que ver con aprender en mi primer proyecto como presidente de un club de Primera, pero lamentablemente arranqué en el club en marzo de 2020 y a los 10 días llegó el COVID, así que estuvimos durante dos años con pérdidas. Tuve que lidiar con un institución que sufrió consecuencias: jugar sin público, sin publicidad ni apoyo económico. Fue un golpe grandísimo. Ese año ascendimos a la Segunda categoría y esto generó que todo sea más caro. Y tras dos años de idas y vueltas producto del coronavirus, cuando nos acomodamos apareció la guerra entre Rusia y Ucrania que afectó la economía y provocó inflación en España. Así qué todo me llevó a tomar esta decisión, porque estuve tres años remando como loco.
- Previo a tu función como presidente, fuiste representante de jugadores, entre ellos, tuviste al Kun Agüero.
- Sí, representamos a 140 futbolistas. No me quiero quedar con uno porque fue un período muy bueno. Era parte de una empresa junto a Eduardo Gamarnik y Juan Simón, con quienes llegamos a estar entre los mejores agentes de Argentina. Entiendo que quienes fuimos futbolistas tenemos facilidad en la parte de representación por el sólo hecho de haber jugado, y entonces qué mejor para un futbolista actual que un ex jugador te represente, porque pasó por lo mismo. Es mucho mejor eso, a que una persona que solo asume ese rol por una cuestión netamente comercial y que jamás se puso una venda ni se calzó los botines.
- ¿Es un mundo cerrado el de los representantes?
- Es absolutamente abierto. No debería ser una condición sine qua non que si fuiste futbolista debés ser representante, pero hay muchos que no lo fueron que lo hacen por ego y por dinero sin haber pisado un vestuario. Hay que tener un poco de conocimiento y el famoso dicho “zapatero a tu zapato”. Luego, Eduardo falleció, Simón se volcó a la televisión, entonces se disolvió la sociedad. Yo continúe trabajando sólo durante mucho tiempo, pero luego empecé a incursionar en la parte de gerenciamiento en Paraguay y dejé de lado la representación.
- Estuviste en todos los cargos dentro del fútbol. ¿Cuál es la función que más disfrutaste?
- Ser futbolista es lo más lindo que te puede pasar, al punto tal de que uno deja de jugar y extraña bastante. Aunque sigo despuntando el vicio como amateur con gente amiga, no es lo mismo. En mi carrera, tuve la posibilidad de hacer lo que me gusta, y encima gané dinero con eso, así que fui un privilegiado.
- ¿Cómo fueron tus inicios en el fútbol?
- Como hijo de buen vecino, me fui a probar a San Lorenzo de Almagro. Yo vivía en Peña y Larrea en el barrio de Once. A los 9, estaba en la vereda de mi casa jugando a la pelota, en una época en la que se podía. Entonces, un día pasa Alberto Toscano Rendo con el coche por la puerta de mi casa a 20 km/hora. Lo veo que frena en la esquina y desesperado voy corriendo a saludarlo. Le dije: “Yo te voy a ver, soy hincha y socio de San Lorenzo”. Me respondió: “Gracias, nene”. Y le comenté: “Yo quiero jugar en San Lorenzo. ¿Qué tengo que hacer?”. “Probarte”, respondió. Le repregunté: ¿Cómo se hace eso?”. Entonces, me dijo: “Dame tu nombre, apellido y dirección que se van a comunicar con tus padres para que vayas a probarte”. Al mes, me llegó una carta a mi casa para citarme a una prueba de papi fútbol en el club azulgrana, que aprobé, y por ende quedé fichado.
- ¿Debutaste en la Primera del Ciclón?
- No. A los 12 años me hice amigo de Tinelli, que vivía a pocas cuadras de mi casa. Él residía junto a su abuela. Un día, Marcelo se va a jugar a San Telmo con tres amigos más, entre ellos, Rubén Jerez. Éramos un grupo de chicos que jugábamos a la pelota en una plaza del barrio y una tarde le dije a Marcelo: “Te felicito por haber quedado en San Telmo”. Cada uno tenía su club y cuando llegaba el fin de semana, ellos se iban a El Candombero y yo a San Lorenzo. Hasta que un día, Tinelli me preguntó: “¿Por qué no venís a probarte a San Telmo?”.
- ¿Qué le respondiste?
- “Estás loco vos, estoy jugando en San Lorenzo, y ¿voy a ir a San Telmo?”. Al final, me terminaron de convencer con la excusa de jugar juntos en el mismo club. En 1976, el Candombero sale campeón y sube a la Primera A ganándole a Boca Juniors. Ese año, me fui con toda la barra a San Telmo, me hizo la prueba Domingo Caparelli y quedé, pero no podía permanecer en el club porque mi pase pertenecía a la entidad azulgrana.
- Entonces, ¿qué hiciste?
- Al final pude convencer a mi papá para que fuera a hablar al club de Boedo para que le dieran mi pase y pudiera ir a jugar a San Telmo. “Para mí es un divertimento”, le dije con la idea de convencerlo y accedió. Siendo un futbolista libre, le dije al entrenador “acá tengo mi pase”. Acto seguido, me ficharon y con 17 años debuté en la Primera de ese club. Fue un paso positivo en mi carrera, porque no sé si en San Lorenzo hubiera debutado a tan corta edad. Me desarrollé un semestre, hasta que me compró Racing de Avellaneda.
- ¿Cómo hacían para ir a entrenar a la Isla Maciel?
- Tomábamos el colectivo 64 hasta el puente Avellaneda, en La Boca. Luego, bajábamos al Riachuelo y pagábamos un bote a remo para cruzarlo. Del otro lado, caminábamos hacia la cancha. No era como hoy que llegan en coche (risas).
- ¿Notaste el cambio entre jugar en San Telmo y pasar a la Academia?
- Pasar a Racing fue un cambio tremendo, aunque mi sueño hubiese sido ir a San Lorenzo, adonde tuve chances de jugar cuando el Bambino Veira era el técnico, pero aceleró Estudiantes de La Plata y fui a ese club. Estando en la Academia tuve que hacer el Servicio Militar, pero contaba con el permiso para ir a entrenar todos los días. Tuve como entrenador a Juan Carlos Toto Lorenzo, luego a Enrique Omar Sívori, ambos con personalidades muy diferentes; así que me fui curtiendo. Me costaba jugar, porque alternaba entre titularidad e ir al banco de suplentes. Tras un paso por Avellaneda, recalé Temperley, donde salí campeón de la mano de Carlos Pachamé, que luego me recomendó en el Pincharrata.
- ¿Por qué siendo parte de Estudiantes había mucha pica con los de Independiente?
- Porque éramos los dos mejores equipos del país. Además, existía un muy buen Ferro Carril Oeste de la mano de Carlos Timoteo Griguol, y un buen Argentinos Juniors que salió campeón con el Bichi Borghi, el Pato Fillol, Ricardo Pavoni, el Nene Comizzo, Pepe Castro y Enrique Vidallé, entre otros. Entre 1982 y 1984 los campeones fueron Estudiantes, Independiente y el Verdolaga. Por este motivo, había mucha pica porque se vivía de otra manera el fútbol, no como ahora. En cada partido, nos jugábamos la vida y competíamos a ver qué equipo era el mejor.
- Llegar al Estudiantes de Bilardo te posibilitó ir a la selección argentina. ¿Te dolió quedar afuera de México ‘86?
-Me dolió haber quedado afuera. Hubo un tipo de presión por parte de la AFA, por la incorporación de algunos apellidos, ya que no salían las cosas. Veníamos muy mal antes del Mundial, no le ganábamos a nadie y por eso fue muy criticada la Selección. Y, a último momento, convocaron a Ricardo Bochini, que no estaba en la lista, y sacaron a Alejandro Sabella. Por mí, ingresó Daniel Alberto Pasarella, un monstruo. Así que no puedo decir nada.
- ¿A qué edad te retiraste?
- Muy joven, a los 32 años, cuando volví de Europa y me había lesionado. Vine a la Argentina para volver a jugar, pero apareció Tinelli para ofrecerme ser productor en el programa “Ritmo de la Noche” que se emitía los domingos por la noche en Telefe. Necesitaba alguien con mis conocimientos y de su confianza para organizar esos torneos que fueron un éxito.
- Entonces, ¿colgaste los botines e inmediatamente te pusiste a trabajar con Tinelli?
- Sí. Llegaba de Europa, tenía una oferta para ir a jugar al Colo Colo chileno y fui a escuchar la propuesta, a observar el proyecto, pero no nos pusimos de acuerdo en lo económico y regresé a mi país. Me quiso el Estudiantes de La Plata de Zucarelli, lo pensé, pero ahí se interpuso Tinelli, que me llamó y me convenció para que fuera a trabajar con él. Además, mi familia me pidió parar un poco la pelota porque estuvimos muchos años viviendo en el exterior, así que decidí colgar los botines definitivamente.
- ¿De qué manera tomaste la propuesta de Marcelo?
- Como un desafío, además de trabajar con un amigo de toda la vida. Tuvimos la suerte de traer al Brasil campeón del mundo de 1994 una semana después de haberse consagrado en Estados Unidos. Se enfrentó a un seleccionado argentino que tuvo a Diego Armando Maradona unos días después de haber declarado “me cortaron las piernas y no juego más”. Pero logramos convencer a Diego para que jugara.
- ¿Cómo lo hicieron?
- Lo fuimos llevando con ayuda de tres amigos de él: esteban el Gallego González, Oscar Ruggeri y Bebeto, que era muy amigo de Diego, al cual admiraba. Entonces, el brasileño lo llamó para pedirle que se sumara al elenco argentino y lo terminamos de convencer. Además, le dijimos que era la final que no se pudo dar en la Copa de los Estados Unidos por su doping.
- ¿Cómo hiciste para convencer a los brasileños de venir a jugar a la Argentina, a un programa de TV y una semana después de haberse consagrado campeón del mundo?
- Fue increíble. Era una locura total Brasil y yo fui para allá a buscarlos. Pude convencerlos por tener relación con varios de esos futbolistas. Algunos vinieron con sus familiares y se les dio un dinero importante. Recuerdo que aquel día estaba programado que se emita “Fútbol de Primera” que salía por Canal 13, pero levantaron el programa sabiendo que en Telefe se iba a jugar Argentina vs. Brasil en “Ritmo de la Noche”. Hicimos 54 puntos de rating. Se jugó a todo o nada porque ninguno de los dos quería perder el encuentro.
- Entonces, ¿al meterte en un programa televisivo, no sufriste el post retiro?
- No, porque me reinserté rápidamente y no tuve tiempo de quedarme en mi casa a pensar “qué hago a partir de ahora”. La opción de Marcelo fue lo que me mantuvo nuevamente activo y ocupado. La verdad que no sufrí nada.
- ¿Te quedó alguna cuenta pendiente como jugador?
- La verdad que no. Siempre busqué los mejores desafíos y nunca tuve un fin para eso. Empecé a jugar desde los 9 años en San Lorenzo. A esa edad, dije: “Yo quiero ser jugador de fútbol”. Tenía muy en claro eso e hice todos los esfuerzos necesarios y me puse metas. La primera fue llegar a Primera División. Cuando lo logré, dije: “Ahora voy por un equipo campeón y jugar la Copa Libertadores”. Lo pude hacer con el Estudiantes de La Plata de Carlos Bilardo. Al cumplir esa meta, me prometí integrar la selección argentina. Fue un paso pequeño, pero estuve entrenando junto a Maradona y formé parte del equipo que Bilardo empezó a moldear para el Mundial 86. Luego, puse como objetivo desarrollarme a Europa y lo llevé a cabo. Así que la vida y el fútbol fueron muy generosos conmigo. Nací y moriré siendo futbolista, que es muy lindo como profesión pero también pasé etapas muy difíciles.
- ¿Cómo cuáles?
- La adolescencia, especialmente. Cuando mis amigos salían a bailar, yo me quedaba en mi casa. Cuando tomaban cerveza, no lo hacía. Si salía, volvía muy temprano a mi casa. Nunca fumé y me perdí cumpleaños familiares. El fútbol es maravilloso, pero te pide cosas a cambio. Si querés ser futbolista, debés estar convencido de que tenés que hacer una serie de concesiones con el cuidado personal, entre otras.
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