En julio de 2016 un economista se presentó como invitado en Animales Sueltos, programa que se emitía por la pantalla de América cerca de la medianoche. Aquel personaje de pelo revuelto hizo su primera aparición en televisión abierta manifestándose efusivamente contra las teorías económicas del británico John Maynard Keynes y años más tarde el conductor del ciclo, Alejandro Fantino, confesó que aquella noche el rating saltó de 2,5 puntos a 7, algo impensado para ese horario nocturno. Mientras muchos se preguntaban quién era ese panelista que había disparado los niveles de audiencia, un par de televidentes dijeron: “Che, ¿ese no es El Loco Milei?”.
Mucho antes de la política, de los debates televisivos y de la economía, hubo otro Javier Milei. Hoy en día es difícil imaginarlo con los cortos y los guantes, pero en la década del 80 quien ahora encabeza la fórmula presidencial de La Libertad Avanza supo destacarse como arquero en las inferiores de Chacarita Juniors. Las vueltas de la vida lo alejaron de las canchas y lo llevaron hasta el Congreso, en donde ejerce como diputado. Pero quienes compartieron vestuario con él aún lo recuerdan por su desempeño bajo los tres palos.
Quien lo acercó al club de San Martín fue el ya fallecido Armando Cacho Alejos. “A él lo traen para que forme parte del plantel entre los 13 y los 14 años, puede ser a los 12. Siempre al arco, exactamente igual como es en la vida era de arquero. Se tiraba para todos lados, no le importaba nada, era de esos tipos fuertes, grandote, medio loco, porque le decíamos El Loco Milei. Buen arquero encima”, recuerda el ex futbolista Gabriel Bonomi, integrante de aquella categoría 70 del Funebrero, en diálogo con Infobae.
En ese momento había cuatro divisiones en Chacarita, según explicó Eduardo Grecco, entrenador que dirigió a Javier Milei y que en la actualidad sigue formando parte del proyecto de juveniles del club de San Martín. “Yo lo habré dirigido seis meses. Esa categoría era una de las mejores que se recuerda en la historia de las Inferiores de Chacarita, la 70. Y tengo los mejores recuerdos suyos, nadie puede decir nada malo de Javier Milei porque fue intachable”.
En aquel momento, el equipo tenía dos grandes arqueros: Milei y Juan Carlos Docabo, quien luego se marchó a San Lorenzo, en donde debutó antes de pasar a Vélez y conformar una larga carrera en clubes de Primera, entre los que también estuvieron Estudiantes y Banfield. Como ambos tenían destacadas actuaciones, en general se turnaban para atajar.
“Se entrenaba a la par, si había que tirarse al barro, se tiraba al barro”, rememora Bonomi, quien se destacó como defensor profesional en Chacarita y Colegiales, entre otros equipos. “Una vez fuimos a jugar un partido de baby, nos llevó Cacho Alejos, que era como el padre de él porque lo trajo y lo apadrinó. Fuimos a jugar a un club que no recuerdo y El Loco se atajó todo”.
Eduardo Perico Pérez, otro de los grandes valores de aquella categoría 70, también pondera las actuaciones de Milei como arquero: “Se la jugaba en todas, era un loquito mal adentro del arco, le podía salir bien o mal, pero sinceramente no tengo recuerdos de que se haya mandado una macana o hayamos perdido un partido por él; la verdad que no, seguro que no. Cuando atajaba, se convertía. Era ponerse la camiseta y hacer locuras adentro del arco, se tiraba de cabeza, cosas que decías ‘este tipo está completamente loco’”.
Esa división logró coronarse casi todos los años con algún título y sus rivales no eran nada sencillos: “Nosotros nos enfrentábamos con el River de Juanjo Borreli, el Vélez del Cholo Simeone, que jugaba de cinco en ese momento... Después cada equipo tenía figuras, estaban (Fernando) Gamboa, El Negro Astrada, unos equipos terribles que te pintaban la cara por momentos. Siempre donde más pica había era con Atlanta o con Tigre, pero nosotros teníamos una categoría con la que le ganábamos a todo”, recuerda Omar Corsaro, otra de las figuras de ese equipo que también llegó a Primera.
Sin dudas, uno de los rasgos más característicos que ha llevado a Milei a concentrar a la audiencia televisiva es su vehemencia a la hora de opinar y es aquí en donde hay discrepancia entre sus ex compañeros, porque hay quienes lo recuerdan como alguien introvertido y están los que aseguran que siempre tuvo esa actitud líder dentro del vestuario.
Entre los que se ubican en el primer grupo está su ex entrenador, Grecco: “En el vestuario era callado, no hablaba”. Lo mismo sostiene Corsaro: “Él era tranqui, la personalidad que muestra ahora, nada que ver cuando era chico, se ve que fue cambiando. Cuando lo vi en la tele... Ese carácter no lo tenía cuando era chico, era un pibe tranquilo. Igual los arqueros se caracterizan por tener carácter, son todos medios locos. Pero era una edad en la que éramos chicos, entonces éramos todos un poco más tranquilos, capaz después se le fue formando ese carácter que tiene ahora. No era conflictivo, no se peleaba con nadie, siempre macanudo. Me sorprendió verlo así, no lo tenía”.
También Pérez comparte esas vivencias: “Era muy introvertido, callado. Cuando lo vi en la tele en principio pensé que era como un personaje por el tema de la política, pero después dije, ‘No creo’, porque si bien era un loco en el arco, por ahí lo trasladaba eso a su vida personal y ahora debe ser así, impetuoso. Así que yo le creo, es así”.
Prácticamente opuesto es el recuerdo de Bonomi, tal vez uno de los que más relación tenía con Milei: “Era muy altanero, fuerte, no cambió en eso, sigue siendo el mismo. Cuando lo veo me causa gracia porque digo ‘No cambió más este pibe’. Obviamente que estamos más grandes, pero es el mismo temperamento”. Incluso, sostiene que su carácter en el vestuario puede servirle en la política: “En los planteles hay que pagar derecho de piso, o te plantás y te la bancás o sos sumiso. Yo fui un tipo que por mi temperamento me planté cuando me pusieron los puntos y Javier era un alfa, igual. No te lo ibas a comer crudo así de palabra”. Y agrega: “Es un tipo que se la banca, se nota que tiene aguante en cuanto a lo personal. Te va al frente”.
Bonomi, Pérez y Corsaro no solo fueron compañeros de Milei, sino que además se consideraban amigos porque habían establecido una buena relación fuera de las canchas. Muchas veces fueron invitados a pasar la tarde a su casa, un chalet en la zona de Sáenz Peña, y disfrutaban allí de comer galletitas, jugar a las cartas, hablar de fútbol y de chicas. Claro, hay que entender que en ese entonces eran adolescentes que aún no tenían en agenda salir a bailar o tener siquiera planes nocturnos, sino que se divertían con cosas más sencillas.
Todos coinciden en que la familia del actual precandidato a presidente era de buen pasar, “no millonarios, ojo”, aclara Bonomi, que recuerda que sus padres “eran dos divinos, y dos ejemplos. Iban a todos lados como los viejos de muchos, y ellos pertenecían en su momento a una especie de subcomisión de futbol de la AFI y colaboraban poniendo plata y a nosotros nos daban mate cocido con galletitas dulces y saladas, algo organizado por todos los padres y entre ellos los de Milei”. Por eso, todos se sorprendieron cuando escucharon de boca del candidato en alguna entrevista que hace tiempo rompió relación con sus progenitores, como él los llama.
Mientras que Corsaro no se olvida: “El padre tenía colectivos en la línea 21 y nos daba pases libres para viajar, por lo menos en mi caso, buena gente y siempre iban al Poli (predio de Chacarita) a ver los partidos. Iban la mamá, el papá y la hermana”. Además, todos recuerdan a Norberto como un hombre grandote, corpulento, un físico que se podía asemejar al de un jugador de rugby: “Claro, éramos chicos y los adultos se veían más grandes de lo que son”.
Además, describen a la madre, Alicia, como una mujer coqueta, siempre muy amena con todos, dispuesta a prepararles la merienda y para colaborar con lo que el equipo necesitara. Mientras que la hermana, su actual jefa de campaña, era más chica por lo que no tenían tanta relación, aunque Bonomi no puede quitarse una anécdota de la cabeza: “Me acuerdo que la hermana me regaló un collar del que yo estaba fascinado porque se lo habían traído de la India o no sé de donde y yo estaba fascinado por los colores. Me lo regaló. Me lo quedé y lo usé alguna vez de grande y siempre me acuerdo de ese regalo, no sé si no lo tengo guardado, seguro que sí”.
Lo cierto es que todos se sorprendieron al verlo casi 40 años más tarde en televisión, primero como invitado en programas de debate y ahora como precandidato a presidente. Es que los tres llegaron a la Primera de Chacarita en una época previa a la aparición de celulares y de las redes sociales, lo cual impedía que se mantuviera el contacto con aquellos que no podían cumplir su sueño de ser futbolistas.
“Yo no recuerdo haber hablado de economía con él jamás, nunca. Yo pensé que él iba a seguir en Chacarita, sé que estudiaba, nunca aclaró qué, pero no solíamos decir. Teníamos compañeros que eran bailarines clásicos y nos enteramos de grande, a los 40 años, porque no lo podían contar porque jugaban en Chacarita. La vida personal era complicada contarla, no se hablaba de eso en un vestuario”, comenta Bonomi en una versión similar a la de Pérez: “No solíamos hablar de qué íbamos a estudiar, no lo recuerdo. Sé que estudiaba y que le iba bien, pero más que eso no. Éramos chicos, en esa etapa tal vez no teníamos bien claro qué íbamos a seguir, porque tampoco sabíamos que podía pasar en el club. En ese momento estaba la colimba y te cortaba mucho. No teníamos mucha idea de lo que íbamos a hacer”.
En varias entrevistas, Milei ha contado que en un momento de su vida tuvo que decidir entre estudiar o jugar al fútbol y fue entonces cuando se sacó los guantes. Pero cabe destacar que en el Funebrero le veían condiciones como para llegar a Primera: “Claro que era un buen arquero”, remarca Grecco cada vez que puede durante la charla.
Más allá de la personalidad y su carrera política, nada los shockeó tanto como su pelo, una característica marcada del líder libertario, que por entonces lucía similar en cuanto a las formas y que no lo acomodaba ni con gorra ni con vincha. “Tiene el pelo todo revuelto como antes, pasa que antes era más rubio”, se ríe Corsaro, al igual que Grecco: “Lo vi con todo el pelo castaño oscuro, pero era rubio. Era como el sol su cabeza. La melena la sigue teniendo, le cambió el color”.
A todos ellos, que coincidieron en la vida con un Javier Milei adolescente, por momentos les cuesta asimilar que aquel joven arquero que se tiraba al barro y volaba para todos lados con la camiseta tricolor sea precandidato a presidente de la nación. Algunos han logrado contactarse con él y esperan que termine la campaña electoral para poder sumarlo a las reuniones que hasta el día de hoy celebra la categoría 70 de Chaca, que incluye asado, fútbol y anécdotas. Incluso, varios se muestran entusiasmados con su nueva vida política y revelaron que lo van a votar: “Por lo menos a este loco lo conocemos”.
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