Vanina Correa, la única argentina en alcanzar los cuatro Mundiales de fútbol femenino: el hilo invisible entre el arco y la maternidad

La arquera de 39 años sigue escribiendo páginas en su historia personal y ya es considerada una leyenda en el fútbol nacional

Guardar
Será la cuarta participación de Correa en una Copa del Mundo (Foto: FIFA)
Será la cuarta participación de Correa en una Copa del Mundo (Foto: FIFA)

La historia del fútbol femenino es breve en Argentina en comparación a la máximas potencias del planeta. A la hora de hacer un repaso del camino de la Albiceleste en los cuatro Mundiales a los que logró clasificar, hay un denominador común que llama la atención del espectador: Vanina Correa apareció en todas las listas finales para representar al país en la máxima cita del deporte. A sus 39 años, la actual arquera de Rosario Central ya está en Nueva Zelanda lista para escribir una nueva página de su historia personal bajo los tres palos de la celeste y blanca.

“Qué orgullo ser parte de este grupo, después de tanto trabajo y dedicación puedo decir que vuelvo a una Copa del Mundo. ¡Gracias a los que me acompañaron a lo largo de este tiempo para que hoy pueda estar acá! ¡Simplemente gracias!”, reflejó la guardameta su felicidad en las redes sociales cuando Germán Portanova comunicó las 23 jugadoras que dirán presentes el próximo lunes 24 de junio a las 3 de la mañana (hora de Argentina) para enfrentar a Italia en el debut del Grupo G.

Nacida el 14 de agosto de 1983 en Villa Gobernador Galvéz, a diez kilómetros de Rosario,y la vida fue una montaña rusa de emociones y decisiones para Vanina. Su incursión en el arco fue una coincidencia del destino más que una determinación propia. Su objetivo durante la infancia era jugar a la pelota como sea. Y ese ‘como sea’ implicó pararse como la número 1 en infinidad de partidos de pequeña, al punto que terminó enlazando una conexión que se mantiene hasta la actualidad.

Vanina le atajó un penal a Inglaterra en Francia 2019 (Foto: Reuters)
Vanina le atajó un penal a Inglaterra en Francia 2019 (Foto: Reuters)

Correa inició su carrera con 17 años en Rosario Central allá por el 2000 y desde un principio destacó a nivel nacional en uno de los puestos más complicados del deporte. En el lapso de tres años, llegó a debutar en Primera División del Canalla y su rendimiento la llevó a recibir el llamado soñado por cualquiera futbolista: Carlos Borrello la convocó al Mundial de Estados Unidos 2003. Aunque no sumó ningún minuto oficial en los tres encuentros disputados ya que era suplente de Romina Ferro, la experiencia fue un antes y un después en la historia de Vanina.

En el terreno local, pasó a Boca Juniors y posteriormente a Banfield para ir armando su nombre dentro del ambiente. Ya más consolidada y con mayor experiencia en la espalda, disputó la Copa del Mundo de China 2007 como titular y sufrió el trago amargo de perder 11-0 con Alemania, quien terminó siendo la nación campeona del certamen. Que su apellido apareciera dentro de las listas para los Juegos Olímpicos de Beijing 2008, Copas Américas o Sudamericanos se volvió moneda corriente para la Albiceleste.

Su carrera en el fútbol estaba en alza, pero en momentos en los que la rama femenina no era profesional, tuvo que tomar una dura decisión en 2010: se retiró en para ser mamá. La maternidad la hizo alejarse del deporte que la apasiona pero logró cumplir otro de sus sueños al concebir a los mellizos Luna y Romeo. Durante años se encargó de criarlos con ayuda de sus padres y mientras trabajaba como cajera en la Municipalidad de Villa Gobernador Gálvez.

Vanina Correa junto a su pareja Viculin Culasso y sus dos hijos (Foto: Instagram)
Vanina Correa junto a su pareja Viculin Culasso y sus dos hijos (Foto: Instagram)

Sin embargo, Carlos Borrello volvió a aparecer en un momento fundamental en la vida de Correa para convencerla de que regresara a las canchas y así poder convocarla a la Selección luego del parate de dos años sin actividad. Una vez más, Rosario Central la arropó en 2015 para marcar su vuelta a la actividad de cara a la Copa América de Chile 2018 y posterior histórica clasificación para Francia 2019 al finalizar en el tercer lugar.

En territorio galo, Argentina cosechó sus primeros dos puntos en una Copa del Mundo al igualar 0-0 con Japón en la primera fecha y empatar 3-3 con Escocia en un duelo para el infarto. El estrellato de Vanina saltó en la caída por 1-0 contra Inglaterra, cuando le atajó un penal a Nikita Parris para mantener a la Albiceleste con vida. Aunque no fue suficiente para acceder a los octavos de final, el certamen internacional marcó un antes y un después en el fútbol argentino a nivel nacional al darle paso a la semiprofesionalización de la actividad.

Al regresar al país firmó contrato con San Lorenzo y poco después llegó la chance de la primera experiencia en Europa bajos los colores del Espanyol de Barcelona. La organización fue un verdadero caos, ya que consistió en pedir licencia en la Municipalidad con trabajaba, organizar la vida de sus hijos al irse sola a España y tramitar la VISA de trabajo del otro lado del océano Atlántico. La experiencia fue única para Vanina en materia de nuevos aprendizajes en un entorno completamente distinto, pero entendió que estar lejos de su familia no era lo que realmente buscaba en su vida.

Con 39 años, enfrentó una nueva preparación mundialista y quedó seleccionada para la máxima cita (Foto: Stefanía León - AFA Femenino)
Con 39 años, enfrentó una nueva preparación mundialista y quedó seleccionada para la máxima cita (Foto: Stefanía León - AFA Femenino)

Al poco tiempo regresó a San Lorenzo en 2021, volvió a vestir los colores de Rosario Central y hasta pasó por la Universidad de Chile para competir en la Copa Libertadores. En paralelo, contribuyó en todo momento al nuevo ciclo de la selección argentina cuando asumió Germán Portanova. El cambio de técnico trajo aires de frescura al combinado nacional femenino y se notó en la Copa América 2022 donde derrotó a Paraguay en el duelo por el tercer puesto para reclamar la plaza mundialista por cuarta oportunidad.

Actualmente con 39 años defiende el arco de su segundo hogar, el Canalla, y está a horas de vivir por cuarta vez una Copa del Mundo en carne propia. “Pensar en el Mundial todavía me hace cosquillas en la panza”, admitió al aterrizar en Auckland sin darse cuenta de que ya es considerada un ejemplo de lucha y superación dentro de la historia del fútbol femenino en el país.

Seguir leyendo:

Guardar