El predio que la AFA tiene en Ezeiza es un lugar soñado. Y no porque en ese espacio verde se haya forjado la mística del reciente campeón del mundo en Qatar. A esas hectáreas en las que se pueden encontrar canchas de fútbol, de playa, el estadio de futsal y los lugares de concentración para las selecciones juveniles o las mayores de cada disciplina, la vida se la dan las personas que, día a día, trabajan en un complejo único en el mundo.
Hace 10 años, por esa reja corrediza en la entrada, pasó Angélica Romero. Y nunca más se fue. Desde su trabajo como utilera del femenino fue parte de un proceso trascendental para las mujeres y el fútbol en Argentina. Pero más allá de eso, para Angie fue cumplir un sueño que persiguió desde que dejó su Curuzú Cuatiá natal en Corrientes. ¿Siempre pensó en el fútbol como su lugar? Para nada. Es más, cuando le llegó la oportunidad de trabajar en el club de sus amores, Boca Juniors, estaba dando clases de tenis.
En una charla con Infobae en su oficina de todos los días, rodeada de recuerdos de viajes, torneos, y con bolsos por doquier, esta apasionada por su tarea no pudo ocultar su emoción cuando recordó a sus padres. Lo mismo al hablar del boom que se generó con la selección femenina después del Mundial en Francia hace cuatro años.
¿Por qué usa perchas en la previa de los partidos? ¿Es verdad que funciona una especie de “kiosco” durante los viajes para que las chicas puedan pedir artículos necesarios? Todas estas preguntas las respondió Angie. “Somos la cara visible de cómo tienen que salir las chicas vestidas al campo de juego, el cuerpo técnico, todos”, fue una de las frases de una charla con mate de por medio y con el corazón abierto de par en par.
- ¿Cómo me podrías resumir tu historia hasta que llegaste a la selección femenina?
- Cuando estaba estudiando el secundario, mi idea era estudiar el profesorado de educación física. Así que mi mamá, ya no existía mi papá, me mandó a estudiar a Santa Fe, donde me recibo de profe de Educación Física. Una vez terminada la carrera, lo que yo quería era seguir estudiando y trabajar. Entonces, me vine para Buenos Aires. Empecé haciendo de todo, hasta lograr acomodarme porque es difícil llegar del Interior, vivir en una pensión, pero gracias a Dios todo se acomodó. Empecé trabajando en la Dirección de Deportes de Lanús, de ahí me salió trabajo en un colegio y también seguía estudiando el profesorado para ser entrenadora de tenis. Así que quería hacer todas las cosas juntas. Y cuando estaba dando clases de tenis en el club El Porvenir, una persona me dice si quiero participar de una filial de Boca, de la cual soy hincha mal, entonces fui a colaborar. Voy como colaboradora a La Bombonera y empecé, nada que ver con el fútbol. Porque empecé ayudando en el judo, así que tuve que estudiarme el reglamento, todo, porque no conocía lo que era eso. Y una vez que estaba ahí, un día faltó el utilero del fútbol femenino, ahí comienza la historia mía de esto que es hoy ser utilera. Fui a colaborar y como había un varón me dicen “por qué no te quedás a colaborar con el utilero, así estás dentro del vestuario”. Yo no sabía cómo se doblaba una ropa ni nada. Aprendí de él, de Marcelino. Estuve muchos años en Boca y eso me sirvió para que un día, Juan Carlos Crespi (ex dirigente xeneize), que estaba en selecciones nacionales, me trajera para estos lados. Me dijo que sería una linda experiencia y yo no lo dudé. Por suerte, hace 10 años que estoy acá.
- ¿Qué objetivos tenías relacionados al deporte? ¿El fútbol estaba en tu cabeza cuando estabas estudiando?
- No, nada que ver. Yo lo único que quería era ir a ver a Boca a La Bombonera. Pero después, todo lo demás, pasaba por el tenis. Y, aparte, representé al país en el atletismo. O sea, hacía deporte y, por suerte, evidentemente, tenía condiciones y bueno, clasificaba y viajaba. En realidad, mi sueño de siempre fue viajar. Y creo que ya lo tengo cumplido. O sea, sigo soñando, pero en realidad, yo me iba y miraba los aviones en Aeroparque. Cómo salían, cómo volaban y decía “uh, mirá que lindo”. Y bueno, hoy por ahí, vuelo un poco más lejos. Mi sueño era eso, viajar, y gracias a Dios se me dio.
- Para cualquier persona, venir del Interior a Buenos Aires es un cambio grande. Está la cuestión del desarraigo de dejar tu ciudad, y a vos se te dio todo de una manera particular, porque llegás a un club como Boca, con el cual tenés una relación sentimental al ser hincha, y empezás a trabajar en el fútbol femenino en una época que estaba en el ostracismo. No había difusión, poco desarrollo, nada que ver con estos tiempos. Cuando entraste a la AFA, ¿cómo viste esa situación? Porque imagino que te sentís parte de ese crecimiento que se fue dando con el tiempo.
- Cuando entré acá, todavía no existía este boom del fútbol femenino. Yo creo que se logró a partir de la clasificación para el Mundial de Francia 2019. Ahí fue como un cambio total y hoy se ve en todos lados. La verdad que ser parte de toda esa evolución del fútbol femenino para mí es una gran alegría porque la comparto desde acá en la Selección y viendo a las jugadoras en sus diferentes clubes. Pero, en realidad, la evolución que hubo es tremenda. Porque hoy se ven chicas jugando en canchas que antes estaban ocupadas por los varones. Alquilan canchas, gente grande, mujeres grandes, hay escuelitas para personas grandes, y a mí me parece que se ha logrado muchísimo. Positivamente, ¿no¡ Y, aparte, acá en la parte de selecciones, desde el momento en que nosotros clasificamos para el Mundial, siempre nos apoyaron, pero creo que se hizo un gran cambio a partir del 2019 porque no nos falta nada. Porque si hay que viajar, viajamos. Tenemos todo lo que se necesita, así que fue una gran evolución, pero también apoyada desde AFA.
- La evolución vino también porque antes las chicas usaban ropa, tal vez, descartada para los varones. Ahora eso cambió, las chicas tienen su propia indumentaria. Eso también fue parte de la evolución, ¿no?
- Sí, muchísimo. Hoy, por ejemplo, en el Mundial de Nueva Zelanda, Adidas hizo una camiseta justamente para las chicas. La camiseta está hermosa y es lindo que ellas tengan su propia identidad en esas cosas. Hubo una evolución tremenda.
- El utilero, para cualquier equipo, pero también para las selecciones, tiene algo muy particular. Muchas veces es el confidente del jugador. ¿Cómo es tu trabajo?
- Sí, las chicas confían en una y, entonces, a través de un mate o una conversación que sale o por ahí, si no se sienten bien, siempre recurren a una siempre y cuando tengas confianza en cuanto al tema que quieren tocar y, bueno, yo las escucho. Si puedo ayudarlas en algo, las ayudo. Y ahí queda todo. O sea, lo que se habla con la jugadora, queda acá adentro. Eso es de las jugadoras y de mí. Pero sí, se habla mucho, aparte por ahí una ve alguna cosa que puede llegar a molestar o que no va bien, entonces también se les habla porque son chicas. Entonces uno hace como de mamá con ellas, tratando de ubicarlas o de darles un consejo y después, siempre se dice que el utilero es el primero que se levanta y el último que se acuesta. Nosotros tenemos que preparar la ropa para un entrenamiento, después del entrenamiento tenemos que esperar a juntar la ropa y mandarla a la lavandería. Todo el tiempo es ver que no falte nada. No sólo para las chicas, sino también para el cuerpo técnico. Y, al otro día, una vez que nos traen la ropa limpia, es nuevamente separar la ropa y preparar de nuevo el próximo entrenamiento. O sea, es un trabajo continuo, pero tampoco es un trabajo pesado. Yo lo hago con gusto, a mí me encanta esto. Primero, es lindo tener el trabajo que tenemos. Es una bendición de Dios, que todo el mundo quisiera estar en este lugar, y después, el trabajo en sí es disfrutar un poco. Desayunamos todos juntos, seguimos trabajando, vamos al entrenamiento, volvemos. Pero es todo un trabajo también en conjunto. Porque si yo viajo sola, tengo gente que colabora siempre conmigo, que son mis compañeras de trabajo, y después, si va algún utilero, el trabajo es mucho más liviano. Siempre esperamos hasta lo último. Cuando terminan de cenar y tenemos partido, chequeamos todo. Que estén las camisetas, los pantalones, todas las cosas. Y es más, soñamos con esas cosas, y al otro día nos levantamos y pensamos que algo nos olvidamos, pero tenemos todo preparado. Es la responsabilidad, somos la cara visible de cómo tienen que salir las chicas vestidas al campo de juego, el cuerpo técnico, todo. No podemos fallar en eso.
- En la previa a grandes torneos como ahora el Mundial, tenés algún fetiche en la preparación Porque siempre en las imágenes que te muestra FIFA, muchos ponen las camisetas en el banquillo, otros utilizan perchas. ¿Cómo te manejas con ese ritual?
- Nosotros siempre nos manejamos con perchas. O sea, para un campeonato del mundo tenés los mejores vestuarios. Por ahí, nos ha pasado, que hemos armado arriba de sillas o donde venga. Lo que puedas, arreglate. Pero siempre nos arreglamos con perchas, para que se vea lo mejor posible. O sea, si armamos con el apellido de frente para que las jugadoras lleguen y vean su camiseta, si ganamos ese partido, vamos a seguir siempre de la misma manera. Si llegamos a perder, cambiamos todo. Es parte de la cocina de los partidos. Y después, yo, con los horarios, aunque hay algunos de mis compañeros que dicen que voy muy temprano, pero yo quiero estar mucho tiempo antes, cosa que si nos falla algo, o nos falta algo, podemos hablar al hotel para que nos lo manden. Porque puede llegar a pasar, pero llegamos con mucho tiempo y armamos todo. Una vez que hacemos eso, yo hago chequear con una amiga y compañera que siempre está conmigo adentro del vestuario, le digo “fijate cómo está, si está bien puesto” Porque en realidad, en los partidos, en Copa América y los Mundiales, vienen a filmar. Y después son ustedes los que ven cómo está el vestuario. Y eso tiene que estar impecable. Es lindo.
- Las jugadoras también tienen sus cositas, ¿no? Te piden que les dejes tal botín y artículos personales.
- Ellas tienen una bolsita, que decimos nosotros, que va con su número. Entonces, le preparamos los botines a cada una. Hay algunas que tienen sus canilleras con fotos de sus familias, de sus seres queridos, otras ponen las pulseritas que usan habitualmente, pero en el partido no las pueden usar. Cada una tiene sus cosas, como hay otras que no. Una le arma con su número, su ropa de entrenamiento y los botines. Pero sí, hay cosas personales que les preparamos como a ellas les gustan.
- ¿Y vos tenés algún ritual particular, alguna cábala para el día del partido?
- Lo hago todo de memoria. No me fijo tanto en eso, porque tengo que estar en tantas cosas para no olvidarme, que no.
- ¿Cómo preparas todos los bolsos con la ropa que llevás al viaje?
- Solemos llevar cerca de 30 bolsos, entre 25 y 30 de acuerdo al lugar al que vayamos. Para un Mundial, es el doble que para un partido normal. Para este Mundial, tuvimos que llevar ropa de invierno, ropa de lluvia por el frío. La logística fue totalmente diferente porque estamos muy lejos. Estamos a 16 horas de diferencia, entonces tuvimos que llevar todo.
- Más allá de la ropa, que es lo más importante, también están esos artículos que no pueden faltar. Yerba, caramelos. ¿Cómo eligen eso? ¿Las jugadoras opinan?
- Yerba llevamos de cabeza. Y después también llevamos caramelos, todo lo que sean artículos que las chicas puedan necesitar. Y después, todos los productos de cosmética, habitualmente nosotros llevamos un refuerzo, porque cada una lleva lo suyo. Cada jugadora tiene su propio shampoo, crema de enjuague. Pero después, si pasamos un cierta cantidad de días y empieza a faltar, bueno, yo tengo lo que decimos kiosco. Entonces de ahí vamos sacando y vamos aprovisionando lo que necesitan.
- ¿Tienen que tocar la puerta de la habitación en la concentración para ir a buscar?
- Tenemos el kiosco. Y además, los caramelos y los chicles, infaltables. Y después, alguna otra cosita que se puede llevar porque allá puede faltar. Es una guarnición que no puede faltar.
- Te pido que, para terminar, tomes una camiseta y me digas qué significa para vos
- Esto qué significa para mí. Esta es nuestra bandera. Es la que nos representa, que representa a las chicas, pero representa al país. Es nuestra bandera.
- En relación a eso, a tu pasado, a todo lo que viviste acá, de tener que irte de un pueblo de Corrientes, pasar por Santa Fe y venir a Buenos Aires. ¿Qué les dirías a tus más íntimos viendo eso?
- Que mi sueño se cumplió. Eso.
Fotos y video: Diego Barbatto
Edición: Javier Golpe
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