Los ánimos siguen caldeados en Liniers y Vélez Sarsfield no puede salir de una crisis deportiva e institucional que cada día se agudiza más y suma nuevos capítulos a una historia que cada vez es más negra. Horas después de la dura derrota como visitante ante Huracán en la última fecha de la Liga Profesional y del feroz apriete de la barra brava del club a tres futbolistas (Leonardo Jara, Santiago Castro y Gianluca Prestianni) cuando se retiraban a sus domicilios desde la Villa Olímpica, decenas de simpatizantes y socios se autoconvocaron a la puerta de la sede social sobre la avenida Juan B. Justo y comenzaron a entonar cánticos contra la comisión directiva de la institución, que encabeza Sergio Rapisarda. El objetivo de los fanáticos era forzar la renuncia del presidente y otros dirigentes, acusados de ser los principales responsables de la crisis del Fortín. Hoy, el equipo de Sebastián Méndez está a dos puntos de los puestos de descenso y la tensión es cada vez mayor.
Las escenas en el hall de la sede social se asemejaron a las ya vistas en otras oportunidades luego de otras derrotas del conjunto velezano en el campeonato. El grito de “que se vayan todos, que no quede ni uno solo” o el “dirigentes no se lo decimos más: si nos mandan al descenso qué qilombo se va a armar” se repitieron como himnos y hasta hubo algunos incidentes en el acceso a las escaleras. Ocurrió que los hinchas comenzaron a subir hacia el segundo piso para acceder a las oficinas de Comisión Directiva. La seguridad privada no pudo detener el avance y hubo algunos incidentes menores. Al no encontrar a ningún directivo que diera explicaciones, los enardecidos aficionados comenzaron a desalojar el edificio llenos de bronca y dolor. En tanto, el gerente de seguridad del club, Eduardo Capuchetti, no se salvó de los agravios y debió abandonar las instalaciones prácticamente expulsado por los hinchas.
Tampoco faltaron los insultos para los futbolistas y el pedido de cambio de autoridades de manera urgente. Cabe aclarar que en noviembre están pautadas las elecciones en Vélez y que hubo pedido de Asamblea Extraordinaria para adelantar los comicios ante la inestabilidad reinante. Durante el día circularon algunas versiones acerca de la posible renuncia de Rapisarda y su vicepresidente, Diego González, pero no hubo confirmación oficial. Infobae intentó comunicarse con fuentes del club, pero no hubo respuestas.
En cuanto a lo deportivo, el equipo de Primera División de Vélez atraviesa una crisis aguda que se extiende desde hace al menos dos temporadas con una escasa cosecha de puntos que no solo lo dejan con riesgos de descenso por tabla anual, sino que de zafar este año quedaría en los últimos puestos en los promedios. Esta situación obliga al Fortín a realizar una gran campaña en la Copa de la Liga Profesional (14 partidos) para permanecer en la máxima categoría. En este plano, el panorama es desolador, ya que el Gallego Méndez no podrá contar con Diego Godín (retirado), Julián Fernández (vendido al New York City) Tomás Guidara (pasaría a Independiente) y otros futbolistas como Gianluca Prestianni y Juan Ignacio Méndez analizan desvincularse por la caótica situación.
Lo institucional es tan grave como lo que se observa dentro del campo de juego. Una Comisión Directiva dividida, ausente ante las demandas de los socios y que hace tiempo perdió el control del club. Las pruebas están a la vista. La barra agredió a los jugadores del club e incluso Prestianni, la joya que fue golpeada por los vándalos, denunció que no era la primera vez que recibían la visita de los violentos y que se sienten desamparados. “Lo de la barra era algo habitual porque estaban viniendo bastante seguido a la Villa Olímpica y nos sentimos apretados. Nosotros nos sentimos sin seguridad, lo que pasó ayer se vio y no nos sentimos protegidos. El rol que cumplen los dirigentes no lo sé”, indicó el media punta de 17 años en una entrevista con ESPN.
“Tenía ofertas antes para irme antes, pero me quedé por respeto a Vélez. Ni a mí, ni a mi familia nos gustó que me hayan pegado. Le pegaron al auto y a mí dos veces en la cara y me agarraron de la campera. Es una decisión difícil, tengo que hablar con mi familia porque son hinchas de Vélez. No sabés qué hacer, lo tengo que ver muy bien”, completó Prestianni, el único de los agredidos que habló públicamente y quien por estas horas tendría decidido abandonar el club que lo vio nacer ante una situación que parece no tener solución a la vista.
Ante la gravedad de los hechos, el club emitió un comunicado en su sitio oficial: “El Club Atlético Vélez Sarsfield lamenta y repudia enérgicamente la situación intimidatoria que han vivido anoche algunos futbolistas de nuestro primer equipo, en las inmediaciones de la Villa Olímpica. En Vélez Sarsfield, promovemos los valores del deporte, la integridad y el respeto a las personas bajo toda circunstancia. Todo acto de violencia debe ser condenado. La seguridad y el bienestar de todas las personas involucradas en el Club son de suma importancia para nosotros. La institución se encuentra a disposición de la Justicia. Reiteramos nuestro apoyo a los jugadores del plantel profesional y el Cuerpo Técnico comandado por Sebastián Méndez. Saldremos adelante trabajando unidos, pero siempre con los valores que han distinguido históricamente a la familia velezana”.
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