Entrevista a Oscar Panno, a 70 años de la primera gran hazaña del ajedrez argentino

A los 18 años se consagró campeón mundial juvenil. Y provocó una revolución: dio el puntapié inicial en un partido del River de Labruna y Loustau, lo convocaban desde todo el país y hasta Perón quiso hacerle un obsequio. A los 88 años, cuenta sus recuerdos

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Oscar Panno, además de ser el primer campeón del mundo juvenil de Argentina, es el ajedrecista más longevo del país
Oscar Panno, además de ser el primer campeón del mundo juvenil de Argentina, es el ajedrecista más longevo del país

Un mediodía de invierno, de un lunes cualquiera en Buenos Aires, en el residencial barrio de Saavedra, donde sobresalen las construcciones de casas bajas, tipo chalets de dos plantas, junto a la puerta de ingreso de una de ellas está ese hombre de 88 años, de cabellera escasa y platinada por la ceniza de los años; su figura aún luce robusta, aunque su humanidad se sostiene en un endeble bastón. En su domicilio de la calle Valdenegro altura de los recuerdos recibió a Infobae.

Cuando me acerco no me examina como a un rival -por cortesía; nunca podría haber sido su contrincante, ni siquiera con el hándicap de jugarme una partida a la ciega-, pero la mirada de sus ojos claros conserva una cordialidad impiadosa. Quien estreche sus manos percibirá de inmediato el privilegio del calor compartido por siete campeones mundiales; unas veces victorioso, y otras, derrotado. Al saludar al maestro Oscar Panno uno cree rozar mágicamente el linaje del pasatiempo más insondable; que está saludando a Bobby Fischer, a Vasili Smyslov, a Mijaíl Tal, a Tigran Petrosian, a Boris Spassky, a Anatoly Karpov, a Garry Kasparov...

Hace exactamente 70 años, el 21 de Julio de 1953, Oscar Roberto Panno, un joven de 18 años y con sólo seis de práctica en descifrar los secretos de gambitos y enroques, ejecutaba una de las jugadas más trascendentes en el historial del ajedrez argentino; un hito en la memoria de sus aficionados y expertos: la conquista del Campeonato Mundial Juvenil de ajedrez. Aunque él hoy recuerda lo que más lo impactó en aquella aventura: ¨En primer lugar, el viaje; fue una odisea de más de 36 horas arriba de un avión de Aerolíneas Argentinas, un DC6 a 4 motores y hélice. Pero el peor recuerdo fue la comida; me cambiaron los bifes por pepinos” (risas).

El joven Panno, que con su título entró en la galería de grandes deportistas de aquella época
El joven Panno, que con su título entró en la galería de grandes deportistas de aquella época

A lo largo de tres semanas -entre el 3 y el 21 de julio- en Copenhague, capital de Dinamarca se llevó a cabo el II Campeonato Mundial Juvenil; una competencia que reunió a 20 ajedrecistas extranjeros y que se desarrolló en la sede del periódico dinamarqués “Politiken”. Panno fue uno de los ocho participantes que pasó con éxito la primera serie eliminatoria del certamen y consiguió la clasificación para la etapa final la que se realizó bajo el sistema Round Robin (todos contra todos).

En esa instancia, el talentoso ajedrecista argentino sacó lo mejor de su bagaje técnico y en buena forma cosechó cuatro victorias (ante Ivkov, Olafsson, Sherwin y Larsen) y sumó tres empates (frente a Darga, Penrose y Keller). Así, el joven vecino del barrio porteño de Saavedra y representante del Club River Plate, cerraba su primera actuación internacional y se aseguraba la conquista del campeonato mundial juvenil. De esta manera, invicto, con 5,5 puntos sobre siete posibles, Oscar Panno fue consagrado como el nuevo rey del ajedrez; el primero de origen argentino.

“El día de la consagración jugué con piezas negras ante el suizo Keller; saqué una ligera ventaja en la apertura, pero el final del juego era parejo. Mi entrenador (el maestro Julio Bolbochán) me advirtió que ofreciera tablas porque ese resultado me favorecía para el sistema de desempate en la definición del torneo. Recuerdo que mi rival pensó un largo rato mi propuesta, pero finalmente la aceptó. Luego me subieron a un escenario, me premiaron, sonaron las estrofas del himno argentino, y se terminó todo”, evocaría el flamante rey del ajedrez juvenil en sus primeros reportajes tras el regreso al país.

Con la conquista -la primera gran hazaña del ajedrez vernáculo-, el nombre de Oscar Panno se sumó al de otras figuras como Juan Manuel Fangio (en automovilismo) y Antonio Cerdá (en golf), pioneros en la obtención de títulos mundiales para el país. Pasaron setenta años…

El paso del maestro Panno es el de un monarca emérito; su amabilidad, la falta de prisa atestiguan que, si bien el ajedrez no permaneció del todo ajeno a los embates de los tiempos modernos de la aceleración e inmediatez, sus fieles mejor dotados aún conservan un aura difícil de extinguir. Por eso responde con paciencia, y su voz, grave y resquebrajada, tiene el don de la persuasión en cada acentuación. Habla y convence con fe de predicador.

Oscar Panno a los 18 años, en 1953 en Dinamarca, se consagró campeón mundial juvenil de ajedrez
Oscar Panno a los 18 años, en 1953 en Dinamarca, se consagró campeón mundial juvenil de ajedrez

Oscar Panno, ingeniero civil y ajedrecista, que el pasado 17 de marzo cumplió 88 años, es el gran maestro más longevo del país y una de las grandes leyendas del milenario juego; el primer campeón mundial juvenil del continente americano y el último bronce del historial del ajedrez argentino.

Ahora, sentado frente al tablero en el living de su casa, el maestro reflotará de su prodigiosa memoria detallados recuerdos que aún permanecen vivos, aunque pertenezcan a una historia de otro siglo…

Es que el campeonato mundial juvenil fue de una de las primeras competencias que creó la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE, según el acrónimo francés) la que, si bien fue fundada en París en 1924, recién asumió el control de la actividad tras la muerte del campeón mundial Alexander Alekhine, en 1946. Hasta ese momento los Reyes del ajedrez eran dueños de sus coronas y ellos imponían las condiciones para exponerlas en un duelo. El fallecimiento del campeón mundial en actividad y el final de la Segunda Guerra Mundial, le brindó a la FIDE la posibilidad de conducir y decidir libremente. El Mundial Juvenil fue lanzado como una competencia bianual; la primera edición se disputó en Birmingham (en 1951) y fue vencedor el yugoslavo Borislav Ivkov. El siguiente torneo se jugaría en Copenhague, en 1953.

“En 1951 estuve a un paso de clasificarme al mundial, pero finalicé 2°, en el 1er. Torneo Nacional para menores de 20 años que se hizo en el país y en el que sólo había una plaza en juego; el ganador fue Raúl Cruz. Él viajó a Inglaterra donde cumplió una gran labor y alcanzó el podio con un tercer puesto. Yo me adjudiqué el 2° Torneo Nacional, el de 1952, y así obtuve mi derecho para jugar el 2° Mundial Juvenil que se realizaría al año siguiente en Dinamarca. ¿Mis expectativas? Creo que ninguna, sólo me impulsaban mis ganas de ir, jugar y ganar. No conocía el nivel de mis rivales, pero estaba convencido de que no eran malos jugadores, porque si dos años antes Cruz, con su buen ajedrez había salido tercero, éste nuevo certamen debía ser al menos igual o más exigente”, rememoró el mejor ajedrecista nacido en Argentina.

Panno en su mundo, frente a un tablero, en su casa de Saavedra
Panno en su mundo, frente a un tablero, en su casa de Saavedra

-¿Y qué recuerdos tiene del Mundial del ‘53?

-En primer lugar, el viaje; fue una odisea de más de 36 horas arriba de un avión de Aerolíneas Argentina, un DC6 a 4 motores y hélice. Pero el peor recuerdo fue la comida; me cambiaron los bifes por pepinos (risas). En cambio, lo mejor fue el paisaje, al que descubrí cuando terminó el torneo. Es que ni siquiera me había dado cuenta de que la plaza ubicada frente al hotel donde nos habían alojado tenía un lago con cisnes y enormes arboledas. Es que los ajedrecistas solemos abstraernos de ciertas situaciones cuando nos sumergimos en nuestro mundo, y esa vez no fue una excepción, y eso que la recorríamos cada mañana junto a Julio Bolbochan (su entrenador), mientras mentalmente repasábamos las variantes que utilizaríamos en las partidas de la tarde. Fue una enorme sorpresa cuando terminó el torneo, y ya ciertamente distendido, pude descubrir los colores del paisaje.

-¿Y del torneo?

-Fue un certamen muy duro, en el que el gran candidato era el yugoslavo Ivkov, que había ganado el torneo de 1951 y ahora quería repetir y estaba al límite de edad con 20; yo tenía 18. Con él me enfrenté dos veces, en la serie preliminar y en la final; afortunadamente le gané muy bien en las dos ocasiones, en la segunda partida con una variante que estudié y analicé mucho con mi entrenador porque fue utilizada en el match entre Najdorf y Reshevsky en Buenos Aires, un mes antes de mi viaje.

-Me imagino que después de tanta tensión no se guardó nada para los festejos

-No, no me lo recuerdes porque todavía sigo cuestionándome lo que hice.

-¿Qué pasó?

-Cuando finalizó el torneo recibí un telegrama de felicitación del General Perón. No sé si ese día o al siguiente también un llamado telefónico de Rodolfo Valenzuela, presidente del Comité Olímpico Argentino, que me transmitió otro mensaje de Perón. Me decía que, como premio a mi actuación me regalaban 15 días de vacaciones en París con todo pago. ¿Y sabés qué le respondí?... Le dije, por favor agradézcale al presidente el gesto, pero dígale que me quiero volver a casa. ¡Es que no soportaba la comida! Y un montón de cosas más porque durante la competencia uno sufre un fuerte desgaste emocional. Pero debí ser más cauteloso, todavía me sigo preguntando por qué no le dije que me guardaría el crédito para otro momento (risas).

-¿Y qué paso cuando llegó al país? ¿Cómo actuaron los medios y los aficionados?

-Si pudiéramos hacer una comparación, era como cuando Guillermo Vilas fue el número 1 y todo el mundo quería jugar al tenis. En este caso sucedió lo mismo. No había televisión, pero tuve que ir a las radios, docenas de cenas y almuerzos, giras por el Interior, y todo eso. Pero eso, de alguna manera, lo promovió la gente, que se entusiasmó con el ajedrez, y resultó para los jóvenes un estímulo importante.

-¿Y entre tantos homenajes alguno tuvo un sabor especial?

-Bueno todos saben y conocen mi simpatía por el Club River Plate; me hice socio en 1947 y allí aprendí los secretos del ajedrez junto a mi profesor y después entrenador, Julio Bolbochan. Por eso, a mi regreso me invitaron a dar el puntapié inicial en el partido que River jugó de local con Estudiantes de La Plata, el 2 de agosto de 1953. Esa tarde ganó River con gol de Labruna. La entrada al campo de juego fue muy emocionante; caminamos junto a Bolbochan hacia el centro de la cancha, escoltados por Labruna y Loustau. De pronto me vi con la pelota en el piso y rodeado por todos los craks de ese River. Recuerdo que lo miré a Labruna y le dije “¿a quién se la tengo que pasar?” Labruna, se rió y me dijo “no, pibe, pegale fuerte para adelante nada más”. (risas)

Sin dudas la conquista del Mundial Juvenil de 1953 se trató del primer gran paso en la carrera ajedrecística del maestro Panno. Lo que le siguió sería muy pretencioso ajustarlo a un par de líneas, ya que a lo largo de su carrera disputó alrededor de 3000 partidas. De su frondoso palmarés y el que permite señalarlo como el mejor ajedrecista nacido en este país, sobresale la conquista de tres campeonatos argentinos superiores (1953, 1985 y 1992). Representó al país en 11 olimpíadas (un 2° puesto en Ámsterdam 1954, dos terceros lugares en Múnich 1958 y Varna 1962). Y, por su labor individual obtuvo una medalla de bronce y otra dorada como mejor 2do. tablero (en los equipos de Múnich 1958 y La Habana 1966).

Logró el título de gran maestro a los 20 años, y en 1957 su nombre se ubicó entre los mejores 18 ajedrecistas del mundo. Fue campeón de los torneos zonales Mar del Plata 1954 y Río de Janeiro 1957. Se adjudicó el Sudamericano de Mar del Plata 1969, los magistrales de Palma de Mallorca (1971 y 1972), y el Panamericano de Bogotá (1958), entre otros más. En 1978, a los 43 años, fue analista de Víktor Korchnoi en el rocambolesco duelo con Anatoly Karpov, en Filipinas.

La docencia ha sido otra de sus pasiones, así como la divulgación del ajedrez en todos los niveles
La docencia ha sido otra de sus pasiones, así como la divulgación del ajedrez en todos los niveles

Se enfrentó a 7 de los 21 campeones mundiales de esta actividad; y es el único ajedrecista argentino con score favorable ante Boris Spassky. Con su aporte enriqueció la teoría del juego con la creación de una variante que lleva su nombre en la Defensa India de rey.

La docencia ha sido otras de sus pasiones, hace más de medio siglo que disfruta del dictado de clases de ajedrez. Dio cátedras en el Club San Fernando, el Colegio Nacional de Buenos Aires, la Municipalidad de Vicente López, en los círculos de ajedrez de Villa Martelli y Villa Ballester y el Club GEBA. Desde 1973, cada sábado por la tarde, transmite sus enseñanzas para los socios del Club River Plate. Ni siquiera en tiempos de pandemia se detuvo en la función; creó un canal en YouTube: Oscar Panno (tiene más de 10 mil suscriptores) y más de 100 videos editados. El pasado 24 de abril fue homenajeado por la entidad y en las vitrinas del Museo están algunos de sus preciados trofeos.

Paralelamente a su particular vida junto al ajedrez, Oscar Panno, a los 19 años, ingresó a la Universidad en la carrera Ingeniería Civil (1954), y desde 1958 se sumergió de lleno en su profesión, y también comenzó a pensar de a dos. Se casó con Guillermina Bink (una joven holandesa que conoció en el torneo de Amsterdam en 1956) y juntos formaron un hogar con la llegada de tres hijos: Ernesto, Sergio y Ricardo. En 1962 se recibió de Ingeniero Civil.

Ejerció su profesión en una empresa constructora y trabajó en importantes proyectos que aún hoy están visibles en la ciudad de Buenos Aires. Fue uno de los ingenieros que colaboró en la construcción del complejo puente que une Vicente López con la ciudad autónoma de Buenos Aires.

Oscar Roberto Panno, Ingeniero de profesión y ajedrecista por convicción; el hombre que elevó la bandera nacional en los principales podios del mundo. Todo un maestro.

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