Martín Demichelis, íntimo: cómo superó los golpes duros en su vida y la transformación de River

El director técnico del Millonario se mostró reflexivo y habló de los momentos difíciles que tuvo que sortear a lo largo de su carrera. El refugio en la familia, por qué no puede ver series y no tiene redes sociales

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Martín Demichelis y los duros golpes que debió sortear a lo largo de su vida

La obtención de la Liga Profesional es cosa del pasado, su cabeza ya está puesta en lo que será el trascendental duelo de octavos de final por la Copa Libertadores ante Inter de Porto Alegre. Por esta razón tomó la decisión de que el plantel quedase concentrado en el Monumental tras la celebración contra Racing, entrenar el sábado en el club y luego mudarse a Cardales para cerrar la puesta a punto. No obstante, y pese a su ajustada agenda, Martín Demichelis se hizo unos minutos para dialogar con Infobae. En una oficina con el campo de juego de fondo y con mate en mano, el director técnico de River Plate se mostró a corazón abierta, rememoró los duros golpes que tuvo que sortear en su vida, sus grandes amores y su presente en el club de sus amores.

- Comencemos por el inicio de la historia reciente. Estabas trabajando en Bayern Múnich, un club que conocés a la perfección y te llama River Plate. ¿En algún momento dudaste o tomaste en cuenta los riesgos que podía conllevar dejar Alemania para mudarse a Argentina?

- Para muchos esto nace ahora, hace siete meses que me presentaron, pero yo decidí ser entrenador muchísimo tiempo atrás. Cuando Ramón Díaz apuesta por mí como jugador amateur para darme la posibilidad de entrenarme con el plantel profesional, darme la posibilidad de debutar y a raíz de eso, empezar a crecer como futbolista y como ser humano dentro de una institución, la cual te prepara para la vida en tantísimas cosas. Entonces, para mí este presente que estoy viviendo ahora empezó en el 2000, 23 años atrás. Con esa posibilidad. Es cierto que posteriormente en mi carrera profesional invertí tiempo en capacitación, porque tenía bien definido en mis últimos años como futbolista que la vocación siguiente a la de ser jugador de fútbol iba a ser esta, la de entrenador. Entonces tenía bien en claro, por mi manera de ser, que tenía que capacitarme. A pesar de esa experiencia empírica que te da el vestuario como futbolista, tengo bien en claro que las dos cosas son muy, muy diferentes. Entonces, cuando surgió ese llamado, sentí que era el momento. Sentí que era el momento porque ya había pasado cinco años en invertir en preparación y coincidía con que podía armar un cuerpo técnico de muchísima calidad humana, de muchísima capacitación, con gran sentido de pertenencia con la situación. Se habían alineado todos los planetas para venir. La duda nunca existió. Y bueno, obviamente la conversación con River, la negociación, fue muy sencilla, muy rápida.

- En su momento dijiste que tu esposa Evangelina te preguntó si estabas seguro, si no estabas loco en arriesgar todo. ¿Cómo fue esa charla?

- Mirá, ella sabe de mi esfuerzo en estos cinco años, de la capacitación. Está claro que como pareja, como matrimonio, como familia, como padre, como padres... hace 20 años que me había ido del país. Hace 15 años que estamos juntos con Evi, vamos por 16, muchos años viviendo en Europa, entonces era volver a empezar. Y para nosotros, a pesar de ser argentinos, de tener raíces y de familiares acá, nos habíamos desligado totalmente de la Argentina. No digo que había dudas, pero sí preguntas que había que poner encima de la mesa porque el desafío era importante, era grande, el cambio de vida era brusco. Entonces le pedí por favor que me acompañe. Le dije: “Yo con vos soy un gran entrenador, sin vos prefiero no ir”. Entonces, bueno, acá estamos, felices. Casualmente hoy nos mensajeamos e intentando vivir la realidad, que nos pudimos sacar una foto con un trofeo de River, que conseguimos siete meses después de haber llegado. Así que un motivo familiar muy, muy, muy grande, muy intenso, porque para muchísima gente sí hubo duda. “Por qué vas a venir ahora”, “por qué tanto riesgo”, “la vara está altísima”. Y bueno, yo lo entendía desde otro lado. Primero, que alguien tenía que asumir, hacerse cargo. Yo sentía que era el momento. Me sentía capacitado, no me había retirado recién de jugar al fútbol. Había pasado por varios lados como para ponerme enfrente de un grupo, donde no voy a tener dudas de lo que es mi metodología. No voy a tener duda de cómo caminar en un grupo de profesionales, porque dentro del cuerpo técnico son todos profesionales. El doctor, el kinesiólogo, los preparadores físicos, un jefe de prensa, los chicos de videoanálisis, los cocineros. Me sentía capacitado y preparado.

- Y acá tenés un plus, que es poder vivir los partidos con tu hijo Bastian a unos metros del banco de suplentes

- Sí, siempre lo digo, que anteriormente a esto, Basti había estado una sola vez en el estadio viendo a River, porque con la selección argentina había venido varias veces. Acá en Argentina estuvo solo el día contra Rosario Central, que volvió a jugar Pablo Aimar. Y a la distancia se hizo muy fanático de River. Vimos cantidad de partidos juntos desde Europa estos años, pudimos ir a ver la final en Madrid, y después siempre se caracterizó por ver videos en YouTube y demás. Tiene un fervor ahí adentro por los colores que es muy lindo, como tantísimo joven, ¿no? Entonces, el primer partido me preguntó si podía ser alcanzapelotas, y dijimos “Bueno, dale, probá”. Y después de probar me dijo, “Papá, de acá no me sacás más”. Entonces como que se adueñó de esa posición, en el buen sentido de la palabra.

- Ahora que salieron campeones ya es una cábala. No lo podés sacar…

- Sí, es difícil. Es una bendición. La verdad es que una bendición. Ayer también nos abrazamos adentro y dijimos bueno, cumplimos un sueño. Para mí es un orgullo que me vea como hijo, de que coronamos y salimos campeón. Para mí también es un orgullo como padre, de que él sea partícipe de todo esto, que lo haya vivido desde adentro, que seguramente para él, con la que edad que tiene, es inolvidable.

- Mencionaste la palabra sueño. Imagino que Bastian debe soñar con triunfar en el fútbol. Vos tuviste una gran carrera. Si tuvieras que darle algún consejo, ¿cuál sería?

- Eso él lo sabe, porque siempre con el cuidado fui bastante meticuloso y la verdad que él, desde la alimentación, el descanso, el tema escolar. Sabe por dónde hay que ir. Pero lo más importante para mí, que no soy el dueño de la razón en el fútbol, y mucho más a la edad de él, que se divierta. No tiene ningún tipo de presión de hacer una carrera igual o mayor a la del papá. De hecho, me acuerdo como si fuese hoy, cuando me ficharon en River, llamaron a mi papá. En ese momento no había WhatsApp, había que llamar al teléfono de línea. Le dije: “Viejo, me tengo que quedar acá”. Por estar acá no voy a ser el mejor, y si me toca volver no voy a ser el peor. Y lo mismo para él. Mi papá me dijo: “Si te divierte estar ahí, quedate”. Y después me convertí en jugador profesional. Y se empezaron a acercar los últimos años de mi carrera, y mi viejo me seguía diciendo lo mismo que al principio. “Cuando no te divierta más...”. Entonces para mí, mi hijo tiene que hacer lo mismo. Después dirá si va a ser jugador amateur o profesional. Incluso si es jugador profesional para qué club le dará su calidad humana y su calidad como jugador de fútbol.

- ¿Por qué no utilizás ninguna red social?

-Hace muchísimos años que dejé de usarlas, después del Mundial 2014, que en ese momento usaba Twitter. Me alejé en ese momento y después, cuando me empecé a capacitar para esta vocación, si bien en las redes sociales hay muchísima información que a nosotros nos puede favorecer y aggiornar en lo que es este mundo globalizado de la tecnología, de ponernos al tanto de tantísimas cosas, las puedo conseguir de otra forma. Y hoy, que soy entrenador de River, si bien me gustaría compartir con muchísima gente, con muchísimos hinchas desde las redes sociales tantas cosas, creo que las redes sociales me pueden llegar a influenciar, para bien o para mal, a diario. Ni siquiera a diario, a cada minuto, a cada segundo. Porque el hincha siente un fervor, una pasión, y grandes ganas de opinar.

-Y los extremos…

- Los extremos, exactamente. Acá somos todos, en el buen sentido lo digo, opinólogos. Somos todos entrenadores de fútbol, somos todos amantes de que juegue éste y no aquél, de que tiene que entrar éste... Entonces prefiero compartir el cariño de la gente, o esa cercanía con la gente, cuando hay un contacto físico, donde puede existir la posibilidad de hablar con respeto, sacarse una foto o dar un autógrafo.

- ¿Cómo es tu día por fuera del fútbol?

- Lo paso con mi familia, en mi casa. De momento no hemos ido a lugares públicos con mi mujer. No significa que no lo pueda hacer, porque estaría bien también hacerlo. Pero nos mentalizamos al venir con mi mujer que íbamos a cuidar en todos los sentidos la posición de ser entrenador de River. Y si bien creo que la familia del entrenador de River puede ir a un shopping, a un restaurant, a un teatro, de momento hemos elegido no hacerlo. Ya llegará el momento, por una cuestión de organización y de tener esa necesidad o esas ganas locas de hacerlo. Hoy por hoy vuelvo a mi casa y comparto el poco tiempo libre con mis hijos, con mi mujer, con mis suegros, con mis cuñadas, hago alguna visita de amigos, y seguir viendo fútbol.

- Nombraste igualmente el fútbol. ¿Nunca te desconectás? ¿No te enganchás con alguna serie o película?

- Es una gran pelea, es un gran debate con mi mujer, que me ofrece a diario que veamos algo; pero a mí me gustan las cosas hacerlas bien o no hacerlas. Si empiezo el capítulo de una serie, es hasta el final y en ese tiempo de serie hubiese preferido ver 2, 3, 4 partidos. Porque el fútbol cambia día a día y porque siempre la posibilidad de ver un partido te puede sumar un detalle. Y si encima es de rivales... Estuve 20 años fuera del país y si bien vi cosas a la distancia, y creo estar aggiornado bastante a lo que es el fútbol argentino, el seguir incrementando la posibilidad de conocer mejor a todo lo que es el fútbol argentino, bienvenido sea. La serie la dejaré para cuando no tenga trabajo.

- Con tu hija Lola jugás al ajedrez, un juego de mucha estrategia, ¿tomás algo del ajedrez para aplicarlo en el fútbol?

-Sí. Siempre fui estratega. De hecho, para mi manera de vivir me enloquece lo que es la estrategia. Me gusta mucho la matemática y todo lo que es lo estratégico para resolver. El fútbol tiene mucho del ajedrez, y el ajedrez mucho del fútbol. Si bien después en el fútbol los jugadores son los que deciden cómo controlar, cómo pasar, cómo desmarcarse, cómo gambetear... Hay muchas veces que nosotros los entrenadores podemos hacer movimientos estratégicos como para destrabar o para atacar, que después sale bien o sale mal. Se puede decir que es decorativo, porque los protagonistas son los jugadores. Pero me gusta tener bien en claro por dónde ir, por dónde atacar, cómo defender.

Martín Demichelis y su emoción en los festejos por el título con River Plate (

Martín Demichelis fue campeón en River Plate, brilló en Europa y tuvo un destacado paso por la Selección. Sin embargo, en el medio, la vida le propinó varios golpes que son capaces de voltear a cualquiera. A los 14 años, cuando estaba en las inferiores del Millonario, sufrió la muerte de su madre. Luego, en 2013, perdió a su padre en un accidente de tránsito. Dos años antes, Adrián Vicente, ex futbolista y uno de sus hermanos de la vida (es el padrino de Bastian), perdió la vida en un choque.

- La gente suele sostener que el trabajo del futbolista es ideal, que te da fama y dinero. Que vivís de lo que apasiona a la mayoría de los argentinos. Que es un mundo ideal. Pero para llegar hay que transitar un camino de mucho sacrificio, y en tu caso sobrellevar una vida con varios golpes. ¿En algún momento pensaste en largar todo?

- Con lo económico hay que tener mucho cuidado, con la dificultad que vive el país hoy por hoy, se pueden herir susceptibilidades. Está claro que el dinero ayuda para un montón de cosas, pero no compra la felicidad. Es importante no haber cambiado como persona si la cuenta bancaria te agrega o te resta un cero más. Porque vengo también de un pueblo muy humilde, de raíces muy humildes, donde la gente se tiene que levantar a trabajar todos los días y los locales no cierran a pesar de ser sábado o domingo, porque el vecino necesita algo, el de enfrente, el amigo, la fiesta, el cumpleaños, el bautismo; entonces es 24/7 todo el tiempo. Y después, obviamente, vengo también de abuelos y de padres que no nacieron de una cuna de oro y que tuvieron que trabajar. Dentro de todos esos años sí me tocaron cosas muy bruscas que siempre digo que fortalecieron la tripa para hoy por hoy ser el padre o el entrenador que soy. Que no se las deseo a nadie. Creo que todos, de alguna manera, en la vida tuvimos golpes duros. Entendí que el fútbol era mi divertimento, mi pasión, y a raíz de eso crecí a pesar de haber perdido justamente a mi abuelo, a mi mamá, en un momento cuando recién comenzaba, por el desarraigo... De hecho a mi mamá le pronostican el cáncer de páncreas en diciembre y en enero me voy a Rosario, pero ella era la fan número uno y me decía: “hijo, te tenés que ir”. Yo a esa edad conocía poco y nada de la enfermedad. Sabía lo que era el nombre, pero no todo lo que abarcaba y qué era lo que podía llegar a pasar. Y después, cuando ocurrió, obviamente mi papá, el hermano de mi mamá me dijeron “ella hubiese querido que sigas”. Así que tuve que seguir, y así sucesivamente con todo lo demás.

- ¿Lograste transformar ese dolor en algo positivo?

Sí, sin duda. Siempre. Porque me acuerdo cuando fue el accidente de mi papá. Había viajado a Justiniano Posse a esperar a mi hermana que venía desde Europa porque había nacido mi hija y no sé por qué mi papá ese día, en vez de ir en su camioneta, había ido en el auto de mi hermana, quizás para ir a esperarla con su propio auto. Mi hermana arquitecta. Cuando fui al lugar del accidente, todavía había, si bien el auto estaba totalmente incinerado, cantidad de papeles de arquitectura de mi hermana, de planos, tirados y volados por todos lados. Y bueno, yo recorría el lugar, miraba, miraba, miraba. Estaba Luca, mi representante, y yo hacía dos años y medio que no iba a la Selección, y quedaba un año y meses para el Mundial. Caminé, caminé un rato así, miraba, miraba con la mirada perdida y él no me hablaba. Y en un momento, cuando lo miré, le dije: “Ahora voy jugar el Mundial”. Habrá pensado que estaba en estado de shock. Pero yo sabía que ese momento me iba a fortalecer y, de hecho, despedí a mi papá un lunes, y me volví a España. El fin de semana Manuel Pellegrini me preguntó si estaba apto para jugar, si me animaba a jugar, y le dije que sí. Y esas cosas de la vida, del fútbol, en la primera que centran desde un costado metí un cabezazo, el gol... Siempre creo que salí de esos golpes duros, que son para siempre, porque nadie está preparado para despedir a un familiar. Salí fortalecido, sí.

-Hay personas que en esos momentos se aferran más a Dios o al contrario. ¿Cuál fue tu caso?

Sí, a mí me pasó. Vengo de una familia muy católica. Me pasó lo contrario cuando perdí a mi mamá. Sí, porque tanto pedir, pedir y pedir, que no se despida, que no se despida, que no se despida y me pasó todo lo contrario. Mi familia continuó muy aferrada al catolicismo. Y a mí me costó muchísimo, durante tantísimos años me alejé; y después entendí que había que volver.

- Lograste reencontrarte

No soy lo que era en ese momento, de que todo los domingos voy a misa y demás; pero sí, tengo mucha fe y creo mucho en Dios.

Martín Demichelis celebró el título con River Plate junto a su esposa Evangelina Anderson y sus hijos Lola, Emma y Bastian
Martín Demichelis celebró el título con River Plate junto a su esposa Evangelina Anderson y sus hijos Lola, Emma y Bastian

- En los festejos usaste una camiseta muy especial, una que utilizaste en un partido y que tiene el nombre de tu mamá. ¿Cómo surgió la idea?

Siempre dije que mi mamá era la fanática número uno, y de todas las remeras que tengo de mi carrera profesional, una de las dos remeras que usé en el Mundial de fútbol, en la final del 2014, se la regalé al intendente de Justiniano Posse y está expuesta en la propia municipalidad. Hicieron una cosa muy, muy linda. La otra la tengo yo, pero ni siquiera la tengo encuadrada, ni siquiera la tengo expuesta. Está guardada y la única remera de tantas que tengo que está encuadrada era justamente esa, con el nombre de mi mamá. Y bueno, vinieron mis hermanas para el partido con Estudiantes y me dijeron: “Trajimos algo que no ocupa lugar, o a alguien que no ocupa lugar y que quiere dar la vuelta con vos”. Fue muy emotivo. Casualmente, cosa que no dije, el viernes era el cumpleaños de mi mamá. Pareciese que está marcado, que no había que levantar la copa ese día, que había que guardarla para el cumpleaños de mi mamá. Fue un regalo de cumpleaños para ella.

- Durante los festejos se te vio muy emocionado. ¿Qué se te cruzó por la cabeza?

El esfuerzo de lo que era asumir el cargo. Para muchos, el riesgo, para muchos después de perder el partido con Belgrano, el partido con Arsenal... El “no está preparado”, “le va a quedar muy grande”. Tantísimas cosas que seguramente aparecieron en la cabeza de muchos. ¿Y ahora qué? Bueno, nada. En un momento, cuando ya me di cuenta que éramos campeones, que la gente empezó a gritar “dale campeón”, cuando me di vuelta estaban todos en el banco de suplentes abrazados, estaban todos saltando abrazados, la verdad que me aflojó. Intenté seguir mirando los pocos segundos que quedaban para adelante, porque si no me hubiese emocionado mucho más. Por ellos, por nosotros y por lo que es River, porque es muy fuerte haber venido desde allá. Para muchos no tenía experiencia, ”no conoce el fútbol argentino”, y ver al hincha de River feliz es una sensación muy, pero muy fuerte.

- Trabajaste muchos años en inferiores, y es un punto fuerte dentro de tu proyecto. ¿Cuáles son las claves para vos?

- Me gusta, trabajé muchísimo y me apasiona lo que es la formación y el proceso de evolución de un jugador. Siempre me despertó extrema curiosidad todo esto, porque si a mí me hubiesen etiquetado como jugador de fútbol a los 18 años, hoy no solo que no hubiese tenido una carrera profesional, sino que no sería lo que soy. Y digo esto porque a mí me llegó la primera oportunidad a los 20 años. Yo soy nacido en diciembre, pero el 30 de junio me tenían que mandar por edad un contrato profesional o ir a trabajar o estudiar. Y gracias a Dios que sin haber jugado en Primera, de la categoría 80, al único jugador que no había jugado en Primera en ese momento, decidieron hacerme un contrato. Porque Guillermo Pereyra, Costanzo, Gandolfi ya habían jugado en Primera, entonces el contrato ellos ya lo tenían casi asegurado. Yo no había jugado en Primera y el club decide mandármelo a mí. Entonces yo creo a muerte en la evolución hasta el último día del jugador profesional. Para mí no tiene límites la evolución. Y me molesta, me molesta mucho, cuando en inferiores solo se entrena para ganar y no se entrena para formar. Entiendo que la cultura argentina es exitismo. Y quizás eso también nos hace diferentes en nuestro ADN, porque somos extremadamente competitivos, y dentro de la competitividad se crece, pero con los chicos hay que tener muchísimo, muchísimo cuidado. Me preocupa mucho lo que es la formación y a mí en el Bayern Múnich siempre me quedó muy grabada la frase, porque nosotros trabajábamos a diario con los psicólogos y con los pedagogos. Y siempre nos decían “Nunca te enojes con un chico a la hora de equivocarse, porque el límite del jugador es tu límite como entrenador”. ¿Se entiende? Si el chico no evolucionó, si el chico no creció, si el chico no mejora, si ese chico no entendió, es tu límite como entrenador. El entrenador de fútbol formativo que se pone a gritar locamente para mí está ciento por ciento equivocado.

- Viviste de cerca una escuela muy valorada como la del Bayern Múnich. ¿Tratas de inculcar algo de ese modelo acá? ¿Se puede implementar en Argentina?

- Sí, se puede plasmar, partiendo de la disciplina, de la organización, de la planificación, y después desde el convencimiento. Mirá, no soy el dueño de la verdad en el fútbol, pero hoy por hoy creo que en la Liga Argentina fuimos justos merecedores, sacando 11 puntos de ventaja. Bueno, están los números ahí, no hace falta que lo diga yo. Pero sí te cuento que nosotros no hemos hecho desde mi primer día de entrenamiento un solo ejercicio sin la pelota. Nosotros no nos hemos puesto a correr alrededor de la cancha, no nos hemos puesto a hacer pasadas, no nos hemos puesto a hacer intermitentes, que es un ejercicio muy natural para ocupar minutos dentro de una sesión de entrenamiento. Entonces sí, sí que se puede inculcar metodología. Hay que tener un convencimiento y defender los principios dentro de ese convencimiento, pero creo que nos ha ido bien dentro de lo que hemos hecho.

Cómo mutó el River de Demichelis a lo largo del semestre

-En una de tus primeras conferencias diste a entender que tu esquema predilecto es con tres puntas, pero en River te supiste adaptar y mutaste al “River de los volantes”. ¿Viste que el plantel se adaptaba mejor a ese esquema o a qué se debió el cambio?

-Sí, es cierto. Y me va a seguir gustando el 4-3-3 para ensanchar la cancha, porque desde ahí diferentes posiciones de los extremos, los extremos en la raya, los extremos entre central y lateral, los dos interiores bien alto. O sea, los dos volantes internos bien alto, un cinco, un volante bien definido, pero los volantes de alrededor que se van haciendo más alto, más bajo. Los laterales más abiertos, más cerrado, más alto, bajo. Bueno, desde eso escudo posicional que tiene que ver un poco con el ajedrez y con la metodología y todo eso que antes mencionamos, es algo que me gusta mucho. Nos tuvimos que ir acomodando por el presente de ciertos jugadores, por el presente de aquella derrota en Belgrano, de esa derrota con Arsenal. Y bueno, dijimos vamos a rodearnos más acá, nos estamos conociendo. Que los pases sean más cortos en vez de más largo, que en las pérdidas estemos más agrupados en vez de estar más abiertos, y todo ese tipo de cosas. Y bueno, el equipo se fue acomodando como se acomodó. Y para mí no es el sistema. Porque hemos jugado partidos muy buenos con cinco volantes y hemos jugado partidos muy, muy buenos, con cuatro volantes. De hecho, el viernes volvimos a jugar con cuatro volantes y creo que hubo una supremacía en el primer tiempo contra un equipo que ganó la fase de grupos de la Copa Libertadores como Racing. El primer tiempo con cuatro volantes, lo hicimos con Fluminense. Después ha sido un equipo que me ha llenado de orgullo verlo y me sentí muy identificado también con cinco volantes.

- Boca trajo en este mercado a un jugador de renombre como Cavani. ¿Esto te preocupa?

Conozco la carrera de Cavani, pero el no haber sido compañero, no haberlo tenido como entrenador significa conocerlo poco. Gran parte de lo que es un jugador de fútbol va desde lo emocional, de las relaciones personales, de las relaciones humanas, y desde ahí no lo conozco. Va a tener un gran impacto mediático porque es un jugador de muchísima trayectoria, que ha pasado por grandísimas instituciones de gran jerarquía, pero hay que mirar poco de puertas afuera y mucho de puertas adentro, porque nosotros tenemos un grandísimo plantel.

- Vino Ramiro Funes Mori y se sumó Facundo Colidio. ¿Pediste algo más para este mercado de pases?

- Nosotros trajimos tres refuerzos. Se nombra a Ramiro, se nombra a Facundo, pero nosotros recuperamos a David Martínez, que para nosotros es un grandísimo refuerzo, que lamentablemente no pudimos tener estos meses y ya se está entrenando muy pero muy bien. Es un jugador con el cual podemos contar y podemos potenciar. Y, además, Matías Suárez terminó muchísimo mejor la temporada de lo que la empezó. Entonces también Matías Suárez, estando bien, es otro grandísimo refuerzo. ¿Qué necesito? Que estén todos sanos. Ya falta poco para que también se nos sume Bruno Zuculini. Y hemos intentado darles posibilidades a todos. Está claro que hay mucho que están más atrasados en los minutos que otros, pero con la llegada de Facundo y con Ramiro, ahora que estamos para competir en octavos de final, de igual a igual.

- ¿Qué análisis hacés sobre el Inter de Porto Alegre y qué cambia que ahora tenga al Chacho Coudet como entrenador, alguien que conoce muy bien a River?

-Bueno, el Chacho es un entrenador muy intenso, que donde supo estar en todos tuvo equipos bien intensos, que van en busca del partido, que te sale a presionar, que te sale jugar, a ser dominantes. Entonces considero que no va a venir acá a refugiarse detrás de la mitad de cancha, tirándose todos atrás. Al contrario, va a salir a presionar, nos va a salir a jugar, va a salir a atacarnos. El corre con la ventaja que conoce muy, muy bien a River, a todos los jugadores. Pero vuelvo a repetir, no sólo hay que mirar de puertas adentro, independientemente de los jugadores que decida por el Chacho, el sistema que decida por el Chacho, incluso estando el Chacho Coudet en la raya, lo importante es que nosotros el día del partido seamos River.

- Mucho se habla sobre el poderío económico de los equipos brasileños y que es imposible competir con ellos. ¿Crees que existe esa brecha o que el fútbol argentino le puede competir mano a mano en las competencias internacionales?

- Quizá por la situación económica, no vamos a ser hipócritas, hay contratos laborales muchísimos más altos para los jugadores de lo que hay acá. Entonces siempre un jugador que anda bien en el fútbol argentino es tentado por contratos que acá son imposibles de pagar. Pero después, en lo institucional, como está River hoy, desde lo estructural, desde lo pasional, desde el apoyo del hincha, desde la calidad humana y del plantel que tenemos, no hay que envidiarle nada a nadie, a ningún equipo brasileño. Hemos demostrado estar a la altura en la fase de grupo contra Fluminense, donde lamentablemente después del minuto 70 de la expulsión si se descompensó el partido, pero hasta ahí habíamos competido de igual a igual. Y bueno, acá creo que hubo una supremacía de nuestro equipo para con Fluminense ganándole 2 a 0, pero la forma de haberle ganado fue una demostración más de que no hay nada que envidiar.

- Te desafía alguien, como cuando eras chico, a un partido por la cancha. ¿A quiénes llamás para jugar? Tenés que llamar a alguien que sabés que con ellos ganás el partido.

- ¿Con estos les juego partido a cualquiera? Con mis dos mejores amigos, que eran seguramente igual o mejor que yo jugando a la pelota, y por esas cosas de la vida no se pudieron convertir en jugadores profesionales. Se llaman Pato y Marcos. Dos talentos impresionantes de Córdoba, casualmente de mi ciudad y casualmente mis mejores amigos de toda la vida. Desde la infancia hasta el día de hoy. Marcos jugaba de diez. Zurdo, una pegaba, un talento tremendo. Él estuvo en Lanús, no tenía representante, no tenía pensión, siendo de tan lejos, no tenés un poder económico como para poder quedarte y que te alquilen algo, y te tenés que volver y estudiar o trabajar. Lo mismo le pasó a Patricio. Patricio también un volante de una calidad como pocas vistas. Y también hay que volverse por ese tipo de cosas, de no tener representante, de no tener la posibilidad de pagarse un departamento y allá están. Pero con ellos dos les juego a cualquiera.

- ¿Y el resto? Te faltan jugadores

- No importa, pero con ellos dos que son... Porque cuando dentro de la cancha se consigue ese sentido de pertenencia, ese sentido de hermandad, a veces lo grupal es muchísimo más fuerte que cualquier otra cosa.

- Recalcaste lo de la hermandad. ¿Te gustaría inculcarla en River?

- Existe eso. Porque los líderes de grupo lo marcan en el día a día. Se forjó eso. Y existe porque Armani es campeón del mundo, pero quiere entrenar y quiere ganar. Porque Enzo Pérez tiene 37 años y entrena todos los santos días. Porque Joni Maidana, aunque no lo vean en el 11 titular sólo se perdió uno porque estuvo resfriado y se entrena como un campeón. Porque Milton Casco se enoja cuando no lo pongo, a pesar de que tiene 35 años y hay que cuidarlo. Porque Nacho también es Nacho y quiere seguir jugando. Hay un sentido de pertenencia de los líderes muy, pero muy grande.

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