En el automovilismo hay autos que se convirtieron en leyenda sin tener que haber sido campeones o batir un récord. Algunos marcaron una época como la primera cupé Renault Fuego ganadora en el TC 2000, que Ernesto “Tito” Bessone llevó al triunfo en el Autódromo de Las Flores el 24 de noviembre de 1985. El vehículo estuvo perdido por más de 30 años, fue encontrado por tres amigos y será restaurado para que luzca como en aquella histórica carrera.
El Renault Fuego es un ícono del TC 2000 y a nivel de autos de calle también es motivo de culto. El modelo siempre estuvo asociado a Juan María Traverso, que logró seis de sus siete títulos en la categoría con esos autos de la marca del Rombo que fueron el coche a batir entre 1986 y 1993. Salvo el campeonato de 1987 que obtuvo Silvio Héctor Oltra y que era preparado por Rubén Benavídez, el resto fueron máquinas concebidas por el genio de Oreste Berta en su famoso taller La Fortaleza de Alta Gracia.
Allí se armó el auto de Bessone y fue la tercera Fuego que construyó Berta luego de las de Eduardo Usandizaga y Daniel Mustafá. Pero una vez terminado el coche de Tito, regresó a Buenos Aires y la preparación integral de la máquina estuvo a cargo del recordado Héctor “Negro” Giambrone. “En 1985 había vuelto de correr en los Estados Unidos y aprendí a manejar autos de tracción delantera. Quería nuevos desafíos. Era muy joven”, le cuenta el propio Bessone a Infobae.
“El motor lo armó Oreste Berta y el desarrollo lo hice yo. Cuando lo pusimos en pista en el Autódromo de Buenos Aires el primer juego de gomas duró cinco vueltas. También lo tumbé porque quise ser más rápido que el auto”, recuerda Tito que en ese momento tenía 27 años.
Bessone es uno de los ídolos máximos del automovilismo nacional, pues fue campeón en todas las categorías que corrió y cosechó siete coronas: TC 2000 (1996), TC (2003), Turismo Nacional (2003), Club Argentino de Pilotos (1983 y 1984), Supercart (1995) y Top Race (2004). “Tengo siete autos históricos míos guardados en mi garage y espero poder restaurarlos, entre ellos tres Ford Sierra”, revela Tito que desde hace unos años vive en Alta Gracia y hoy tiene sus equipos de competición en el TCR South America, una importante categoría de autos de turismos a nivel regional.
La Fuego era impactante por sus líneas aerodinámicas, pero la del ex piloto porteño se distinguía por su diseño atractivo en el que predominaba el color negro y tenía vivos dorados ya que su principal sponsor era el de una conocida marcas de pilas. Aunque Bessone siempre tuvo coches lindos y revela que “siempre estuve muy metido en la parte de diseño de los autos. En esa época yo trasladaba una idea y antes de pintar el coche me pasaban un boceto dibujado. En esa época era todo artesanal, ni existía el ploteo como hoy”.
“Logramos interpretar rápido la necesidad del auto. Tenía tanta o más potencia que un Ford Sierra XR4. Llegábamos a tener 235 caballos y las Sierra, 220. El auto era súper competitivo. El coche pronto demostró su potencial y en la tercera carrera venía ganando en Buenos Aires, pero se me rompió el amortiguador delantero izquierdo. Y más tarde pude ganar en Las Flores”, agrega Tito.
Pero llegó el triunfo en Las Flores en la penúltima fecha del campeonato 1985, en un día de gloria para los Renault Fuego, ya que clavaron un 1-2 con el corredor local, Jorge Emilio Serafini, cuya cupé era de color amarilla y blanca. En esa carrera Rubén César Daray se consagró campeón con una Sierra XR4, el único título para ese modelo del Óvalo.
Al año siguiente Bessone dejó la Fuego y explica por qué: “Me cambié a Ford porque Renault puso su equipo oficial atendido por Berta y yo no estaba dispuesto a obedecer órdenes de nadie. Le di la prioridad a la parte deportiva sobre lo económico. El equipo Renault se armaba en torno al Flaco Traverso, que no le quito mérito, en absoluto, fue un justo campeón en todos los años que se coronó”.
Desde entonces Tito estuvo vinculado a la marca de sus amores, Ford, pero siempre recordó con cariño a aquella cupé Fuego, que después se la vendió a Oltra, quien comenzó a usarla con los mismos colores y luego la cambió al blanco azul y rojo, misma decoración de su cupé Nissan 300 ZX del Club Argentino de Pilotos. En 1987, el Cantautor se la vendió a otro piloto del TC 2000 llamado Alejandro Rementeria, que la usó hasta fines de los años ochenta. En ese momento se le perdió el rastro al auto, hasta ahora…
Recuperación
Los hermanos Diego y Marcelo Medina son dos entusiastas del automovilismo. Perdieron a su padre cuando eran muy chicos, pero supieron mamar la pasión por las carreras de autos. Tienen a cargo un local de venta de materiales eléctricos, pero en su tiempo libre despuntan su gran vicio que son los autos de carrera. En su local ubicado en Lomas del Mirador tienen un inmenso garage en el que guardan todas sus joyas vinculadas a los fierros, entre ellos otros seis autos históricos que recuperaron y se ocuparon de restaurarlos, como gemas del TC 2000, tales el mítico Fiat Regatta Vencedor de Osvaldo “Cocho” López, los dos VW 1500 de Luis Rubén Di Palma y su hijo José Luis o una cupé Datsun campeona con Cocho del CAP en 1985 y un Mitsubishi del Turismo Nacional de Gustavo Der Ohanessian (exitoso piloto de los ‘80 y ‘90). Ahora se sumó la Fuego de Bessone.
Ambos son amigos del periodista Marcelo Mercado (Carburando), a quien también le apasiona saber el paradero de los autos perdidos. “Desde hace años me encanta saber qué pasó con los autos históricos y como soy amigo de Marcelo y Diego Medina, quienes restauraron varios originales, cada vez que me entero de algo les aviso. Por las carreras, cuando fuimos a laburar a Río Cuarto, me tiraron el dato. Me puse en contacto con el chico y pude confirmar que lo tenían guardado”, le cuenta a este medio quien es el relator en las transmisiones televisivas del TC 2000 desde 1998.
El Muñeco Mercado le pasó el dato a los Medina y ellos le contaron la historia a Infobae: “Nos manda un mensaje ‘El Datero Mercado’ y nos envió una publicación en Mercado Libre en la que estaba la cupé. La estaban vendiendo y decía ser de Tito Bessone. Ahí llamé por teléfono al dueño llamado Federico, un chico de Río Cuarto, que la tenía guardada como proyecto para poder restaurarla, pero no llegó a hacerlo y por necesidad la vendió. Ahí le pedí toda la información de los papeles y ahí estuvieron los del ‘casco’ (carrocería) de Bessone, el boleto de compra-venta de Silvio Oltra a Rementeria”, comienza Diego.
“La Fuego pasó de ser negra en 1985, a ser blanca, roja y azul en 1986, cuando la corrió Silvio. Al año siguiente se la vendió a Rementeria (la pintó roja y blanca). Al ver las cubiertas con el loguito chico de Fate, ese fue un primer dato. Así que más o menos desde el año 1988 que esta cupé quedó desactivada. Cumple con todo y está en los papeles. Tomamos todos los recaudos”, afirma Marcelo.
Si bien el muchacho riocuartense les pasó la documentación del auto, ellos fueron a chequear con Oreste Berta (h) otros detalles que pudieran ratificar la originalidad de la Fuego. “Por gentileza de Marcelo Balestrini (hijo del reconocido preparador Rafael Balestrini) nos contactamos con Berta. Hablando con la gente de Alta Gracia nos marcaron el tema de la bomba de frenos, la jaula antivuelco, el tablero del arranque, el corte corriente, el puente trasero y la barra de torsión. Otro detalle es que te das cuenta de que estuvo prendida fuego en la parte delantera de la jaula y se ve que no cambiaron los caños. Eso fue un incendio cuando la manejaba Oltra”, relata.
“Lo llamamos a Tito Bessone, que sabía que el auto estaba en Río Cuarto. Hablamos con la familia Giambrone y con Sergio Giambrone (hijo de Héctor). Con ellos vamos a trabajar en conjunto con el Savino Sport (equipo de competición que ya les restauró los otros autos). Estamos buscando elementos, fotos, datos para tener todos los detalles. La idea es que luzca como en el primer triunfo en 1985 en Las Flores”, destaca.
En tanto que Marcelo aporta que “tiene el motor Berta, la caja de cambios Hewland, los carburadores 50/50, amortiguación Delfabro, bomba de freno original y eso también te va mostrando cómo fue evolucionando la categoría. En esa época llevaban vidrio y no usaban acrílico”.
“Si bien no estamos en desacuerdo con hacer réplicas, todos nuestros autos son originales y certificados ante escribano. Eso te da la tranquilidad que lo que estamos haciendo tiene un valor agregado”, apunta Diego.
Junto a estos detalles del coche los hermanos Medina también guardan dos papeles que acreditan que el coche es el verdadero. Primero, la certificación de Renault Argentina en la que ponen los datos del auto que fue comprado por Tito. Figura el domicilio en la calle Brandsen 5040 de Tablada, en el partido de La Matanza, que era donde estaba la fábrica de electrodomésticos de la familia Bessone. Luego el boleto de compra-venta de Oltra y Rementeria, por 150 mil australes, que el patagónico en 1987 se los pagó con un cheque de 37.500 y dos pagarés, uno por 37.500 y otro por 75.000.
Mientras siguen recabando datos y fotos de la época también dieron con dos personas claves para la restauración en pos de darle color al auto. “Ubicamos a Juan Carlos De Bonis que fue el letrista de la Fuego de Tito. Así que junto a Daniel Ferrari, que es nuestro letrista, la van a pintar juntos, ya que por esas cosas de la vida ellos dos son amigos”, cuenta Diego.
Sobre qué significa tener un auto construido por Berta, describe que “es tocar el cielo con las manos. Si bien el Regatta era algo inalcanzable porque yo estuve en el equipo de TC, pero en el mismo año y compartimos momentos y comida con Cocho López, esta Fuego es algo que siempre quisimos”.
Mientras que Marcelo confiesa que “el Regatta nos encontró a nosotros y esta Fuego también. Recuerdo que hablábamos con Gustavo Der Ohanessian porque siempre queríamos armar una Fuego de él, que nos contaba cómo era el sistema de los levantavidrios y ahí nos decía ‘fijate que hay una manijita que es así…’, y ahí nos dábamos cuenta si era Berta o no. Tampoco era el momento porque no podíamos. Luego de verla aquellos años por Canal 7 y tenerla acá es muy lindo. Hoy estamos en el proceso de mirarla. La miramos todo el tiempo”.
“Queremos restaurarla, no más. Que quede con sus cicatrices. Como se hizo el laburo con el Regatta. Vamos a ver si el motor lo podemos llegar a hacer en Alta Gracia”, sostiene Diego.
“Vamos a estar unos dos y tres meses mirándola, anotando, buscando. Con el Dodge 1500 nos llevó mucho tiempo por los faltantes. Esta cupé tiene de todo. El Regatta en un año y medio ya estaba funcionando”, indica sobre cuánto tiempo les podría llevar la restauración.
Ambos están a cargo de su local, tienen sus familias, pero confiesan por qué se toman el trabajo, tiempo y dinero de embarcarse con la recuperación de los autos históricos: “Hacemos esto por pasión. Me emociono, pero mi viejo, siempre con los autos, siempre con el camión, con el flete. Mi viejo tenía reparto de cerdos y era hincha de Ford. Si hoy resucita se vuelve a morir porque le salieron dos de Chevrolet (risas)”, responde Diego.
“Mi viejo nos dejó cuando yo tenía cuatro años y él ocho. Desde ahí fue remarla en dulce de leche hasta hoy. Y ver las carreras los domingos a la mañana. Él (por Diego) era un poco más grande y enfermo se colaba en el Autódromo a la mañana. De pronto, estar restaurando los autos que eran de nuestros ídolos no tiene precio”, asevera Marcelo.
“También poder transmitírselos a las nuevas generaciones. Mi hijo tiene once años o el hijo de Marcelo tiene 14/15. Los nenes hoy ven estos autos de carrera de otra época y se vuelven locos. Poder transmitir esa pasión, el legado a otras generaciones”, concluye Diego.
Ponerlo en pista y ganar por primera vez con ese modelo marcó a Ernesto Bessone, que no ve la hora de volver subirse a ese coche y con la voz quebrada de la emoción afirma que “recuperarlo es darle vida a un auto increíble. Cuando vi la foto del auto sentí una gran emoción. Es un volver a vivir a una época increíble. Los coches de esa época marcaron mucho a la gente”. Tito tiene razón ya que esos autos siguen siendo un imán para los amantes del automovilismo o aquellos a quienes solo les gustan los autos de calle. Las cupés Fuego o la Sierra XR4 son coches atrapantes por sus líneas y aún hoy parecen modernos. Ambos fueron campeones del TC 2000 y le dieron la razón a Juan Manuel Fangio en una de sus tantas máximas: “Auto lindo es el que gana”.
ASÍ ESTÁ HOY LA CUPÉ FUEGO DE TITO BESSONE:
Agradecimiento: Hermanos Medina y Alberto Carlos López
Seguir leyendo: