“¡Pisalo!”: dolor en Sevilla por la muerte de Domingo Pérez, protagonista de una de las anécdotas más controvertidas de Bilardo

El fisioterapeuta del club andaluz falleció a los 67 años. La historia detrás de aquel episodio que quedó marcado en la historia del entrenador argentino

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El día que Carlos Bilardo pidió que pisen a un rival

Fue uno de los episodios más controvertidos que quedó en la memoria colectiva de los fanáticos del fútbol. Cuando Carlos Bilardo le gritó “¡Pisalo, pisalo!” al masajista del Sevilla que atendió a un jugador del Deportivo La Coruña, en lugar de asistir a Diego Maradona, el Doctor nunca supo que aquella escena se iba a transformar en un mito.

Aquel fisioterapeuta era Domingo Pérez y el mundo del deporte más popular del planeta expresó un profundo dolor tras su muerte. El empleado del club andaluz será recordado por su bondad y honradez en aquella acción que pasó a la historia. Entre la competitividad máxima en la que vivía el conjunto del estratega argentino durante la temporada 1992/93, en unos pocos segundos eligió el camino correcto y su fama trascendió las fronteras por una simple palabra: Pisalo.

Domingo Pérez falleció en la ciudad del sur de España a los 67 años. Fue un emblema del club andaluz, marcado por una saga familiar de profesionales que atendieron durante décadas a sus jugadores. Él reemplazó a su padre en el cargo, que a su vez sucedió a su abuelo para convertirse en un hombre muy querido en una entidad que lamenta su ausencia.

Sin embargo, será recordado por una acción que marcó a fuego su trayectoria. El 6 de febrero de 1993, durante un encuentro disputado entre el Deportivo La Coruña y el Sevilla disputado en el Riazor, Pérez actuó como un profesional cuando saltó al césped para atender al jugador del equipo gallego Alberto Albístegui, quien había recibido una patada involuntaria en el rostro de Diego Maradona.

Fue cuando Pelusa intentó hacer un sombrero para eludir al defensor y su botín impactó en el cara del adversario, que inmediatamente cayó al suelo. Igual que el Pibe de Oro, quien pareció fingir ser el damnificado de una acción que él había provocado provocó. El Diez, sin embargo, se levantó con rapidez y Domingo Pérez, no lo dudó: atendió a un futbolista del equipo rival sin pensarlo.

Entonces, apareció el gen competitivo de Bilardo. Desde el banco de suplentes, comenzó a gritarle a su colaborador. Las cámaras de televisión captaron toda la secuencia para dejar constancia de un grito que hasta llegó a convertirse en un hit en muchos estadios. “A Diego, a Diego ¡¡Domingo!! ¡¡Domingo!! La concha de tu madre... Ah, en vez de agarrar a Diego, agarra al otro. Nació en la cancha este muchacho... Me quiero morir, me quiero morir. ¡¡Domingo!! ¡¡Domingo!! ¡¡Domingo!! Los de colorado son los nuestros ¡Los de colorado, los de colorado! ¡Qué carajo me importa el otro! ¡Pisalo, pisalo, pisalo, pisalo! ¡Vamos, vamos!”, fue el monólogo que interpretó el DT campeón del mundo en México ‘86.

Esa invitación del entrenador a pisar a un rival que estaba en el suelo con el rostro ensangrentado no pasó inadvertida. Domingo Pérez apostó por atender al más débil en esos momentos. Y Bilardo le recibió enfurecido cuando regresó: “A Diego salva nada más ¿Cómo vas a atender al otro? ¡Qué carajo me importa! ¡Pisalo! ¡Pisalo! Al contrario... pisalo!”.

Años después, Domingo Pérez recordó la acción: “Diego hizo una chilena con tan mala fortuna que le dio a Albistegui en la nariz. Bilardo me dijo que saliera a atender a Diego. Cuando llegué, noté que Diego ya se había puesto de pie. Y vi al chico del Depor que estaba sangrando por la nariz y le eché agua. Me di cuenta de la que estaba montando Bilardo, pero no me sorprendió. A quien lo conozca, no puede sorprenderle que reaccionara así. En el banquillo él siguió gritando. Ni me inmuté”.

Aquel partido acabó en derrota para el Sevilla (2-0), un equipo marcado por la presencia de Maradona y por la combatividad de un grupo que contaba con jugadores como Diego Simeone, Davor Suker, Martagón o Rafa Paz. Todos fueron testigos de la acción de su fisioterapeuta, que durante unos segundos acaparó más atención mediática que durante toda una vida cuidando jugadores tanto en el Sevilla como en la selección española.

Domingo Pérez falleció sólo dos años después de su jubilación, pero más allá del Pisalo que marcó su carrera, fue un trabajador honrado tal y como quedó demostrado en la acción por la que pasó a la fama. Eligió al más débil. Dejó a Maradona para ocuparse de Albístegui. Y es que siempre trató a todos por igual. Nunca hubo estrellas en sus camillas. Por eso, Domingo Pérez fue mucho más que el consejo que le dio Bilardo. Fue un profesional. Y el pueblo andaluz lamenta su partida.

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