Chiquito Bossio, de la pérdida que lo marcó a su refugio en el fútbol: “No podés parar la vida con un control remoto”

El ex portero viene de hacer historia como técnico con Racing de Córdoba, al que condujo hasta junio pasado. Por qué “aprendió” a ser DT sobre la marcha, la huella que dejó en el arco y cómo se levantó tras el fallecimiento de su esposa, apoyado por su pequeña hija y su nueva pareja

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Carlos “Chiquito” Bossio, en su
Carlos “Chiquito” Bossio, en su rol de entrenador en su última experiencia cordobesa

El ex arquero Carlos “Chiquito” Bossio ha dejado dos grandes huellas dentro del fútbol local. La primera fue como jugador, allá por el año 1996, cuando defendía el arco de Estudiantes de La Plata, haciéndole un gol de cabeza a Racing, frente al esfuerzo de Nacho González por tapar la pelota, y se convirtió en el primer arquero del fútbol argentino en convertir con esa parte del cuerpo. La jugada fue a partir de un córner. Nadie tomó en cuenta su presencia en el área. Tal vez porque creyeron que su fuerte estaba en las manos. Al venir el centro, saltó más alto que todos y, con ese tanto, consiguió el empate en la agonía del partido.

Pasaron 27 años de aquella hazaña, pero es tan recordado ese gol que cuando, el Pincha inauguró su nuevo estadio, actualmente conocido como UNO Jorge Luis Hirschi, Bossio estuvo presente en La Plata para recrear ese cabezazo y desde las tribunas se escuchó al unísono: “Chiquito, Chiquito, Chiquito”.

Lo que parecía que iba a quedar ahí, en esa proeza de futbolista, se resignificó a fines del año 2022, pero esta vez como director técnico. Al frente de Racing de Córdoba, consiguió ser campeón del Torneo Federal y eso permitió que La Academia Cordobesa vuelva a competir en la Primera Nacional después de 17 años. Sin buscarlo, cuando el equipo del barrio Nueva Italia se quedó sin entrenador, la dirigencia le dijo a Bossio que se hiciera cargo del cuerpo técnico y pasó de ser entrenador de arqueros a DT. La idea era que fuera solo por unos partidos para que pudieran buscar reemplazo, pero terminó como el elegido.

“Tengo el curso hecho, pero nunca me lo planteé porque no me preparé más allá del curso. Nunca fui a ver entrenamientos de otros equipos, nada. No me interesaba dirigir”, cuenta Bossio a Infobae desde Córdoba. “Me terminaron convenciendo para que sea el técnico, pero les dije que me parecía una locura porque no es lo mismo estar preparado que no estarlo. El plantel me tomó como uno más y nos sentimos todos cómodos. Así arrancó mi carrera de técnico, casi sin quererlo y con un toque de suerte”, añade.

Con la espalda del ascenso, se mantuvo en el puesto y se dio el gusto de dirigir en la segunda categoría del fútbol profesional, hasta que los resultados alternaron una regularidad inesperada y eso puso en jaque su continuidad. A principios de junio, después de perder 1 a 0 con Quilmes y con su equipo cerca de los últimos lugares de la tabla de posiciones, vino la renuncia. “Hasta acá llegué”, precisó certero y lacónico. “El club estará eternamente agradecido por el respeto y compromiso con el que trabajaron día a día. Les deseamos lo mejor para el futuro y son parte de la gran historia del Club Atlético Racing”, fue el tuit despedida que emitió la cuenta oficial de la institución.

-Se notaba que la gente te apoyaba, ¿por qué renunciaste?

-El presidente ya me había echado la semana anterior a Quilmes. Solo me quedé por los muchachos y ansiando dejarlos un poquito mejor posicionados. Estaba convencido del trabajo que estábamos haciendo todos y faltaba poquito para salir adelante. Tomé la decisión de renunciar para liberar un poquito de presión. Tampoco creí oportuno en ese momento decir que ya me habían cesado en la semana. Por eso decidí decir que renunciaba.

Chiquito Bossio y Diego Maradona
Chiquito Bossio y Diego Maradona con la camiseta de Lanús (IG: @chiquitobossio)

-¿Qué te llevas de todo este tiempo?

-Una experiencia maravillosa. Fueron casi 3 años de trabajo con muchachos dedicados por completo al esfuerzo y a querer crecer. Se consiguieron logros importantes y vivimos hermosos momentos juntos. Con ellos y el resto del cuerpo técnico aprendí sobre la marcha un montón de cosas, la mayoría de esta nueva profesión. Gracias a Racing por haberme dado esta oportunidad y a los jugadores del plantel por creer en lo que les pedíamos e intentar llevarlo a cabo. Me llevo el cariño y respeto de cada uno de ellos y eso para mí es más que cualquier título.

Bossio junto a su hija
Bossio junto a su hija Isabella y su nueva pareja, Daniela.

-¿Cuál es el balance de esta primera experiencia como entrenador?

-Estaba lleno de miedo, incertidumbre y aprendizaje. Coronarlo con un título fue algo impensado. Cuando hago las cosas, siempre trato de buscar el máximo. Más allá de haber jugado 20 años al fútbol, eso no te habilita a ser técnico. Por eso que haya terminado como terminó, con un ascenso y el grupo de jugadores que se armó, fue espectacular, fue maravilloso y se disfrutó muchísimo.

-¿Qué aprendiste?

-Lo primero que aprendí es que la toma de decisiones es algo que le corresponde a tu puesto y que no hay que sentirse mal, al contrario. Si te ponen ahí, tenés que tomar decisiones por más que duelan. Después, a leer los partidos. A analizar rivales, a comunicarse con los jugadores y aprender de los errores, de decisiones que no salieron bien.

-¿Tenés en mente dirigir otro equipo o recibiste alguna oferta?

-Por ahora, solo descansar y disfrutar de mi hermosa familia. Después se verá.

Antes de debutar como director técnico, Bossio era entrenador de arqueros de Racing de Córdoba. Al recordar el momento en que pasó de un rol al otro, lo que más resalta como dificultad a resolver fue lo vinculado a la toma de decisiones. “Al principio me costó muchísimo decidir la convocatoria. Dejar afuera a jugadores que quizás estaban en las mismas condiciones que otros. Tener que tomar ese tipo de decisiones fue difícil. Lo hacía muy carne y me sentía mal cuando tenía que dejar afuera a chicos que habían trabajado toda la semana. Después con el tiempo me fui acomodando y lo pude manejar de otra manera”, explica.

Bossio, en Lanús, dando la
Bossio, en Lanús, dando la vuelta olímpica en La Bombonera (@chiquitobossio)

-Dos momentos trascendentales de tu vida en el fútbol: el gol de cabeza que le hiciste a Racing, el cual todavía se recuerda, y el ascenso que lograste con Racing de Córdoba. De una u otra forma, los equipos académicos son claves en tu biografía, ¿lo pensaste?

-Si bien esas son cosas estadísticas, es cierto que la gente por la calle me sigue recordando el gol de cabeza. Es la parte linda del fútbol. Pero siempre les recalco a los jugadores: ustedes van a jugar al fútbol 15 0 20 años de sus vidas, después son personas de vuelta. Por eso les digo que se manejen bien porque la gente te recuerda como persona. Es feo cuando te señalan y dicen: allá va tal, que, como jugador fue tremendo, pero como persona deja mucho que desear. Mi consejo es que los deben reconocer como persona antes que como futbolista. Son los valores que me dio mi familia y por eso trato de pregonarlos.

-Siempre se dijo que para ser arquero hay que estar un poco loco, ¿es así?

-Te tiene que gustar. Siempre dicen que el arquero es un poco loco. Generalmente sos el que no festeja nunca, el que recibe los goles, al que putean, al que miran mal cuando le hacen un gol medio tonto. Tenés que tener una personalidad especial. El puesto de arquero es muy lindo y a mí siempre me apasionó jugar en ese puesto.

-¿Qué es lo que más te apasiona del fútbol?

-El fútbol es mi vida. He conocido personalidades importantísimas gracias a esto, también conocí el mundo. De diez argentinos, ocho deseamos haber andado atrás de una pelotita. Es lo que hacíamos de niños y poder seguir conectado con eso es lo más lindo que hay. Es pasión. Compartir un vestuario nuevamente, estar dentro de un campo de juego. Eso me apasiona.

De caer y levantarse.

Chiquito Bossio se retiró del fútbol a los 40 años y lo hizo sin sufrir ninguna lesión. Sintió que era su momento y en 2013 se despidió después de una temporada en Tiro Federal. “La fecha de retiro la puse yo y eso siempre te da más tranquilidad. Y ni bien dejé de jugar, enseguida ocupé la cabeza en otra cosa. El gran problema de los jugadores, cuando se retiran, es que no se ponen a hacer nada o no tienen otra cosa, y empiezan a pensar de más, a tener nostalgia. En mi caso, no pasó nada de eso”, dice.

Bossio, en una clínica de
Bossio, en una clínica de arqueros organizada en Villa Carlos Paz (@chiquitobossio)

Al dejar de jugar, decidió que era oportuno volcarse de lleno a su familia y al emprendimiento de zapatos y carteras que tenía su mujer, Ana Débora Lucero Bustamante, en Buenos Aires. Años más tarde, cuando nació su hija Isabella y su mujer perdió la vida a los 42 años tras sufrir un ACV durante el parto, tuvo que recuperarse del golpazo y volver a empezar.

“¡Fuiste un ser especial en la Tierra y ahora lo serás en en cielo! Diosito se llevó a muchos para armar su equipo, ¡seguro ahora empezó a armar la Selección! ¡Sos mi Amor eterno! ¡Y me dejaste ese regalito hermoso llamado Isabella para criarla como siempre soñamos! Quedate tranquila que lo voy a hacer y le voy a contar todos los días cómo era su madraza y lo que irradiaba”, escribió en sus redes sociales a modo de despedida, en 2019.

Cerró la fábrica, se volvió a Córdoba y estuvo dos años sin trabajar. Con el tiempo, se puso a entrenar a un arquero de un equipo local de manera particular, con unos conos y unas pelotas, como para darle una mano y eso impulsó a que un conocido lo convocara para ser entrenador de arqueros y empiece a escribir un nuevo capítulo de su vida en Racing de Córdoba.

“Nunca pasó por mi cabeza rendirme. Soy un tipo muy positivo. Obviamente, la familia y los amigos ayudan. Siempre digo que en estos casos se sabe quiénes son los amigos de verdad. Toda la gente que realmente me quiere, estuvo cerca de mío y reconfirmé la amistad. En base a eso, fuimos saliendo de a poquito. También apareció Daniela en la ecuación, quien me da mucho amor y contención y hoy estamos compartiendo esta vida”, resalta.

-La vida sigue…

-No te queda otra. No podés parar la vida con un control remoto. La vida no te espera. Sigue para todos lo que te rodean, para uno mismo, para los hijos. Te tenés que hacer fuerte para poder seguir. No hay otra solución.

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